Cyrus Chestnut, uno de los pianistas de jazz más destacados de su generación, se presenta en Bebop Club este fin de semana, el viernes 27 y sábado 28 en doble función, a las 20 y 22:30 hs. El pianista y compositor de 61 años, nacido en Baltimore, estará acompañado por Mariano Loiácono en trompeta, Santiago Lamisovski en contrabajo y Marco Scaravaglione en batería.
Chestnut, conocido por su habilidad para fusionar el gospel, el soul y el hard bop, comenzó su carrera musical a los seis años tocando el piano en la iglesia Mount Calvary Star Baptist de su ciudad natal. Su formación académica incluye estudios en Peabody Prep y Berklee College of Music. A lo largo de su carrera, ha colaborado con numerosas leyendas del jazz como Terence Blanchard, Wynton Marsalis, Benny Golson, Isaac Hayes y Dizzy Gillespie. Su técnica prodigiosa y su estilo orgánico lo han convertido en una referencia tanto en el ámbito académico como en el escenario.
Además de su carrera musical, Chestnut ha participado en producciones cinematográficas, como la película Kansas City de Robert Altman, donde interpretó a un pianista inspirado en Count Basie. Su capacidad para tocar el piano de manera natural y sin esfuerzo aparente ha sido ampliamente reconocida, y su estilo en formato de trío es especialmente apreciado por su swing relajado y su pianismo lleno de ideas.
En diálogo con Infobae Cultura, Cyrus Chestnut repasó su trayectoria, habló de varios de los grandes músicos con los que compartió grabaciones y escenario, y al referirse a los estilos-madre de su música, afirmó sin dudar: “El blues y el góspel recorren caminos paralelos”.
—¿Cómo ha resultado la experiencia de trabajar con Terence Blanchard?
—Trabajar con Terence Blanchard y Donald Harrison me abrió los oídos a una forma completamente distinta de tocar la música. Antes de este grupo, me inicié en la escena neoyorquina trabajando con Jon Hendricks y compañía, que tenían un enfoque un tanto conservador del jazz. Pero era muy necesario. Aprendí mucho de él, de Michael Carvin (batería) y Larry Gales (bajo), además de Clifford Barbaro,que me introdujo en la escena del jazz de Nueva York. Trabajar con el quinteto Blanchard/Harrison me obligó a buscar otras formas de tocar, que se ampliaron aún más cuando me llamaron para trabajar con Betty Carter.
—¿A quiénes considera sus maestros de piano a lo largo de la historia del jazz?
—La respuesta es difícil... Hay tanta gente por diferentes razones. Tendría que empezar por Jelly Roll Morton y desde allí seguir por la historia. Podría citar a Thelonious Monk, pero tendría que incluir a Red Garland, Wynton Kelly, Ray Bryant, Junior Mance, Bill Evans, Mulgrew Miller, Hank Jones, y así sucesivamente...
—¿Qué representa la música góspel en su vida y hasta qué punto ha influido en sus creaciones musicales?
—La música góspel está en mi ADN. He escuchado y tocado música gospel desde que era niño. Está en el tejido de lo que soy hasta el día de hoy.
—¿Por qué eligió canciones del repertorio de Elvis Presley para versionarlas?
— A Elvis le gustaba el góspel y a mí también. Para mí, esa fue la primera conexión. Grabar estas canciones no sólo tenía que ver con Elvis Presley, sino con la gente que le influyó.
—¿Cuál fue la conexión de esa música con su sensibilidad como pianista?
—Como he dicho antes, a Elvis le gustaba el góspel y a mí también. La influencia del góspel fue el punto de partida, pero no quería limitarme a tocar de forma “góspel”. En mi opinión, el blues y el góspel recorren caminos paralelos, dado que Thomas Dorsey, conocido como el padre de la música góspel, fue un gran músico de blues. Cambiaba el texto (la letra) en sus canciones góspel, pero mantenía el espíritu del blues. Creo que hay una cultura musical que ha arraigado en el afroamericano durante mucho tiempo, pero esa es otra conversación.
[Fotos: Laura Tenenbaum; David Redfern/Redferns]