Le pagaron 250 mil dólares para traicionar a los suyos, estaba disfrutando el lujo y... pasaron cosas: un relato de Gabriela Cabezón Cámara

En el cuento “El onceavo dorado” un hacker sale del asentamiento donde creció para cumplir un encargo cruel que afectará a los suyos. La autora argentina recibe hoy en México el Premio Sor Juana Inés de la Cruz

El cuento de Cabezón Cámara, disponible en Bajalibros.

¿Qué mejor, para destruir a un grupo de gente que alguien de adentro? Y si ese grupo la está pasando muy mal... ¿qué mejor que uno que no aguante más, que quiera ser otro, salir de la miseria y vivir esa vida mejor que se ve ahí nomás? Algo de eso hay en El onceavo dorado, el cuento que escribió la argentina Gabriela Cabezón Cámara y se puede descargar gratuitamente desde Bajalibros, publicado por Leamos. Un cuento que, se puede creer, para ella es raro.

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El onceavo dorado

Por Gabriela Cabezón Cámara

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En estas horas Cabezón Cámara está en la Feria del Libro de Guadalajara, México, donde recibirá el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, que destaca lo mejor de la literatura escrita, en español, por mujeres de América latina y el Caribe. Lo ganó por su última novela, Las niñas del naranjel, y es uno más en una lista de premios: este año recibió el Ciutat de Barcelona y el Medifé. Antes fue una de las finalistas para el Booker Prize y ganó el Premio Perfil.

Sin embargo, decíamos, este cuento parece raro en Cabezón Cámara. Como otros en la producción de la autora argentina, su protagonista es parte de la clase baja y creció en una villa, esos asentamientos informales, que en algunos países se conocen como “cinturones de miseria”, “poblaciones” o, incluso, “invasiones”. Pero esos protagonistas no son traidores, al contrario. Si uno piensa en La Virgen Cabeza, su primera novela, allí hay una villa que se organiza y sale para adelante. Después son atacados, las cosas no son fáciles, pero entre los villeros se apoyan. Acá no.

El onceavo dorado -que integra la colección Leamos cuentos- empieza con Ariel mirando una autopista dorada con autos dorados, desde un piso muy alto: “Ese piso que supiste conseguir: escalaste, Ariel, hasta acá arriba”. Es una habitación en un hotel de lujo y ahí Ariel está trabajando hace dos días. Cuando termine y cobre el cuarto de millón de dólares prometido se va a ir muy lejos: “(...) tanto Ariel que a lo mejor hasta extrañás pero qué vas a extrañar”.

La escritora argentina Gabriela Cabezón Cámara hace una literatura intensa, dura y poética. ( Ale López)

Debajo de esa autopista está la villa, su villa, él la conoce. Allí, en un tiroteo, murieron su madre y su hermana. Pero él se salvó, estuvo preso, salió y ahora es un hacker al servicio de “los arios sudacas”. Decir “los arios”, claro, aludir al nazismo, es una manera de señalar una ideología que trasciende a cualquier grupo étnico. “Los arios sudacas” pueden tener cualquier origen, pero lo une una ideología a la que se alude en el cuento como “la cruz gamada”. No hace falta mucho más.

Ariel mira la villa desde el hotel fastuoso. El contraste no puede ser más gráfico y, sin embargo, en Buenos Aires es real. Hay una enorme villa miseria a los lados y debajo de una autopista que termina en uno de los barrios más elegantes de la ciudad. La escritora conoce esa paradoja desde chica: en la localidad de Buenos Aires donde nació, apenas una calle separa un barrio rico como La Horqueta de uno muy pobre como Villa Jardín. Alguna vez se intentó separarlos por un muro: los vecinos de Villa Jardín lo derribaron.

Así que aquí tenemos a Ariel, que subió social y efectivamente. Sube todo lo que cayó su mamá, que era rubia: “(...) los rubios no nacen en la villa se caen los rubios pero saben siempre que no son de ahí vos lo supiste siempre”, escribe Cabezón Cámara. Ariel no sube porque sí, sube porque sabe manejar las computadoras y porque está bajo la protección de los arios. Y tiene una misión: con esas cosas que sabe hacer con las máquinas, enviará una orden que va a mover un poquito las casas de la villa. No un daño tremendo, le dijeron los arios, agrietarlas como para que lo villeros se quieran ir, o que se vayan quieran o no. Y, sí, un poquito de tristeza le da. Pero es mucha plata, muchachos. Y una vida nueva, lejos de ese lugar al que le pasan los autos por encima, al que le tiran nafta, basura, olor.

La Villa 31 tiene casa bajo la autopista (Adrián Escandar / Infobae)

Así que, bueno, mejor no pensar en las casitas, ni el amigo Arno ni, menos, en “la Jennifer que te quiere aunque vos siempre le dijiste que no iba a ser tu mujer porque te ibas a ir de ahí y que no te la ibas a poder llevar porque vos no querías ser de la villa y no te podías casar con una negra de mierda como ella aunque te quiera”.

Sí, viene raro ese protagonista para la autora que escribió el Romance de la negra rubia, donde una mujer se prende fuego para evitar que la desalojen y termina siendo una especie de heroína popular que consigue casas para quienes la precisan. Para la escritora que hurgó en la historia -real- de la monja que se hizo alférez y terminó dejando que ese alférez español dejara de ir matando por ahí y fuera conquistado por la ternura de dos niñas indígenas.

Sin embargo, no tendrá una noche fácil Ariel. ¿Cuánto cuesta traicionar a los propios? ¿Cuánto puede uno traicionarse sin que eso se vuelva en contra, sin que ahogue? Habrá drogas para intentar calmar el dolor y habrá algo de sexo pagado y forzado. ¿Mejora? Mmmm. Pero ¿hay vuelta atrás o llega un momento en que el destino está escrito?

De todo eso -creo- se trata este cuento breve de una autora que hoy será celebrada en la Feria del Libro más grande del idioma español. ¿Es raro este relato? Habrá que animarse y leerlo hasta el final.

La colección Leamos cuentos

Leamos, el sello editorial de Infobae, está publicando la colección Leamos Cuentos, que integran autores y estilos diversos.

Ya se pueden leer, por ejemplo, El hombre que quería matar a Pérez Reverte, del argentino Jorge Fernández Díaz, clickeando aquí. Convencido de una conspiración que bordea la paranoia, un hombre sin nombre cree fervientemente que Arturo Pérez-Reverte ha robado no solo fragmentos de su vida, sino su esencia entera, usándola como material en todas sus obras. Armado con un puñal de plata adquirido en circunstancias oscuras y tras enviar numerosas cartas anónimas al autor, tiene un plan delineado con escalofriante detalle. O, más bien, una venganza: matarlo en el marco de la Feria del Libro de Buenos Aires.

Y, entre otros, se puede acceder a De regreso a casa, de Ariana Harwicz, donde un hombre vuelve al hogar que abandonó años atrás pero no vuelve arrepentido sino con la idea de hacerlo estallar todo, de quebrar la paz que pueda haber allí. Se llega a él clickeando aquí.

También está disponible Que sea rock, un cuento policial inédito del escritor y periodista Reynaldo Sietecase, clickeando aquí. Un viejo rockero que, aferrado a su pasión como si el tiempo no pudiera alcanzarlo, viaja solo a un pequeño pueblo perdido en la llanura bonaerense para ver a su banda favorita. “Estás grande, Esteban”, le dicen los amigos. Lo que parece una escapada para aferrarse a su gusto musical ―y a su juventud―, poco a poco revela una historia mucho más oscura. Detrás de unos ojos marrones se esconde una venganza que late hace años.

Y harán latir los corazones dos cuentos de Hernán Casciari sobre Lionel Messi. Por un lado, Messi es un perro. ¿Se puede ver la actitud de Messi en un perro? ¿Cómo es ese perro? Dicen que los ojos no mienten, ni los de Messi cuando mira una pelota, ni los de Totín -el perro de la infancia de Hernán Casciari- al ver la esponja amarilla. En este cuento, Casciari devela una teoría fascinante: Messi, como Totín con su esponja amarilla, posee una conexión casi mística con el balón, una que trasciende las complicadas reglas y la política del deporte moderno. Se puede leer haciendo clic aquí.

Quién es Gabriela Cabezón Cámara

♦ Nació en San Isidro, provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1968.

♦ Fue vendedora de seguros, diseñadora y periodista cultural.

♦ Estudió Letras y se apasionó por el griego.

♦ Se define como socioambientalista y escritora.

♦ En 2009 publicó La Virgen Cabeza, una novela que impactó por la contundencia de sus personajes y un delicado uso del lenguaje. Le siguieron Le viste la cara a Dios, donde se habla de la trata de mujeres sin eufemismos pero con poesía; Romance de la Negra Rubia; Las aventuras de la China Iron -finalista del International Booker Prize (2020) y del Médicis (2021)- y Las niñas del naranjel, por la que ganó los premios Ciutat de Barcelona (2023), Sor Juana Inés de la Cruz (2024), Perfil (2024) y Fundación Medifé (2024).