Desde hace más de 30 años, Sebastián Wainraich ha hecho de la radio y la televisión su segunda casa, creando climas y cercanías que nos envuelven como un buen abrazo. Sin embargo, es una persona súper inquieta que se ha animado a explorar otros espacios como el teatro o el mundo del cine con Una noche de amor o de las series con Casi Feliz, que ha viajado por más de 190 países. Ahora está presentando Patria y familia, su primera novela, editada por Planeta. Allí se desprende de todas las temáticas que lo caracterizan, la radio, Atlanta, la religión, la culpa, para darle vida a Luis Alberto Camino, un personaje que se embarca en una frenética carrera por alcanzar la presidencia. La novela se caracteriza por su ritmo acelerado y la tensión propia de un thriller, donde la ambición y el deseo de poder unen a los personajes en una peligrosa aventura.
Patria y familia
eBook
$13,99 USD
Luis Alberto Camino, el protagonista, es un hombre dispuesto a dejarlo todo para lograr su objetivo de convertirse en presidente. La narrativa entrelaza su voz interior con la de quienes lo rodean, creando una obra coral que explora las complejidades de la política y el poder, en una Argentina muy similar a la que vivimos en los últimos treinta años. Este personaje sin escrúpulos no se parece a un político en particular, pero tiene muchas características que podemos identificar de algunos. La novela está anclada en una Argentina en constantes crisis que no logra superar y en un momento donde las redes sociales y las fake news juegan un rol muy importante a la hora de marcar una agenda.
En un contexto político cada vez más polarizado, la ambición de poder puede llevar a los individuos a realizar sacrificios inimaginables. En la novela, se sumerge a los lectores en la vida de un hombre decidido a alcanzar la presidencia a cualquier costo. A través de su viaje, se exploran las complejidades de la ambición, la moralidad y la lucha interna entre los deseos personales y las responsabilidades públicas. Esta obra ofrece un retrato fascinante de la política contemporánea y también plantea preguntas profundas sobre la naturaleza del poder y el precio que estamos dispuestos a pagar por él. En un mundo donde la apariencia y la verdad a menudo se confunden, ¿hasta dónde llegará Camino para lograr su objetivo?
―Llevabas tiempo pensando en esta novela. ¿Por qué decidiste explorar el mundo de la política en ella?
―No fue algo planeado; la idea simplemente apareció. La historia comenzó a formarse en mi cabeza con la imagen de un candidato presidencial en la noche previa a las elecciones. No quería generalizar sobre los políticos, sino centrarme en cómo vive ese momento en lo personal, en su entorno familiar y social. Así surgió el personaje principal, Luis Alberto Camino, y el universo que lo rodea. No me interesa enviar un mensaje específico con la novela; me enfoco en construir el personaje y narrar su historia. Solo al finalizar, entiendo de qué trata realmente. Siempre abordamos los mismos temas en la vida: amor, poder, muerte, relaciones, sexo. La novela habla de eso, pero en un contexto político y con un personaje fuera de mi norma: no es judío, no le gusta el fútbol, no siente culpa. Es un psicópata, un negador que rechaza la terapia, y eso hizo que escribirlo fuera muy divertido.
―¿Cómo fue el proceso de inspiración? ¿Crees que los lectores podrían identificar rasgos de personajes de la vida real en tu protagonista?
―Creo que no hay un personaje en particular en el que esté basado, pero es posible que los lectores reconozcan a varios, sobre todo porque realmente no conocemos la intimidad de los políticos. Ellos viven en un rol agotador donde deben hablar bien de sí mismos y mal de sus rivales constantemente, lo cual limita mostrar su verdadera cara. En mi novela, exploro esa intimidad inventada de un candidato y el contexto de su partido. El personaje es más bien una mezcla de varios. Curiosamente, mi protagonista tiene una vida sexual intensa, y justo después ocurrió lo de Alberto Fernández. Aunque escribí esto antes, mi editor en Planeta comentó sobre la coincidencia, y me hizo pensar que tal vez no sea tan casual.
―En un contexto político tan polarizado y con tanta tensión social, ¿cómo crees que será recibida una novela como esta?
―No tengo idea. Pero creo que puede atraer porque es una novela muy argentina, que refleja nuestras costumbres y no solo el ámbito político, sino también los medios, el periodismo, el matrimonio, la familia y la afectividad. No es una apología, sino más bien una mirada crítica. Me parece que eso la hace muy interesante. Si alguien la interpreta a favor o en contra de la grieta, estará equivocado; cada lector podrá sacar sus propias conclusiones.
―¿Cómo fue el desafío de escribir una novela, siendo este tu primer libro en este formato? ¿Fue una propuesta de la editorial o una idea propia?
―La idea fue completamente mía. Empecé a escribir por mi cuenta y, una vez terminada la novela, la presenté a la editorial. No hubo una propuesta ni un acuerdo previo; simplemente me lancé a escribir.
―¿Compartiste la novela con alguien mientras la escribías para obtener opiniones?
―Poco. No suelo compartir mucho durante el proceso. Una vez terminada, sí la muestro a algunas personas cercanas, de quienes valoro sus críticas sinceras. Luego la llevé a Planeta, que fue la primera editorial a la que se la presenté, les gustó y decidieron publicarla. Me siento afortunado y feliz.
―¿Cómo fue el momento en que decidiste que la novela estaba lista y dejaste de editarla? ¿Te resultó fácil?
―No fui yo quien decidió realmente; fue porque había que mandarla a imprimir. En las últimas etapas, se revisa el texto constantemente hasta que el equipo editorial dice que no queda nada más por corregir. En ese momento, aunque siempre podría haber seguido ajustando, supe que debía entregarla. Ahora, viendo el libro en las librerías, estoy muy contento con el resultado y con ganas de ver cómo lo reciben los lectores.
―Tu narrativa parece evitar juzgar a los personajes, ¿por qué adoptas este enfoque?
―Intento comprender a los personajes en lugar de juzgarlos, porque creo que, en el fondo, ellos también sufren. Luis Alberto Camino, el protagonista, aspira a ser presidente, pero esa meta actúa como una pantalla que oculta sus verdaderos sentimientos y niega aspectos esenciales de su vida. Es un desafío enorme que usa para cubrir sus propias emociones y su esencia. Me di cuenta de esto una vez terminada la novela, como mencioné antes.
―Sin adelantar mucho, la novela aborda el tema de la cancelación. ¿Cómo lo trataste?
―La cancelación es algo a lo que todos estamos expuestos y que suele juzgarse de forma parcial: algunos reciben ataques intensos, mientras otros, por cosas iguales o peores, no. En lo personal, rechazo la idea de un tribunal social o mediático que decide a quién cancelar, porque no sé quién otorga esa autoridad o superioridad moral. Me parece horrible que se condene en masa a alguien por una opinión o acción sin pruebas ni argumentos sólidos. Es como un impulso colectivo que marca y descarta a personas sin más.
―En la novela se postula que los medios imponen candidatos y personajes. ¿Qué te interesaba mostrar sobre ese rol?
―Sí, me divertía mucho incluir eso en la historia, sin juzgarlo moralmente. Creo que es funcional a la trama y permite explorar ese lado sin límites, donde incluso en momentos solemnes se exponen las contradicciones humanas de estos personajes. Me gusta recordar que detrás de esos candidatos hay personas, con problemas y malos días, aunque deben mantener la fachada pública. A diferencia de quienes trabajamos en espectáculos o medios, donde un mal día no tiene impacto en el país, ellos enfrentan una presión enorme al tener que sostener la imagen frente a toda una nación.
―¿Cómo crees que será recibido por el colectivo político un personaje como el de tu novela?
―No tengo idea; no había pensado en eso. Creo que la reacción dependerá de los lectores, los medios y los propios políticos. Lo primero que imagino es que dirán que no se sienten representados o que el personaje no habla de ellos, sino de un rival. Es probable que algunos se sientan tocados y opten por ignorarlo. El personaje no es uno del que puedan estar orgullosos, lo que podría generar distintas reacciones.
―¿Te imaginas que tu novela podría adaptarse a una serie o película?
―Sí, hemos hablado con algunas personas al respecto, pero quiero disfrutar del lanzamiento primero. Pienso que, si se hace, requerirá mucho trabajo en la estructura, especialmente porque la novela alterna entre el presente y el pasado. Algunas palabras y textos pueden sonar diferentes al ser leídos en voz alta. Así que, por ahora, dejemos que la novela tenga su propio desarrollo y vida antes de pensar en adaptaciones.
[Fotos: Cristian Taylor]