Del “nuevo obrero” a la “burguesía unificada”: la mirada de Juan José Sebreli de las clases sociales argentinas

Infobae Cultura reproduce un fragmento del libro “El incansable polemista”, sobre la trayectoria intelectual del pensador de 93 años

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“El incansable polemista: la trayectoria
“El incansable polemista: la trayectoria intelectual de Juan José Sebreli” (Editorial Biblos) de Carlos Cámpora

Fuera del primer capítulo dedicado a explicitar aspectos de tipo teórico y metodológico, los otros cuatro están dedicados cada uno a una clase social diferente. Dado que “clases sociales” es una temática esencial de la sociología, esto contribuye a darle un matiz sociológico al ensayo.

La primera de las clases tratada en la obra es “Las burguesías”, utilizando el autor el plural para dar a entender que existen distintas fracciones de clase dentro de ella. Así, distingue la burguesía agropecuaria y la burguesía comercial de Buenos Aires, que constituían grupos diferenciados y que terminan uniéndose:

Esta burguesía unificada y estrechamente ligada desde su nacimiento a los intereses del imperialismo inglés, estas doscientas familias de apellido tradicional que, desde entonces, gobernarían al país bajo las formas del despotismo ilustrado, aclamadas por sus admiradores como una “aristocracia” de “rancia estirpe” y repudiada por sus enemigos como una oligarquía opresora (Sebreli, 1964: 25).

Esta “burguesía unificada” pasaría a constituir la “vieja burguesía” que se diferencia de una “nueva burguesía” que estaría compuesta por grupos heterogéneos, entre los que se destaca la burguesía industrial (…)

La segunda de las clases tratada por Sebreli es la clase media. Como en todos los casos comienza con su “ecología”, pero a poco de avanzar con la lectura se ve una diferencia marcada con respecto a la presentación “ecológica” de los otros capítulos:

Surge así el departamento pequeñoburgués: frentes fastuosos y trasfondos tristes y sombríos para una clase que vive de las apariencias la sordidez arquitectónica de los inmuebles pequeñoburgueses concuerda con la mezquindad de sus vidas cotidianas (Sebreli, 1964: 67 y 68).

A pesar del relativo valor urbanístico e higiénico que pueden tener, estos barrios rechazan por su medianía (…) que constituyen el atractivo de los barrios viejos y no planificados de la ciudad. Éstos pueden engendrar, a veces, el crimen, pero aquéllos engendran inevitablemente el tedio, la tristeza, la angustia (Sebreli, 1964: 69).

En estos pasajes ya se advierte el tono que predominará a lo largo de todo el capítulo. Si bien es cierto que Sebreli se caracteriza por su carácter crítico, en el tratamiento de la clase media su cuestionamiento alcanza una marcada aspereza. Se advierte ya en estos fragmentos una fuerte carga negativa, sea mediante el uso de adjetivos calificativos (“tristes y sombríos”) como en el empleo de sustantivos abstractos (“sordidez”, “mezquindad”, “medianía”, “el tedio, la tristeza, la angustia”). Aunque el autor halla elementos para criticar en todas las clases tratadas, queremos destacar que en el abordaje de la clase media adquiere una severidad mucho mayor que en las otras.

Hoy, a las 18:30 en
Hoy, a las 18:30 en la Biblioteca Nacional, se realiza la presentación del libro de Cámpora. Estarán presentes Jorge Fernández Díaz, Marcelo Gioffré y Juan José Sebreli

Con respecto a una visión negativa de la clase media, debe tenerse en cuenta que no es exclusiva de Sebreli. Después de 1955 y por alrededor de diez años se produjo una serie de textos en los cuales se criticaba a esta clase, dentro del marco de autores de izquierda como Juan José Hernández Arregui, Rodolfo Puiggrós o Jorge Abelardo Ramos. Este conjunto de escritos ha sido denominado por Carlos Altamirano (2011 a) “literatura de mortificación”, puesto que esa literatura se encargaría de recordarle a la clase media que debía purgar algunas faltas. Si bien Sebreli compartiría así con otros autores ese tipo de “literatura”, debemos resaltar que el propio Altamirano entiende que en el ensayista adquiere rasgos negativos tan marcados que luego no habría mucho más que agregar:

Podría decirse que el capítulo de Buenos Aires, vida cotidiana y alienación da culminación a la literatura de (auto) denigración de la pequeña burguesía que ha sido el objeto de esta exploración. Si bien el discurso continuará, no va a añadir nada, como no fueran nuevos ejemplos, al cuadro de estigmas resumidos por Sebreli (Altamirano, 2011 a: 120 y 121).

Por otro lado, la tercera clase que analiza Sebreli es la del lumpen. Cabe decir que no era tan común considerarla en un análisis de clases, lo cual constituye una perspectiva diferente por parte del ensayista. En su examen, el autor se basa en la clásica obra de Carlos Marx El 18 Brumario de Luis Bonaparte (2003 [1852]). Debemos señalar que Sebreli había ya aludido a este texto en uno de sus artículos en las revistas literarias de los años cincuenta y que también lo tendrá en cuenta en su obra Eva Perón, ¿aventurera o militante? (1966). Acorde con la caracterización de Marx, el ensayista utiliza la expresión “proletariado harapiento” para referirse al “lumpen”:

En el país precapitalista, con escasas industrias, la inmensa muchedumbre trasplantada a la ciudad, que no podía ser asimilada por el limitado mercado de trabajo, formaba inevitablemente, al margen de la sociedad organizada, un proletariado harapiento, el lumpenproletariado, según la clásica expresión de Marx, ‘esa putrefacción pasiva’ la clase de los que no tienen ninguna y ni siquiera pueden agruparse entre ellos (Sebreli, 1966: 126 y 127).

Además, como en otras ocasiones, cabe considerar lo dicho por el propio intelectual citado por Sebreli. Así, sobre el tipo de individuos que compondrían el “lumpen”, en El 18 Brumario de Luis Bonaparte (2003 [1852]), Marx comenta:

Roués [libertinos] arruinados, con equívocos medios de vida y de equívoca procedencia, junto a vástagos degenerados y aventureros de la burguesía, vagabundos, licenciados de tropa, licenciados de presidio, huidos de galeras, timadores, saltimbanquis, lazzaroni, carteristas y rateros, jugadores, alcahuetes, dueños de burdeles, mozos de cuerda, escritorzuelos, organilleros, traperos, afiladores, caldereros, mendigos; en una palabra, toda esa masa informe, difusa y errante que los franceses llaman la bohème (Marx, 2003 [1852]: 63 y 64).

Del mismo modo, Sebreli proporciona una lista de aquellos que serían parte de dicho sector: “Vagabundos, mendigos, prostitutas, ladrones, rufianes, estafadores, matones profesionales, pícaros, vividores, y mantenidos de todo tipo, trabajadores de cosas impuras dispuestos a venderse por nada” (1964: 127).

Además, hay que mencionar que, en el tratamiento de este sector social, el ensayista se refiere a dos conocidas figuras de la Argentina, Carlos Gardel y Eva Perón, figuras que volverán a aparecer en otras obras del autor (…)

En este texto Carlos Cámpora
En este texto Carlos Cámpora aborda el famoso ensayo de Sebreli titulado “Buenos Aires, vida cotidiana y alienación"

La última de las clases sociales abordada por Sebreli es la proletaria en el capítulo “Obreros”. Del mismo modo que en otras clases establecía diferenciaciones internas, el ensayista también hace lo propio en esta, donde distingue el “antiguo obrero” del “nuevo obrero”. Al “antiguo obrero”, el autor lo ubica históricamente con anterioridad a la Segunda Guerra Mundial, comentando que este se desempeñaba en pequeños talleres artesanales y su trabajo tenía las propiedades de una obra personal. Además, como provenían de países centrales, el ensayista afirma que estos obreros trasplantaban esquemas ideológicos inadecuados para un país como el nuestro.

Por otra parte, con respecto al “nuevo obrero”, Sebreli sostiene que, sin desaparecer totalmente esa señalada forma de producción más bien artesanal, se va desarrollando en nuestro país desde 1938 a 1955 una creciente producción en serie, lo que a su vez origina otros importantes cambios. Según el autor, el pasaje de la aristocracia obrera al obrero sin calificación implica un claro cambio dentro del proletariado argentino que no fue advertido por las izquierdas tradicionales que confundieron al denominado “cabecita negra” con el lumpen.

En cuanto al papel del peronismo en relación con los obreros, el autor encuentra elementos positivos y negativos. Por una parte, el ensayista señala como positivo el reconocimiento del obrero por parte de Estado, creando así una conciencia de que él estaba destinado a tener un importante papel en la sociedad; asimismo, resalta que los obreros obtuvieron mejoras sociales como jubilaciones, vacaciones pagas, aumento de salarios y aguinaldo. Pero, por otra parte, como negativo, el autor remarca que el Estado paternalista canalizaba las aspiraciones obreras mediante un reformismo burgués que propiciaba una armonía de clases que era ilusoria; para el ensayista, la caída del peronismo demostró que era imposible esa armonía, ya que el equilibrio entre clases antagónicas era inevitablemente inestable.

En suma, las clases sociales ocupan un papel central en la obra ya que es la forma mediante la cual Sebreli la estructura. Si bien es habitual en el autor su actitud crítica, en el abordaje de dichas clases, sobresale el ácido tratamiento que realiza de la clase media. Por otro lado, en el examen que efectúa de ellas, el ensayista aborda una multiplicidad de aspectos: indica su ubicación geográfica (su “ecología”), recuerda etapas de su historia, señala diferenciaciones internas en algunas de ellas y describe variadas costumbres típicas de cada una. Desde nuestro punto de vista, el autor realiza una particular combinación uniendo elementos teóricos (abstractos) con elementos que sean reconocibles por los lectores (concretos) que faciliten la aproximación a cada clase social.

* Fragmento perteneciente al apartado “Clases sociales” del capítulo II de “El incansable polemista”, donde se aborda el ensayo de J. J. Sebreli “Buenos Aires, vida cotidiana y alienación”.

** Hoy, a las 18:30 en la Biblioteca Nacional, se realiza la presentación del libro mencionado. Acompañarán al autor Jorge Fernández Díaz y Marcelo Gioffré. Juan José Sebreli estará presente. Será en la Sala A. R. Cortázar y la entrada es libre y gratuita.

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