“Soy admirador del cine argentino porque creo que a cualquiera que le guste el cine, es admirador del cine argentino” dice José Luis Rebordinos, desde 2011 Director del Festival de Cine de San Sebastián, uno de los más importantes del mundo. Lo dice en un sitio emblemático del cine argentino: la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín, allí donde llegó en la tarde del viernes para anunciar la Semana de Cine de Festival de San Sebastián y Festival de Málaga.
“Nunca había venido a la Lugones. Llevo 11 años viniendo a Buenos Aires y nunca había venido… Me parece una sala con un aspecto magnífico”, comenta mientras posa para una foto bien simbólica. Rebordinos, desde su lugar de privilegio en el ecosistema de los grandes festivales de cine del mundo, ha sido uno de los principales impulsores de una reivindicación del cuestionado cine argentino.
De hecho, buena parte de su conversación con Infobae Cultura versa sobre el tema, aunque también se dio tiempo para hablar del dilema que enfrenta San Sebastián (y también Venecia, Berlín y Cannes) alrededor de la irrupción de las plataformas de streaming como nuevas y dominantes productoras y distribuidoras de series y películas. “Cada vez más, lo que importa es la calidad, antes que adjudicar un término: si es serie, si es ficción, si es no ficción... A mí eso no me importa demasiado”, afirma con una sonrisa.
—Fue explícito en su defensa del cine argentina en la edición de San Sebastián de este año ¿Qué veía desde lejos de que estaba pasando aquí y con qué se has encontrado?
—Lo que veo tiene que ver con los datos objetivos. Igualmente, querría hacer una matización de entrada porque creo que es importante. Voy a hablar de Argentina pero no soy quién para hablar de la política argentina y de lo que decidan los argentinos.
Nunca hablaré sobre partidos políticos. Yo he trabajado con el INCAA, con Macri, con Cristina Kirchner y hemos trabajado con ambos estupendamente. Intuyo que los dos tenían visiones muy diferentes de la vida y de la política. Pero no me toca a mí discernir cuál tendría que estar gobernando. ¿Qué pasa con el nuevo gobierno? Hay una diferencia fundamental. Punto número uno: los derechos humanos. Es decir, yo no puedo aceptar a un gobierno cuando algunos de sus miembros defienden una dictadura militar asesina. No lo puedo aceptar.
Y es por la misma razón por la que yo en España, jamás me definiré a favor de los progresistas o de los conservadores (todos son bienvenidos en nuestro festival). Afortunadamente tenemos diferentes visiones de la sociedad. Yo tengo la mía, no es la buena, es la mía, fruto de mi experiencia, de mi vida. Pero jamás voy a aceptar a Vox, un partido fascista que reivindica a Franco, que fue un dictador, un traidor a su país, que dio un golpe de Estado y mató a miles de ciudadanos inocentes. En el caso de Milei es lo mismo. No puede ser que un gobierno sea condescendiente con una dictadura militar asesina.
Punto número dos. Sobre el cine argentino: vuelvo a lo mismo, no tengo nada que decir sobre quién gobierna. Pero sí tengo que defender el cine porque es una de mis funciones. Al cine en general, porque no creo demasiado en las fronteras ni en las patrias. ¿Entonces, qué pasa? De pronto nos encontramos con un gobierno que está desmantelando todo, no solo el cine. Bueno, lo ha dicho el presidente. No lo digo yo. Ha dicho que va a acabar con el Estado, y está desmantelando el cine, la ciencia, y un montón de servicios. Insisto, lo dice él. No es que yo le acuse. Parece estar muy orgulloso de ello, por lo que yo leo y le oigo. ¿Entonces qué pasa? Yo no voy a entrar en si el INCAA está bien o mal. Seguro que el INCAA tenía muchos problemas. Bueno, pues habrá que arreglarlos.
Pero si tú vas quitándole el contenido y si tienes al frente a alguien que se atreve a decir que una forma de tortura es poner cine argentino que lo ha visto muy poquita gente… Eso es muy grave. Estamos viendo que mientras el año pasado se producían un montón de películas, este año se producen muy pocas y algunas de ellas, gracias a las plataformas. Entonces, cuando digo que se está desmantelando el cine argentino me refiero a datos objetivos. Entonces nosotros vamos a apoyar al cine argentino hasta donde podamos, como apoyamos al cine latinoamericano. Y ojo, porque no es el único cine que tiene problemas, también lo tiene el cine venezolano. Venezuela vive en una dictadura absoluta. No es el único país.
El cine argentino es una película de Ricardo Darín que llega en España a más de 1 millón de espectadores y con recaudaciones superiores a 1 millón de euros. Pero también es una película de Mariano Llinás. Es decir, son las películas pequeñas que a veces necesitan ayuda y las películas grandes que llegan al espectador. Por eso es triste escuchar a un gestor público decir que solo hay que dar subvenciones a las películas que hacen dinero. Oiga, ¡explíquelo!. Si hacen dinero ¿por qué hay que darles subvenciones? Habrá que dar dinero a aquella película interesante que no consigue financiarse y que gracias a las ayudas del Estado, se puede hacer. Es decir, gran parte del cine más interesante se ha hecho en base a ayudas económicas. Y no olvidemos que las ayudas económicas se dan en todos los países, incluido Estados Unidos. Miren ustedes, investiguen un poco. Realmente la ayuda del Estado contribuye a que muchas cosas interesantes se puedan hacer.
Oiga, cámbielo, cámbielo... Pero no lo destruya. Hay una política de destrucción del cine argentino clarísima. Porque me da la impresión que el cine argentino tampoco supone tanto dinero... Y me da la impresión que este ataque a la cultura es más político que realmente económico. Esa es la impresión que da desde fuera.
—El Festival de Cannes no quiere películas de Netflix ni de otras plataformas. San Sebastián, sí... ¿Por qué?
—San Sebastián, Venecia y Berlín. El director de Cannes, Thierry Frémaux, es un grandísimo amigo. No solo eso, es alguien a quien admiro y del que aprendo muchísimo. Es un director espectacular de un festival a quien admiro. Me suelo reír mucho con él porque, de hecho, llegó a programar dos películas de Netflix y las levantó por la presión que hubo. Bueno, Cannes tiene un tema que es que los exhibidores franceses tienen mucha fuerza, mucha presión y no permiten realmente que se pongan películas de Netflix a concurso. Es un proceso natural que con el tiempo irá cambiando.
Entonces nosotros ¿Por qué no vamos a aceptar la película de Lerman que pusimos en San Sebastián? ¿Porque es de Netflix? Hombre, flaco favor le hacemos a Lerman y al cine argentino si no la ponemos… A mí me gustaría que las plataformas permitieran que todo ese cine interesante que producen, tuviera salida en salas. Creo que nosotros como festivales, tenemos que elegir el mejor contenido audiovisual posible, esté producido por una forma tradicional o no. Son nuevas fórmulas, nuevos momentos y creo que a mí no me toca vetar a una película.
Insisto que Cannes la podría poner fuera de concurso. Creo que con el tiempo las acabará poniendo.
—Entonces, no concuerda con cierta visión apocalíptica de que las plataformas van a matar el cine…
—No, no la comparto. Creo que las plataformas han traído cosas interesantes y cosas negativas. Hay mucha menos desocupación de los técnicos, y eso no solo supone tener trabajo, supone aprender. En el Hollywood clásico de los grandes estudios, ¿por qué estaban tan bien hechas las películas? Porque el director de fotografía, el guionista, estaban en nómina y no paraban de trabajar. Entonces, creo que las plataformas están dando empleo, construyendo habilidades y que eso es bueno. Por otro lado, están permitiendo que se hagan unas producciones grandes que si no, no sería posible. Nadie haría una película J. A. Bayona, por ejemplo. Si no entra Netflix, esa película no se hace hoy en día.
¿Inconvenientes? También los tienen: que algunas películas no salgan por salas (aunque algunas mejor que no salgan y que vayan directamente al streaming). Pero hay películas importantes que no vayan a salas, es una pena. Yo no estoy de acuerdo, pero bueno, es su política. Y luego también a veces las plataformas tienen cierta homogeneización. Tú ves una película en Netflix y hasta la película de autor que está bien, a veces le ves ciertos puntos de Netflix. Eso es así.
—Hay un tema ahí: en términos narrativos ¿El modelo de películas y series de las plataformas afectan la calidad en busca de contentar a todos los públicos posibles?
—Yo creo que cada vez importa menos si es una serie o no es una serie. Depende del tipo. Es como si hablamos de documental, o de ficción o no ficción. Hay no ficciones que son puros reportajes para televisión, pero hay otras no ficciones son peliculones. Cada vez más, lo que importa es la calidad, antes que adjudicar un término. Si es serie, si es ficción, si es no ficción. A mí eso no me importa demasiado. Nosotros intentamos siempre buscar lo que nos gusta, lo que nos parece interesante, y luego encontrarle el sitio. El proceso es al revés, Es decir, primero vemos que nos gusta y luego vemos si encaja y dónde.
[Fotos: Gustavo Gavotti]