Todo lo que puede pasar si César Aira se consagra campeón mundial

El prolífico escritor argentino figura entre los candidatos al Nobel y no es la primera vez. Cuatro especialistas en su obra reflexionan y fantasean sobre lo que sucedería con semejante “triunfo”

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¿Y si Aira gana el Nobel? ¿Qué pasaría en la literatura argentina, en la población local?
¿Y si Aira gana el Nobel? ¿Qué pasaría en la literatura argentina, en la población local?

En El congreso de literatura, una novela de César Aira de 1997, el protagonista es un escritor poco conocido que viaja a un congreso de Mérida, pero en realidad es un científico loco que va ahí para clonar a quien considera el genio de su época: Carlos Fuentes. ¿Qué clase de misión secreta tiene Aira, hoy camuflado como candidato al Premio Nobel de Literatura? Hace varios años que su nombre suena como posible ganador. Hay una posibilidad numérica de que eso ocurra. La casa británica de apuestas Ladbrokes paga 16 a 1. ¿Qué cambiaría en la literatura argentina si le dan el Nobel a Aira? Imaginemos escenarios posibles: ¿Furor nacional por los libros? ¿Boom de ventas de sus más de cien libros? ¿Los ojos del mundo puestos en nuestra literatura? ¿Revalozarización de nuestros clásicos y mayor internacionalización de nuestros contemporáneos? ¿O sería una moda breve y pasajera y todo seguiría exactamente igual?

En Argentina, los lectores lo conocen. Las librerías le guardan un rincón especial para la enorme cantidad de títulos que lleva publicados. Pero Aira es hoy una figura enigmática. Hace ya un largo tiempo que no da entrevistas a medios argentinos y permanece recluido en su casa, en el barrio porteño de Flores, leyendo y escribiendo. Uno lo imagina feliz; al menos así se muestra en las esporádicas apariciones públicas en algún medio extranjero, que se transforman en pequeños acontecimientos culturales. Como en el pasado julio, cuando dio una nota a la televisión sueca —atención: el país del Nobel—, y se lo vio de barba prominente y jeans, rodeado de libros, luciendo una sonrisa generosa. Pese a sus 75 años, no se detiene. Este año publicó dos nuevos libros: un ensayo, Ideas diversas, y una novela, En El Pensamiento. ¿Y si Aira gana el Nobel? Cecilia Fanti, María Belén Riveiro, Gabriela Adamo y Valeria Sager imaginan escenas de un futuro posible.

Caleidoscopio de anécdotas

“Pienso en el gran anecdotario. ¿Viste que a los argentinos nos encanta la anécdota de la sobremesa? Cualquier persona del mundo editorial o cercano tiene una anécdota con Aira o le pasó algo con Aira o le pasó algo en relación a Aira. Si ganara el Nobel saldrían a aflorar una suerte de hilos geniales de anécdotas, como un caleidoscopio muy prolífico, algo muy a tono con su proyecto estético”. La que habla es Cecilia Fanti: escritora, licenciada en Letras, librera. Ahora mismo está en su librería del barrio porteño de Colegiales. “Creo que sería fascinante porque es un autor que tiene una producción enorme, una lógica que dinamita el mercado desde adentro. Imagino a los libreros sacando de stock todos los títulos que tienen de Aira. Los coleccionistas van a estar felices: aquellos que tienen joyitas, libros que Aira publicó hace décadas y que están agotados hace un montón. Esas bibliotecas, de pronto, cobrarían otro valor”, dice.

“Lo que pasa habitualmente es que un autor gana el Nobel y de pronto lo empiezan a publicar. O hay una única editorial que lo tiene disponible, pero lo va a tener dentro de un montón de tiempo. Si Aira gana sería distinto”, dice Fanti y se fija en la computadora: tiene 72 títulos registrados. “Son 72 títulos posibles para conversar con cualquier lector”, subraya. “Indudablemente sería algo muy bueno para la literatura argentina. De todos modos, hoy la literatura argentina contemporánea tiene un lugar muy importante en el mundo. En general lo ha tenido siempre en términos históricos. En este momento también hay una gran producción y una gran circulación con traducciones a infinidad de idiomas. Pero que alguien tan particular como Aira gane el Nobel, lo pienso sin solemnidad, sería un gran motivo para que todos brindemos. No sé si venderemos más libros, porque no estoy tan convencida de que los premios generen mayor venta, pero Aira ganaría nuevos lectores”.

Postal histórica de César Aira leyendo en la bañadera. Un retrato realizado por Daniel Mordzinski
Postal histórica de César Aira leyendo en la bañadera. Un retrato realizado por Daniel Mordzinski

Criterios y efectos

¿Ganará Aira? “Resulta complejo vaticinarlo”, responde María Belén Riveiro, investigadora del Conicet, compiladora del libro La ola que lee —rastreó en hemerotecas y colecciones privadas notas y columnas de Aira— y se doctoró con una tesis sobre la trayectoria de Aira y “la conformación de un centro descentrado”. “Es un gran candidato dado que viene recibiendo premios internacionales como el Roger Caillois y fue finalista del Man Booker International Prize. De manera más reciente, en 2021, recibió el Formentor y su discurso se publicó en Argentina en una editorial en la que suele publicar algunos de sus títulos y que producen libros con una materialidad distinta a la convencional. A esto se suma que a Aira se lo tradujo a numerosos idiomas como el alemán, árabe, chino, croata, danés, esloveno, finlandés, francés, gallego, griego, hebreo, holandés, húngaro, inglés, italiano, japonés, noruego, polaco, portugués, rumano, serbio, sueco y turco”, cuenta.

“En el caso del Nobel se suelen destacar como criterios claves para la selección cuestiones aparentemente extraliterarias, como el compromiso social del escritor. Aira pareció siempre escapar a estos posicionamientos no solo en su literatura sino también en su forma de intervención pública, como cuando dijo: ‘Yo nunca usaría la literatura para pasar por buena persona’. Y podemos sumar la mirada aireana para destacar que, en la vida social, y la literatura es parte de ella, ‘todo es posible’, como dice un personaje de Ema, la cautiva. Su actitud en torno a los premios fue, en general, la de desestimarlos por su dimensión simbólica para destacar la económica: ‘Me gustaría ganar uno que tuviera una buena dotación económica’. En los últimos años, manifestó que prefería dejar a nuevos escritores el lugar de los premios y, dado que se le suelen repetir las preguntas sobre el Nobel, se distanció para afiliarse al ‘exclusivísimo club al que pertenecen Kafka, Proust, Joyce y Borges’”.

Riveiro destaca que los premios, sobre todo el Nobel, ayudan a “trascender las fronteras nacionales”, y que “esto también involucra a las editoriales”. Luego recuerda un caso, el de Louise Glück, que decidió “dejar la editorial donde publicaba por un sello más grande después de recibir el Nobel”. “Sería interesante ver qué sucedería si Aira gana el Nobel dada su peculiar práctica editorial. En castellano y tanto en Argentina como en América Latina lo publican numerosas editoriales de capitales nacionales y estructuras pequeñas (en simultáneo a la conformación de bibliotecas dedicadas a su obra por los dos grandes grupos de literatura en castellano, Planeta y Random House). En su circulación en otros idiomas, la práctica es más convencional dado que tiene un agente literario y no se identifica tal dispersión de editoriales, aunque en inglés, por ejemplo, lo publicaron no solo editoriales de Estados Unidos, sino también de Reino Unido y de Australia”.

César Aira durante su discurso de aceptación del prestigioso Premio Formentor, en Sevilla, en octubre de 2021
César Aira durante su discurso de aceptación del prestigioso Premio Formentor, en Sevilla, en octubre de 2021

Un buen revuelo

“Se produciría un buen revuelo”, dice Gabriela Adamo desde Nueva York, donde se está desarrollando la Feria del Libro (FILNYC). Es traductora, trabajó como editora en Sudamericana y Paidós, y dirigió la Fundación Filba. “Se hablaría mucho de literatura argentina a nivel internacional y eso siempre sirve. Y se venderían más libros de Aira en otras lenguas. Esto beneficiaría a las editoriales que apostaron por él, que también se merecen un montón este respaldo que ojalá se dé. Sería genial en Argentina porque lo leería gente nueva que no lo conoce todavía, aunque no sé cuánto necesita ser conocido. Y a nivel internacional sería una excelente noticia: estaríamos todos muy felices”, y agrega: “A la vez, creo que a largo plazo no cambiaría nada. Estos premios son válidos, no quiero tirar abajo los premios literarios, me parece que cumplen una función importantísima, pero es por acumulación, no porque cada premio en sí mismo vaya a cambiar radicalmente la situación”.

Pura forma

Para Valeria Sager —doctora en Letras y autora del libro El punto en el tiempo: gran obra y realismo en Juan José Saer y César Aira— el caso Aira es sumamente particular: “Su literatura es pura forma”. “Hasta el año pasado en la materia que dicto, Introducción a la Literatura, en la UNLP, en una unidad sobre Estudios culturales y el caso africano, trabajábamos dos novelas: La edad de hierro de J.M. Coetzee y El corazón de las tinieblas de Conrad. Estudiábamos las discusiones en torno del concepto de literatura e intentábamos pensar qué lugar ocupa lo formal, el conjunto de procedimientos, la estructura, el ritmo, la sintaxis, el orden del discurso y del relato en nuestra valoración de lo literario; el lugar central que los que nos dedicamos a la literatura y los que la enseñamos le damos a eso que Víktor Shklovski llamó el artificio. Entonces lo que conversábamos con los y las estudiantes era si alguna de las novelas sobre África les parecía más literaria que la otra”.

Hay una posibilidad numérica de que que Aira gane el Nobel. La casa británica de apuestas Ladbrokes paga 16 a 1
Hay una posibilidad numérica de que que Aira gane el Nobel. La casa británica de apuestas Ladbrokes paga 16 a 1

“Aun después de haber discutido con el formalismo, era claro que cuando leemos a Joseph Conrad no hay duda de que nos encontramos delante de textos que nadie dudaría en calificar como parte de la más alta literatura y que, en cambio, en La edad de hierro hay una buena historia, hay una evolución del personaje correctísima y emotiva, hay identificación y cierto patetismo que nos purifica catárticamente, además de que está muy bien escrita, por supuesto, pero que lo que hay sobre todo es un mensaje. Coetzee ganó un premio Nobel (no con esa novela), Conrad, no. Esta verdad particular no puede explicar el todo pero la literatura con mensaje es casi siempre igual, aunque lo que hay para discutir sea un tema nuevo siempre gira en torno de la injusticia y esa repetición la vuelve poco potente, parecida a otros discursos que circulan por ahí y si la literatura se parece mucho a otros discursos, se pierde. La literatura de César Aira, en cambio, es pura forma”, agrega.

Sager sostiene que lo que Aira hace en sus novelas es “un invento formal que nos asombra como la resolución de un problema matemático que parece imposible o como las discusiones que intentan resolver una paradoja”. “Si ganara Aira el Nobel, nos pondría contentos porque es un modo más del reconocimiento y por más celosos que seamos de nuestras pasiones hay que ser justos y saber que si más personas las comparten seremos un poco más felices. También podemos imaginar que si mucha, muchísima gente, se pusiera a leer a Aira, tal vez entre todos encontraríamos la respuesta o la solución al enigma de cómo lo hace, cómo inventa esas formas, cuáles son los bordes en los que se unen las partes que configuran sus maravillas. Los premios, los grandes titulares, a veces permiten que algo más secreto se expanda pero, como los chismes, la expansión dura poco. Prefiero seguir deslumbrada por ese secreto sin mensaje, por esa forma perfecta”.

“Si Aira ganara el Nobel y se pusiera contento —concluye la escritora—, yo estaría contenta por él nomás. Si sirviera para que se expanda la literatura argentina por todas partes tendría sentido si, como en una novela de Aira, esa expansión hiciera que en el mundo real algo cambie, no por su mensaje sino por ósmosis, por una especie de big bang o por un átomo expansivo que fuera a dar vuelta todas la bibliotecas y todas las historias de la literatura en las que solo quedaran en pie, haciéndole compañía, los libros de Borges, esos que han sido antes de Aira nuestro predicamento y que no recibieron el Nobel”.

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