“El amor te cambia la vida y no siempre se está disponible para una vida diferente”. Esto sostienen los psicoanalistas Luciano Lutereau y Marina Esborraz, al reflexionar sobre las parejas y los vínculos hoy, en diálogo con Infobae. Según los autores del libro digital La comedia de los sexos, enamorarse implica atravesar una transformación profunda, que no siempre estamos preparados para aceptar.
El desafío del amor, según Lutereau y Esborraz, no radica solo en encontrar a la persona adecuada, sino en estar dispuesto a renunciar a la comodidad de lo conocido, a los viejos patrones de comportamiento, y abrazar la incertidumbre de un futuro compartido.
Sobre esto y las dinámicas de poder, los conflictos en las parejas actuales, la tensión entre el deseo de libertad individual y la necesidad de construir vínculos estables conversarán los reconocidos psicoanalistas en la nueva charla del ciclo gratuito organizado por Leamos, el sello editorial de Infobae. La cita es el próximo martes 15 de octubre a las 18 en Dain Usina Cultural, en Nicaragua 4899, Palermo.
La comedia de los sexos
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“El síntoma principal de las parejas contemporáneas es la expectativa de un amor puro, que no esté tocado por decepciones y anhelos frustrados. Es la falta de madurez, que lleva a que el conflicto no sea una instancia de aprendizaje y crecimiento”, sostienen Lutereau y Esborraz en el libro, en el que exploran las relaciones entre hombres y mujeres desde una perspectiva psicoanalítica, con un enfoque en cómo estas conexiones afectan nuestra vida adulta.
El libro analiza cómo los vínculos amorosos están llenos de expectativas que muchas veces no coinciden con la realidad, generando frustración y crisis en las relaciones. “Vivimos en un mundo en el que cada vez hay menos adultos”, escriben.
Tras el conmovedor encuentro con el médico especializado en cuidados paliativos, Pablo Asan, autor del libro Sigo aquí, no he partido, ahora es el turno de Lutereau y Esborraz para pensar uno de los temas que más consultas tiene: las parejas y los vínculos en la actualidad.
Con un enfoque que alterna entre el análisis clínico y la observación cultural, los autores cuestionan las respuestas fáciles sobre el amor y el compromiso, sugiriendo que los desafíos en las relaciones hoy se deben, en parte, a la dificultad de asumir una postura adulta frente a la vida y los afectos. La comedia de los sexos reflexiona sobre el deseo y la diferencia entre los sexos, y llama a reconsiderar cómo nos relacionamos, proponiendo una nueva forma de entender los vínculos y la adultez en un contexto donde todo parece transitorio.
Antes de la charla en Dain, Luciano Lutereau y Marina Esborraz conversaron con Infobae, a modo de anticipo:
―La comedia de los sexos es un título que necesita aclaración, podría parecer el título de una película, como La batalla de los sexos, ¿de dónde proviene?
―Marina Esborraz: Es cierto que podría parecer el título de una película, o incluso de una serie, pero lo tomamos de un seminario de Lacan; en realidad, del modo en que Jacques-Alain Miller (quien estableció la versión “oficial” de su seminario) tituló un apartado de uno de sus seminarios. A partir de ahí, la pregunta es si hay algo cómico entre los sexos hoy.
―Luciano Lutereau: La comedia de los sexos remite al desencuentro, principalmente entre varones y mujeres, que es nuestro tema de estudio en este ensayo. El desencuentro es cómico porque es un modo de encontrarse también. No pocos encuentros comienzan con el más decidido de los actos: la torpeza. Paradójicamente, hoy, cuando buscamos calibrar cada detalle de los vínculos afectivos, las relaciones se vuelven más frágiles, inestables, difíciles.
―Hablan de la torpeza, ¿les parece que hoy padecemos de un exceso de gravedad? Esto también sería paradójico, en la medida en que más pensamos en algo, menos lo conseguimos
―LL: En cierto punto, todos hoy nos hemos vuelto especialistas en vínculos. En las redes sociales proliferan los tips, las red flags, los consejos, los criterios de reconocimiento y otros indicadores varios que, tácitamente, predisponen para un encuentro defendido. Es verdad que quien confía demasiado en el otro también se expone a salir lastimado, porque las condiciones de los vínculos afectivos ya no se regulan de acuerdo con un código claro (por ejemplo, después de un encuentro viene otro). Hoy nadie sabe bien qué esperar del otro y es comprensible que haya anticipaciones por las que alguien quiere resguardarse.
―ME: El problema es cuando esas anticipaciones se vuelven un nuevo código y alguien se la pasa interpretando al otro en lugar de intentar generar un nuevo encuentro desde la vulnerabilidad. Si yo estoy a la espera de que el otro no me desilusione, tarde o temprano me va a desilusionar. Lo más complicado es advertir que la posición en que alguien se ubica en un vínculo también produce efectos. Lo más fácil es cargar las tintas sobre el otro y decir que si el otro no me respondió más es porque es un irresponsable afectivo. Porque puede ser que lo sea, pero el tema es si nos vamos a quedar con eso, con un argumento que confirme lo que nos conviene creer.
―Entonces, a partir de lo que ustedes plantean, ¿estos son malos tiempos para las parejas y el amor?
―ME: Estos son tiempos de una gran transformación y, por lo tanto, de incertidumbre. Lo positivo es la revisión de diversos mandatos que antes hacían que la pareja fuese una instancia obligatoria, no necesariamente asociada a la posibilidad de realización personal. El contrapunto es que hoy también hay quienes pueden proyectarse por fuera de una pareja sin vivir el estigma del fracaso. A veces las cosas no se dan, no todas las historias de amor conducen a una pareja. Ahí pasaríamos quizá a la tragedia en la relación entre los sexos, cuando toca encontrarse con todo lo que no pasó, con lo pendiente, con lo que nos deja un poco melancólicos.
―LL: Me parece interesante lo que menciona Marina, porque entiendo que el psicoanálisis mismo nace de la constatación de que no siempre alguien está en pareja con quien ama. La pareja y el amor son cuestiones diferentes. Creo que el psicoanalista tampoco es quién para pedir que esas vías deban unirse o demandar actos heroicos. En tiempos de esta gran transformación, cabe recordar que también el amor es una fuerza transformadora, pero no siempre se está en condiciones de vivir un amor. Creo que antes que definir qué es el amor y qué no, o si el amor duele, mucho, poquito o nada, la cuestión más íntima y personal está en cómo alguien puede hacerle lugar al amor en su vida.
―ME: Agrego algo más sobre esto último, que me parece fundamental. Muchas veces estos temas se piensan desde la perspectiva desde las mujeres, pero pocas veces se le hace lugar en la escucha a las vivencias por la que muchos varones consultan, por ejemplo, cuando desaparecieron de una relación en la que estaba pasando algo. Así lo dicen muchas mujeres: “Estaba todo bien y desapareció”, ¿cómo puede ser? ¡Por eso mismo! Ahí está la respuesta: porque estaba todo bien, pero no siempre se está en un buen momento para vivir un amor, porque el amor te cambia la vida y no siempre se está disponible para una vida diferente.
―Se suele pensar que todos nos volvimos especialistas en vínculos, ¿Consideran que los psicólogos tienen más herramientas para lidiar con sus conflictos amorosos?
―LL: Mi punto de vista es que no por saber alguien hizo la experiencia. Esto no quiere decir que es preciso haber vivido las situaciones para poder acompañarlas, pero sí creo que haber vivido un poquito, al menos, da la chance de asumir una actitud más comprensiva y menos apresurada por sacar conclusiones. Hoy en día que hay tres conflictos vinculares muy difíciles, que le caben a todo el mundo, sean psicólogos o no.
―¿Cuáles?
―LL: Por un lado, distinguir entre lo que se siente y la realidad del vínculo (por ejemplo, puede ser que me sienta abandonado sin que me hayan abandonado); por otro lado, la relación con la ausencia del otro (porque un vínculo es la relación con la presencia, pero también con la ausencia del otro, por ejemplo, cuando lo extraño y extrañar es una capacidad emocional muy importante) sin que esa ausencia se interprete como que el otro no está, es decir, que se la viva con desamparo; por último, aceptar la conflictividad como un rasgo inherente al vínculo, sin que esto lleve a adoptar una actitud destructiva o proyectiva (el otro es malo, así yo soy bueno).
―ME: En algunas situaciones me pregunto qué lleva a los analistas a creerse mejores que otros, en esta profesión donde no tenemos garantías, donde la transferencia más amorosa puede transformarse en un odio recalcitrante y no resulta tan sencillo maniobrar para que se vuelva motor del tratamiento. En esta época de amores frágiles y pedidos de satisfacciones inmediatas, ante cualquier desavenencia, el “paciente-cliente” abandona el tratamiento molesto por la calidad del servicio. Todos tenemos pacientes que consideran que somos buenos analistas. Entonces, ¿qué nos lleva a pensar que somos mejores que otros? Quizás el modelo de ideal sobre cómo debe actuar un analista, que no garantiza ser el mejor, porque está formado por nuestros propios amores e intereses. De regreso a lo que decía Luciano, ojalá pudiéramos habilitar un poco más la torpeza, para encontrarnos en el tropiezo, donde dejamos de atribuirnos oscuras intenciones.
¿Qué sucede cuando la pareja está cansada y tiene hijos que criar?
Para continuar con la lectura y la reflexión, otro título exclusivo de Leamos. En Crianza para padres cansados. Preguntas que no pasan de moda, los psicoanalistas Luciano Lutereau y Trinidad Avaria profundizan en cómo lidiar con las exigencias del presente, mientras se cuida y se brinda amor a los hijos. ¿Es posible?
¿Cómo robarle algo de tiempo al agotamiento generalizado para criar? El tiempo, ese recurso tan valioso, no es algo que simplemente se posee, sino que se construye. En medio de los desafíos y las exigencias actuales, el libro Crianza para padres cansados. Preguntas que no pasan de moda aborda las principales inquietudes de los padres, para dar algo claridad a sus preocupaciones.
Crianza para padres cansados. Preguntas que no pasan de moda
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Los psicoanalistas exploran los temas más recurrentes en sus consultorios sobre crianza: las mentiras, las malas palabras, el temor a no ser “buenos padres”, el colecho, la lactancia, el crecimiento y la ansiedad. Y también reflexionan sobre cómo desprenderse de los ideales de los roles parentales y cómo brindar tiempo de calidad y amor en medio de agendas saturadas.