La historiadora australiana Alice Procter plantea una reflexión profunda sobre el impacto del colonialismo en la industria del arte y los museos en su ensayo titulado El cuadro completo. Según informó la agencia EFE, Procter sostiene que el colonialismo no es un fenómeno relegado al pasado, sino una realidad que sigue moldeando las instituciones culturales y artísticas en la actualidad. A través de su obra, la autora examina cómo los museos han sido históricamente herramientas para perpetuar narrativas de poder y exclusión, y propone una revisión crítica de las colecciones y sus orígenes.
El libro, publicado por la editorial Capitán Swing es una extensión de los proyectos que Procter inició tras graduarse en 2016, cuando, al no encontrar empleo, lanzó el pódcast The Exhibitionist. Este espacio irreverente dio lugar a los Uncomfortable Art Tours, visitas guiadas no oficiales que exploraban las conexiones entre el imperialismo y las principales instituciones artísticas del mundo.
Según detalló EFE , estas visitas, que tuvieron gran acogida, se centraban en desentrañar las historias ocultas detrás de las colecciones y en cuestionar las decisiones de coleccionistas, comisarios y directores de museos que han moldeado el relato predominante.
En El cuadro completo, Procter analiza casos emblemáticos que ilustran cómo el arte y los objetos culturales han sido utilizados para justificar y perpetuar estructuras de poder colonial. Entre los ejemplos destacados se encuentra un cuadro propagandístico empleado por la Compañía de las Indias Orientales para legitimar su control en la India, así como los cráneos maoríes mokomokais, que fueron comercializados y coleccionados en Europa como piezas de arte. También aborda la controversia en torno a obras contemporáneas, como una escultura de la artista Kara Walker, que genera debates sobre la representación y el poder en el arte actual.
De acuerdo con lo publicado por EFE, Procter subraya que los museos nacionales, aunque se presentan como espacios educativos para conocer otras culturas, a menudo ocultan las dinámicas de poder que dieron forma a sus colecciones. La historiadora critica que estas instituciones tienden a mantener un enfoque “científico acrítico”, mientras que los museos privados, en su opinión, suelen ser más transparentes al integrar el relato de sus orígenes en las exhibiciones. Entre sus favoritos, menciona el Museo de sir John Soane en Londres, que conserva la disposición original de la casa del arquitecto neoclásico, y la David Roche Foundation House Museum en Adelaida, Australia, que refleja el gusto personal de su coleccionista en lugar de intentar narrar una historia universal del arte.
Procter también denuncia la tendencia a ignorar los orígenes monárquicos de muchos museos nacionales, como el Museo del Louvre en Francia, que comenzó como una colección real antes de convertirse en una institución estatal. Según la historiadora, este tipo de omisiones refuerza una narrativa que legitima el poder colonial y excluye otras perspectivas, como la de las mujeres artistas, cuya ausencia en el canon artístico es, para ella, una manifestación más de estas dinámicas de exclusión.
En cuanto a posibles soluciones, Procter propone repensar la organización de los museos, sugiriendo que se abandonen las divisiones por áreas geográficas para permitir que las colecciones dialoguen entre sí y ofrezcan una visión más inclusiva y compleja. Además, se muestra firme en su apoyo a la repatriación de objetos saqueados o robados, como los frisos del Partenón, actualmente en el Museo Británico.
Según consignó EFE, Procter reconoce que en algunos casos la custodia europea pudo haber protegido ciertas piezas de daños, pero enfatiza que esto no justifica la apropiación ni elimina el derecho de los países de origen a recuperar su patrimonio.
El ensayo de Procter no solo busca cuestionar las estructuras de poder que han definido el mundo del arte, sino también fomentar una mayor conciencia sobre las historias que han sido silenciadas. Como ella misma señala, el colonialismo sigue siendo una forma de estar presente en el mundo, y su impacto se refleja en las instituciones culturales que moldean nuestra memoria e identidad.
(Fuente: Agencia EFE)