Era un martes cualquiera de marzo de 2020, cuando el WhatsApp de Lucía no paraba de sonar. Sus amigos compartían desesperadamente un audio que advertía sobre un supuesto nuevo síntoma del COVID-19: “si te arde la garganta, tómate un vaso de agua con cloro, que desinfecta”. Lucía, desconfiada, prefirió consultar a un médico y, como era de esperar, le dijeron que era una noticia falsa. ¿Cómo había llegado una mentira tan absurda a viralizarse en medio de una pandemia global? El audio formaba parte de lo que la investigadora argentina Adriana Amado, en su ensayo La verdad fuera de foco -que hoy se ofrece en forma gratuita en formato digital- denomina “infodemia”, un exceso de información, mayormente falsa, que circula sin control en redes sociales.
La verdad fuera de foco
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“Las fake news decididamente no son un invento de las redes sociales”, dice Amado ahora, en diálogo con Infobae. Su trabajo tiene que ver con pensar esas cosas. Amado nos invita a reflexionar sobre qué tan cierta es la información que consumimos y cómo, a menudo, elegimos creer en aquello que refuerza nuestras ideas preexistentes. La verdad fuera de foco -que forma parte de la colección Leamos Filosofía- no es un manual para combatir noticias falsas, sino una exploración de las dinámicas políticas y sociales que permiten que éstas proliferen.
El contexto de la infodemia
Desde que comenzó la pandemia de COVID-19, no sólo nos enfrentamos a un virus mortal, sino también a una crisis informativa que la propia Unión Europea calificó como “information disorder”. Amado sostiene que la gente no está tan desinformada como se dice, ya que la mayoría de los encuestados durante la pandemia supo identificar correctamente los síntomas y formas de prevención del virus.” Sólo uno de cada diez adhería a alguno de los rumores acerca de ingerir desinfectantes o la supuesta creación del virus en laboratorios lejanos”, escribió Amado.
La política ha jugado un papel crucial en este fenómeno. Según Amado, las fake news no sólo provienen de “trolls” en redes sociales, sino que son impulsadas desde sectores oficiales. “Los mismos actores que agitan el fantasma de la desinformación suelen ser los principales proveedores de noticias engañosas”, afirma. Esto genera un círculo vicioso en el que los ciudadanos desconfían no sólo de las redes sociales sino de todo tipo de información. Este escepticismo generalizado, advierte Amado, es el verdadero peligro, pues impide la toma de decisiones informadas.
Fake news: ni tan nuevas ni tan influyentes
Uno de los grandes méritos de Amado es desenmascarar el miedo irracional que se ha construido en torno a las fake news. Si bien reconoce su existencia, subraya que son una pequeña parte del flujo informativo total y que su impacto no es tan generalizado como se suele creer. Citando el caso de las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos y el Brexit, Amado cuestiona la noción de que las noticias falsas en redes sociales fueron responsables de los resultados. “No hay evidencia empírica sólida que pruebe una manipulación masiva a través de las fake news”, asegura, contrastando la narrativa popular.
La autora también recuerda el caso de La guerra de los mundos, la famosa emisión radial de Orson Welles en 1938 que supuestamente causó pánico masivo al hacer creer a la audiencia que nuestro planeta estaba siendo invadido por extraterrestres. “La histeria colectiva que describieron los diarios fue una exageración que se utilizó para desacreditar a la radio, un medio emergente que ponía en jaque el monopolio informativo de la prensa escrita”, sostiene Amado.
Cuatro preguntas a Adriana Amado
-¿Había fake news antes de las redes sociales?
-Las fake news decididamente no son un invento de las redes sociales. De hecho, está demostrado reiteradamente que la principal fuente de desinformación son los personajes de poder, los políticos, que muchas veces instrumentalizan los propios organismos de poder para validar versiones de la realidad que no pueden ser verificables y que se imponen justamente por la autoridad. Además de la famosa fake news de La guerra del fin del mundo, por supuesto que hubo muchísimos casos de operaciones o simplemente de versiones de ciertos sucesos que luego fueron corregidas. Es decir que la desinformación tiene una cuota de mala intención cuando es una operación pero también una versión inacabada puede convertirse en desinformación.
-¿La guerra de los mundos fue una operación?
-La fake news de La guerra de los mundos, que cuento con detalles en el libro, no fue una versión inocente, fue la versión que deliberadamente propusieron los medios en ese momento, los diarios, acerca de ciertos efectos que podían generar en la gente la manipulación de la radio. Bueno, algo parecido estamos viviendo ahora con estos supuestos efectos que haría la desinformación en las redes, cuando en países como en Argentina las redes sociales han puesto en discusión cuestiones que fueron calificadas de desinformación por el poder, pero luego fueron confirmadas por la realidad.
La guerra de los mundos
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-¿Podemos evitar las fake news o ya son parte de la vida?
-Aquí los estudios de la biología vienen al auxilio del tema de las fake news. Podemos decir, y muchos de los estudios lo confirman en ese sentido, que tendemos a elegir la información correcta en las cosas que involucran directamente nuestra vida. No se puede vivir en el error. La fake news o la desinformación suele estar relacionada con opiniones, con ideologías, con manera de ver la vida. A ver, si vamos a un caso extremo, sostener que la Tierra era el centro del universo también podría considerarse una fake news, pero tenía un trasfondo ideológico y político que hizo que durante muchísimos siglos, aun cuando se tenían evidencias en contrario, se siguiera sosteniendo esa versión. Por eso a mí no me gusta hablar de verdad, sino de información. La información es lo que combate a la desinformación como su propio nombre nos hace pensar.
-¿Qué cambió en las fake news con la inteligencia artificial?
-Contrariamente a la idea de que la inteligencia artificial puede falsear imágenes o construir textos que puedan inducir engaño, hay una parte de la inteligencia artificial que va a ser mucho más difícil la mentira. Hoy solo hay algunos esfuerzos de verificaciones aislados que llegan a muy pocos casos concretos, pero pensemos en el traductor de Google como un gran verificador. Cuando empezamos a trabajar con la traducción automática, quizás las frases que nos ofrecía el traductor no eran fidedignas. Hoy, después de muchos años en que ese motor de inteligencia artificial trabajó con versiones, con variedades dialectales, hoy la traducción que nos aporta es súper precisa. Exactamente lo mismo puede hacer con la información. Y un ejemplo muy notable que a veces no perdemos de vista es el caso de Wikipedia. Después de 25 años, Wikipedia se convirtió en la enciclopedia colaborativa donde, más allá de ciertos casos aislados que nuevamente tienen que ver con la política, se ha convertido en una fuente de referencias donde uno puede encontrar enlaces a los principales artículos, donde hay muchísima gente y un motor muy depurado. Yo auguro la inteligencia artificial como esa enciclopedia enciclopedia colaborativa, que rápidamente va a a refutar las versiones imprecisas, va a comparar cuáles son las versiones de un mismo hecho y nos va a ayudar a separar buena información de mala información, que en definitiva es de eso de lo que se trata.
-¿Hay algo que “solucionar”? ¿Se regulará solo el acceso a la información, el tipo de información que recibimos? ¿Nos queremos informar o un meme y un par de títulos alcanzan?
-¿Qué es la solución? Creo que concentrar los esfuerzos en la información de calidad es el mejor camino. Porque, como decía, la gente al final del día necesita la información correcta para llegar a donde tiene que llegar. Para comprar lo que tiene que comprar y para hacerlo de la mejor manera, por ejemplo. Eso en reglas generales se hace. ¿En qué campo siguen pululando las fake news? En la política, en la discusión del poder y en eso la transparencia del poder y la separación de la política, de las cuestiones que tienen que ver con el Estado y en el que podamos acceder a los datos, a los presupuestos, a toda la información que nos permita contrastar lo que nos dicen. Yo creo que ese es el gran camino en el que hay que trabajar y en el que el periodismo tiene un lugar fundamental como actor principal en la producción de información de calidad.
Leamos Filosofía
La colección Leamos Filosofía está formada por una serie de ensayos breves, de temas contemporáneos, escritos por autores como José Emilio Burucúa, Luis Diego Fernández, Diana Cohen Agrest, Federico Kukso, Alejandro Rozitchner, Patricia Nigro, Esther Díaz y Federico Lorenz.
Todo exploran distintos aspectos de la vivencia y la sensibilidad de hoy y se pueden descargar gratuitamente desde Bajalibros.
Quién es Adriana Amado
♦ Es doctora en Ciencias Sociales por la FLACSO y licenciada en Letras por la UBA. Divulgadora e investigadora en la red global Worlds of Journalism, dirige el proyecto Infociudadana y es parte de la dirección de Poder Ciudadano.
♦ Es autora de más de quince libros, entre ellos Política pop y La política en el fin del mundo.