La historia de las mujeres intelectuales que desafiaron las normas sociales del siglo XVIII

En su nuevo libro, Susannah Gibson reconstruye la historia de las “Bluestockings”, las mujeres que aspiraron a que sus escritos e ideas recibieran el mismo respeto que los de los hombres

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El libro del día: "The
El libro del día: "The Bluestockings”, de Susannah Gibson

En el siglo XVIII, un grupo de mujeres intelectuales desafiaba las normas sociales de su tiempo al reunirse en salones literarios para debatir sobre política, literatura, ciencia e historia en igualdad de condiciones con los hombres. Estas mujeres, conocidas como las Bluestockings, no solo buscaban educarse y escribir, sino que también enfrentaban los obstáculos de una sociedad que limitaba su independencia económica y personal. Este movimiento, liderado por figuras como Elizabeth Montagu, marcó un hito en la historia del feminismo, aunque su lucha se desarrolló en un contexto de estrictas normas sociales y prejuicios de género.

El término Bluestockings surgió para describir a este grupo de escritoras y pensadoras británicas del siglo XVIII, a menudo con connotaciones despectivas. Sin embargo, su legado radica en su determinación por cultivar el conocimiento y compartirlo, a pesar de las restricciones impuestas por una sociedad que mantenía a las mujeres solteras dependientes de sus padres y a las casadas subordinadas a sus esposos.

La historiadora irlandesa Susannah Gibson, en su reciente estudio sobre este grupo, destaca cómo estas mujeres lograron abrirse paso en un entorno hostil, utilizando la riqueza, el apoyo de sus maridos y las amistades intelectuales como herramientas para alcanzar sus objetivos.

Elizabeth Montagu  (Wikipedia)
Elizabeth Montagu (Wikipedia)

El movimiento tuvo su epicentro en Londres, una ciudad en plena transformación durante el siglo XVIII, con nuevas ideas, modas y proyectos arquitectónicos. En este contexto, Elizabeth Montagu, crítica literaria y escritora, organizaba reuniones en su mansión de Mayfair, donde hombres y mujeres podían debatir en igualdad de condiciones en veladas que, iluminadas por velas, se convirtieron en un espacio donde el ingenio y la erudición eran altamente valorados.

Montagu, quien había recibido una educación poco común para una mujer de su época gracias al apoyo de su padre, entendió que un matrimonio ventajoso sería su mejor oportunidad para alcanzar cierta independencia. Su esposo, un terrateniente adinerado, no solo le proporcionó los recursos para organizar estos salones, sino que también respaldó su actividad intelectual.

Sin embargo, el camino hacia el reconocimiento no estuvo exento de desafíos: las mujeres educadas eran frecuentemente objeto de burlas y críticas. Un panfleto de 1739 titulado “El hombre superior a la mujer” las describía como “peligrosas, poco femeninas y feas”. Incluso los manuales de conducta de la época reforzaban la idea de que las mujeres debían ser un apoyo emocional para los hombres, en lugar de aspirar a roles intelectuales.

Frances "Fanny" Burney (Wikipedia)
Frances "Fanny" Burney (Wikipedia)

En este contexto, las Bluestockings debían mantener una imagen de respetabilidad para evitar el rechazo social. Por ejemplo, “Fanny” Burney, autora de la exitosa novela Evelina, evitaba hablar en público para no ser percibida como “estudiosa o afectada”. Asimismo, Elizabeth Carter, traductora de Epicteto, introdujo sus obras con explicaciones que conciliaban el pensamiento del filósofo con los valores cristianos.

En ese sentido, las Bluestockings no estaban exentas de los dobles estándares de la época. Las mujeres que se veían envueltas en escándalos sociales corrían el riesgo de ser marginadas. Un caso emblemático fue el de Hester Thrale, amiga cercana de Samuel Johnson y anfitriona de otro influyente salón literario en Streatham. Tras enviudar, Thrale se enamoró del maestro de canto de su hija mayor y se casó con él, lo que provocó el rechazo de muchos de sus antiguos amigos. A pesar de ello, continuó escribiendo y documentando su vida en un diario titulado Thraliana, donde relató desde los comentarios ingeniosos de Johnson hasta su dolor por la pérdida de su primer esposo.

El análisis de Gibson también aborda las tensiones entre clase social, dinero y ambición intelectual dentro del movimiento. Aunque las mujeres aristocráticas enfrentaban precariedad económica si no seguían un camino convencional, las escritoras de clase trabajadora eran juzgadas bajo parámetros completamente distintos.

Ann Yearsley (National Portrait Gallery)
Ann Yearsley (National Portrait Gallery)

Un ejemplo impactante es el de Ann Yearsley, una lechera de Bristol cuya poesía fue promovida por la Bluestocking Hannah More. Sin embargo, More controló tanto la imagen pública como las finanzas de Yearsley, impidiéndole acceder a sus ganancias. A pesar de estas restricciones, Yearsley logró establecer una biblioteca circulante y una red de escuelas benéficas, desafiando las expectativas de su tiempo.

Aunque el enfoque de Gibson es principalmente social, las ideas que surgieron de estos salones literarios merecen mayor atención. Las Bluestockings produjeron una amplia variedad de obras, desde biografías de figuras como Shakespeare y Samuel Johnson, hasta sátiras políticas, tratados religiosos e historias de la realeza europea. Sus escritos reflejaban las limitaciones de su época, pero también contenían posturas políticas y culturales que influyeron en generaciones posteriores.

"Una habitación propia", de Virginia
"Una habitación propia", de Virginia Woolf

El legado de las Bluestockings radica en su capacidad para desafiar las normas de género y crear espacios donde las mujeres pudieran participar en el ámbito intelectual. Aunque sus logros fueron efímeros y muchas de sus contribuciones han sido olvidadas, su impacto resuena en la historia del feminismo. Como señaló Virginia Woolf en Una habitación propia, estas mujeres allanaron el camino para que futuras generaciones de escritoras pudieran imaginar su propia libertad intelectual. Woolf incluso afirmó que el cambio que ocurrió hacia finales del siglo XVIII fue más significativo que eventos históricos como las Cruzadas o la Guerra de las Rosas.

En última instancia, el trabajo de Gibson captura la esencia de este movimiento, desde las conversaciones brillantes que resonaban en los salones londinenses hasta las luchas personales de sus integrantes. Las Bluestockings no solo desafiaron las expectativas de su tiempo, sino que también dejaron un legado que continúa inspirando a quienes buscan igualdad y conocimiento en un mundo que aún enfrenta desafíos similares.

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