Murió Fermín Eguía, notable acuarelista y distinguido representante del surrealismo argentino

Tenía 82 años y varios problemas de salud, entre ellos una ceguera que le impidió seguir pintando, lo que influyó en su estado de ánimo. “Era un artista fuera de tiempo”, dice Gabriel Levinas

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El acuarelista Fermín Eguía, oriundo de la provincia de Chubut pero afincado en Buenos Aires desde la infancia, murió a los 82 años
El acuarelista Fermín Eguía, oriundo de la provincia de Chubut pero afincado en Buenos Aires desde la infancia, murió a los 82 años

Fermín Eguía, notable artista plástico argentino, acuarelista y representante del simbolismo y surrealismo argentino, murió este viernes por la noche en Buenos Aires a los 82 años. Lidiaba con graves problemas de salud y sobre todo, una ceguera que en el último tiempo ya no le permitía pintar (su gran pasión).

“Era un distinto, un pintor fuera de tiempo. Lo recuerdo con gran cariño”, dice Gabriel Levinas, amigo y compañero de aventuras a lo largo de más de medio siglo. “Un artista muy culto, gran lector y escritor... Le gustaba mucho caminar, pasear por el Jardín Botánico y también por el Tigre, muchas de sus obras estuvieron inspiradas por esos paisajes que amaba. Para mí, más que surrealista fue un gran simbolista”, sintetiza el periodista cultural.

Fermín Eguía, el pintor porteño que creó una mitología a partir de sus acuarelas de narratividades que no tienen nada que competir con las artes de un novelista, es conocido en el Delta como el artista que le dio una identidad pictórica propia al Tigre. Una mitología que surgió, también, de su propia experiencia en la isla, donde se había podido comprar una casilla y en el silencio único de la noche del Tigre, pensarle una historia.” Así comienza una nota de Diego Rojas sobre Eguía, publicada en Infobae Cultura en enero de 2019, cuyas fotos ilustran el encabezado de esta nota.

“El tratamiento de la luz es esencial en la pintura del maestro. Fuertes contrastes en claroscuro, ponen en evidencia seres amenazantes, monstruos de grandes orejas, y un detallismo prolijo que exhibe variados objetos. Su imaginación configura diversos rostros y posturas, la expresión de distintos personajes, que luego lleva a objetos animados, seres desmesurados y fantasmas. Muchos de sus protagonistas son pura boca y nariz, patitas y pinceles, una marca única que simboliza la obra de quien, acostumbrado a jugar según sus propias reglas, deja al espectador ansioso y fascinado a la vez”, escribió Cecilia Cavanagh, Directora del Pabellón de las Bellas Artes - UCA, en el texto que presentó la antología Obra reunida, curada por Eduardo Stupia, que se presentó en 2023 en esta institución. Texto escrito especialmente para la exposición antológica de Fermín Eguía, curada por Eduardo Stupía, que sigue hasta el 5 de noviembre

Fermín Eguía: la imaginación crítica que desafió lo cotidiano

Fermín Eguía forjó a lo largo de su trayectoria una obra profundamente singular, caracterizada por la creación de mundos fantásticos donde lo humano y lo no humano se entrelazan en escenas cargadas de ironía y desnaturalización. Estas representaciones no solo emergen de una mirada aguda sobre episodios de la historia nacional, sino también de sus afinidades literarias y artísticas, que actúan como combustibles de su imaginación visual.

Los personajes que habitan las composiciones de Eguía desafían las convenciones de lo real. Figuras híbridas, que se mueven entre lo humano y lo animal, lo histórico y lo onírico, construyen una narrativa visual que invita al espectador a cuestionar las normas de su entorno y las versiones oficiales de la historia. Su obra no se limita a ilustrar; crea espacios de reflexión crítica donde las tensiones entre el pasado y el presente adquieren un carácter casi teatral.

Aunque su lenguaje visual es diverso, Fermín Eguía encontró en la acuarela y el dibujo dos de sus herramientas más poderosas. Estas técnicas, conocidas por su delicadeza y capacidad para captar detalles, adquieren en sus manos una fuerza expresiva particular. En la transparencia de las acuarelas y las líneas precisas del dibujo, sus escenas fantásticas encuentran el equilibrio entre la espontaneidad y el control, subrayando el carácter inquietante y reflexivo de sus obras.

Quién fue Fermín Eguía

Fermín Eguía nació el 22 de enero de 1942 en Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut. A los once años, luego de la muerte de su padre, se trasladó junto con su madre a Buenos Aires en busca de un nuevo comienzo en la chacra de su abuelo materno. Este hombre, Silvio, de ojos grises y piel curtida, fue una figura clave en su vida temprana, según contó.

Estudió en la Escuela Municipal de Artes y Oficios y en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano. En esta etapa de formación los profesores Ángel Borisoff y Pablo Pereyra —dibujantes de revistas como El Tony y El Gorrión, entre otras—, fueron figuras influyentes para el desarrollo de su obra.

Fermín Eguía, retratado en su taller de Tigre en 2019, luego de haber recibido el Gran Premio a la Trayectoria del Fondo Nacional de las Artes
Fermín Eguía, retratado en su taller de Tigre en 2019, luego de haber recibido el Gran Premio a la Trayectoria del Fondo Nacional de las Artes

Tras completar su formación, comenzó su carrera artística en 1962, inmerso en una época de efervescencia cultural en Buenos Aires. En 1972, su compromiso con la innovación lo llevó a cofundar el Grupo Manifiesto junto a figuras como Diana Dowek, Gabriel Levinas, Magdalena Beccarini y Alfredo Saavedra entre otros. Este colectivo se caracterizó por una visión crítica y transformadora del arte, buscando reflejar las tensiones y los cambios de su tiempo.

Luego de un breve periodo de participación en el Movimiento de Liberación Nacional —organización política que en los 70 proponía nuevas formas organizativas para las luchas obreras y el movimiento gremial argentino—, y alejado de la militancia política y la producción artística, se desempeñó por nueve años como técnico cartógrafo en el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) donde realizaba mapas de suelo.

Fermín Eguía en los años 80. "Era un gran lector, muy culto", dice de él Gabriel Levinas, a quién pertenece esta foto
Fermín Eguía en los años 80. "Era un gran lector, muy culto", dice de él Gabriel Levinas, a quién pertenece esta foto

Su trabajo pronto ganó reconocimiento, obteniendo el Premio Marcelo De Ridder en 1974, y más tarde, una invitación para participar en la prestigiosa X Bienal de París en 1977. Décadas después, en 2011, fue galardonado con el Gran Premio de Honor del Salón Nacional de Pintura. En 2012 recibió el Premio Konex de Platino de Artes Visuales y en 2019, el Premio a la trayectoria del Fondo Nacional de las Artes.

Con su muerte, se pierde una figura esencial del arte contemporáneo argentino. Pero sus obras le sobreviven y potencian su legado.

[Fotos: Gustavo Gavotti; archivo personal Gabriel Levinas]

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