Magdalena Fleitas sorprende con un disco “terapéutico” y para adultos

La compositora y cantante, una de las voces más populares del género familiar, publica “Risas del alma” con canciones que hablan de la vida y la muerte. “Es un paso natural en mi carrera”, afirma

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La artista explora nuevos horizontes
La artista explora nuevos horizontes musicales al tiempo que mantiene la esencia de las infancias en su nuevo disco

Magdalena Fleitas es una fuerza de la naturaleza que no para. Antes de realizar esta entrevista llegaba del festival Cantoalegre, en Colombia, donde dictó capacitaciones, charlas y conciertos. Allí compartió conciertos con Marta Gómez y el dúo Karma. “Fue maravilloso”, cuenta con una sonrisa. Entre la entrevista y la salida de esta nota, partió a Chile, invitada por la Fundación Ibáñez Atkinson para el programa Música Educa, para dar también una charla, una larga capacitación y cerrar con algo novedoso para ella, “que es cantar para las mamás que llevan a sus bebés en el fular y bailan. Es una propuesta que se llama danza porteo y tiene que ver con la crianza respetuosa”, continúa. “Yo cuando viajo exprimo el tiempo para poder volver rápido, porque tengo dos niños. Entonces hago capacitaciones, conciertos y charlas, que es como el combo Magdalena Fleitas”, dice con una sonrisa.

Esa es su forma, se le nota al hablar y al contar cada uno de sus proyectos de una larga trayectoria como artista, musicoterapeuta, madre y docente, pero también abierta a la vida. Esta disposición tan ligada a lo espiritual es lo que la condujo a la creación de Risas del alma, su primer disco para adultos, “fruto de su experiencia artística, terapéutica y espiritual, al servicio de la salud y el desarrollo humano”. Y agrega: “con la inocencia y la frescura de las infancias siempre presente, para todo público”. En Risas del alma está acompañada por Raly Barrionuevo, Marta Gómez, Guillermina Beccar Varela y Clara Terán, entre otros artistas.

—¿A qué se debe que ahora produzcas un disco dedicado más para los adultos?

—Porque es el paso natural de mi carrera artística. Cuando yo estoy con pares, con amigos, con compañeros, guitarreamos, cantamos, y las canciones que hacemos no son necesariamente del repertorio infantil, por un lado; y hay algo de mi vida adulta que requiere que yo también componga y explore ese universo de canciones. Pero mi manera de hacerlo tiene que ver con mi espíritu cercano a las infancias, con el juego, con la alegría, con lo que conozco del crecimiento y de los procesos que se viven desde la infancia y para toda la vida. Entonces, lo natural en mi carrera artística fue empezar a componer canciones que nombren la vida en toda su completud, desde que nacemos hasta que nos morimos.

Además, yo soy musicoterapeuta e hice formación en sanación con las manos, estudié astrología y me especialicé también en enfermos terminales, en paliativos. Esto en general la gente no lo sabe, y toda esa parte mía nunca salía a la luz en forma de canción, y a partir de Risas del alma, sentí que también tenía esto para musicalizar los momentos más difíciles de la vida, que no siempre tenemos herramientas ni recursos para poder transitarlo con paz, con confianza. Y la música nos puede ayudar mucho, porque es un lenguaje universal que calma, que pone en palabras lo que a veces no sabemos decir, nos contiene. Entonces, Risas del alma para mí es un disco terapéutico que a mí me lleva a todo público, con este espíritu cercano a las infancias, pero es para todas las edades.

"Risas del alma", el primer
"Risas del alma", el primer disco para adultos de Magdalena Fleitas, refleja su trayectoria y evoluciona su enfoque musical al abordar temas universales

—Entiendo que cuando te referís a acercarlos a las infancias es que tus melodías son amigables para escuchar, para todos. Aunque los niños y las niñas no vayan a entender ciertas letras, pueden disfrutar de la melodía.

—Sí. En las tradiciones rurales, no se distingue el repertorio infantil del repertorio de adultos, necesariamente. Por ejemplo, en algunos pueblos de África, o en nuestras tradiciones rurales del Norte de Argentina, o incluso en Europa, hace un par de siglos había algunas canciones para jugar con los bebés, con los niños, pero el repertorio era más universal. Las canciones las cantaban los adultos, a veces para los niños, pero no necesariamente tenían que hablar, como hablan ahora, del pato, del gato, de saltar, de cepillarte los dientes, etcétera. Las temáticas eran propias de la comunidad, y así se transmitían saberes y oficios para todo público.

En la literatura, por ejemplo, hay mucha más variedad de temáticas que en las canciones infantiles. En la literatura para niños se abordan los duelos, los miedos, los enojos, se abordan los celos, las inseguridades. y sin embargo, en las canciones infantiles, hasta hace unos años, las temáticas eran un poco más estereotipadas; todas más vinculadas al juego y a la alegría. Entonces, me parece que es interesante enriquecer las temáticas, porque la vida no es rosa, la vida es multicolor, y si no tenemos canciones que acompañen los distintos momentos complejos, la música empieza a ser un lenguaje que solamente está en la radio cuando viajamos en auto, para recreación.

—Entiendo que cuando decís que “la vida no es color de rosa” alude a tener los niños entre algodones. No quiere decir que se los exponga sin ningún tipo de filtro, pero tampoco ir al extremo de “estupidizarlos”.

—Ahí tenés como varias intervenciones, por un lado la música uno como adulto que trabaja para infancias, o para para todo público, tiene una responsabilidad de ofrecer una nutrición rica, sabrosa, variada, como cuando pensás la comida de tus hijos, acá es lo mismo. El arte es un alimento espiritual, un alimento para el cuerpo, para la mente. Entonces busco que las canciones tengan arreglos bellos, que haya instrumentos reales, que no sea un teclado imitando el violín. Que haya realmente un violín. Por un lado está la sonoridad. Por otro lado, está la riqueza rítmica, que tiene que ver con con qué ritmos vamos a ofrecer, que no todo sea tachín tachín, que haya chacareras, huaynos, que haya una zamba, que haya una murga rioplatense, porque esas también son mis fuentes.

Y expresa mi cultura, expresa mis orígenes. Y ahí es donde nace la semilla de la propia voz, en resonancia con la voz colectiva. Y en relación con lo que vos decías, también están las temáticas, por supuesto, la poesía. Y acá te voy a contar una anécdota de hace unos años, cuando yo era maestra. Tenía una alumnita que nunca hablaba, que era muy tímida, todos intentábamos contenerla, hacerla reír, integrarla de distintas maneras, y era muy difícil. Y un día yo canté una canción popular, que se llama “Ay, mi palomita”, que cuenta que la palomita se fue y no volvió, y yo me puse a llorar. Es una canción íntima, y los nenes tenían que hacer el sonido de la palomita (tu-tu), y cuando terminé de cantarla, Anahí dijo “Quiero contar algo. Mi papá lloró porque se murió mi abuelo”. Y todos nos dimos vuelta, porque fue la primera vez que esta nena decía algo. Es una anécdota hermosa que expresa que los chicos pasan por duelos, y la vida los impacta. Entonces, que haya canciones que abran ese mundo interior y habilite esos relatos nos da la pauta de que tiene sentido crear y compartir ese repertorio en las escuelas, en casa, en los conciertos.

Fleitas, conocida también como musicoterapeuta,
Fleitas, conocida también como musicoterapeuta, utiliza la música como herramienta sanadora en sus producciones más recientes

—Tu decisión de rescatar las músicas populares, los géneros folclóricos ¿Responde a una búsqueda personal más allá de lo artístico?

—A mí me gusta pensar que tradición es sinónimo de transmisión. Y somos transmisores de cultura, y podemos cantar los arrullos, el arrorró de tu bebé, porque lo aprendiste de tu mamá o de tu abuela o lo escuchaste que lo cantaban otras abuelas. Y podemos hacer el arroz con leche o la sopa de calabaza porque también lo aprendiste y lo recibiste. Entonces, los docentes, los artistas, tenemos también esta responsabilidad. Vuelvo a lo mismo, más que de rescatar es de transmitir, transmitir la riqueza de nuestra cultura, porque eso nos da un lugar en el mundo, y es importante tener una raíz y una fuente a la cual volver para luego salir a conocer el mundo y llenar ese caldo, esa sopa de cilantro que traemos de Colombia, de especias que llegan de México, de África. Porque en realidad es interesante la música colectiva universal.

A mí me gustan los folclores de los pueblos en general, me gusta el folclore de Rusia, de España, de distintos pueblos de África. Me conmueven profundamente y me pongo a bailar. Entonces, ¿cómo no hacer esa música con mis niños? ¿Cómo no traer el conocimiento rítmico de África, de distintos pueblos de África a mi escuela? Yo quiero que eso esté en mi escuela. Quiero que mis hijos bailen y canten y exploren las onomatopeyas, porque además la música te lleva en el espacio, y si vos escuchás un nene que canta en senegalés te abre a otras realidades, te hace salir del ombligo del mundo, te alimenta la empatía de querer conocer chicos de otros lugares y tener amigos nuevos. Y esto es una herramienta para la paz, para el cuidado del medio ambiente, para la amorosidad dentro de la casa. Porque empezás a descubrir niños de todo el mundo, con distintas realidades, y esto genera cosas en los chicos. Es un camino de educación, también, cívica.

—Volviendo a Risas del alma. ¿Que hayas hecho un disco para adultos no significa que dejes la música para las infancias?

—No. Yo creo, primero, que la música que yo hago para las infancias, que hice siempre, también era para adulto. La música tiene que ser para todos, para todas. Tenemos que pasarlo bien escuchando las canciones, y si estás en tu casa y tu bebé está escuchando una canción, te tiene que traer felicidad a vos como mamá, como abuela, como papá. Entonces, vuelvo a lo mismo de que no haya una distinción en la sonoridad entre la música para niños y la música para adultos. En este nuevo álbum, Risas del alma también juego con sonidos de pajaritos, con el sonido del viento, con algunas rítmicas sencillas que son folklóricas y que también podrían estar presentes en un álbum para niños. Pero es cierto que las temáticas de Risas del alma abordan temas más complejos. Por ejemplo, la muerte, por ejemplo, el sentido de la vida, el tomar conciencia del paso del tiempo, y realmente responsabilizarse de tener una vida significativa, que los tesoros que encuentre en mí sean tesoros para ti, como dice la canción “La alegría del ser”.

El nuevo álbum de Fleitas
El nuevo álbum de Fleitas combina tradiciones musicales, espiritualidad y crecimiento personal para ofrecer una experiencia enriquecedora

—A partir de lo que comentabas anteriormente ¿Creés que hoy más que nunca hay una necesidad o una búsqueda espiritual?

—Yo tengo raíces católicas, pero también estudié cabalá, y estudié sobre el budismo y tengo una búsqueda espiritual desde que soy chiquita. Era chiquita y me conmovía ver cómo caían las hojas de los árboles en otoño. Y esto me llevó a buscar y profundizar en el camino espiritual. Pero no está separado de la vida cotidiana. Para mí el desafío es encontrar un puente entre lo espiritual y lo cotidiano. ¿Para qué? Para alimentar la alegría, para darse cuenta de cómo crear condiciones de alegría y de calma dentro de la propia casa, en el propio trabajo. ¿Qué gestos te acercan a la gente y qué gestos te alejan? Todo lo que uno también va aprendiendo en la terapia, ¿no? Los tonos de la voz, las caras que uno pone. Todo esto también es parte del conocerse a uno mismo en profundidad y en hacer la vida más fácil y más feliz. Más allá de lo que te toque. Porque no es que tiene que ser rosa la vida para que vos estés feliz.

En muchas tradiciones, vuelvo a lo mismo, en las tradiciones rurales, cuando nace un bebé, la comunidad le canta. Hay muchas historias vinculadas a esto, se compone una canción para ese bebé, o se transmite la música, como hacen los gitanos, que le transmiten la música desde la panza a la madre para que el bebé la reciba. De alguna manera Risas del alma celebra eso y transmite canciones para acompañar la vida desde que nacemos. Y yo creo que necesitamos más recursos que nos recuerden cuál es el sentido de la vida. ¿Para qué? Para quejarnos menos, para tener más energía vital, para ser menos narcisistas, menos omnipotentes.

[Fotos: gentileza prensa Magdalena Fleitas]

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