En La Varsovia nació hace casi un cuarto de siglo como una obra de teatro. Fui becada por el Instituto Nacional de Teatro para escribir una obra con la tutoría del maestro Mauricio Kartún. Era la historia de dos mujeres, ambas abducidas por la Asociación Varsovia o ZwiMigdal, una compañía que se dedicaba a la trata de mujeres para la prostitución. Estas dos mujeres estaban enamoradas de su captor, cafishio, en el lunfardo argentino.
La ZwiMigdal operó las primeras tres décadas del siglo XX en un radio de varios países del cono sur, pero sobre todo se instaló en Buenos Aires y Rosario, Argentina, en ese entonces los grandes puertos de América. Era una organización mafiosa regenteada por judíos del este europeos, y las mujeres que traían también lo eran. El origen de esta mafia, impidió por muchas décadas que la colectividad judía pudiera reparar las memorias de las víctimas, las mujeres. Fue por el temor a despertar el antisemitismo argentino, esa víbora bajo la flor, siempre latente. La historia de las mujeres polacas es parte de la historia argentina, de una Argentina que nos esmeramos en desconocer.
A medida que investigaba sobre la ZwiMigdal, descubrí un dato en un libro del historiador ya fallecido Nicolás Zinni. Para los judíos religiosos era común pedir el auxilio de una casamentera para conocer al futuro novio o novia y casarse. Algunas de estas casamenteras eran cómplices siniestras de la ZwiMigdal, y le marcaban las muchachas que podrían llevarse con el cuento del novio. Las más saludables, bellas y pobres.
Quiero aclarar que muchas de las mujeres que llegaban a la Argentina a ejercer la prostitución en los prostíbulos, sabían cuál sería su destino.
A pesar de la sordidez, para muchas significó la posibilidad de seguir con vida, siendo que en Rusia, los progroms contra los judíos eran cosa de todos los días y además los corría el hambre y el frío. Gracias a este dato en el libro de Zinni, se me ocurrió crear una obra donde la casamentera y sus ardides está en el centro de la escena. “La realidad es la medida de la decencia”, le hice decir: una frase de Niesztche para explicar cualquier maldad y las razones de cualquier psicópata.
Las obras dieron vueltas por muchísimos escenarios, dentro y fuera de la Argentina. Hasta tuvieron su musical en Washington DC en el Teatro Gala, entonces dirigido por el excelente Hugo Medrano.
Fue por el recorrido exitoso que tuvieron en escena, que consideré escribir esas historias como una novela. Producían aquello que dice Aristóteles es el sine qua non de una del teatro: compasión y asombro. Y quise darle una vuelta más, para que el espectador que hubiera visto las obras no se sintiera decepcionado y que ya se sabía el final.
Esta es la historia que tendrán ustedes delante de los ojos en BajaLibros en estos días. Espero que les guste y los emocione. Sobre esta novela, el director rosarino Damián Ciampechini filmó durante la pandemia, Las polacas, miniserie que seguro podrán ver en alguna plataforma pública.