Pasadas las 11 de la noche del lunes, Graciela Borges subió al escenario de la Usina del Arte para recibir el Martín Fierro Ícono del Cine “Que no nos digan cómo tenemos que hacer cine, sabemos hacer cine”, dijo la -nunca más justamente- icónica actriz. Y dedicó buena parte de su discurso a la situación del INCAA y específicamente, aludió al remanido tema de la cantidad de espectadores que tienen las películas argentinas (eje del cuestionamiento que la actual conducción del Instituto de Cine realiza a los subsidios otorgados) contando una pequeña anécdota vivida por ella y Leonardo Favio, nada menos. El sentido de su mensaje era: no valoren una película solo por si vende entradas o no.
En sus palabras, Borges habló de “tribu” para referirse a la gente del cine que colmaba la platea del centro cultural del barrio de la Boca. Ese espíritu colectivo de la industria cinematográfica argentina fue protagonista durante toda la noche, una noche de reivindicación. “No bajemos los brazos, si no no vamos a poder siguiendo esto. El mundo está lleno de imágenes de cine argentino. Ganamos premios en festivales, pero en realidad lo que más amamos, es hacerlo. Que nos dejen contar lo que queremos”, concluyó.
Así fue toda la noche, del exaltado histrionismo de Norman Briski al insulto sonriente de Soledad Villamil pasando por el contundente pedido de Mirtha Legrand: “No cierren el INCAA”. Incluso aquellos ganadores de los rubros más “técnicos” que no cuentan con el reconocimiento público, fueron explícitos al respecto. Es algo que evidentemente flota en el aire y emergió explícito y contundente en la noche de un premio recién nacido, pero cuya “marca” es tradicional en la industria del entretenimiento argentino.
“Puan” y la discusión sobre la universidad pública
Otro momento caliente de la noche se vivió, también, temprano en la ceremonia. Cuando llegó el momento de la entrega del premio en la categoría “Guion”, los directores de la película ganadora Puan, María Alché y Benjamín Naishtat, cedieron la palabra a Ricardo Manetti, decano de la Facultad de Filosofía y Letras, quien pronunció un vibrante discurso en defensa de la universidad pública.
En un ámbito extraño para su condición docente, Manetti fue emocional y contundente en su breve pero intenso discurso. Dijo que el 60% de los estudiantes de la universidad pública, son primera generación. “Yo también soy primera generación de universitarios. Enseño cine argentino, y defiendo el cine argentino”, agregó. “Ir a la facultad transforma vidas, familias, cumple sueños y proyectos y es fundamental para el desarrollo de la educación en nuestra país (...) Están queriendo hacer desaparecer nuestra universidad pública. Quiero hablarle a los que están mirando: la universidad publica es un emblema, un orgullo para nuestra país, todos y todas tenemos que defenderla porque es el modo de defender nuestro futuro”, concluyó visiblemente emocionado. Y citó a Osvaldo Bayer, para decir: “lo que no tuvieron coraje de hacer los denominados representantes del pueblo, lo hacen los estudiantes”.
Cuando volvieron a recibir un premio, la directora María Alché eligió citar al músico Gilberto Gil -ministro de Cultura 2003-2008 durante la presidencia de Luis Inacio “Lula” Da Silva- y leyó sus palabras. “Cultura como usina de símbolos de un pueblo. Cultura como el sentido de nuestros actos. No es menester del Estado hacer cultura, pero sí promover el acceso al desarrollo de la cultura. Es un derecho básico de la ciudadanía”.
A su turno, Leonardo Sbaraglia, ganador por Puan como “actor protagónico drama” volvió sobre la ajustada definición de Graciela Borges: “Todos pertenecemos a la misma tribu”, dijo. “Entre todos hacemos esta cultura maravillosa. La vamos a cuidar”, aseguró. Y agregó “ojalá que el año que viene haya películas. No es un ironía”.
[Fotos: prensa América]