Martín Buscaglia: “Hacer canciones es un oficio delicado y fino”

El músico uruguayo que se presenta este viernes en Buenos Aires, habla de la retromanía cultural y los estereotipos musicales de su país. “La murga-canción es un género que Jaime Roos agotó. Nació con él y nadie logró algo así después”, afirma

Martín Buscaglia es considerado -con justa razón- uno de los artistas más influyentes de la música popular uruguaya contemporánea. Lo que en otros sonaría peyorativo, en él adquiere una significación trascendente para definirlo (vicio periodístico). Buscaglia es sinuoso: durante décadas, ha sido un secreto a voces repartido entre Uruguay, Argentina y España; su música se percibe como una propuesta difícil de encasillar. A pesar de su amplia obra y su influencia, ahora a los 52 años conserva esas singularidades.

Las canciones de Buscaglia tienen múltiples significados, guiños y referencias escondidas entre capas de creatividad de letra y música. En su obra conviven la rica tradición uruguaya, representada por el candombe y la canción de autor, con una exploración de ritmos globales, desde los centros a la periferia y viceversa. Pero. El show que Buscaglia presenta este viernes en Buenos Aires (ND Teatro, 21 hs.) se titula Una canción no tiene importancia.

¿Cómo es esto? “Que una afirmación así de para discutir un poco ya es positivo”, reflexiona en su diálogo con Infobae Cultura. “Más en estos tiempos en que ya sale un tema nuevo y decís ‘¡Que bueno que está!’ Y ¡Pin! Lo escuchás. Y al día siguiente decís ‘Bueno, ¿cuando sale otro tema nuevo de alguien?’ Pasa con el cine, con todo... O sea, que algo perdure un poco y que te haga pensar, lo tomo a favor”. Sobre el show en sí, comenta. “Me interesa el despojo y sacar toda la parafernalia. Que quede la música. Hay tanta cosa superflua ahora que yo personalmente estoy en búsqueda del despojo máximo. Hice una gira hace poquito en España sin guitarra. Llegaba al lugar, me presentaba y pedía una guitarra prestada para tocar esa noche”.

Sigue. “La canción es la magia, el duende, el mojo. La canción es una de las mejores herramientas. Vos la podés utilizar como si fuera una navaja suiza. Depende de lo que necesites: abrir, atornillar, cortar algo. O guardarla en el bolsillo y que nadie sepa que la tenés guardada. Una canción la puede hacer cualquiera. Después... Hacer muchas que estén buenas, que valga la pena que existan en el mundo, eso ya es un oficio delicado y fino, como cualquier oficio que se precie de tal”.

Martín Buscaglia se presenta el viernes 22 de noviembre en el Teatro ND Ateneo de Buenos Aires

Buscaglia creció rodeado de arte y bohemia como heredero de una rica tradición cultural. Es hijo de Horacio Buscaglia, poeta, dramaturgo y notorio bohemio uruguayo; y de Nancy Guguich, quien dejó una profunda huella en la música infantil con su proyecto Canciones para no dormir la siesta. Este entorno artístico moldeó su sensibilidad y a la vez, le aporta imágenes que, por ejemplo, comparte para esta nota. “Me acuerdo de Zitarrosa comiendo un asado en casa, en short y chancletas (una imagen bastante distinta a la que uno tiene de él ¿no? Siempre lo pensas de traje). Tengo esa imagen: el tipo comiendo un asado con mi viejo, tomando whisky y hablando de política”.

A la par que un músico carismático, Martín Buscaglia es un entusiasta conversador. En esta entrevista, comenta sus impresiones sobre el estado cultural de las cosas en el mundo, habla de la nostalgia vigente por los años 90 (con los regresos de Oasis y Los Piojos, por ejemplo). Y también de las diferencias y semejanzas entre Buenos Aires y Montevideo: “Hay códigos similares pero me gustan que sean diferentes, si no fuera así no me entusiasmaría tanto venir siempre”.

Sin embargo, la conversación arrancó por la actualidad política de su país y la futura segunda vuelta electoral que definirá el nuevo presidente de Uruguay. “No pude ver el debate del domingo a la noche porque me tomé el barco a esa hora. Al mismo tiempo... Los debates y los políticos han perdido grados de profundidad intelectual. Es como un show a partir del reinado de la ironía. En estos tiempos pareciera que todo el mundo lo que está buscando es terminar una conversación con un giro irónico que le haga sentir que ganó”.

Álvaro Delgado (a la izquierda), candidato del oficialista Partido Nacional y Yamandú Orsi (derecha), candidato del Frente Amplio durante el debate presidencial realizado el domingo 17 de noviembre en Montevideo (EFE/ Rodrigo Viera Amaral/Asociación de la Prensa Uruguaya)

—Es curioso lo que contas, porque desde este lado del Río de la Plata se tiene una imagen de formalidad, seriedad y civismo de los políticos uruguayos.

—Y eso ahora te da como una paz ¿no? Decis: ‘Bueno, por lo menos...” Miré, el otro día comentaba que hay como una evolución de las narrativas: ahora las ficciones viven en la realidad, en el día a día. El mundo de la ficción tomó por asalto a la realidad. Entonces, así como antes nosotros los seres humanos consumíamos las narrativas mitológicas, después los libros, después el cine, después las series de televisión. Ahora eso desbordó y se infiltró en este mundo. Y yo lo que consumo, como series casi ficcionales, es lo que pasa en la política de algunos países. Yo sigo con atención la política no solo Argentina, que es fascinante, sino también la política brasileña y la política española. La ficción desbordó la realidad. Está entre nosotros.

—Vivimos en la ficción de un presente continuo, ok. ¿El mundo está peor entonces, que cuándo eras un niño por ejemplo?

—No. Creo que el mundo siempre estuvo mal y que siempre hubo esperanza y siempre hubo poesía- En realidad a cada generación le toca su pandemonio. Y en todas esas épocas siempre hubo movimientos poéticos, creativos. Sí me parece que esa fuerza poética, en estos tiempos, está más cada vez más deglutida por el sistema o como quieras llamarlo. Pero capaz que es una percepción de viejo nada más... Pero veo que ahora hay más tristeza. Mismo lo veo en los músicos jóvenes, a los que sigo con atención: hay como una capa de tristeza que cuando quieren ser confesionales, es triste lo que lo que muestran. Y si no es euforia y decir “quiero triunfar y mi sueño es”. Hablan de un sueño en vez de hablar de la música. Pero es una percepción que tiene que ver con mi franja etaria también, supongo.

"Estoy en búsqueda del despojo máximo de mi música", dice Martín Buscaglia

—Simon Reynolds en su libro Retromanía habla de este estado cultural de nostalgia permanente: vuelven Los Piojos y Oasis y es todo un furor. A la vez está la idea del “presente continuo”, donde todo lo que existe sucede ahora. ¿Percibís eso en la música, desde tu mirada de artista?

—Es verdad que hay una sensación de tiempo detenido. En la música como que ya pasó todo y querés volver a eso. Justo que nombraste esas bandas y que todas las bandas vuelven. Yo como soy solista no me voy a disolver nunca, o sea que no voy a volver nunca tampoco (risas). A no ser que me retire. Pero en mi caso pasan dos cosas: me siguen viniendo ideas para hacer cosas y me siguen viniendo cuentas que pagar (risas). Entonces, en esa relación entre ambas cosas tendrían que dejar de venirme alguna de las dos, para que me retire...

Sí me parece que la música se degradó bastante en el escalafón que tenía. Ahora la música pasó a ser mero entretenimiento. Viste que que el arte siempre es entretenido, incluso el que no te gusta, incluso el que es solemne y oscuro porque te hace pensar, te mantiene en vilo. Pero el entretenimiento pocas veces es artístico, Es una relación así. Ahora que vuelven esas bandas y está esa idea de la nostalgia, es que hay mucha gente que cree que le gusta la música y que no le gusta la música. Lo que le gusta es adonde le hace viajar esa música: a un momento de su vida donde, si la vivió, era más joven, más salvaje, más libre, más fuerte, más bello. Y si no la viviste, es como Rousseau: El buen salvaje pasó hace 40 años. Y te pensás que en esa época todos éramos más bellos, más salvajes, más libres...

Luis Suárez acompañado por sus hijos, en su despedida de la selección uruguaya de fútbol, el 6 de septiembre de 2024 en Montevideo (Foto: AP/Matilde Campodonico)

—Una vez leí una nota que decía que en tus canciones no se hablaba de mate ni de fútbol... ¿Cómo es eso?

—¡Rompí con eso! En este espectáculo tengo una canción nueva que se llama “Te acepto un mate” (aunque habla de otra cosa, como todas las canciones). Y también hice una inspirada en Luis Suárez, que no es una canción para él. Es una canción para mí, emocionado por Luis Suárez: reviviendo escenas de ese gladiador loco que tenemos...

—Entonces ¿Cómo te llevas con el estereotipo de la canción uruguaya promedio?

— Musicalmente hay cosas que no me llaman la atención. Como la murga-canción: es un género que Jaime [Roos] agotó. Nació con él y lo mató porque hizo la mejor presentación, la mejor retirada, el mejor cuplé y... Fin. Creo que nadie logró algo así después... Pero después voy al carnaval y escucho una batería de murga y es impresionante. Esa polirritmia es realmente muy emotiva. También pienso que esos estereotipos son armas a nuestro favor. Yo soy uruguayo, necesito tomar mate o saber cebar mate. Necesito saber jugar al truco aunque sea mal. Necesito creer que Gardel nació en Tacuarembó y necesito entender el candombe porque estoy cerca de los mejores tocadores de candombe, cebadores de mate e historiadores de Gardel y murgueros. Sería un desperdicio que no le dé pelota a eso.

[Fotos: Alejandro Persichetti/gentileza prensa Martín Buscaglia]