Ricardo Israel: “En Chile, la izquierda y la derecha quisieron trasladar a la Constitución un programa político: fueron oportunidades desaprovechadas”

El académico y excandidato a Presidente presenta “Chile y su giro de 360 grados”, el ensayo donde habla de dos intentos rechazados en su país y sus consecuencias políticas

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Ricardo Israel presenta su libro
Ricardo Israel presenta su libro "Chile y su giro de 360 grados". (Cortesía: Ricardo Israel)

“Contrariamente a lo que se cree, la Constitución de Pinochet hacía tiempo que no existía”, dice, desde Miami, Ricardo Israel, abogado, profesor, excandidato a presidente de Chile. Y lo dice porque este mediodía, hora de Miami, presenta su último libro: Chile y su giro de 360 grados. Allí habla de los dos procesos constituyentes que entre 2019 y 2023 intentaron cambiar la Constitución chilena heredada de la dictadura de Augusto Pinochet. Ambos intentos fracasaron, reflejando, según el autor, la incapacidad de las élites políticas de construir un consenso democrático en medio de una ciudadanía cada vez más desencantada.

En los años setenta, el académico observó de primera mano los efectos de la polarización política en su país. Siendo estudiante de Derecho, fue testigo del golpe de Estado de 1973 y de cómo este marcó la política nacional durante décadas. Tal vez esa experiencia su clave en su manera de entender la democracia.

En octubre de 2019, el estallido social en Chile tomó por sorpresa a la clase política. Lo que comenzó como protestas contra un aumento en el precio del transporte público, escaló rápidamente a un cuestionamiento más profundo del modelo político y económico. En este contexto, el presidente Sebastián Piñera impulsó la idea de una nueva Constitución como respuesta a la crisis.

Estallido social en Chile en
Estallido social en Chile en 2019. (Jaime Esquivel/AFP)

En el libro, Israel no oculta su escepticismo sobre las razones detrás de esta decisión: “Sigue faltando una explicación de por qué Piñera condujo al país a esta incertidumbre. [...] ¿Por cobardía? ¿Para evitar ser procesado por violación de derechos humanos? ¿Para poder terminar su mandato?”

Entonces se formó una Convención Constituyente, que terminó redactando un proyecto con una orientación ligada a la izquierda: reconocer la plurinacionalidad, ampliar derechos sociales y transformar la relación entre el Estado y la economía. Este proyecto fue votado y rechazado en 2022. Pero el impulso de renovar la Constitución permanecía y en 2023 un nuevo proceso liderado por fuerzas conservadoras trató de redactar su propio texto. Los chilenos volvieron a decir que no.

-¿Cuál fue el error de los procesos constituyentes en Chile? Si hubo dos rechazos es que algo pasó..

-Sí, el error fue en ambos casos el mismo: confundir qué es una Constitución. Uno con una propuesta de izquierda y otro, de derecha, lo que hicieron fue trasladar al papel lo que era un programa político. En el caso del primer proceso, con una radicalidad que Chile no había conocido. Era una propuesta que iba contra todo el proceso que parte con la Colonia.

-¿Pero la idea no era terminar con la Constitución de Pinochet?

-Contrariamente a lo que se cree, la Constitución de Pinochet hacía mucho tiempo que no existía. Era la Constitución más modificada en la historia de Chile desde el año 2005. Tenía la firma del presidente Lagos y todos sus ministros. Yo he enseñado Derecho Constitucional buena parte de mi vida y los alumnos se sorprendían mucho cuando uno aseguraba que la Constitución de Pinochet, la original, prácticamente no rigió. De hecho, apenas fue aprobada, la prima de Pinochet, que era la ministra de Justicia y que después se convirtió en una disidente, Mónica Madariaga, redactó las disposiciones transitorias y eso fue lo que rigió en Chile hasta que regresó la democracia. De hecho, después de que fue derrotado Pinochet en el plebiscito de 1989 hubo una reforma a esa Constitución que modificó cincuenta y tantos artículos. Sin eso no hubiera podido existir la elección que eligió a (Patricio) Aylwin. No hubieran podido participar ni comunistas ni socialistas.

El abogado y académico Ricardo
El abogado y académico Ricardo Israel. (Cortesía: Ricardo Israel)

-¿El primer proyecto de reforma nace de ese levantamiento de 2019?

-Sí, fue la consecuencia de una desviación de la democracia que se conoce como “el gobierno de la turba”. La violencia de octubre de 2019 fue tan inesperada, fue tan fuerte, que se tomaron decisiones basadas nadie sabe en qué. A no ser que lo que Piñera quisiera fuera que no se acabara su gobierno, como se pudo haber terminado por esa violencia aguda

-¿Entonces qué ocurrió tras ese primer intento de reforma constitucional?

-En vez de aceptar el resultado, que fue muy contundente, un 62 por ciento, y donde mayor fue la diferencia en contra fue donde hubiera tenido mayores consecuencias, que eran las zonas de predominio indígena, en vez de aceptar ese resultado, la derecha tuvo la fantasía de que ahora sí podían aprobar la Constitución que ellos querían.

-¿Y qué pasó?

-Que, por la radicalidad que se había vivido, por primera vez en Chile se enfrentaron en la última elección presidencial, dos fuerzas que habían sido menores en estos 30 años del retorno a la democracia. Uno es un grupo que va contra la Concertación, y elige a Boric. Pero quien lo enfrenta, y gana la primera votación. es un grupo que se desgaja de la derecha. Y nace el Partido Republicano: por primera vez hay un partido que, sin complejo alguno, reivindica la dictadura de Pinochet. Ese programa político es la propuesta que viene en el segundo proyecto de Constitución. Pero qué bueno que haya sido rechazado, porque en las dos oportunidades el electorado le enseñó tanto a la derecha como a la izquierda que en democracia los votos no son de nadie, no son de los partidos políticos.

Un grupo a favor del
Un grupo a favor del general Augusto Pinochet celebra el 50 aniversario de un golpe militar liderado por Pinochet, en 2023. (Foto AP/Esteban Félix)

-Entonces se fue de un lado al otro.

-De una Constitución que quería cambiarlo todo se fue a una que no quería cambiar nada. En la última había una fantasía de que se acababan los problemas de cuestionamiento al sistema político y sobre todo al sistema económico, si es que había una Constitución aprobada en democracia. Y ese fue el programa político que trató de ser vertido en una Constitución, por eso fue derrotado y en buena hora. Después de cuatro años perdidos se volvió al punto de partida, por eso llamo a mi libro “El giro de 360 grados”.

-Pero el país tiene que seguir...

-La experiencia de Chile ha sido lo suficientemente dura como para que mucha gente reaparezca ahora reclamado lo que le dio tan buen resultado a Chile, la democracia de los acuerdos. En el año 88, nos dividían más cosas que cualquier división que hoy día exista. La división era total. El porcentaje que apoyaba a Pinochet no quería la democracia y muchos otros no querían el mercado. Y fuimos capaces de ponernos de acuerdo hasta que el proceso se agotó.

-¿Cuándo se agotó?

-Yo diría que cuando se acabó el gobierno de Lagos, en 2006. Hubo una derrota política muy fuerte con la llegada Piñera. Pero sobre todo se perdió ese impulso de hacer cosas novedosas. Imagínate en un país minero haber propuesto una Constitución que consideraba degradante para el país seguir explotando sus recursos naturales, que es de lo que Chile vive...

Simpatizantes de Sebastián Piñera en
Simpatizantes de Sebastián Piñera en su velorio. ( EFE/ Esteban Garay)

-¿Y qué habría que hacer?

-Yo propondría solo dos cosas. Una, el desarrollo económico. Sabemos lo suficiente para saber qué políticas funcionan y qué políticas no funcionan. Y la otra es ir hacia una democracia de calidad. O sea, dos elementos que ningún país de Latinoamérica tiene hoy en día.

-¿Hay posibilidad de volver a una democracia de acuerdos en Chile?

-Yo pienso que sí. A mí me llamó mucho la atención todo lo que rodeó el funeral de una persona que no fue un buen político, como Piñera. Sí encarnó desde la derecha la posibilidad de buscar por sobre todo los acuerdos y legitimarse con el apoyo de sus rivales. Pero ahí hubo algo de lo que se había perdido, algo de lo que funcionó bien. A partir de la elección de Aylwin, que fue una gran sorpresa para los chilenos porque fue un gobierno muy exitoso. Aylwin fue seleccionado fundamentalmente porque él había apoyado el golpe y decir que él apoyó el golpe y que fue clave para el retorno a la democracia, ¿no es contradictorio? Pero es la historia de Chile contada sin sesgos.

-¿Cómo fue?

-Se hizo un acuerdo que se llegó con uno de los últimos presos políticos, Clodomiro Almeyda, que era el jefe del Partido Socialista, que había ingresado a Chile clandestinamente y estaba en la cárcel por ese famoso artículo que legalizaba a los militantes de la izquierda chilena. Porque fundamentalmente se había buscado hacer imposible que volvieran las fuerzas políticas que habían estado detrás de Salvador Allende. Eso a mí me toca: mis padres llegaron aquí a Estados Unidos como exiliados políticos. Todos mis recuerdos de infancia están con la figura de Allende. Eran amigos muy estrechos con mi padre. Él estaba dedicado al comercio y no tenía ninguna motivación política, simplemente era una amistad de muchos años desde que mi padre era periodista en el sur de Chile. Pero lo que me llama la atención es la influencia de un pensador nazi en los dos procesos constitucionales chilenos.

-¿Un pensador nazi?

-Se llama Carl Schmitt. Y no solo fue un politólogo. Es el autor de esta idea que la política no es para llegar a acuerdos, que se combate a un enemigo y no a un adversario. Además, Carl Schmitt tuvo otra particularidad: murió en Alemania sin renFegar jamás de sus ideas y muy orgulloso de haber sido el ideólogo. Él fue influyente en la persona que redactó la Constitución para Pinochet, que se llama Jaime Guzmán.

La campaña contra el último
La campaña contra el último proyecto de reforma Constitucional en Chile ( EFE/ Ailen Díaz)

-¿Qué consecuencias tiene el fracaso de los dos intentos de reforma constitucional?

-Fueron oportunidades desaprovechadas y ojalá la experiencia haya servido. El problema para Chile es que el centro político ha desaparecido, a los efectos prácticos. Y ambos procesos tuvieron ese fenómenos que es la influencia de las redes sociales. Gente que no militaba en partidos se autopromocionó: más que ofrecer el conocimiento que tenían, ofrecían su ignorancia. Consideraban una virtud no tener ninguna. Tal era el descrédito de la clase política.

-No es un fenómeno exclusivo de Chile.

-Es un fenómeno que lo vemos en Estados Unidos, lo vemos en Europa, lo vemos en todas partes. Se hace ostentación de del desconocimiento, pero con la consecuencia, por lo menos en Chile de haber redactado algo que en definitiva, fue rechazado.

* La presentación de “Chile y su giro de 360 grados” es este miércoles a las 12 hora de Miami. Se puede seguir por Youtube desde este enlace.

Quién es Ricardo Israel

Ricardo Israel nació en Los Ángeles en 1950.

♦ Es doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Essex y licenciado en Derecho por la Universidad de Chile. Fue candidato presidencial en Chile en 2013 por el Partido Regionalista de los Independientesy ha ejercido como docente y comentarista en diversos medios internacionales, entre ellos Infobae.

♦ Entre sus obras destacan Chile 1970-1973: La democracia que se perdió entre todos y Politics and Ideology in Allende’s Chile.

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