La vida de Jimmy Lai resume las tensiones entre el activismo prodemocrático y los riesgos de enfrentarse al autoritarismo en una región bajo constante vigilancia de Pekín. ¿Pero quién es Jimmy Lai? The Troublemaker: Cómo Jimmy Lai se convirtió en multimillonario, el mayor disidente de Hong Kong y el crítico más temido de China es la biografía escrita por Mark L. Clifford, exeditor de un periódico en Hong Kong y defensor de los derechos humanos.
El libro aborda la vida de Jimmy Lai, un magnate de los medios que, tras amasar su fortuna en el mundo de la moda, se convirtió en una figura central del movimiento pro democracia en Hong Kong. Clifford presenta a Lai como un hombre que, a pesar de sus contradicciones, se mantuvo firme frente a la represión del gobierno chino, sacrificando su libertad en defensa de los valores democráticos.
El relato no se limita a ensalzar sus logros, sino que también muestra aspectos controvertidos de su vida, como los excesos propios del capitalismo que promovía y las estrategias sensacionalistas de sus medios de comunicación. Sin embargo, el foco principal es su papel como crítico del régimen chino y su transformación en un símbolo de resistencia tras ser detenido en 2020 bajo la estricta ley de seguridad nacional de Pekín. Clifford describe a Lai como un hombre capaz de “elevarse por encima de la prisión física para encontrarse mentalmente más libre que nunca”.
De la pobreza extrema a la cima del capitalismo
Jimmy Lai nació en la provincia de Guangdong, al sur de China, durante la era de la guerra civil. Su infancia estuvo marcada por la pobreza y los abusos del régimen comunista de Mao Zedong. Su madre fue forzada a arrodillarse sobre vidrios rotos por funcionarios del Partido Comunista, mientras que la comida escaseaba hasta el punto de que Lai y su familia sobrevivieron comiendo ratones de campo. Lai recuerda que, siendo un niño, recolectaba colillas de cigarrillos para vender el tabaco sobrante y que su padre, en un acto desesperado, intentó suicidarse en la misma habitación donde descansaba el pequeño.
A los 12 años, Lai decidió huir solo a Hong Kong. En ese entonces, la colonia británica ofrecía un contraste radical frente a la China comunista, con su ambiente impregnado de cultura angloeuropea. Lai trabajó en fábricas textiles, donde sufrió un accidente que le costó la punta de un dedo.
Con el tiempo, se convirtió en empresario y fundó su propia fábrica, aprovechando las oportunidades del mercado de la moda rápida. En este contexto, se convirtió en un ferviente defensor de los valores occidentales, que admiraba profundamente los principios del libre mercado y distribuyendo copias de El camino de servidumbre, de Friedrich Hayek, entre sus empleados. Lai también construyó relaciones con figuras como Milton Friedman, consolidándose como un entusiasta del capitalismo liberal.
El giro hacia el activismo pro democracia
El punto de inflexión en la vida de Lai llegó en 1989, tras la sangrienta represión del gobierno chino contra los manifestantes en la plaza de Tiananmen. “No sentía nada por China hasta que ocurrió lo de la plaza de Tiananmen”, declaró en una entrevista. “De repente, fue como si mi madre me estuviera llamando en la oscuridad de la noche y mi corazón se abrió”. Este evento lo motivó a redirigir su carrera y recursos hacia el activismo, fundando medios como Next Magazine y el periódico Apple Daily. Ambos se convirtieron en plataformas clave para denunciar los abusos de Pekín y apoyar las protestas prodemocráticas en Hong Kong.
En 2014, durante el Movimiento de los Paraguas, Lai se unió a los manifestantes que exigían mayor autonomía frente al control del gobierno central chino. Se le vio liderando desde las calles, sentado en una silla de jardín junto a un restaurante de comida rápida. Su periódico respaldó las protestas con una cobertura constante y directa, destacándose como uno de los pocos medios en Hong Kong dispuestos a desafiar abiertamente a las autoridades.
La caída de un magnate convertido en símbolo
El 10 de agosto de 2020, Lai fue arrestado tras un allanamiento masivo en las oficinas del Apple Daily. La policía lo acusó de violar la nueva ley de seguridad nacional por “colusión con potencias extranjeras”, un cargo que podría condenarlo a cadena perpetua. Tras su detención, envió un mensaje lacónico a sus colaboradores a través de WhatsApp: “Borrad todo”. En su juicio, celebrado en el otoño de 2023, Lai se declaró inocente y explicó que su intención era simplemente mostrar “la realidad” del estado de ánimo de Hong Kong.
Desde entonces, ha permanecido en prisión, gran parte del tiempo en régimen de aislamiento. Según Clifford, Lai tomó la decisión consciente de quedarse en Hong Kong en lugar de escapar, plenamente consciente de que podría pasar el resto de su vida tras las rejas. “Llamé a mi gente a luchar”, le dijo al exdisidente soviético Natan Sharansky. “No puedo defraudarlos”.
Las luces y sombras de su legado
Aunque The Troublemaker ensalza el sacrificio personal de Lai y su valentía al enfrentarse a Pekín, también explora las contradicciones de su vida. Por un lado, se presenta como un defensor de la libertad económica y los valores occidentales, pero, por otro, su enfoque empresarial no estuvo exento de críticas. Durante sus primeros años como magnate, Lai exhibió los excesos de una riqueza ostentosa, viajando en un Rolls-Royce dorado y manteniendo un zoológico privado con pavos reales, un mono, un oso y otros animales exóticos.
Además, el periodismo de sus medios no estuvo exento de polémicas. Clifford señala que sus publicaciones solían recurrir al sensacionalismo, desde enviar paparazzi en scooters para cubrir accidentes mortales hasta publicar reseñas explícitas sobre la prostitución en Hong Kong. Estos aspectos añaden una capa compleja al retrato de un hombre que, aunque criticado, sigue siendo visto como un símbolo de resistencia frente a la opresión.
¿Un mártir moderno o un capitalista contradictorio?
Clifford describe a Lai como un “mártir del capitalismo y del modo de vida occidental”, pero advierte sobre las limitaciones de este enfoque. A través de su vida y su lucha, Lai expone las tensiones entre los ideales democráticos y las desigualdades inherentes al libre mercado.
Su caso no solo refleja la creciente represión en Hong Kong, sino que también invita a cuestionar la capacidad de los valores occidentales para enfrentar los desafíos de un mundo cada vez más polarizado.
Hoy, desde su celda, Jimmy Lai sigue siendo un símbolo para quienes defienden la autonomía de Hong Kong y los derechos democráticos en una región cada vez más controlada por Pekín. Su historia, marcada por sacrificios personales y controversias, encapsula las complejidades de una lucha que, lejos de haber terminado, continúa resonando dentro y fuera del territorio.
Fuente: The New York Times