Miguel Zenón: “Pensamos en Miles Davis o Coltrane, pero ahora el jazz es mejor que antes”

El saxofonista portorriqueño, una de las figuras más destacadas de la escena jazzera, habló con Infobae Cultura de su regreso a Buenos Aires antes de sus recitales, este martes 22 y miércoles 23

Miguel Zenón: "El Grammy también te ayuda a abrir las puertas para llegar a un público nuevo"

¿Quién es Miguel Zenón? ¿El saxofonista que este año ganó un Grammy por su disco de boleros a dúo con un pianista? ¿El portorriqueño que a los 19 años dejó su tierra natal para estudiar en la escuela de Berklee y volcarse al jazz? ¿El artista influenciado por los ritmos latinoamericanos y la música tradicional de su país y al que le cambió la vida haber escuchado a una leyenda como Charlie Parker? ¿Uno de los mejores talentos del jazz internacional que vuelve a tocar en Buenos Aires la semana que viene?

Este músico de 47 años es todo eso y mucho más, como podrá comprobarse el martes y miércoles próximos a las 20.45 en el Café Berlín, avenida San Martín 6656. No será su debut en nuestro país, pero sí su primera presentación aquí al frente de su propio grupo: Luis Perdomo en piano, Matt Penman en contrabajo y Henry Cole en batería. El pianista venezolano acompaña a Zenón desde hace 25 años y juntos grabaron dos volúmenes del disco “El arte del bolero”, en 2021 y en 2023, el último de los cuales le permitió al saxofonista ganar su primer Grammy y una nominación al Grammy Latino.

En diálogo con Infobae, mientras estaba de gira por México, Zenón dijo: “Estoy muy entusiasmado por mi regreso a Buenos Aires. Es mi tercera o cuarta visita, pero siempre toqué solo o alguna vez con Guillermo Klein, pero esta es la primera vez que voy con mi propia agrupación a presentar mi música. Adoro a Buenos Aires como ciudad, por su vida cultural y porque tengo muchos amigos músicos”.

Miguel Zenón, en el momento de recibir el Grammy

Para sus shows porteños, anticipó que presentará una síntesis de su carrera: “Será una combinación de repertorios relativamente nuevos que acabamos de grabar y temas más viejos. O sea, mucha música original, algunos arreglos de temas de música latinoamericana y canciones de El arte del bolero”.

— ¿Qué representan en tu trayectoria estos discos que unen el jazz y los boleros?

— Todo este cancionero latinoamericano fue en su momento música muy popular y para mí es bien familiar. Crecí con esta música, con mi padre, con mi abuelo, al igual que en el caso de Luis Perdomo, que nació en Venezuela. Este proyecto fue un reto porque tú estás tratando de combinar y mantener la esencia de algo que ya de por sí es bien poderoso y bien fuerte, pero también quieres inyectarle tu propia personalidad. En este caso, como esta música es tan familiar para nosotros y tiene también elementos de nostalgia, tratamos de mantenernos cerca del contenido melódico y lírico. Más que nada utilizar eso como plataforma y explorarlo como si fuera un standard de jazz. Ahora, además, se le sumó el reconocimiento del Grammy y estamos súper contentos. Yo había sido nominado ya en varias ocasiones, pero esta es la primera vez que gano. Todo reconocimiento es positivo, cualquiera que sea, porque también te ayuda a abrir las puertas para llegar a un público nuevo.

— Seguramente también puede ser un incentivo para intentar nuevos desafíos.

— Claro, también lo veo como un poquito de gasolina. Es como una recompensa al trabajo, porque esto es mucho trabajo, obviamente, pero, a la vez, el reconocimiento no necesariamente te hace mejor artista. Lo que hace un premio es abrir puertas profesionales, aunque hay que seguir haciendo el trabajo artístico para seguir mejorando y seguir creciendo artísticamente. Justamente es un incentivo para eso, para nuevas búsquedas, nuevos desafíos y para no quedarse en lo mismo de siempre.

¿Cómo fueron tus comienzos? ¿Había músicos en tu familia?

— Nací y me crié en Puerto Rico, pero no estuve rodeado de músicos. No tenía ese tipo de referencia, pero sí había mucha música a mi alrededor, como es común en nuestros países latinoamericanos, pues la música está metida dentro del diario vivir.. Había mucha música en mi casa y en la calle todo el tiempo y desde chiquito me atrajo. No la idea de ser músico, pero sí la música. Empecé de chico en la escuela, con un coro, con un poquito de flauta dulce, tocando de oído con el maestro de la escuela porque me divertía. Y como a los 10 años unos compañeros de la escuela me avisaron que había un señor que daba clases de música gratuitas a los jóvenes del barrio para tratar de sacarlos de las calles. Ese maestro se llamaba Ernesto Vigoreaux y con él aprendí mi primer solfeo y teoría. A los 6 meses fui aceptado en una escuela especializada en música hasta que me gradué y empecé mis estudios con el saxofón. Escogí el instrumento de una manera bastante aleatoria. Yo quería tocar el piano, pero el primer día había que elegir un instrumento y llegué tarde, así que no quedaban muchas opciones.

"El jazz es la música que me hizo querer ser músico", dijo Miguel Zenón

— Llegaste al saxo casi de casualidad, entonces.

— Era la única opción que me resultaba familiar porque lo escuchaba en la música popular. Mi entrenamiento en esa escuela fue exclusivamente clásico. A los 14 o 15 años, más o menos, empecé a tocar profesionalmente música popular como salsa y merengue. Pero después algunos compañeros de la escuela me introdujeron al jazz cuando me hicieron escuchar cassettes de músicos como Charlie Parker. Eso me enamoró. Escuché a Charlie Parker la primera vez y fue como si hubiera descubierto una dimensión nueva. Él tocaba mi propio instrumento, lo hacía excelentemente bien, pero cuando entendí que estaba improvisando, creando en ese momento, fue como descubrir un idioma que no conocía y que me apasionó. Eso me hizo cambiar. El hizo que cambiara el lugar que tenía la música en mi vida: hasta ese momento me gustaba la música, pero nunca había considerado ser músico.

— Todo gracias a Charlie Parker.

El jazz cambió el curso de mi vida, literalmente. Desde ese momento me decidí y me dije: quiero tratar de hacer eso. No fue fácil porque mi familia no tenía los recursos para enviarme a estudiar a un buen lugar y en Puerto Rico tampoco existían los recursos para estudiar allí. Entonces, cuando me gradué y resolví irme a estudiar a Estados Unidos, me tomó bastante tiempo poder ahorrar dinero y conseguir una beca. Así hasta que a los 19 años conseguí lo suficiente para irme a Boston para estudiar en el Berklee College of Music, que fue donde hice bachillerato. Después de ahí, todo se encaminó.

— ¿Tus padres apoyaron tu decisión de dedicarte a la música?

— Como te dije, yo no tenía músicos en mi familia, pero después me enteré, por ejemplo, que tenía un tío que tocaba el bajo con un grupo muy famoso y nunca lo vi tocar, y que otro tío que tocaba el saxofón. Mi papá era músico amateur, tocaba percusión, y murió cuando yo era joven. Me crié con mi mamá. Para mi familia fue un shock. No entendían cómo vive un músico. Y a mí siempre me gustó la matemática, la ciencia, y estaba encaminado a ir a la escuela de ingeniería en Puerto Rico. Pero igual me apoyaron y trataron de buscar la manera de de ayudarme. Tengo cuatro hermanos y ninguno se dedicó a la música. La más cercana a mí por edad vino conmigo a ese primer día de la clase de música. Pero yo seguí yendo y ella duró un día (se ríe). Es abogada. Encontró su propio camino.

Miguel Zenón y Luis Perdomo, juntos desde hace 25 años, tocarán en Buenos Aires tras sus dos discos que unen el jazz y los boleros

— En tu música, más allá del lenguaje universal del jazz, hay una evidente raíz latinoamericana que delata los ritmos que seguramente escuchabas cuando eras chico en Puerto Rico. ¿Esa cuna musical también te ha moldeado para, para el lenguaje actual que lograste tener?

— Sí, definitivamente. Y fue un proceso que no ocurrió inmediatamente cuando fui a los Estados Unidos a estudiar. Yo lo único que quería hacer era estudiar jazz. A mí no me interesaba escribir mi propia música, no me interesaba hacer discos. Yo sólo trataba de entender cómo tocaba Charlie Parker o John Coltrane. Ya terminando la carrera universitaria empecé a escribir algunas composiciones originales y me pregunté qué tenía ofrecer como músico. Me di cuenta de que aunque había crecido en Puerto Rico con mucha música, realmente no la conocía en profundidad. Definitivamente no la conocía como sí conocía el jazz. Entonces tuve un sentido de responsabilidad, de tratar de entender este lado de mi historia o de mi identidad. Es algo que todavía lo siento así. La perspectiva, la experiencia y el tiempo me ayudaron a poder apreciar y acercarme más a la música de Puerto Rico, Latinoamérica, el Caribe. Desde entonces tengo esta idea de adentrarme y estudiarla más en profundidad, combinarla con elementos que vienen más del jazz o de la música clásica. Así se forjó un tipo de personalidad que me representa porque es importante reflejar que me considero músico de jazz. Es la música que me hizo querer ser músico. A la vez, soy un músico de jazz latinoamericano, de Puerto Rico y viviendo en Nueva York. Todo eso es importante cuando hago mi música.

Miguel Zenón: "Escuché a Charlie Parker la primera vez y fue como si hubiera descubierto una dimensión nueva"

— ¿Cómo caracterizás el jazz actual? ¿Sigue avanzando? ¿Está estancado?

— Siento que el jazz siempre está evolucionando y está mejor de lo que era antes, con respeto a todos nuestros ancestros musicales y toda la música que nos ha inspirado. Nunca en la historia ha habido músicos tan buenos, tan preparados, tan interesados en aprender y crecer, además de que tienen el acceso a herramientas como nunca han existido. Muchas cosas no se pueden ver porque están muy cercanas. Nosotros estamos pensando en Miles Davis y en John Coltrane, que es música increíble, pero de hace 50 o 60 años. De aquí a 20 años vamos a decir que tal músico en 2024 hizo unas cosas increíbles. Nuestro desafío es cómo seguimos haciendo nuestra música de una manera honesta e íntegra sin tener que sacrificar lo que hacemos como artistas y, a la misma vez, poder llegar al oyente. ¿Cómo logramos esa combinación de elementos? Ser honestos, ser íntegros, pero, a la misma vez, poder conectar con el oyente, con el público. Ese siempre es el trabajo como músicos.

— ¿Qué músicos estás escuchando hoy y a quién habría que prestarle atención?

— Es una gran pregunta. Siempre me llena de alegría pensar que siempre hay músicos que no conozco, que están haciendo cosas increíbles y que tengo ansias de descubrir lo que están haciendo. En Nueva York hay músicos que ya son relativamente reconocidos. Hay muchos como el vibrafonista francés Simon Moullier y algunos son latinoamericanos, como Gabriel Chakarji, un pianista venezolano que está en Nueva York. Todos estos músicos están saliendo del anonimato y están empezando a hacer su huella en la música. Yo más o menos escucho siempre las mismas cosas. Soy muy fanático de Frank Sinatra. Es mi cantante favorito. Leí hace poco su biografía y escuché muchas grabaciones que no conocía. Admiro también a cantantes como Nina Simone o Ismael Rivera, un músico de salsa de Puerto Rico. Admiro cómo estos músicos podían conectar la expresión y la lírica con cosas musicalmente bien avanzadas casi sin pensarlo. Eso es difícil para mí. Cuando pienso en la música casi siempre es en términos técnicos. Me maravilla esa idea de cómo te conectas con la música sin saber leerla, sin saber lo que es un compás o un ritmo, simplemente porque lo sientes y lo escuchas.

Para Miguel Zenón, el Grammy es "un incentivo para nuevas búsquedas, nuevos desafíos y para no quedarse en lo mismo de siempre"

— Además de los conciertos, en Buenos Aires vas a dictar una masterclass solo y otra con tu grupo. ¿Qué te aporta el contacto con los músicos más jóvenes, con los estudiantes?

— Soy docente ya hace mucho tiempo. Es algo que disfruto mucho no sólo porque me da la oportunidad de conectar con los músicos más jóvenes y vivir con ellos sus experiencias y sus inquietudes, sino también porque tienes la oportunidad de una plataforma para comunicar. Mucho de lo que aprendemos los músicos es de una manera bien interna; uno generalmente nunca le explica algo una persona, pero cuando tienes la oportunidad de hacerlo, te hace aprenderlo nuevamente de otra manera y te hace aprenderlo mejor. Lo tomo muy en serio porque cuando uno se va poniendo un poquito más viejo es fácil encerrarse en una burbuja y desconectarte de las generaciones más jóvenes. Para mí es bien importante mantener esa conexión, siempre estar cerca de lo está haciendo la gente más joven y que haya con ellos como un ida y vuelta. Te enseña a ser mejor músico.