La engañó con su mejor amiga y ella lo esperó con un plato que se sirve frío

“Vidas en corto”, los 24 cuentos de la antología de Margarita Girardi, están inspirados en historias verdaderas que la autora transformó en ficción.

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Margarita Girardi, cuentos que dan en el blanco.
Margarita Girardi, cuentos que dan en el blanco.

“Mi papá, desnudo, aplasta a mi mamá, pero se ve que no la aplasta del todo porque se sostiene sobre los brazos. Y ella se ríe, no llora. Me parece que no le duele”. Así comienza Al contrario, el primer relato de los veinticuatro que conforman Vidas en Corto (2024, Metrópolis) de la autora rosarina Margarita Girardi. Impacta. No se entiende de qué va hasta que sí. Pero cuando sucede, ya es demasiado tarde.

“El corazón me late fuerte. Salgo de la habitación igual que como entré, sin hacer ruido. Entorno la puerta para dejarla como estaba. No la cierro. Me voy a ver la tele, pero no me puedo concentrar. Al rato ella aparece como si nada, atándose el pelo con una colita”. Entonces decís: Ah! ¡pero no! el pibe se les metió en el cuarto cuando lo estaban haciendo? Y cuando recalculaste, el cuento ya terminó.

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Vidas en corto

Por Margarita Girardi

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Girardi escribe para que se entienda y sin dobleces. Es hábil. Escribe de lo cotidiano. Sobre eso que nos pasa todos los días pero que no siempre contamos. Que no siempre compartimos. Y mucho menos con la naturalidad y la maestría con que lo hace la escritora, que también es abogada y profesora de inglés. Narra como si te estuviera contando que se va a comprar yerba al chino de la esquina. Tranquila, pero con todas las letras. A veces quedas como en corto, como el título del libro, y otras el caos fluye. Y vos fluis con él.

“Hoy desarmé el altar que le armé a mi mamá para el día de los muertos. Le puse flores naranjas. (…) No había pan de muertos porque no sé cómo se hace y también me olvidé del agua. Yo creo que mi mamá estuvo aquí. Espero que no se haya vuelto a morir, pero de sed. En todo caso, no lo creo. Ella siempre tenía recursos para todos.” Este se llama La mosca y es el segundo de los cuentos de la antología. El narrador también es un nene como en el cuento anterior. La mirada liviana y fresca de los chicos sobre temas que no lo son es una característica que identifica la propuesta. Como si la voz de la infancia fuera más llevadera y colorida para poder narrar esas cosas que los adultos no queremos ver, aunque nos miren de frente.

La que más me gustó

Pero hay una historia en particular que me gustó y mucho. Su título es Lo sé todo. Fue la que me enganchó y la que logró que completara la lectura. No tanto por el tema, que es muy trillado si se quiere, sino más bien por la manera en que Girardi lo pensó, lo desarrolló y finalmente lo presentó. Es lo peor. Lo que nadie desea, pero ella lo tira así: elegante, sutil, irónico. “Qué pasó? Yo vivía cómoda y segura. ¿Dónde están mis certezas? Se hicieron añicos con un par de miradas que se cruzaron en mis narices”. Lo sé todo nos dice que al final no sabemos nada. Porque “mis conocimientos no me sirven para saber qué hacer con lo que sé”. Y además porque si hay algo que sí sabemos y muy bien es que no tenemos ninguna certeza y que todo el conocimiento del universo no alcanzaría para llenar ese hueco húmedo y oscuro de la incertidumbre.

Los cuentos de Margarita Girardi, con tapa de Verónica Martínez Castro.
Los cuentos de Margarita Girardi, con tapa de Verónica Martínez Castro.

Pero bue. Así las cosas, en la vida de la protagonista de este relato, que se sincera hasta los huesos, y a la vez nos da una clase de aula magna acerca de qué hacen las personas que engañan y qué las que son engañadas. Son decisiones. Después de todo la vida no es más que eso: a todos nos pasan cosas, pero no todos hacemos lo mismo con lo que nos pasa. Y en esa diferencia reside la posibilidad de un match point.

Es tan finita la línea que en ocasiones casi casi que no se ve. Y ahí, fuiste. “Quise confrontarlo. No lo hice. Me congratulo por eso. Mi dignidad está intacta y su indignidad, cubierta. No quise morirme, sino matarlo.” A partir de acá la “mujer traicionada” empieza un viaje de no retorno por las propias habilidades que fue descubriendo a medida que las iba poniendo en práctica. Y todo respondía a un plan. ¿Ese que se sirve frío? Bueno, ese. Primer paso, cambio de look. Segundo paso, la cama. Siguió con la comida y no voy a decirles como terminó. Pero sí que la “mosquita muerta de Teresa” al final le hizo un favor. Aunque a priori parezca que no.

Y Picaporte, el último cuento de Vidas en corto es sin duda el final para el aplauso. Breve, apenas tres carillas y unas líneas, sonoro, cristalino pero contundente. “Me bañé y me vestí para ir al dermatólogo. (…) la consulta transcurrió normalmente. Yo tenía las manos detrás de la nuca. Al principio miraba para otro lado”. La paciente, muy blanca y con muchos lunares, fue a la consulta médica para que la revisen. Todo marchaba bien, pero de pronto no. “El Dr. Casco hacía algún que otro comentario, pero me parece que se me perdió lo que dijo porque olía a lavanda y tenía una sonrisa encantadora”.

¿Y qué tiene que ver todo esto con un picaporte? Tiene que ver y mucho. Hay puertas que se abren solas y otras que se cierran sin explicación. Allí reside la magia de la literatura. Y de Picaporte. Pero mejor no. No será esta columna la que devele el misterio. Serás vos. Y te va a gustar.

¿Quién es Margarita Girardi?

♦ Nació en Rosario. Argentina, en 1962.

Es escritora, abogada y profesora de inglés, con un Máster en Lingüística Aplicada.

Publicó la novela Galletas de Avellana (2014), reconocida con el Premio Literario Internacional Independiente y traducida al italiano.

También escribió las novelas De tácticas y gambetas (2017) y La casualidad (2022). Vidas en corto (2024) es su primer libro de cuentos.

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