Si tienes más de 60 años, lo más probable es que hayas pasado al menos unos cuantos capítulos de tu vida enredado con Bob. Si tienes menos de 30, Dylan es ese músico que canta como una cabra y que le gusta a tu tía la guay. La historia de la vida del hombre nacido Robert Zimmerman tiene que servir a alguien, pero ¿a quién? Hay que tomar decisiones, comprimir los plazos, sopesar los hechos frente a la leyenda. No todo el mundo debe ser apedreado.
Adaptando la excelente historia de Elijah Wald de 2015 Dylan Goes Electric! Newport, Seeger, Dylan, and the Night That Split the Sixties (Newport, Seeger, Dylan y la noche que dividió los sesenta), A Complete Unknown (Un completo desconocido) opta por la leyenda, y lo hace con suficiente habilidad para los recién llegados y la gente que nunca supo muy bien a qué venía tanto alboroto. Dirigida por James Mangold (Walk the Line), son dos horas y 20 minutos de biopic hollywoodiense al uso, con una popular y talentosa boychick como protagonista para atraer a la Generación Z.
¿Qué tal está el chico? Está excelente, aunque haga la segunda mejor interpretación de la película. La historia es que Timothée Chalamet llevaba cinco años preparándose para interpretar al joven Bob Dylan, aprendiendo guitarra y armónica y trabajando duro para clavar esa singular voz de vaca lunar. El esfuerzo técnico ha merecido la pena, pero, lo que es más importante, Chalamet transmite la presencia de este niño folkie advenedizo: la seguridad y la hosquedad, el oído que escucha más los cantos de sirena en su cabeza que a nadie en la sala. La ética del trabajo y el desprecio, la inquietud y las máscaras, las letras ardientes y la voz de un joven profeta intratable: todo está ahí, excepto la ligereza, la travesura que Dylan poseía en sus primeros años, antes de que todo el mundo lo confundiera con Dios. El Dylan de Chalamet está cargado de grandeza.
Abarcando los cuatro primeros años de la carrera de Dylan, desde su llegada en 1961 a Greenwich Village como un don nadie de Minnesota de 19 años hasta su traición al renacimiento del folk al presentarse en Newport en el 65, Un completo desconocido sitúa al cantante en el centro de una contracultura joven, sincera y harta. La música se percibe como una conexión con una versión más antigua y oprimida de Estados Unidos: es una música de protesta contra la proliferación nuclear y en apoyo de los derechos civiles, y al principio Dylan encaja a la perfección.
En el guion de Mangold y Jay Cocks, Bob se presenta en el hospital de Nueva Jersey junto a la cama de Woody Guthrie (interpretado por Scoot McNairy), que se está muriendo de la enfermedad de Huntington. Pete Seeger (Edward Norton) también está allí, y el chico canta a los mayores una canción –“Song for Woody”– que conmueve tanto a Seeger que lleva a Dylan a casa de su mujer, Toshi (Eriko Hatsune), y su familia para pasar la noche. No sucedió así, pero es agradable pensar que podría haber sido así.
Los meses de aprendizaje de Dylan en la escena de los cafés del Village, perfeccionando su personalidad y sus habilidades, se diluyen en una aparición en un café del Village en la que cuatro personas importantes para la historia están convenientemente presentes: Robert Shelton, el escritor del New York Times cuyo artículo sobre Dylan de septiembre de 1961 impulsó la carrera del cantante; el poderoso productor discográfico John Hammond (David Alan Basche); un tiburón alegremente rotundo llamado Albert Grossman (Dan Fogler), que se convertirá en mánager de Dylan; y Joan Baez (Monica Barbaro), que se convertirá en su amante y rival.
Un completo desconocido transmite dos ideas importantes: Que el revival folk era una reelaboración anquilosada y bastante privilegiada de material antiguo y que Dylan lo dinamitó todo escribiendo sus propias canciones. ¡Y qué canciones! La película transmite el impacto electrizante que “Blowin' in the Wind” y “Masters of War” tuvieron en sus primeros públicos; para cuando Dylan presenta "The Times They Are a-Changin”. en Newport ’64, el público ya la ha adoptado como himno antes incluso de que llegue a la segunda estrofa. (Cosa que tampoco ocurrió, por cierto.)
Para mucha gente, Dylan era un salvador; para la vieja guardia de la escena folk, era cada vez más una amenaza. A Complete Unknown refleja fielmente la admiración que sentían por el joven Dylan personas como Seeger y Alan Lomax (Norbert Leo Butz), el célebre grabador de campo y pilar del Festival de Folk de Newport. Y refleja con exactitud su preocupación cuando el joven Jeremías siguió desafiante su propio camino.
“¿Qué quieres ser?“, pregunta Bobby Neuwirth (Will Harrison), uno de los pocos en el círculo de Dylan que lo trataba simplemente como a un amigo. “Lo que sea que no quieren que sea”, responde Dylan. Como su ídolo Marlon Brando, rechazaba la fama, y en ese rechazo parecía más glamuroso, más necesario que nunca. (¿Con qué obsesión intentaba la gente “resolver” a Bob Dylan? Hubo un hombre que se hizo famoso por revisar la basura del cantante, en busca de pistas).
Enfrentado a las turbas que persiguen a su nuevo gurú por la calle exigiendo la Verdad, el Dylan de Chalamet se repliega tras unas gafas de sol, una mueca de desprecio y el rock and roll, que para los folkies de clase media era la música de los grasientos y los matones. Aparece en el estudio de grabación con un grupo de chicos malos, entre ellos el guitarrista Mike Bloomfield (Eli Brown) y Al Kooper (Charlie Tahan), que participa en el órgano de “Like a Rolling Stone” porque los productores le han dicho expresamente que no lo haga. (La música es cruda, eléctrica -el verdadero Dylan la llamaba “un sonido fino, salvaje, de mercurio”- y sumamente cabreada. Por todo: por la fama, por las mujeres, por todos los incomprendidos señores Jones que hay por ahí.)
En esta película, el principal Mr. Jones –todo contra lo que Bob está luchando, lo sepa o no– es Pete Seeger. Un Norton perfecto convierte esa traición en el aspecto más inesperadamente trágico de A Complete Unknown. Seeger –el dulce, santurrón y nada irónico Pete– fue indispensable para acercar la música folk y su conciencia socialmente progresista a las masas jóvenes de la generación del boom. En la interpretación de Norton, se ve cómo la tristeza se apodera de los ojos del anciano cuando Dylan abandona su don por algo que Seeger no puede entender: la fusión del folk y el rock, el pop y la poesía, la conexión de masas y un sentido mucho más profundo de la rebelión. Me gustó la interpretación de Chalamet, pero la de Norton me dio vértigo, ya que capta a la perfección la generosidad, la piedad y la incomprensión casi total de Pete ante lo que está sucediendo: toda su generación pasada de moda de la noche a la mañana.
¿Qué le falta a A Complete Unknown? Las drogas, para empezar -anfetaminas, concretamente- y una inmersión más profunda en la escena folk. Me habrían gustado más de dos breves apariciones de Joe Tippett como el cantante folk Dave Van Ronk, y digamos que una película sobre un hombre que escribió más (y mejores) melodías de beso que canciones de amor no va a dar mucho espacio a las mujeres en su historia. Suze Rotolo, la novia que se aferra a Dylan en la portada de su segundo álbum, The Freewheelin' Bob Dylan, ha sido ficcionalizada (aparentemente a petición del cantante) como Sylvie Russo (Elle Fanning); ella y la más dura Baez de Barbaro libran una batalla perdida por la atención del cantante y de la película.
Y lo que es más flagrante, el clímax en el Festival de Folk de Newport de 1965 exalta la leyenda y algo más, cuando la multitud de folkies responde a la explosión sónica de “Maggie’s Farm” con abucheos y casi disturbios. ¿Importa que gran parte del problema fuera el sistema de sonido de un festival acústico que no estaba a la altura del reto y que redujo la revolución rockera de Dylan a lodo sónico? ¿O que un miembro del público gritara “¡Judas!" hasta dentro de un año y en otro país?
Probablemente no para la mayoría de los cinéfilos, pero la verdad frente al comercialismo solía importarle al joven Dylan, y me pregunto qué pensará ahora el viejo al respecto. Por otra parte, siempre le ha gustado contar historias sobre sí mismo. Quizá esta sea solo la última, en lo que a él respecta.
Lo irónico es que la gran biopic de Bob Dylan ya existe: I’m Not There, de Todd Haynes, de 2007, una película tan desafiante como cualquier canción de Dylan y que responde a las artimañas de su carrera contratando a seis actores para interpretarle, entre ellos Cate Blanchett y un joven negro.
Esa película, el libro de Wald y el documental de Martin Scorsese No Direction Home de 2005 son todo lo que necesitas si quieres conocer los hechos y los huesos, las joyas y los prismáticos, de la ascensión de Dylan. “Un completo desconocido” se limita a contar la historia. Pero quizá sea suficiente para que una nueva generación sienta la alegría de su apostasía en un momento en que el mundo parece estar de nuevo al borde del precipicio de la argucia, la traición y el desastre. Si es así, ¿qué se siente?
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3 estrellas. R. En cines de la zona. Idioma. 140 minutos.
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* Ty Burr es crítico de cine y el autor del boletín de recomendaciones de películas Ty Burr’s Watch List, en www.tyburrswatchlist.com.
Fuente: The Washington Post.
Fotos: Searchlight Pictures/ The Washington Post; Macall Polay/Searchlight Pictures/ The Washington Post y Searchlight Pictures/ The Washington Post.