En esta conferencia trataré de llevarles por la historia de quiénes eran estas dos grandes mujeres: Remedios Varo y Leonora Carrington. Su historia es un caso que yo considero verdaderamente excepcional en la historia del arte. Se conocen muchas colaboraciones entre artistas, por ejemplo la de Picasso y Braque, que es muy obvia, donde juntos estaban en esta búsqueda formal para representar un objeto tridimensional en una superficie bidimensional, el cubismo. Pero la colaboración entre Leonora y Remedios va mucho más allá de la experimentación formal. De hecho, ellas nunca pintaron juntas. Esta colaboración tenía que ver con una cantidad de intereses en común que estudiaban y que alimentaban sus creaciones. Para introducir y entender un poco cómo se vinculan y qué es lo que tienen en común, les voy a hablar de ciertos momentos clave en la biografía de cada una, que van a permitir que surja este diálogo posterior entre ambas.
Leonora Carrington nació en Inglaterra, en Lancashire, en el seno de una familia muy acaudalada, de la industria textil y la industria química. El padre era un magnate en Inglaterra, lo que les permitió vivir de manera muy privilegiada. Ella creció rodeada de historias fantásticas. Su madre era irlandesa, lo mismo que su abuela y su nana, que le contaban todas las leyendas y mitos celtas. Esto fue lo que empezó a alimentar su imaginario desde pequeña.
Alicia en el País de las Maravillas, El Caldero Dorado, Los cuentos de Hans Christian Andersen, son algunos de sus libros favoritos. Lo sabemos por sus entrevistas pero también porque recientemente tuve la gran fortuna de que me abrieran las puertas de la casa en el sur de Francia, donde vivió antes de la guerra. La familia que compró la casa mantuvo la biblioteca de infancia y adolescencia de Leonora, que su madre le fue mandando por paquetitos durante la época que estuvo ahí. Tuve en mis manos los propios libros que ella leía y le inspiraban. En el caso de Leonora había una orientación muy clara a textos donde las mujeres tenían un rol muy importante.
Su cuento favorito, que luego lo va a retomar en su propia literatura, era “La reina de las nieves” de Hans Christian Andersen. Habla de una diosa blanca que luego ella va a identificar con la diosa blanca de la antigüedad, que era una denominación de figuras sagradas que hubo en todas las culturas y que se manifestaban bajo diferentes nombres en la época pre patriarcal. Todas estas historias la nutrieron desde niña, como escritora. Se conservan cuadernos de cuando ella tenía diez años, donde creaba historias de animales de otros planetas y ya empieza a haber seres híbridos y mágicos que ella los inserta en islas fantásticas.
Desde niña soñaba con ser artista. Su padre tenía, obviamente, otros planes para ella. A él le interesaba entrar de alguna forma dentro de la familia real. Llevó a Leonora a un baile de debutantes porque para él su destino era casarse con alguien con un título para unir su fortuna a un título nobiliario. Pero Leonora era sumamente rebelde y nunca quiso aceptar eso. Después de mucho tiempo, convenció a su padre para que la autorizara a viajar a Londres a estudiar arte.
Su madre era mucho más abierta que su padre y es quien la introduce al arte, a la literatura, y quien le da una visión mucho más libre de lo que significaba ser mujer. Y es la madre también quien, como un presagio, le regala un libro sobre surrealismo donde se encuentra la primera obra que ve de Max Ernst: dos niños amenazados por un ruiseñor. Leonora, en el momento en que la vio, dijo: esto sí, lo comprendo. En este mundo sí puedo entrar. Muy pronto iba a conocer a Max Ernst en su primera exposición individual en Londres.
Ella entra por un tiempo muy breve a una academia del artista Amadeo Samphan. Su entrenamiento técnico fue muy breve. Ya en Londres le toca presenciar la Exposición Internacional del Surrealismo que tuvo lugar en las New Burlington Galleries. Es su primer contacto con todo este mundo que a ella le parece fantástico y con el que se identifica inmediatamente. Por ese mismo momento tiene Ernst su exposición y ahí se conocen. Es un amor a primera vista.
La relación no es aprobada por la familia de Leonora, porque él es 22 años mayor que ella y está casado con familia. Deciden escaparse juntos a Francia para huir del del padre de Leonora, que incluso trató de clausurar la exposición denunciandola como pornografía para que lo expulsaran del país. Pero no contó que su hija escaparía con él. Leonora y Ernst se van a vivir a Francia, lo que le permite entrar de lleno al círculo surrealista y conocer a todos esos artistas y tener la oportunidad de empezar a exponer con ellos, acercarse a sus ideas.
En Francia permanecieron muy poco tiempo en París. Con la ayuda de la madre de Leonora compraron una casa en Saint-Martin-d’Ardèche, en el sur de Francia. Fue para ambos un lugar idílico donde permanecieron más de dos años hasta que la guerra los separó. Fue una casa que ellos crearon como una obra de arte: con relieves, esculturas, pinturas. Leonora pintaba también los muebles. El tiempo que pasaron allí lo dedicaban exclusivamente a la creación y a retroalimentarse. Max tenía mucha más experiencia así que en algún punto la forma como pintora. Pero también la empieza a interesar en los textos de alquimia, de magia que tanto le fascinaban y de los que Leonora había también ya escuchado hablar y había leído algo durante su estancia en Londres. Fue un encuentro verdaderamente fundamental para ambos.
Autorretrato 1936-37 es una de las obras que pinta Leonora estando en la casa de Saint-Martin-d’Ardèche. Se trata evidentemente de un autorretrato y la podemos ver a ella como una mujer rebelde que ha tomado las riendas de su vida muy joven. Esta interacción con los animales, que va a ser algo que vamos a ver en en su obra como una constante. Y aquí va a aparecer la figura del caballo blanco que que se convierte en su alter ego. Ese caballo tiene que ver con historias de su infancia. Ella amaba los caballos, tenía sus ponis, clases de equitación, y además tenía una caballito blanco de madera en su habitación, que tiempo después, cuenta cómo su padre lo quema en revancha por un acto de rebeldía. Eso se convierte el argumento de la primera obra de teatro que que Leonora escribe con el título de Penélope y el personaje de su caballo Yo tártaro
El cuadro no está fechado, lo empezó no se sabe si en el 36 o en el 37. Yo tengo la teoría de que ni siquiera está terminado porque se puede observar en el centro un manchón encima de la hiena. Ella se lo regaló a Max Ernst, que tiempo después, en Estados Unidos, se casa con Peggy Guggenheim. Como Peggy no quería tener a Leonora en su casa, se lo manda en resguardo al galerista Pierre Matisse y nunca se lo reclama. Y cuando murió Pierre Matisse lo legó junto con su colección al Metropolitan Museum de Nueva York, que es donde se encuentra ahora.
Retrato de Max Ernst es un cuadro de 1939 en el que Leonora lo pinta como la carta del ermitaño del tarot. El Ermitaño es un hombre sabio que va hacia el interior, que está en un proceso de meditación, de reflexión. Sin embargo, ella aparece dos veces, como un caballo blanco de hielo y también como el caballo que está dentro de la linterna. La linterna es la que alumbra al ermitaño y es como si ella nos estuviera diciendo que hay igualdad entre ellos. No es él como su maestro, sino que ella también está de alguna manera iluminando el camino. Esta es la primera pintura de Leonora donde hay una clara alusión a un tema del tarot. Ya después veremos cómo ella va a seguir en esa línea, va a dejar en evidencia su conocimiento acerca del tarot, que fue tan importante para todos los surrealistas.
En ese mismo período, marcado por su idilio, Leonora empieza a escribir sus primeros relatos cortos yu primera obra de teatro. Pero todo se ve interrumpido por la guerra. Maxes arrestado por ser un alemán en territorio francés ocupado. En dos ocasiones fue llevado a campos de prisioneros. En la primera detención, Leonora lo tenía ubicado y le llevaba material para pintar y comida. Pero en la segunda ocasión ya no supo dónde estaba y empezó a tener ataques nerviosos, temas graves de enfermedad mental. Una pareja amiga la encontró en muy mal estado y habla con el padre que la interna en un psiquiátrico en la ciudad de Santander.
Ahí pinta. Pinta obras como el Mapa de Down Below, que era el nombre del pabellón donde tenían a los enfermos. Ahí le toca experimentar con camisas de fuerza, inyecciones de cardiazol. Fue una época que la marcó tremendamente que ella narra después en una novela con el título Memorias de abajo, que son las memorias de Down Below. Finalmente logra salir. Su padre tenía la intención de mandarla a Sudáfrica para evitar la guerra. Pero se escapa, se va a Portugal y, en Lisboa, conoce al mexicano Renato Leduc, que acaba ofreciéndole matrimonio como una alternativa para poder escapar de la guerra e irse a Nueva York.
A su llegada a Nueva York está pintando Té verde, un cuadro con claras referencias autobiográficas. La vemos a ella envuelta en esta camisa de fuerza, pero también con la introducción de los elementos mágicos. Ella está dentro de un círculo que, en prácticas mágicas, tiene que ver con un círculo de protección. Hay un caldero con siervos, que es de la iconografía celta y tiene que ver con la idea de una muerte y un renacimiento para regresar con más fuerza y más poder. Esta imagen es la que ella estaba produciendo justo antes de viajar a México, donde conoce a Remedios Varo.
Remedios Varo, por otro lado, nace en España y en la zona de Gerona, aunque le tocó estar moviéndose por su padre, incluso al norte de África. El padre era ingeniero hidráulico y en lo opuesto a Leonora, fue quien siempre la indujo a que hiciera lo que quería. Le empezó a enseñar las técnicas del dibujo y le permitió entrar primero a una escuela de artes y oficios, pero finalmente él fue el que motivó que entrase formalmente a la Academia de San Fernando en Madrid. Entonces, a diferencia de Leonora, ella sí tuvo una formación académica de varios años como artista.
Su padre va a ser una figura fundamental. Él era esperantista, entonces tenía esta ideología de una lengua universal, pero también de una cultura universal. Desde niña, era una gran apertura para ella: él le promovía la lectura de libros de aventuras de Julio Verne, donde aparecían todas estas máquinas fantásticas que luego ella va a pintar muchos años más adelante. Y también la idea del descubrimiento de la investigación. Él también tenía un gran interés por la geología y coleccionaba piedras, cristales, algo que también Remedios continuará haciendo en México. Y ella, tras graduarse, se va un brevemente a París y se casa con un compañero de la academia. Pero se casan sobre todo para salir de de la familia. La madre de Remedios era muy católica y no la dejaría ir soltera. Entonces se casa, se va a París muy brevemente, regresa y se instalan en Barcelona. Ahí se va a vincular a un grupo de jóvenes que querían seguir los postulados del surrealismo. Se hacían llamar los lógico fauvistas, porque estaban en contra de toda lógica. Ella empieza a experimentar con una pintura totalmente antiacadémica, es lo que estaba pintando ella en el 36, muy diferente de lo que vamos a ver después y lo que van a tener la posibilidad de ver en en la sala del museo Y con este grupo de jóvenes empieza a buscar estas ideas alternativas en el arte, rompiendo con todas las reglas.
Pero su punto más importante es cuando en Barcelona conoce al poeta francés Benjamin Pere, que era muy, muy cercano a André Breton, el padre del surrealismo, y se va siguiéndolo a España tras el asesinato de Federico García Lorca. Juntos a Pere, en París Remedios empieza a vincularse muy cercanamente con el grupo Surrealista. Participa ilustrando algunas de sus publicaciones en las exposiciones de surrealismo. Ella, como Leonora, aunque no en un psiquiátrico, estuvo internada en un campamento de prisioneros. Ella se negaba a hablar del tema, al parecer (y es lo que piensa Leonora) tenía que ver con que estaba ayudando a esconder judíos en el momento de la guerra. Logra escaparse, sale de ahí y se reúne en Marsella, donde estaba todo un grupo de artistas, intelectuales, escritores a los que desde Nueva York, les estaban ayudando a salir a conseguir visas. La idea era ir a Nueva York, que es adonde iba Breton. Sin embargo, Peret ya estaba fichado como comunista y no podía entrar, por lo que deciden irse a México. Para nosotros en México fue una bendición, porque la consideramos como una mexicana. Así se formó una comunidad de surrealistas en el exilio, en México. Remedios junto a Leonora, y también con Peret. Leonora ya estaba con su siguiente marido. Ella se separa muy pronto de Renato y se casa con Emérico, conocido como Chiqui Báez, un hombre judío fotógrafo que luego va a ser el padre de sus hijos. Y en esa comunidad de exiliados están también Katy y José Orna. Y este grupo se va a reunir continuamente. Todos son pobres, no tienen prácticamente nada. Quien aporta y quien los va a ayudar mucho va a ser el mexicano Gunther Gerzso. Él nació en México, estuvo un tiempo en Austria con familiares, pero luego regresó.
Hay algo importantísimo de esta relación con Gerzso… Ellas, imagínense, llegaron del exilio casi con lo que traían puesto y una pequeña maleta. Por supuesto, no tenían bibliotecas propias ni mucho menos. Ni tenían los recursos para hacerlas. Pero Gunther Gerzso tenía una biblioteca espléndida, llena de libros sobre grandes maestros, técnicas pictóricas del renacimiento, de la Edad Media. Y esta biblioteca, pues, era una fuente maravillosa tanto para Leonora como para Remedios. Hay un cuadro que pinta Gerzso, donde las representa: Remedios es una mujer con un manto verde pelirroja, como era ella rodeada de gatos, y Leonora es una figura con el torso desnudo que está como emergiendo. Es una especie de renacimiento después de haber pasado por la experiencia de la locura en el psiquiátrico y como está surgiendo nuevamente y como la veía él, como una mujer también muy misteriosa. Peret es un poeta que tiene la cabeza en las nubes y esa la visión de este grupo La pintura se llama Los días de la calle Gabino Barreda, porque es el nombre de la calle donde estaba la vecindad a la que llegaron Remedios y Peret, donde también acogieron a muchos otros artistas, incluso a Leonora, cuando se divorcia de Renato. Antes de que hiciera su propia casa, ella vivió en esta vecindad donde hacían sus tertulias surrealistas, pues entre todos cooperaban para comprar el vino y la cena. Allí empezaron a crear su obra.
* La conferencia Leonora Carrington y Remedios Varo: colaboraciones mágicas se realizó con el apoyo de Sotheby’s, en el marco de los festejos por el 23° aniversario de Malba. Se encuentra disponible en la web y el canal de YouTube del museo.
[Fotos: Alejandro Guyot / Gentileza Malba]