“El reino animal”, un drama familiar con toques fantásticos y variados niveles de interpretación

La ganadora del César a “mejor película” es un relato cautivador ambientado en una Francia trastornada. “Hay una mirada política sobre cómo convivir con el otro”, dice su director Thomas Cailley

Trailer de "Reino animal", de Thomas Cailley

En un mundo donde las mutaciones genéticas transforman a los humanos en animales, Thomas Cailley presenta su película El Reino Animal, estrenada este fin de semana. Este thriller sigue a François, interpretado por Romain Duris, quien lucha por salvar a su esposa afectada por esta extraña enfermedad, mientras emprende un viaje con su hijo Émile, interpretado por Paul Kircher, en busca de respuestas.

La película, que ha sido reconocida en varios festivales, incluyendo el Festival de Cine de Cannes y los Premios César, combina elementos de drama familiar y cine fantástico. En este contexto, François y Émile se enfrentan a un mundo donde las personas se convierten en criaturas híbridas, y deben lidiar con las consecuencias de estos cambios en sus vidas personales.

La trama se desarrolla en una región de Francia donde las autoridades han optado por medidas drásticas para controlar a las criaturas mutantes, encerrándolas o eliminándolas. Esta situación se complica cuando la esposa de François, una de las mutantes, es trasladada a una zona rural, lo que lleva a François y Émile a mudarse para estar cerca de ella. Sin embargo, las criaturas logran escapar, y la madre de Émile se pierde en el bosque, lo que desencadena una búsqueda desesperada.

"El reino animal", dirigido por Thomas Cailley, se estrena en Argentina en octubre

Mientras tanto, Émile enfrenta su propia transformación, experimentando cambios físicos que sugieren que él también podría estar mutando. Este aspecto de la película aborda temas contemporáneos como la aceptación de las diferencias y la lucha contra la intolerancia, reflejando una metáfora sobre la identidad y el crecimiento personal.

El Reino Animal ha generado tanto controversia como elogios, en parte por su enfoque en temas de transformación y lo monstruoso, y por su capacidad para combinar tradición y modernidad en su narrativa. La película invita a reflexionar sobre la condición humana y nuestra relación con el mundo natural, en un contexto de fantasía que desafía las convenciones del género.

Infobae Cultura entrevistó a Thomas Cailley, director de El reino animal, ganadora del preciado Premio César a la Mejor Película. “La mutación te lleva a cuestionar la diferencia y cómo la sociedad la percibe, lo que es una cuestión muy importante hoy en día”, afirma.

—He leído que la historia de la película surgió de un guion que recibiste. ¿Qué te llamó la atención y por qué decidiste llevarlo al cine?

—En 2019, recibí un guion de Pauline Munier, una joven guionista, donde los personajes tenían atributos animales. Eso me interesó porque estaba buscando una historia con un toque fantástico. Juntos reescribimos el guion y creamos una nueva historia.

El director Thomas Cailley aborda temas como la crisis migratoria y la psiquiatría en Francia a través de la metáfora de la mutación (REUTERS/Gonzalo Fuentes)

—¿Cómo fue el desafío de abordar este género fantástico, que implica más efectos especiales y cambiar la fisonomía de los actores?

—El concepto de la mutación me pareció interesante porque permite explorar distintas dimensiones: los cambios físicos, las relaciones entre los personajes, y también una mirada política sobre cómo aceptamos convivir con el otro. Hubo escenas muy íntimas y otras más espectaculares, lo que lo hizo muy interesante y emocionante.

—En cuanto a las relaciones entre los personajes, ¿cómo pensaste la dinámica entre padre e hijo? ¿Qué consideraste al trabajar con los actores?

—Me interesa la transmisión entre padre e hijo, esa conexión misteriosa donde ambos aprenden y evolucionan gracias al otro. Emile, el hijo, aprende mucho de su padre, pero también François aprende de su hijo. Como padre desde hace diez años, entiendo cómo esas relaciones nos transforman. Durante el rodaje, los actores se llevaron muy bien, lo que hizo que todo fluyera de forma natural.

—Pensando en la relación con lo desconocido y lo diferente, es difícil no asociarlo con la crisis migratoria en Europa y la integración de los inmigrantes. ¿Tuvo esto algo que ver o la intención fue otra?

—Sí, quise mantener esa metáfora, pero hay muchos niveles de interpretación. También pensé en la situación de la psiquiatría en Francia, las transiciones de género, la crisis ambiental y el racismo.

Romain Duris interpreta a François, un hombre que busca salvar a su esposa mutante mientras viaja con su hijo Émile para encontrar respuestas

—¿Qué sucede con el cine de género fantástico en Francia? ¿Se está explorando más y hay directores especializándose en este género?

—En los últimos diez años, ha habido una tendencia hacia un cine más naturalista en Francia, pero históricamente el cine de autor ha tenido una fuerte conexión con lo fantástico, como lo vemos en Georges Méliès, Jacques Tourneur y Georges Franju. Ahora, esa tendencia está resurgiendo, y creo que se debe a que directores de mi generación han tenido más acceso a cinematografías de otros países, como la estadounidense o la coreana.

—En cuanto a los protagonistas, ¿participaste en el proceso de casting o ya tenías a los actores en mente? ¿Qué les transmitiste para crear los personajes, o les diste libertad para trabajar con su experiencia?

—El casting lleva tiempo, y como director, mi rol principal es guiar a los actores. Además de la actuación clásica, trabajamos mucho la transformación hacia lo animal, con coreógrafos, durante casi un año. Pol, uno de los actores, dedicó mucho esfuerzo a desarrollar un lenguaje corporal que reflejara esa animalidad.

"El Reino Animal" invita a reflexionar sobre la relación humana con la naturaleza y la aceptación de la diferencia

—Hay un componente físico muy marcado, no solo en los protagonistas, sino en todos los personajes. ¿Se trabajó especialmente en eso?

—Sí, fue complicado porque, además del trabajo físico, había que considerar los efectos especiales. Como director, mi tarea fue proteger ese espacio para que los actores pudieran desarrollar su fisicalidad. Desde el guion, ya tenía claro que la película sería más visual que dialogada, así que me apoyé mucho en las habilidades físicas de los actores. Por ejemplo, Tom Mercier, que interpreta a “El Pájaro”, tiene formación en danza y circo, y el actor que interpreta al padre también tiene un enfoque muy físico en su actuación. Muchos actores fueron elegidos por esa razón.

—¿Cómo viviste las repercusiones en los festivales y la reacción ante los premios que recibió la película?

—Estoy muy contento con la repercusión, ya que reconoce el trabajo colectivo de un equipo grande. Me alegra que el público se haya emocionado con los vínculos entre padre e hijo y que esas emociones no quedaran eclipsadas por los efectos especiales. La película va mucho más allá del simple cine de género.