Lo esencial: The Cure publica el viernes 1 de noviembre su nuevo disco Songs of a Lost World, el primero en 16 años. Es el decimocuarto álbum de estudio de una banda británica que simboliza un sonido y una estética definida como “dark” (”oscuro”). Técnicamente su estilo se define como post-punk rock, que se basa en gran medida en la creación de canciones impregnadas de imaginería gótica que abarcan temas melancólicos y amorosos. Robert Smith, guitarrista, cantante y compositor de 65 años, es un ícono audiovisual del rock de la década de los años 80 hasta el presente.
La buena noticia de la semana en el mundo del rock es que The Cure publica este viernes 1 de noviembre su nuevo disco Songs of a lost world (Canciones de un mundo perdido). Es el primer disco de la banda que incorporó masivamente a la cultura pop occidental el concepto dark (oscuro) para definir un sonido y una estética. La Enciclopedia Británica, con su precisión académica, resulta certera en la definición sobre este grupo formado en 1978: “produjo sólo un puñado de álbumes en el siglo XXI, y ninguno alcanzó la aclamación de la crítica y el éxito comercial de discos anteriores. A pesar de ello, The Cure sigue siendo admirada por su perdurable contribución al rock y la cultura popular. Sigue actuando ante grandes multitudes, a menudo en escenarios inundados de niebla e iluminación verde y azul, lo que ayuda al público a visitar las atmósferas góticas descritas en sus canciones”.
Songs of a lost world es un disco largamente anunciado y cuya publicación fue pospuesta en varias oportunidades. En tiempos del 40° aniversario de The Cure en 2018, Smith anunció un nuevo álbum para 2019. Pasaron seis años después de aquel anuncio (durante dos años, giraron por el mundo e incluso se presentaron en Argentina, en noviembre de 2023) y el momento llegó: el primer nuevo álbum desde 2008 está listo para salir.
Todo lo que sucede en The Cure sucede al compás del comportamiento nada convencional de Robert Smith -guitarrista, cantante y compositor de todas las canciones, una estrella de rock distintiva que ahora tiene 65 años y mantiene inalterable el corte de pelo y maquillaje que lo han distinguido en cinco décadas. Claramente, la edición de este disco desafía las convenciones que rigen hoy en el mundo de la música y más allá, en la hipertrofiada industria del entretenimiento global.
Casi a la vieja usanza de grupos de rock clásicos como Rolling Stones o U2 (no quedan muchos más, la verdad), The Cure promocionará la edición de su nuevo disco con un show en The Troxy (un pequeño club de Londres con una capacidad estimada en unas 3 mil personas), el viernes 1 de noviembre a las 8 pm hora GMT (5 de la tarde en Argentina, 3 de la tarde en Colombia, 2 de la tarde en México). El recital será emitido en directo para todo el mundo por el canal de YouTube de la banda.
Songs of a Lost World es mucho más que un álbum esperado; es una odisea gótica concebida a lo largo de 16 años que -según la crítica del primer mundo, que ya publicó sus reseñas del álbum- reafirma a The Cure como una leyenda. Después de un silencio largo y ansioso para sus fans, este disco llega con un peso que solo el tiempo podría darle: están esas canciones de melancolía sin concesiones que exploran, en cada verso y en cada acorde, el dolor y la nostalgia que acompañan la madurez.
La portada del nuevo disco es también una novedad, o más bien una reconversión después de una década y media de silencio discográfico. El arte deja atrás el estilo garabateado, difuminado o directamente desenfocado que ha definido visualmente a la banda durante décadas. Es una fotografía de la obra Bagatelle, del artista esloveno Janez Pirnat (1932-2021), una escultura de granito que parece rescatada de las profundidades de la tierra, a medio formar, con contornos rotos y desgastados.
Los tonos grises y fríos evocan inmediatamente la portada de Faith (1981), una cumbre en su discografía, un álbum sombrío y poético en el que la banda plasmó su lamento existencial. La correlación estética sugieren una continuidad con aquella época de gloriosa juventud. Songs of a Lost World se adentra en esas profundidades sombrías de nuevo, anunciado como la primera fase de un ambicioso tríptico prometido por Robert Smith: un álbum (éste) “muy lúgubre y sombrío”, seguido de uno de tono más ligero y luego, un proyecto solista experimental de “ruido”.
Este primer capítulo es oscuro y afligido, una exploración en gris que afirma la maestría de Smith para crear mundos sonoros complejos, mientras resiste simplistas definiciones. Para quienes presenciaron algún show de la extensa gira mundial que les llevó dos años, está claro que The Cure sigue siendo una gran bestia rock, dotada con un sonido denso y abrasador, plenamente vigente: música oscura para tiempos oscuros.
[Fotos The Cure en vivo: Franco Fafasuli]