Las secuestraron los piratas y las hicieron suyas: una se transformó y la otra se volvió temible

La escritora argentina Inés Arteta parte de un hecho real -la mujer cautiva que llegó a capitanear una banda que asolaba el Río de la Plata- para componer “La malparida”, una novela que termina apuntando más profundo

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Ilustración de la trama de la novela "La malparida", de Inés Arteta
Ilustración de la trama de la novela "La malparida", de Inés Arteta

Todo empezó, quizás, con la carta de una alumna de la carrera de Historia a su director de tesis. Una carta audaz. Se titulaba Carta apócrifa de Artigas a su amante charrúa y empezaba así: “Estimada Señora, He sido declarado traidor a la patria y han puesto precio a mi cabeza.”

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La malparida

Por Inés Arteta

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¿Ustedes no seguirían leyendo? Yo sí. Y el el director de tesis también, dado que entendió que la carta era auténtica. Pero lo que pasaba es que su alumna, Inés Arteta, se estaba corriendo de la Historia y ya estaba metida en la ficción. O, perdón la expresión que viene al caso, entre dos orillas.

Inés Arteta -Buenos Aires, 1962- seguiría enseñando Historia y, también, seguiría escribiendo ficción. Así, aparecieron Chicas bien, El mismo río, La 21/24 - Una crónica de la religiosidad popular frente al desamparo y La madre de la noche, entre otros títulos.

Y ahora llega La malparida, historia y ficción anudadas, abrazadas.

La malparida es una novela histórica que habla de piratas en el Río de Plata, en particular de Marica Rivero, una mujer que llegó a capitanear una banda feroz. La novela arranca en 1870 con un viaje en barco que va de Nueva Palmira, en Uruguay, hasta la orilla de enfrente, en la Argentina. Los pasajeros están asustados: se sabe que el río es bajo, que los barcos suelen empantanarse y que, cuando eso ocurre, los asaltan unos piratas que no tienen piedad. No queda nada, no queda nadie.

Pero allá van y allá va Emilia Burton, que cruza para casarse y empezar una vida nueva. Y va también Marica, una partera, con su hija Rosa Ramona.

Inés Arteta, entre la Historia y la ficción.
Inés Arteta, entre la Historia y la ficción.

En la primeras dos páginas ya está todo planteado: el barco se para, los piratas lo abordan, degüellan primero al capitán y después, uno por uno, a todos los hombres. A Emilia y a Marica no, porque son mujeres y les van a servir. A ellas, y a la nena, las suben a una barcaza y se las llevan. Apenas ponen un pie en la arena, la nena grita como loca. Y ahí vuela su cabeza.

Es para morirse pero ni Emilia ni Marica se van a morir: las van a violar todos los días en fila, pero van a aprender a vivir entre los piratas. Se van a ganar un lugar entre ellos, total ya están marcadas y no hay adonde volver. Marica, la madre de la nena degollada, se va a convertir en la amante del jefe, que es quien la degolló. Y luego, en la jefa ella misma: por algo la llamarán “La malparida”. Y habrá una batalla tremenda contra “la milicada”, que ella resolverá sacándose la camisa y haciendo, parada en la proa, un baile que mete miedo o fascinación, quién sabe.

Eso, la historia de piratas, es lo primero que supe de la novela, antes de leerla. Y me lo creí, como el profesor de Inés. Porque, en realidad, había elementos para hacerlo: Marica es un personaje histórico.

Marica Rivero combatió mostrando su cuerpo (Detalle de la tapa de "La malparida", de Inés Arteta
Marica Rivero combatió mostrando su cuerpo (Detalle de la tapa de "La malparida", de Inés Arteta

Y aunque Emilia es ficcional, tal vez lo que La malparida cuente, ahora, en 2024, sea la transformación de esa Emilia Burton, la otra cautiva de las banda de piratas, la niña bien que iba a casarse. La que mira lo que pasa, busca un protector, escribe vida y andanzas de la banda en un diario. Escribe: eso va a valer cada vez más.

De algún modo, se lo dice Marica a Emilia: “Vos, Emilia más antes hablabas correcto pero te faltaban palabras. Amalaya, che. Si habías vivido encanada, con cepo invisible y eras virgen. Pero acá aprendiste rápido. Así que decíte la verdá: no querés vivir como antes. ¿Afuera de las islas, con los fallutos de las ciudades? ¿Con los copiones de los Godos? Todos igual de bandidos que los matreros solo que engrupen decencia, los muy jodedores.”

Quizás, a través de Emilia, Inés Arteta -la historiadora- hable de la escasa libertad que tenían las mujeres “libres” en el siglo XIX. Emilia no está cruzando el río por amor sino porque su padre le debía plata a un hombre y la manda en parte de pago.

Quizás la terrible Marica no sea más que una excusa para mostrar a esta otra, que no será ni pretende ser un personaje histórico, al revés de Marica, que se muere por eso. Pero que es quien escribe la historia. Modestamente...

Lo digo más claro: Inés Arteta aprovecha una gran historia de piratas y de sangre, una gran historia de una mujer excepcional para mostrar la opresión naturalizada de las mujeres comunes y algunos caminos de libertad. Dicho así parece sencillo, pero es una operación sofisticada.

Por momentos pensé en El entenado, de Juan José Saer, por supuesto, la historia de un grumete español que es capturado y adoptado por una tribu indígena a principios del siglo XVI, en el Río de la Plata. Un poco por el ambiente isleño pensé en esa novela. Y aunque el grumete es prisionero de indígenas, también, como Emilia, trata de entender la lógica de sus captores y de sobrevivir.

"El entenado", la novela de Juan José Saer.
"El entenado", la novela de Juan José Saer.

Y pensé, más que en las cautivas de la historia y la literatura americanas, en el Martín Fierro: otra vez, por su inmersión en otra cultura, su adaptación, su transformación. Emilia es otra diez años después y ¿quiere escapar?

También está el río, claro, que es otro protagonista de la novela. Ese río oscuro y cambiante, ese río que es refugio y trampa. “Ese río requería de escoltas para no tentar al diablo: era sabido que los bancos de arena cambiaban de posición continuamente por el choque del aluvión y los vientos y los temidos corsarios que se escondían en el monte de la costa de enfrente”, escribe Arteta.

Una mujer que pasa por arriba de la peor tragedia -la hija degollada porque sí delante de sus ojos-y encuentra su poder, su peligrosidad, su salvajismo. Otra que le pone palabras a lo que pasa y entiende que había sido “vendida”, que estaba tan presa en la sociedad refinada como entre los rústicos bandidos.

El final desconcierta, tal vez; no hay almas buenas. Los “civilizados” no serán menos crueles ni menos sanguinarios cuando les toque el turno. No voy a contar todo pero no está mal saber que en algún momento Arteta cuenta una leyenda que hasta hoy da nombre a una orilla del Río de la Plata. La leyenda dice que cuando los pirabas fueron capturados -Marica entre ellos-, los llevaron en río abajo, los estaquearon cerca de la orilla y no esperararon a ver lo que iba a pasar cuando subiera la marea. Pero que algunas noches, los navegantes que pasan por ahí ven a Marica “toda desnuda, el pelo mojado, armada con un hacha”. La zona se llama “Bajos del temor”.

Mis subrayados

  1. Apenas el barco zarpó, Emilia y el resto de los pasajeros (salvo, aparentemente, Marica y su hijita) empezaron a sentir la brisa en la cara rociada con la piel del diablo: de golpe la embestida con un banco pasó a ser algo inminente, tal vez culpa del frenesí de Rosa Ramona, y Emilia se recuerda torciendo la cabeza de derecha a izquierda buscando, al igual que los demás pasajeros, el peligro que se adivinaba.
  2. Llaman Delgado al verdugo de Rosa Ramona y, sí, es el que manda. Las manda a Marica Rivero y a Emilia enterrar o echar a pique el cuerpo descabezado de la niña para que no jodan las moscas.
  3. Parece que si se pusiera a gritar, su padre se daría cuenta de que no ha llegado a San Fernando, y que ha dejado plantado al pagador de sus deudas.
  4. Antes de que Emilia comprenda del todo lo que pasa, ella también está boca arriba al lado de Marica Rivero con otro de los hombres arriba suyo. Enseguida se le acalambran las piernas por el dolor, se le aumenta el mareo de tierra y nada se parece a nada. Un hombre de barba negra le sostiene la cabeza desde el rodete mientras ella devuelve a la tierra todo lo que había comido. Enseguida se le encarama el rubio del chinchorro, se sacude encima y el dolor la tiene paralítica, no siente las piernas, y cuando tuerce la cabeza para no mirar la cara del salvaje de barba rubia, la ve a Marica Rivero.
  5. Nunca se preguntó por qué acataba la decisión de su padre de casarse con un hombre pudiente en una ciudad del otro lado del río. Le pareció natural porque ya tenía veintidós años y porque era ventajoso para él.
  6. Emilia se queda pensando que rezar, rezan todos; tanto los que están dentro de la ley como los que están fuera, tanto leales como desertores.
  7. Antes de las islas, la libertad olía triste porque ya era una cautiva, va a pensar Emilia cinco años más tarde, mientras palee la piragua por el Aguaje del Durazno.
  8. Ahora no le tiene miedo a la muerte, quizás le tiene ganas.
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