Era rica, terminó presa y allí está mejor: Santiago Roncagliolo cuenta un mundo en que el Estado perdió con las mafias

El escritor peruano está presentando “El accidente”, una novela que antes fue podcast. La protagonista está presa por salvar a su hija, que no la quiere. En esta entrevista el autor dice que también narra la caída de los sueños de los 90. Y se define como “un pijo progre”

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El escritor peruano Santiago Roncagliolo.
El escritor peruano Santiago Roncagliolo. (EFE/ María Traspaderne)

“Maritza tiene que proteger a su hija porque la Policía es más peligrosa que los ladrones y qué va a hacer un juez?” Santiago Roncagliolo habla con gestos, se ríe, es enfático este mediodía en un restaurantecito de la ciudad de Buenos Aires. Vino al país porque participó de la Semana Negra Ba, que terminó este sábado. Pero también porque acaba de publicar El accidente, una novela que es nueva no es nueva porque antes fue podcast. De eso vamos a hablar: de escribir para un podcast, de esa protagonista de clase alta que termina como una presa más en la cárcel, de cómo los Estados ya no son lo que eran.

Primero, en privado, vamos a hablar del paso del tiempo. Quién lo diría, el jovencito mimado de la literatura latinoamericana está por cumplir 50 años -el año que viene- y lo siente. ¿Cómo podría ser de otra manera?

Así que comemos liviano y hablamos de esta novela que ya arranca con la protagonista presa y un poco asombrada de estar ahí, ella que viene de casas suntosas, de autos de marca, de niñeras y sirvientas, del poder. Roncagliolo va a decir que su protagonista es “una pija clásica” y que él la conoce porque también es pijo pero “un pijo progre”. Claro, estamos en Buenos Aires y esa palabra no se puede decir sin hacer algún chiste pero Roncagliolo nació en Lima, donde alguien “pijo”, es alguien que es rico y se le nota. Más o menos lo que por acá llamaríamos “cheto”, en México “fresa”, en Chile “cuico”, en Colombia “gomelo” y en Perú, “pituco”. Se entendió.

“Conozco México, conozco Colombia y Perú. Y allí el límite entre ser rico y ser mafioso es bien tenue”

Maritza hizo un carrerón como abogada, tiene un marido buen mozo y que viene de la clase alta pero que más que darle le saca dinero y dos hijas que no paran de traer problemas. Sobre todo la mayor, a esa a la que tenía que proteger. Al comienzo del libro Maritza estaba inaugurando un hotel propio, la hija, Patricia, no llegaba, y resultó que había chocado en la autopista y se había pegado un golpe como para conocer las camas de Terapia Intensiva. Ahí, en el hospital, en la larga vigilia, Maritza va a conocer a un hombre que ¿la ayuda? Y va a tratar de llegar a esa joven que no para de rechazarla.

A partir del accidente -¿fue un accidente o un muchacho trató de matarla?- Maritza va a cambiar, le va a salir la loba de adentro, va a hacer muchas cosas que no le convienen y bueno, ya se sabe. En un giro tal vez moralista -ahora se lo voy a decir a Roncagliolo- en la cárcel va a estar muy mal pero va a estar mejor.

"El accidente", lo nuevo de
"El accidente", lo nuevo de Santiago Roncagliolo

“¿Qué va a hacer el juez?”, dice Roncagliolo, que hace más de 20 años vive en Barcelona y no puede dejar de estar con un pie en cada orilla. “Pues, a lo mejor para hacerte justicia te pide un delito. Te pide un soborno. Esto era una premisa mía, ficticia en 2018, cuando empecé con esta historia. Pero ahora voy por los países de América Latina y esto es mucho más normal, todo el mundo tiene clarísimo que el Estado no le va a servir para nada. Esta es una crónica de cómo se van hundiendo los Estados. La gente va dejando de creer en ellos y va dándoles dinero a las mafias para que ocupen los espacios de los Estados hasta que compiten con los Estados. Cuando vi esto pensé que valía la pena transformar ese podcast en una novela”.

-¿Y volviste sobre el texto?

-Sí, volví. Yo siempre he trabajado mucho con el pasado, con cómo la Historia te convierte en lo que eres ahora. Esta es la primera novela en mucho tiempo que sólo va del presente. Y es muy curioso porque ese presente es ahora más posible que cuando fue escrita. Maritza es muy de mi generación. Yo llegué a ser mayor de edad en los 90, en un mundo que te decía “Ahora sí se acabó el comunismo y la tontería y todos vamos a ser más ricos y más libres. Y si tú quieres, tú puedes”. Y Maritza se comió todo ese rollo. Hasta que se va dando cuenta de que su vida es una mentira. Maritza es el naufragio de los sueños de los 90 también. Ella representa el sueño de que una mujer que no era rica podía volverse rica y ser libre y exitosa y feliz. Eso es lo que está en crisis ahora en toda América Latina.

-¿Las clases altas peruanas son un tema interesante para escribir?

-No conozco tanto la Argentina, pero sí conozco México, sí conozco Colombia, Perú. Y allí el límite entre ser rico y ser mafioso es bien tenue. A menudo borroso. Y a menudo hay un tipo con mucho dinero que no hace cosas ilegales, pero tiene alguien que se ocupa. Porque si el Estado no funciona, tú pagas por esos servicios que el Estado no te da.

-¿Como cuáles?

-Como que no te maten por la calle. Como tener Justicia. La policia debería tener un Estado que haga una investigación policial sobre este accidente. ¿Fue o no fue un accidente? Y en el caso de que eso de que en realidad alguien haya tenido algo que ver, lo metan preso. Pero ella no tiene eso. Los ricos buscan eso. ¿Pero no lo haríamos todos? ¿No amenazarías a alguien por tu hija? ¿No investigarías quién está poniendo en riesgo su vida? Los que tienen dinero de verdad lo pueden hacer, pero cuando lo hacen financian a una mafia que va quitándole espacio al Estado.

-¿Cómo se ve todo eso de ahora desde España? ¿Te cambió la perspectiva?

-Vivir en España me ha servido mucho para escribir sobre América Latina. Siempre me doy cuenta de que me indignan cosas que a la gente ya no le indignan y que para que no ocurran deberíamos indignarnos todos. Pero que a la vez no puedo servir para nada porque soy ese pijo que vive en España. Pero sí puedo escribir historias y generar una reflexión.

-La narradora es Maritza. ¿Cómo fue pensar como una mujer?

-¿Sabes que ni se me había ocurrido? Escribo novelas pensando como un psicópata, como un terrorista, como un abusador, que me parecen más diferentes de mí que una mujer. Escribir se trata de ponerte en los zapatos de otro.

Santiago Roncagliolo. Todos sus personajes
Santiago Roncagliolo. Todos sus personajes hablan de él. (Richard Hirano)

-Algunos te podrían decir que es apropiación cultural.

-¡Escribes de una gente que no eres tú, si no ¿de qué escribes? ¿Cuánto da tu memoria? Llevado al extremo eso es la negación de la integración.

-Es decir, no lo pensaste, simplemente tuviste un personaje y te sentiste madre.

-Pensé que era más interesante una mujer por dos razones. Una parte por eso de los 90: tú puedes, con tu esfuerzo, aunque seas mujer, ser exitosa. La otra razón es que es más fuerte la relación de una madre con sus hijos, con sus hijas, que la de un padre. Es lo que yo he visto siempre. Quizás no sea necesariamente así, pero es lo que yo he visto siempre, que al final ella entiende que lo único que tiene el mundo son sus hijas.

-Aunque es una relación conflictiva, no es una madre-mermelada.

-No, nada. Pero en el fondo eso es lo único que tiene, porque todo lo demás es mentira. El hecho de que la protagonista fuese mujer fueron razones casi técnicas. Es más emocionante si es mujer. Me sorprende que me lo pregunten.

Santiago Roncagliolo leyendo para el
Santiago Roncagliolo leyendo para el podcast de Infobae "La oreja que lee".

-¿Por qué? No es un personaje, es la voz narradora.

-Crecí en una sociedad súper misógina y siempre tuve una relación más fácil con mujeres porque donde yo crecí, bueno, era un puto infierno. Era muy agresivo.

-El Perú de Sendero Luminoso.

-Sendero Luminoso, una sociedad muy violenta. Fui a un colegio religioso de varones de un país conservador. O sea, las mujeres me parecían las más humanas. Me resulta más normal conversar con mujeres que con hombres. Porque hablo de más cosas, hablo con más facilidad de las cosas personales. El machismo y la misoginia con los que yo crecí no solo destruye a las mujeres, también destruye a los hombres.

-¿Cómo?

-Nos obligan a hacer cosas que no queremos hacer y a ser personas que no queremos ser. Y bueno, yo tuve una familia bastante moderna, si quieres, y que me dejó espacio para ser emocional también. O sea, nunca me planteé: “Vamos a construir mi personaje mujer”. ¡Joder, he escrito de abusadores, religiosos, terroristas...!

En 1992, Abimael Guzmán, líder
En 1992, Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso, fue capturado. (Andina)

-¿A vos te gusta Maritza? Porque no es un personaje que vos digas “qué linda, qué linda señora”.

-Sí, la entiendo. Maritza es una pija clásica. Y yo soy un pijo progre. En estos años me ha pasado que digo eso de que nuestros países deberían ser democracias y en Perú me miran y me dicen “ah´, sí porque tú vives en Barcelona, tu vida es linda, pero este país no es así”. Mis protagonistas siempre representan un poco lo que yo soy en ese momento o lo que yo creo que soy. Ella va descubriendo que ha vivido en una fantasía y mientras escribía yo también empezaba a pensar si hay una fantasía, un montón de cosas en las que yo podía creer viviendo como vivo y que no creía nadie más en esta sociedad.

-En la novela hay una cosa que es casi un tópico, que es la cárcel como un lugar de mejoramiento, de crecimiento moral.

-Sí se transforma en algo bueno porque ahí ya no tiene las obligaciones sociales, en algún sentido es más libre que lo que era antes. Me gustaba hablar de la cárcel porque he trabajado mucho en cárceles. Y me han impresionado los procesos de muchas personas que he visto en cárceles, que se han sentido más libres allí que fuera de ella, menos constreñidos por lo que por lo que debían ser para un círculo social. Conocí delincuentes comunes que no tenían que pelear por la supervivencia como afuera. En un sentido vivían más tranquilos que afuera. Muchas veces me he encontrado con gente en esa situación en la que ya no se podía conseguir nada, ya no tenían que conseguir nada. Claro, y esto era una liberación.

-¿Y Maritza?

-Bueno en todo el proceso que Maritza tiene, que va descubriendo que su vida es toda falsa, también se va preguntando para qué ha estado esforzándose, se ha estado esforzando por una mentira. Para ella hay una liberación en la cárcel porque ya no se tiene que esforzar por nada, ya no va a conseguir nada. Es una liberación que todo haya salido mal porque no puede empeorar. Y en algunos momentos de mi vida yo también me he encontrado así: “Ha salido todo como el culo. Ya no puede ir peor”.

Así empieza “El accidente”

Claro que me conoces. Has escuchado hablar de mí. Quizá no recuerdes mi nombre, Maritza Fontana, pero nunca olvidarás los titulares en la prensa. Los comentarios en la televisión. Los apodos que me ponían en las redes sociales, donde todo el mundo puede opinar de las cosas aunque no sepa nada de ellas.Soy la mujer salvaje. ¿Te dice algo eso? Soy la psicópata. La mafiosa. La madre que metió a sus hijas en una espiral de violencia y horror. La que dejó todo por el atractivo del riesgo. La puta, claro, aunque esa palabra se la cuelgan a cualquiera que desee ser diferente. A las que no se conforman. Porque esas mujeres, precisamente esas, les dan miedo a los demás.

Es curioso que no exista una palabra equivalente para los hombres. ¿Nunca lo has pensado? «Puta» lo engloba todo: mala, traidora, estúpida. Y, sin embargo, es una palabra tan breve. Y tan concreta. En esencia, simplemente quiere decir: «mujer que tiene sexo por dinero». Justo lo que yo no hice. Justo lo que casi ningún hombre puede hacer.

Quién es Santiago Roncagliolo

◆ Nació en Lima, Perú, en 1975.

◆ Es escritor, periodista, guionista y traductor.

◆ Entre sus novelas más destacadas se encuentran Abril rojo (Premio Alfaguara de Novela 2006), Pudor, y La pena máxima. Su libro Y líbranos del mal toca el tema de los abusos sexuales en la Iglesia Católica.

◆ Sus obras suelen abordar temas como la violencia política, el misterio y la crítica social.

◆ Además de novelas, ha escrito cuentos, crónicas y libros de no ficción.

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