¿Quince años, ya? Quince años desde que un autor más o menos conocido, conocido en algunos círculos, un autor que era un secreto de boca en boca, se convirtió en uno de los grandes nombres de la literatura latinoamericana. Quince años desde que Leonardo Padura publicó El hombre que amaba a los perros, esa novela sobre el exilio y la muerte del líder comunista Leon Trotsky y sobre su asesino, Ramón Mercader, que había sido enviado por Josef Stalin y que le clavó un piolet -un pico de alpinismo- en la cabeza.
El hombre que amaba a los perros
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De eso se trata El hombre que amaba a los perros pero también -como todos los libros de Padura, incluso los policiales- se trata de cómo está Cuba hoy, de qué pasa allí, de la precariedad con que se vive, de la impostura del poder, de la injusticia.
Era 2009, hacía 20 años que había caído el Muro de Berlín y un poco menos de que se había terminado la Unión Soviética. ¿Qué era de Cuba entonces? ¿Ya se podía hablar de León Trotsky, ese enemigo de Stalin?
El libro -lleno de documentación- salió y triunfó. Se convirtió en referencia. En 2016 Leonardo Padura -ya un autor internacional, ganó el Premio Princesa de Asturias. Vive en su barrio de La Habana, en Mantilla, porque ha dicho de todas las maneras que no podría escribir fuera de esas palabras y esas costumbres. Pero pasa mucho tiempo, también, viajando por el mundo y en Madrid, que a esta altura es su otro hogar. Desde allí, y mientras llega a las librerías una edición conmemorativa, hablamos con Leonardo Padura. A quince años de todo aquello.
-¿Había que vivir en un país comunista para escribir un libro así?
-El hombre que amaba a los perros fue el resultado de una acumulación de experiencias vitales y de lecturas, aprendizajes, conocimientos por vía bibliográfica, pero la experiencia personal fue muy importante. Yo siempre digo que una biografía como la de Trotsky podía escribirla, más o menos del modo que yo la escribí, un escritor argentino, un mexicano, un español. Podrían haberlo hecho pero difícilmente hubiera podido darle la perspectiva que le dio un escritor que vivió y que vive en un país de sistema comunista. Hay una experiencia personal muy profunda, muy peculiar, muy visceral, que está reflejada en esa novela.
-¿Cómo cambió el mundo desde que salió El hombre que amaba a los perros?
-Creo que desde el momento en que yo empecé a escribir ese libro, allá por el año 2005, el mundo ha seguido una pendiente en la que lo que parecía que se había establecido con una cierta firmeza, pues, se ha ido desmoronando hacia sistemas populistas. Un auge de la derecha, unos problemas cada vez más graves con las migraciones, guerras que parecía que ya no se iban a producir de la manera que se han producido, guerras de conquista como la que está ocurriendo en Ucrania. Y, además, un salto tecnológico que ha sido brutal en estos años y que está cambiando, ha cambiado las relaciones entre las personas con respecto a la información, al conocimiento, incluso al comercio. Hoy la gente se relaciona más por vías de los medios digitales que incluso por la vía personal, por la vía cercana, más íntima.
-¿Eso te preocupa?
-Es un mundo que se ha ido conformando de una manera que a mí no me resulta especialmente agradable y que me provoca muchos temores con respecto al futuro. Pero veo que la inteligencia artificial, por ejemplo, es un instrumento que puede ser absolutamente imprescindible, por ejemplo, para tratamientos médicos. Y, a la vez, puede ser absolutamente perverso para el manejo de la información y para el dominio y el control de los individuos. Esas son algunas de las cosas que creo que han ocurrido en estos años que median entre la publicación del libro y el presente.
-¿Cómo leés ese libro a 15 años de distancia? ¿Lo escribirías igual hoy?
-Creo que en lo esencial el libro lo escribiría igual. Veo que sigue teniendo actualidad, porque ese mundo que te describía precisaría que hubiera algún proyecto utópico que de alguna forma tratara de encontrar una mejor distribución de las cosas que necesitan las personas de la justicia, de la democracia. Creo que nos falta un proyecto y todavía aquel ejemplo que se trató de fundar con la Revolución de octubre de 1917 tiene un principio con el que muchos de nosotros estamos de acuerdo, porque se trataba de crear una sociedad de los iguales, una sociedad donde se viviera con el máximo de libertad y en el máximo de democracia.
-Pero no pasó.
-Lamentablemente ese proyecto muy pronto comenzó un proceso de perversión y ya a partir del año 1929 con Stalin con el poder absoluto, pues bueno, ese proceso fue galopante y llevó a ese punto de no retorno que yo vi en el asesinato de Trotsky. Ahí me parecía que ya era imposible rescatar esa utopía igualitaria. Pero estamos necesitados de otra utopía que no cometa los mismos errores que se cometió en el proceso de poner en práctica aquel pensamiento, aquel proyecto utópico del siglo XX.
-¿Qué cambió en Cuba en este tiempo?
-Algunas cosas muy importantes- Recuerda que en estos años se produjo el mandato de que Fidel dejara la dirección del país y que pasara a manos de su hermano Raúl Castro. La muerte de Fidel, después que Raúl Castro pasara el gobierno, el Estado y el partido al actual presidente Miguel Díaz-Canel, eso en la estructura política de la dirigencia. Sin embargo, el sistema sociopolítico económico no ha cambiado, sigue siendo el mismo. El gobierno actual se define como un gobierno de continuidad con la política anterior.
-¿Entonces?
-Cambios han ocurrido muchos, como por ejemplo el mayor acceso a internet y a las comunicaciones con datos móviles, la posibilidad para los ciudada cubanos d,e viajar al extranjero sin tener que pedir un permiso, ya hoy con un pasaporte actualizado y una visa puedes viajar donde tú quieras excepto algunas personas muy específicas que tienen limitaciones para hacerlo, pero la gran mayoría de la gente puede. También se han abierto negocios privados, pequeñas empresas privadas, las llamadas MIPYMES, que están teniendo un papel importante en la microeconomía cubana, porque la macroeconomía sigue en manos de lo que se conoce como la empresa estatal socialista. Lo que sí no ha cambiado es la ineficiencia de esa empresa estatal socialista: sigue siendo ineficiente y esa ineficiencia provoca los resultados que hemos visto en la economía cubana actual.
-¿Y con los otros países?
-Pasó el deshielo cubano con Obama y el retroceso a posiciones muy hostiles con el gobierno de Donald Trump. Se avecina otro gobierno de Donald Trump, que pudiera traer incluso más limitaciones en las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, más hostilidad, más enfrentamiento. Y reforzar el bloqueo a Cuba, que es un hecho real que existe a pesar de las posibilidades de compras que se han abierto en los Estados Unidos, de alimentos y otros productos. Pero sigue siendo un estigma que está pesando sobre la economía cubana. Y el resultado más visible de todo este proceso que ha ocurrido en estos años, con una crisis económica que se ha sostenido e incluso ha aumentado, lo más visible ha sido el -proceso de migración, la crisis migratoria que se está viviendo en Cuba.
-¿Es algo nuevo?.
-Es la crisis migratioria más fuerte, la más grande que ha existido. En tres años ha salido de Cuba un millón doscientas mil personas, es decir, el 10 por ciento de la población. Una población que tenía algo más de 11 millones, ahora tiene menos de 10. Además, para salir necesitas un visado o dinero para pagarte un viaje a través de Nicaragua y todo Centroamérica, en la llamada “ruta de los Coyotes”. Eso quiere decir que se han ido los que han podido no los que quisieran irse. Si hubiera sido así, habría unas cifras que podría causar realmente espanto. Se han perdido muchas esperanzas, la gente confía menos, la gente tiene menos poder adquisitivo, se ha empobrecido la población, mientras hay unos bolsones de riqueza que han aparecido. Por ejemplo, estos emprendedores que tienen MIPYMES, algunos han hecho unos capitales interesantes dentro de Cuba, no estamos hablando de capitales de Silicon Valley ni de los ricos mexicanos, pero bueno, en comparación con el resto de la población cubana sí son notables. En medio de la pobreza, porque hay mucha inflación en Cuba. Y una falta de productos básicos que van desde la alimentación hasta los medicamentos y eso ha afectado muchísimo a la población cubana en estos años.
-¿Cómo llegaste al tema en ese momento? ¿Y cómo accediste a la información?
-En Cuba, como en cualquier país de la esfera soviética, existía lo que yo llamo una “ignorancia programada” de distintos procesos, personajes, momentos históricos. Y Trotsky era parte de esa ignorancia programada. No había bibliografía para poder consultar, algo que te diera una imagen más o menos balanceada de su personalidad, de su obra, de los acontecimientos que habían ocurrido en su vida. Tuve que buscar por todas partes, sobre todo en España. Traje mucha bibliografía de España. En aquella época, el acceso a Internet en Cuba estaba muy restringido y lo que hacía era que buscaba información y les pedía a amigos que viven fuera de Cuba que me bajaran esos archivos y me los mandaran por correo electrónico. Cuando salía buscaba bibliotecas en distintas partes. En México tuve corresponsales que me ayudaron mucho buscándome información y documentación. Busqué por todas partes para poder construir no solo la biografía de Trotsky desde que sale al exilio hasta que muere asesinado en México, sino también la personalidad tan difusa, tan controvertida, de Ramón Mercader, un personaje histórico que no tiene historia porque su historia es una ficción.
-¿Cómo?
-Su historia fue creada, recuerda que este hombre se llamó Ramón Mercader, se llamó Frank Jackson, se llamó Jacques Mornard, se llamó Ramón López... en un momento de la novela se llama “El Soldado 13″. En fin, que es un personaje que fue muy difícil de crear por la falta de información confiable que existía sobre su persona. Pero bueno, leí mucho, mucho, mucho, busqué, por ejemplo, la información de qué había pasado con la famosa ayuda soviética a la República Española durante la Guerra Civil y vi ahí todo el proceso de utilización de esa República y de esa Guerra Civil por parte de Stalin y casi la traición que cometió con los republicanos españoles. Todo eso implicó unas profundas investigaciones y creo que todo lo que está dicho en el libro está fundamentado en textos que son bastante confiables.
-¿Cómo cambiaste vos en estos quince años, a partir de novela que te dio una proyección enorme?
-La novela ha tenido un recorrido muy notable. Por ejemplo, en Brasil, donde mis libros no eran especialmente bien vendidos, pues fue un salto, fue un salto enorme y ya andamos por más de 100.000 ejemplares vendidos. Y en todo el mundo iberoamericano ha sido lo mismo. También se ha publicado en muchos idiomas, ahora se está traduciendo en rumano, por ejemplo. La novela significó que yo recibiera premios como el Nacional de Literatura de Cuba en 2012 o el Princesa de Asturias de las Letras en 2015 y que tuviera una proyección sobre todo internacional. Entonces vuelvo a una pregunta anterior: creo que no la tocaría, creo que la novela funcionó con las perspectivas, los conocimientos, las preocupaciones que tenía en ese momento. Y tengo que respetar a ese escritor que en esos momentos escribió esa novela que le ha dado tantas satisfacciones al escritor que hoy te contesta estas preguntas, quince años después de publicada El hombre que amaba a los perros.