En su reciente libro, Por qué se rompió Estados Unidos. Populismo y polarización en la era de Trump, el autor y activista Roger Senserrich explora las causas profundas del fenómeno que llevó a Donald Trump a la presidencia en 2016, y analiza los factores que podrían permitirle repetir el triunfo en las próximas elecciones de 2024. Roger Senserrich (Venezuela, 1979) es politólogo y director de comunicaciones y políticas públicas en el Connecticut Working Families Party.
Por qué se rompió Estados Unidos
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Senserrich -que vive en los Estados Unidos hace veinte años- apunta a una combinación de factores históricos y estructurales, como la evolución del constitucionalismo estadounidense y el sesgo conservador en sus instituciones, que han dado forma al conflicto político actual. La obra analiza cómo la derecha estadounidense ha consolidado su poder desde las administraciones de Nixon y Reagan, sentando las bases para el surgimiento de un líder populista como Trump, cuya primera victoria en 2016 fue posible gracias a una serie de estrechas victorias en estados clave como Michigan, Pensilvania y Wisconsin.
El autor dedica especial atención a la capacidad de Trump para atraer a votantes que tradicionalmente respaldaban a la izquierda, en particular a sectores de la clase trabajadora y del mundo rural. Según explica Senserrich, el discurso de Trump ha logrado conectar con estos grupos al posicionarse como el defensor de aquellos que se sienten olvidados por el establishment político. En este sentido, Por qué se rompió Estados Unidos señala que, para muchos votantes, el mensaje populista de Trump representa una forma de resistencia contra el avance de una agenda progresista urbana que perciben como ajena y hostil.
¿Pero quién rompió Estados Unidos, si es cierto que eso ocurrió? Senserrich escribe: “Quien rompe Estados Unidos es Richard Nixon, porque es esencialmente el político que redefine la política del país de forma radical a partir de 1968. Es quien inventa la política de resentimiento, que es lo que ha definido el populismo conservador tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo”.
Uno de los aspectos más relevantes que Roger Senserrich aborda en su obra es el impacto de los temas ambientales y la globalización en la transformación de la base de apoyo de Trump. Según explica el autor, las clases medias urbanas, altamente cualificadas y progresistas, han puesto el cambio climático y la globalización en el centro de la agenda política. No obstante, estas prioridades, aunque necesarias para enfrentar los desafíos globales, han generado una brecha socioeconómica y cultural cada vez más amplia entre las élites urbanas y los sectores rurales y obreros, que tradicionalmente habían sido la base de los partidos progresistas.
Senserrich señala que, en la actualidad, los partidos de izquierda en Estados Unidos y Europa han perdido el apoyo de muchos trabajadores rurales y manuales, quienes ahora ven en el mensaje de Trump una defensa de su modo de vida frente a las élites urbanas. Las políticas de cambio climático, por ejemplo, exigen una transformación en las formas de producción agrícola e industrial, lo que genera tensiones con las comunidades rurales. Estas medidas se interpretan a menudo como amenazas para sus empleos y su estabilidad económica, un sentimiento que Trump ha sabido capitalizar en su discurso.
De igual manera, el autor destaca cómo la globalización, al requerir un flujo continuo de inmigrantes para suplir la baja natalidad en las ciudades, es vista por muchos trabajadores menos cualificados como una competencia desleal. Para estos sectores, la apertura a la inmigración y los cambios demográficos implican una pérdida de oportunidades y una transformación de sus comunidades. Así, el mensaje populista de Trump, que culpa a las políticas progresistas de su pérdida de bienestar, se convierte en una respuesta atractiva para quienes ven en la globalización una amenaza.
Senserrich subraya que la clave del éxito de Trump radica en su habilidad para transformar este resentimiento social en una narrativa de “ellos contra nosotros”, donde las élites urbanas y progresistas aparecen como adversarias de las comunidades tradicionales. Este conflicto, sugiere el autor, será decisivo en las elecciones de 2024, ya que el discurso de Trump podría volver a movilizar a una parte importante de las bases demócratas tradicionales en su contra.
En Por qué se rompió Estados Unidos, Senserrich plantea que la única forma en que los demócratas pueden contrarrestar el discurso polarizador de Trump es reconstruir una coalición amplia que atienda tanto las demandas de las clases medias urbanas como las de los trabajadores manuales y rurales. El autor sugiere que los demócratas deben articular una agenda económica que no solo defienda el cambio climático y la globalización, sino que también ofrezca soluciones específicas para los sectores de la población que perciben estas políticas como una amenaza.
Las consecuencias del triunfo de Trump, ha dicho Senserrich en una entrevista, serían “un desastre, tanto para la democracia como para la economía del país”. Porque el expresidente, sostuvo, “no sólo se negó a aceptar los resultados de las elecciones del 2020 e intentó dar un golpe de estado para mantenerse en el poder, sino que ha dicho repetidamente que no quiere respetar la constitución y que quiere ejercer poderes dictatoriales”.
Respecto de la migración, Senserrich afirmó que el programa de Donald Trump “incluye, de forma explícita, tomar represalias contra sus enemigos y deportar a la fuerza, con campos de concentración y todo, a millones de inmigrantes”.
En su análisis, Senserrich concluye que la estrategia demócrata no debe limitarse a contradecir a Trump, sino a ofrecer soluciones concretas que aborden los problemas de fondo en las áreas rurales y obreras. De esta manera, el Partido Demócrata tendría una oportunidad real de debilitar la influencia del populismo y restaurar su relación con la clase trabajadora, de cara a las elecciones de 2024.
Por qué se rompió Estados Unidos ofrece una advertencia clara sobre los efectos del populismo en la política y en la sociedad estadounidenses. Roger Senserrich argumenta que el auge de Trump no es solo un fenómeno pasajero, sino la expresión de un malestar profundo que ha surgido de una combinación de factores económicos, sociales y culturales. Para el autor, el populismo de Trump, con su capacidad para polarizar y movilizar a sectores diversos, ha introducido una forma de hacer política que explota el resentimiento y la desconfianza hacia las élites y hacia el sistema democrático en su conjunto.
Senserrich es crítico pero no ve una catástrofe: “este país es demasiado rico para ver un conflicto o una guerra civil”.