La argentina Gabriela Cabezón Cámara ganó el Premio Sor Juana por la historia de la monja que se hizo alférez: “Hoy estamos bajo asedio”

“Las niñas del naranjel” es una versión de la vida de Catalina Erauso. Con fuerza narrativa, imaginación y sensiblidad, Cabezón Cámara reorganiza los valores tradicionales. La distinción se entrega en la Feria de Guadajara

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Fuerza, imaginación, sensualidad. Eso destaca, en sus fundamentos, el jurado del Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2024, que se entrega en la Feria del Libro de Guadalajara, México. Un gran premio a la escritura de las mujeres. El libro ganador es Las niñas el naranjel, una versión muy personal, humana, transformadora, de un episodio de la conquista de América. Se merece el premio.

La novela, publicada en 2023 a través de Penguin Random House fue seleccionado como uno de los mejores del año 2023 por los periodistas de Infobae y en febrero ganó el Premio Ciutat de Barcelona de Literatura en lengua castellana.

Cabezón se mete aquí con la vida de Catalina de Erauso, una vida muy aventurera en la que el personaje arranca siendo una monja en España y va a convertirse en un militar en América. Imaginación dijo el jurado pero quien investigue un poquitito sabrá que esa monja-alférez existió, que nació en 1592 en San Sebastián, Guipúzcoa, España, que la criaron en el convento donde su tía era la priora, que a los 15 se escapó, se cambió de ropa, se reveló varón y así siguió para siempre. Se llamó Francisco de Loyola, Pedro de Orive, Alonso Díaz, Ramírez de Guzmán y Antonio de Erauso. Viajó a América. Peleó, fue herido, mató.

Pero ¿es una novela trans, una novela de tema trans? Si, pero no. Como si todo eso hubiera quedado atrás, como si ya no hubiera discusiones ni controversias por la identidad de género, como si la elección de género fuera algo dado, Cabezón cuenta una transformación que es sobre todo política, moral, de visión de mundo, religiosa. Se instala en el siglo XVII para inventar una sensibilidad que tal vez alcancemos doblando la mitad del XXI. Tal vez. “Me parece la situación ideal para el tema trans... no ser un tema. Sos trans como podés tener rulos. Cualquier rasgo identitario”, dijo la autora en una charla con Infobae cuando apareció el libro.

Es una novela hermosa, luminosa, en la que sin embargo Cabezón no ahorra violencia. Porque está describiendo la conquista, claro. Pero también porque está hablando de cómo se imponen las jerarquías. “Se manda una macana atrás de otra. No para de matar gente. Y si leés la autobiografía del personaje real, es peor todavía, por momentos insoportable. ‘Me dijo ‘gordo’, lo maté'”, contaba la escritora en aquella entrevista.

Y les opone una ternura a cargo de unas niñas a la que el alférez va a maternar. Ellas lo educan en otra manera de verlo todo. Lo hacen otro. Esa es su verdadera transformación.

"Las niñas del naranjel", de
"Las niñas del naranjel", de Gabriela Cabezón Cámara.

-¿Cómo leés hoy ese libro de violencia pero también de apertura a otros?

-Cambió mucho: ahora estamos bajo el asedio de una gente cruel que goza destruyendo, arrasando con todo lo que quedaba de lo común. Somos territorio y gente de sacrificio y ellos lo asumen como bandera, orgullosamente. Quieren también arrasarcon la cultura. La cultura argentina existe tal y como ha sido hasta ahora porque existe la educación pública. Soy hija de un empleado de comercio y una obrera textil y escribo novelas. No soy la única entre mis colegas que proviene del proletariado, somos un montón. La cultura argentina es también una cultura de la dignidad. Por esa dignidad y por el agua y la tierra para nuestros hijes tenemos que pelear.

Con el alma abierta

El libro es delicado, hay que leerlo con aire, con el alma abierta. El lenguaje ha sido trabajado como una filigrana. Me gusta, en particular, el momento en que la novicia ve la posibilidad de romper con un doble cautiverio: el del cuerpo que siente que no contiene su verdadera identidad y el del convento que la tiene concretamente encerrada. Entonces alguien se olvida unas llaves, y bueno:

“El dolor ese me tuvo quietecita hasta que tus llaves se me impusieron a los ojos y al corazón y al cuerpo entero como se le impone el suelo a lo que cae, sentí mi propia raicita rompiéndome y no dudé, no pude, no supe de bien ni de mal, no me pregunté si sería pecado, si estaría atentando contra mi Señor Dios, contra tu buen amor, contra mi alma, si ardería luego no sólo en el infierno sino en las hogueras de la Santa Inquisición. Mi cuerpo vio la puerta y salió como el tallo de la nuez por el agujerito húmedo que le hicimos”.

Una de las características más innovadoras de la obra es su uso de un lenguaje que intenta emular el español de la época colonial, mientras integra vocabulario guaraní. Este acercamiento lingüístico permite a Cabezón Cámara construir un relato que es al mismo tiempo accesible y desafiante y mete al lector de cabeza en una atmósfera que combina elementos históricos y literarios.

“Tras haber examinado y discutido cuidadosamente las candidaturas presentadas al Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2024, y constatar su riqueza y su diversidad literaria, un jurado decidió, por unanimidad, conceder el galardón a la escritora argentina Gabriela Cabezón Cámara (Argentina, 1968) por su novela Las niñas del naranjel, donde por medio de la reescritura de la vida de Catalina de Erauso, una monja que también fue alférez, ‘consigue dotar de una nueva fuerza imaginativa y simbólica a la novela histórica que relata los discursos y las violencias que gestaron el Nuevo Mundo’; dice el jurado del Premio, que otorga diez mil dólares a la novela ganadora.

Gabriela Cabezón Cámara en la
Gabriela Cabezón Cámara en la Feria del LIbro. (Cleo Bouza / Verónica Bellomo para Fundación El Libro)

Y abunda: La novela dinamita el relato conocido que se escribe desde la experiencia de lo viril al incorporar una voz que atiende a la sensualidad y hostilidad del paisaje, las ambiciones y temores de los personajes, así como a la corrupción de los cuerpos que, sin prejuicios, describe Cabezón Cámara de manera directa y con maestría”. Esto explica la resolución firmada por Ana García Bergua, Diana Sánchez y Emiliano Monge, de México. El jurado también destaca que la narración “explora una cadencia fabulosa en la combinación del español con el guaraní y los barroquismos teológicos del siglo XVII, para gestar con un ritmo particular un lenguaje único”.

Hay aquí, como siempre en Cabezón Cámara, una propuesta política. O, mejor, una apuesta política. No es ingenua pero sí piadosa. No cede al cinismo, al “es lo que hay”, a la aceptación de la crueldad como rector inevitable de las relaciones entre humanos. No cree que ceder a eso sea neutral. Busca -como resistencia y como oposición- tender hacia el cuidado de otro por más diferente que sea. Porque nadie es totalmente fuerte ni completamente frágil, ya sabemos. Y de esa conjunción de debilidades y fortalezas -eso, creo, postula Cabezón- pueden salir mejores formas de vivir.

Las niñas del naranjel (Fragmentos)

1. “Tu niña es un respetado arriero, un hombre de paz”.

2. “Así pasóme a mí, como a la nuez: estaba todo yo mismo en mí misma del mismo modo que el árbol nuevo está en el fruto del árbol viejo”.

3.”Había deseádome marinero pero nunca, nunca, nunca había sabido que fuera eso posible, y la voluntad de lo imposible en el cuerpo duele”.

Un retrato de Catalina de Erauso, la monja alférez.

4. “El dolor ese me tuvo quietecita hasta que tus llaves se me impusieron a los ojos y al corazón y al cuerpo entero como se le impone el suelo a lo que cae, sentí mi propia raicita rompiéndome y no dudé, no pude, no supe de bien ni de mal, no me pregunté si sería pecado, si estaría atentando contra mi Señor Dios, contra tu buen amor, contra mi alma, si ardería luego no sólo en el infierno sino en las hogueras de la Santa Inquisición. Mi cuerpo vio la puerta y salió como el tallo de la nuez por el agujerito húmedo que le hicimos”.

5. “No dudé: cogí aguja e hilo, cogí tijera, cogí cuatro piezas de tejidos, y, ay, once monedas porque los apóstoles fueron doce pero nadie quiere un traidor entre sus huestes y me fui para siempre. Tuve miedo, era medianoche, no recordaba haber pisado otro suelo que las piedras grises y la tierra de hojas de los jardines del convento, pero mis piernas no temieron y me llevaron. Mis manos tampoco temieron, mi querida, tomaron lo que se podía tomar y abrieron lo que había de ser abierto para salir, y corrió mi cuerpo al bosque como el de un cervatillo cuando los ojos del tigre se posan, por fin, en otra bestezuela o en el vuelo de un insecto o en el río”.

6. “Se para, hundido en la orilla del río que lo chupa, qué asco, qué crudo este mundo nuevo con sus labios de barro”.

7. “Cómo explicar con palabras de este mundo que parte de sí un barco llevándolo”.

8. “(...) esto lo entiendo hoy mientras te escribo estos pliegos y como frutas tan gustosas como no has probado nunca, que este mundo nuevo es viejo y tiene árboles antiguos y antiguas selvas pródigas en delicias”.

9. “¿Qué es un reino?

—Pues un país que tiene un rey, como España.

—¿Qué es un rey, che?

—Un jefe de todos elegido por Dios.

—¿Todos le obedecen, vos?

—¿Mba’érepa?

—Obedecen o van presos o a la horca o a la hoguera. Id con los monitos”.

Quién es Gabriela Cabezón Cámara

♦ Nació el 4 de noviembre de 1968 en San Isidro, Buenos Aires, Argentina.

♦ Se destaca en el ámbito literario como escritora, siendo una voz influyente en la literatura contemporánea de América Latina.

♦ Su obra es reconocida por explorar temas de identidad, género y clase social, con un enfoque narrativo que mezcla lo real con lo fantástico, a menudo desafiando las estructuras tradicionales del relato.

La Virgen Cabeza, publicado en 2009, fue su debut literario, introduciendo su estilo distintivo y su habilidad para entrelazar lo social con lo literario.

Romance de la Negra Rubia y Las aventuras de la China Iron son otras obras notables de su autoría, ambas recibiendo elogios por su originalidad y su aguda crítica social.

Las aventuras de la China Iron fue finalista del Premio Booker Internacional en 2020, destacándose por su reinvención de la figura gauchesca desde una perspectiva feminista y queer.

En 2024 ganó el Premio Ciudat de Barcelona en lengua castellana por Las niñas del naranjel y el Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz.

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