La actriz y directora franco-senegalesa Mati Diop continúa su exploración cinematográfica en Dahomey, un documental que testimonia un proceso de restitución histórica que va más allá de lo material. Ganadora del Oso de Oro en la Berlinale 2024, ahora se exhibe en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín: la obra se presenta como un hito en la representación de la memoria cultural y la identidad postcolonial de África, en particular de Benín -un pequeño país de la región occidental, sobre el golfo de Guinea-, donde se encuentran los restos del antiguo Reino de Dahomey.
La película sigue el viaje de 26 objetos robados durante el periodo colonial, que regresan a su tierra natal tras más de un siglo de cautiverio en Francia. Diop, que se destacó anteriormente con su ópera prima Atlantique, aborda esta temática con una mirada poética y reflexiva. A lo largo de los 67 minutos, la directora se enfoca en los gestos de embalaje, el tránsito y la llegada de estas piezas, que son recibidas como héroes en su país de origen.
A medida que la narrativa avanza, Diop presenta no solo la ceremonia de devolución, sino también un debate profundo y necesario sobre lo que representa este acto. Un grupo de estudiantes discute la restitución, planteando preguntas sobre la identidad cultural, el uso de la lengua francesa y el legado colonial que aún pesa sobre la sociedad beninesa. Este enfoque en el diálogo y la diversidad de opiniones enriquece la película, convirtiéndola en un espacio de reflexión sobre el pasado y sus repercusiones en el presente.
Uno de los elementos más fascinantes de Dahomey es la manera en que Diop logra infundir vida en los objetos a través de la voz del Rey Ghezo, quien narra su experiencia en cautiverio. Esta elección estilística no solo da un tono fantástico al documental, sino que también enfatiza la importancia de la memoria colectiva y el papel que juega el arte en la construcción de la identidad. La voz gutural del rey, que resuena a lo largo de la película, actúa como un recordatorio de las historias que han permanecido ocultas bajo el peso del colonialismo.
Visualmente, Diop ofrece una atmósfera rica en simbolismo y belleza. Sus planos nocturnos, llenos de luces y sombras, establecen un diálogo entre el pasado y el presente. La majestuosidad del paisaje beninés se entrelaza con el relato de la restitución, sugiriendo que el regreso de estos objetos es también un reencuentro con las raíces culturales de un pueblo. Esta dualidad de lo tangible y lo etéreo es una constante en la obra de Diop, quien logra equilibrar la realidad política con la fantasía.
A pesar de la celebración que rodea el regreso de los 26 objetos, Diop no oculta la insuficiencia de este acto. A través de los debates que retrata, se hace evidente que la restitución de solo una parte del patrimonio cultural es un tema de tensiones y contradicciones. Mientras algunos celebran la devolución como un avance significativo, otros insisten en que es solo el comienzo de un proceso que necesita ser mucho más ambicioso. Este sentido de justicia histórica permea el documental, sugiriendo que la recuperación de la identidad cultural es un camino aún por recorrer.
El viaje de Dahomey también pone de manifiesto la desconexión que muchos benineses sienten respecto a su propia herencia cultural. A través de las reflexiones de los jóvenes, se ilustra cómo el colonialismo ha moldeado percepciones y narrativas, dejando a generaciones sin acceso a sus leyendas e historias. Este testimonio revela la necesidad de rescatar y reivindicar las narrativas locales, permitiendo que las nuevas generaciones se reconecten con sus raíces.
El cierre de la película, con imágenes de las celebraciones en las calles y la intersección de la modernidad con la tradición, deja al espectador con una sensación de esperanza y desafío. Dahomey no solo documenta un acto de restitución; también plantea preguntas urgentes sobre la identidad, el legado colonial y el futuro cultural de Benín.
Mati Diop ha creado una obra que, aunque sencilla en su concepción, es rica en significado y reflexión. Dahomey es más que un documental; es un acto de reivindicación cultural y un recordatorio de que la historia nunca se detiene. A través de su narrativa, Diop nos invita a reflexionar sobre el pasado, la memoria y la necesidad de construir un futuro en el que las voces de todos sean escuchadas y valoradas. La película, al llegar a las salas y plataformas de streaming, se convierte en un eslabón fundamental en el diálogo sobre la identidad y la justicia histórica en un mundo que aún lucha con los fantasmas del colonialismo.
* Dahomey se proyecta en Buenos Aires, en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530) y en Cine Arte Cacodelphia (Av. Pres. Roque Sáenz Peña 1150). Luego se entrenará en la plataforma MUBI.