La primera exposición en China de la célebre artista serbia Marina Abramovic se inauguró con una notable afluencia de visitantes en Shanghái. Conocida por su enfoque pionero en el arte conceptual y de performance, Abramovic ha traído a China la que se describe como la muestra más grande de su carrera, desafiando las expectativas de sus seguidores locales que nunca imaginaron verla exponer en el país. “Nunca pensé que ella expondría en China”, expresó Nikki Yang, una visitante de 43 años al describir la latitud y perspectiva de la obra como “increíbles”.
Abramovic, a sus 77 años, ha firmado esta exposición bajo el nombre de Transforming Energy, una propuesta que ella misma considera “muy diferente a cualquier otra exhibición jamás realizada” y “muy radical”. Esta exhibición incluye obras icónicas de su carrera, entre ellas videos y fotografías de su caminata de noventa días a lo largo de la Gran Muralla China en 1988, así como una serie de nuevas piezas adornadas con cristales brasileños.
Destacándose por su naturaleza “absolutamente interactiva”, el evento no solo exhibe el trabajo de Abramovic, sino que invita a los espectadores a convertirse en parte de las piezas. Yang Shangxuan, un visitante de 24 años, compartió su experiencia al participar en una obra que implicaba pararse frente a postes de madera con cristales: “Cerré los ojos para sentir la energía de los cristales, y aunque no pude sentir eso, me sentí muy relajado”.
La exposición alberga también piezas performativas conocidas, como “El artista está presente”, aquella icónica obra de 2010 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York donde Abramovic permanecía inmóvil frente a más de 1500 visitantes durante meses. “La obra de arte está incompleta a menos que el público se conecte con ella... cada uno de los elementos de esta exposición invita a nuestra audiencia a participar en ella”, explicó el curador de la exposición, Shai Baitel.
Una de las actividades interactivas que más ha capturado la atención es “Counting the Rice”. En esta obra, los visitantes son invitados a sentarse en mesas pequeñas para separar granos de arroz negro y blanco, contabilizando cada color y anotando sus resultados. Estos registros personales forman parte de la experiencia que invita a los asistentes a llevar a casa lo que han procesado durante la actividad, generando una conexión única entre la obra y el público.
En un espacio dedicado de la muestra, los visitantes son invitados a guardar sus teléfonos y colocarse auriculares con cancelación de ruido. Esta propuesta busca sumergir al público en un ambiente de concentración donde son guiados a realizar acciones repetitivas como abrir y cerrar puertas o sumergirse en una bañera llena de flores secas, promoviendo una inmersión sensorial y una reflexión introspectiva en la línea del arte experimental de Abramovic.
El impacto de la obra de Marina Abramovic va más allá de lo visual y se adentra en el ámbito emocional y sensorial, apelando a la participación activa como catalizador del mensaje artístico. La dimensión de esta muestra en Shanghái se configura no solo por la grandiosidad intrínseca de sus piezas, sino también por el inusitado acceso del público que, a través de su interacción, finaliza y completa la creación artística propuesta.
Para muchos visitantes, el poder participar en una exhibición de Abramovic en China representa un hito tanto personal como cultural, destacando su habilidad para conectar instantáneamente con la audiencia. Esta combinación de lo tangible y lo perfermativo ofrece una perspectiva única sobre el poder transformador del arte, en un contexto donde las barreras culturales son constantemente desafiadas y reestructuradas.
Con esta exposición, Abramovic no solo reafirma su estatus como una de las grandes pioneras del arte contemporáneo, sino que también abre nuevas vías de diálogo y comprensión entre culturas, demostrando una vez más el potencial unificador del arte.
Fuente y fotos: AFP