“Si el corazón no lo empuja no hay poema”, supo decir la poeta argentina Diana Bellessi, que termina su hermoso poema El jardín con un verso conmovedor: “Desenterraste mi corazón de tu cantero”. Y, ya en pleno siglo XXI, Luis García Montero escribió los más desgarradores poemas de amor a su mujer, Almudena Grandes, que se murió tras algo más de un año de enfermedad. “No me quejo de verte morir entre mis brazos”, dice en uno de ellos. Su libro Un año y tres meses es, sin embargo la celebración de cuánto se puede ser feliz con alguien.
El amor ha sido, sin duda, uno de los temas más recurrentes en la poesía a lo largo de la historia. Desde los clásicos hasta los contemporáneos, innumerables poetas han abordado el amor en todas sus facetas: el deseo, la pasión, la pérdida, la nostalgia. ¿Quién es el mejor? ¿Quién ha interpretado con sus versos lo que pasa en los corazones? A través del tiempo, fueron muchos. Aquí, algunos de los más destacados
Pablo Neruda: El canto sensual del amor
Es imposible hablar de poesía amorosa sin mencionar a Pablo Neruda. El poeta chileno, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1971, hizo del amor uno de los pilares fundamentales de su obra. En sus Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), Neruda explora el amor con una sensualidad desbordante y una pasión que trasciende lo físico, como se aprecia en el emblemático Poema 20:
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: ‘La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos’.
Este poema, uno de los más conocidos en lengua española, encapsula el dolor de la pérdida amorosa y la belleza efímera del sentimiento. Neruda se erige como el poeta que canta al amor desde la melancolía, pero también desde el ardor y la pasión juvenil, explorando tanto la alegría como el sufrimiento que conlleva.
La pasión de Neruda, por estos días, cabe en un par de versos buenos para mandar por mensaje: “Quiero hacer contigo/ lo que la primavera hace con los cerezos”.
Veinte poemas de amor y una canción desesperada
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Gustavo Adolfo Bécquer: El amor etéreo y el desengaño
Otro nombre que resuena al hablar de poesía amorosa es el de Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta romántico por excelencia en el mundo hispanohablante. Sus Rimas son una serie de composiciones que revelan un amor idealizado, casi intangible, pero también el desencanto y la soledad. En la Rima LIII, uno de sus poemas más citados, Bécquer captura ese amor que, aunque se repite, jamás será el mismo:
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Aquí, el poeta compara el amor con las golondrinas, representando un ciclo de renovación y pérdida. La obra de Bécquer está marcada por la nostalgia, el anhelo de un amor puro y la conciencia de que este, inevitablemente, se desvanece, convirtiéndolo en uno de los poetas más representativos del amor idealizado y perdido.
Como se ve en estos versos, ideales para mandar: “Los suspiros son aire y van al aire./ Las lágrimas son agua y van al mar./ Dime, mujer, cuando el amor se olvida,/ ¿sabes tú adónde va?”
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Sor Juana Inés de la Cruz: El amor intelectual y divino
En la poesía del Siglo de Oro, Sor Juana Inés de la Cruz, la poeta y monja mexicana, elevó el amor a una dimensión más allá de lo terrenal. Sus versos no solo abordan el amor romántico, sino también el amor por el conocimiento y la espiritualidad. En sus poemas, se percibe una lucha entre la razón y la pasión, como
Yo trato de ser libre; mas me fuerzan
mis deseos a que deba amar,
y al punto de decirles que no quiero,
me hallo con más firmeza porfiar.
Sor Juana ve el amor como una dualidad, un conflicto entre el deseo carnal y la búsqueda de lo divino, lo cual la convierte en una figura única dentro de los poetas del amor.
La poeta es citada muchas veces por versos como: “Hombres necios que acusáis / a la mujer sin razón, / sin ver que sois la ocasión / de lo mismo que culpáis”. Aunque sus versos sobre el amor romántico no son tan abundantes, su exploración sobre el deseo y la contradicción humana es profunda y compleja, Así, ofrece una visión más intelectual y espiritual del amor.
Y la búsqueda de lo intelectual, paradójicamente, muchas veces la hace escribir sobre lo incomprensible del amor. Como cuando dice: “Este amoroso tormento / que en mi corazón se ve, / sé que lo siento, y no sé / la causa por que lo siento.”
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Francisco de Quevedo: El amor como tragedia
Francisco de Quevedo, uno de los poetas más importantes del Siglo de Oro español, es conocido tanto por su poesía satírica como por sus sonetos amorosos. Sin embargo, su visión del amor está marcada por el pesimismo y el desengaño. En su famoso poema Definiendo el amor, Quevedo aborda el amor desde una perspectiva trágica.
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado
Quevedo ve el amor como algo inevitablemente unido al dolor y a la muerte, pero, al mismo tiempo, lo exalta como un sentimiento que trasciende lo mortal.
Para Quevedo, el amor es trágico, y su obra está impregnada de una conciencia de la fragilidad humana, lo que le otorga un lugar destacado entre los poetas que han explorado la dimensión más oscura del amor.
Recuerda: “serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado”.
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Luis Cernuda: El amor prohibido y la soledad
No se puede ignorar la figura de Luis Cernuda cuando se habla de poesía amorosa en el siglo XX. El poeta de la Generación del 27, cuya obra está marcada por el exilio y la marginación, aborda el amor desde la perspectiva de lo prohibido y lo inalcanzable. En su poema Si el hombre pudiera decir, Cernuda expresa el deseo de un amor libre y sin restricciones, un anhelo que se enfrenta a la realidad de la represión social:
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz.”
Cernuda explora el amor como un deseo frustrado, condicionado por las normas sociales y la soledad inherente al ser humano. En su poesía, el amor es siempre un anhelo que no llega a materializarse plenamente, lo que genera un profundo sentimiento de tristeza y aislamiento.
Elvira Sastre: la vulnerabilidad
Nacida en 1992 en Segovia, España, Elvira Sastre ha irrumpido con fuerza en el panorama poético contemporáneo en lengua española, especialmente entre los más jóvenes. Su poesía se caracteriza por la exploración del amor, la soledad y la vulnerabilidad desde una perspectiva muy personal y directa.
Así, propone en su poema Irene:
¿Sabes eso de abrazar a alguien y sentir
que el entrelazamiento es perfecto? Que no sobran manos,
que el tamaño de los brazos es el ideal, incluso la altura de los corazones se ajusta y parece que todo se resuelve en un latido.
Pues algo así eres para mí:
la compenetración perfecta, la cara de todas mis monedas
y en quien pienso cuando alguien habla de la suerte
—qué sabrán ellos de la suerte si no te conocen—.
Elvira Sastre se distingue por su estilo sencillo pero contundente, donde el amor es una experiencia tanto de dolor como de crecimiento personal. Sus versos han conectado con una nueva generación de lectores que se ven reflejados en sus emociones y en la forma íntima en que explora las relaciones humanas.
Sastre aporta una voz fresca al panorama de la poesía amorosa contemporánea, con una escritura que habla de las heridas del amor, pero también de la fortaleza que se obtiene a través de ellas.
Días sin ti
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Diana Bellessi: corazón desenterrado
Diana Bellessi, poeta argentina nacida en 1946, es una de las voces más destacadas de la poesía contemporánea en América Latina. Su obra está profundamente conectada con la naturaleza, el paisaje rural y los afectos humanos, abordando el amor desde una perspectiva íntima, sencilla y cercana.
Bellessi encuentra en lo cotidiano una forma de explorar las emociones y las relaciones, sin caer en lo grandilocuente, sino revelando la belleza en los detalles más pequeños. En su poesía, el amor aparece muchas veces vinculado al entorno natural, como un sentimiento que florece en la conexión con la tierra y los ciclos de la vida.
Su poesía, cercana a las corrientes ecofeministas, combina una visión del amor que fluye entre el ser humano y la naturaleza, desdibujando los límites entre ambos. Aquí, completo, un poema de Diana Bellesi.
Cuando digo la palabra
Cuando digo la palabra
nuca
¿te chupo suavemente
hasta hundir
el diente aquí?
¿Estoy tocándote acaso?
Cuando digo pezón
¿la mano roza
las dilatadas rosas de los pechos tuyos?
¿te toco acaso?
¿Toca, lengua, la comisura
de mis labios y aprisiona
en la vasta cavidad el cuerpo
que desea ser tocado y ceñido
por tu lengua cuando nombra
mi boca la palabra lengua, acaso?
No me mandes al rincón.
No hagás de mí el testigo
que se mira tocarte con palabras
Es la mano nombrada
no el nombre
quien desea aprisionar tus nalgas.
-Hábleme -¿Cómo será?
-¿Qué?
-Tu voz
¿fuego oculto en la madera
del fuego que se expande?
¿Así será?
El cuerpo de tu voz
en el instante en que
no me mandes al rincón
fluye miel de las granadas.
No quiero
tocar un fantasma
ni quiero la fantasía cortés
del trovador a su dama.
Es a vos, mi amada
áspero cuerpo de la amiga a quien deseo.
Gesto
de mutua apropiación
instante
donde no se saben
los límites del tú, del yo
El nombre y lo nombrado en tersa conjunción que sabe
no durará
y sabe
es más eterno
que el filo de un diamante.
Alegre
relámpago de zarpa
y de mordisco
animal
el más bello de todos
el instinto
impera aquí
Su voz no tiene traducción
Verbal moneda de intercambio
no
solo el audaz abrazo, amiga mía,
responde aquí