“El rol de la lingüística tiene un lado crítico, donde exponemos cómo la gente usa el lenguaje para engañar”, dijo William Labov en una entrevista con Página 12 en el año 2013. Había venido a Buenos Aires a participar de unas jornadas académicas. En aquel reportaje con el periodista Werner Pertot rectificó la importancia de su disciplina: “Nos dedicamos a remover el prejuicio de que el lenguaje vernáculo es ignorante”.
Remediar la ignorancia clasista
Fallecido hace días —el 17 de diciembre pasado, a los 97 años en su casa de Filadelfia, por complicaciones relacionadas con el Parkinson—, Labov es reconocido en el mundo entero como el fundador de la sociolingüística variacionista, que se ocupa de la naturaleza variable del lenguaje en uso. Su teoría, a grandes rasgos, es que el “habla cotidiana” no es inferior al “habla institucional”, simplemente necesitan de otras herramientas para abordarse académicamente.
En un artículo publicado ayer en The New York Times, el periodista Clay Risen cuenta que “en 1979 fue testigo experto en un pleito en el que varios padres de la ciudad de Ann Arbor, Michigan, demandaron con éxito al distrito escolar, alegando que sus hijos habían sido tratados como deficientes mentales porque hablaban un dialecto vernáculo negro. El tribunal ordenó al distrito que ayudara a los profesores a trabajar con los alumnos que hablaban un inglés vernáculo negro”.
Labov, que escribía habitualmente en los medios e intervenía en las discusiones públicas, había publicado un texto de su autoría en el diario The Atlantic donde afirmaba enfáticamente que “no hay razón para creer que una lengua vernácula no estándar sea en sí misma un obstáculo para el aprendizaje. El principal problema es la ignorancia de la lengua por parte de todos los implicados. Nuestro trabajo como lingüistas es remediar esta ignorancia”.
Del hospital al laboratorio
Nació el 4 de diciembre de 1927 en Passaic, Nueva Jersey. Pasó su infancia en Rutherford y posteriormente en Fort Lee. Según relató, el médico que asistió su nacimiento fue el poeta William Carlos Williams, una figura destacada de la literatura estadounidense, que también era pediatra. Estudió en la Universidad de Harvard, donde se especializó en inglés y filosofía, además de cursar estudios en química, graduándose en 1948.
Antes de dedicarse a la lingüística, trabajó como químico industrial en la empresa familiar entre 1949 y 1961. Sin embargo, su interés por el lenguaje lo llevó a cambiar de rumbo. En 1963, presentó su tesis de maestría sobre el cambio dialectal en Martha’s Vineyard, un estudio que marcó el inicio de su carrera en la sociolingüística. Posteriormente, obtuvo su doctorado en la Universidad de Columbia en 1964, bajo la supervisión de Uriel Weinreich.
Fue profesor en el departamento de lingüística de la Universidad de Pensilvania, donde también dirigió el Laboratorio de Lingüística desde 1976. Aunque se retiró en 2015, continuó publicando investigaciones hasta poco antes de su muerte.
Estudiar el lenguaje a fondo
El trabajo de Labov revolucionó la forma en que se estudia el lenguaje. Su investigación sobre las variedades del inglés hablado en la ciudad de Nueva York, publicada en 1966 como The Social Stratification of English in New York City, introdujo métodos innovadores para analizar cómo las diferencias sociales influyen en el habla. Este estudio se convirtió en un referente en la dialectología social.
A finales de los 60 y principios de los 70, también realizó investigaciones sobre el inglés vernáculo afroamericano (AAVE), defendiendo que esta variedad del inglés no debía ser estigmatizada, sino reconocida como un sistema lingüístico con reglas gramaticales propias. También exploró temas como la indeterminación referencial y el análisis narrativo. Junto a Joshua Waletzky, desarrolló un modelo para estudiar cómo las personas estructuran narrativas orales.
A lo largo de su carrera, recibió numerosos premios como la Medalla Benjamin Franklin en Informática y Ciencias Cognitivas, el Premio Leonard Bloomfield y los doctorados honorarios de la Universidad de Uppsala y la Universidad de Edimburgo. Entre sus estudiantes más destacados se encuentran Penelope Eckert, Shana Poplack y John R. Rickford, quienes han continuado desarrollando la sociolingüística en diversas áreas.
Contra el engaño
En aquella visita a Buenos Aires de 2013 llegó para abrir las Segundas Jornadas de Sociolingüística y Análisis del Discurso Beatriz Lavandera en la sala Casacuberta del Teatro General San Martín. “Recuerdo la resistencia de Beatriz Lavandera a cualquier tipo de tiranía, política o académica”, dijo sobre la lingüista argentina, quien estuvo detenida en el centro clandestino El Olimpo en 1977 —tras su liberación, se exilió en Estados Unidos— y falleció en 1998.
“Yo puedo hablar en chino, pero hay consecuencias si yo hablo en chino, ¡la gente que está conmigo no me va a entender! Es decir, como persona, como individuo, podemos desafiar las normas sociales, pero hay un precio que pagar por eso, que a veces es muy alto, como mostré en los estudios del habla de Nueva York. La gente no consigue el empleo que quiere si no habla como se espera en ese empleo”, dijo después.
En aquellas jornadas expuso sobre varios temas y dejó varias ideas que aún continúan flotando en las cabezas de quienes asistieron. Una frase famosa que dijo en ese entonces y que puede aplicarse aún con hoy, en este nuevo tiempo, con gran precisión es esta: “Analizando el lenguaje podemos entender cómo se intenta hacer pasar lo peor como una causa noble”. Ese día Labov recibió el título de Doctor Honoris Causa en la Facultad de Derecho de la UBA.