Algo Perdido, Algo Ganado (Something lost, something gained) es el decimotercer libro de Hillary Clinton (incluyendo los que ha coescrito) y su cuarto libro de memorias. Por lo tanto, parece un lugar extraño para admitir, como lo hace, que “compartir mis reflexiones más personales no me resulta natural.” Clinton afirma que prefiere escribir sobre política, pero dice: “Espero que combinar ambos - el brócoli y el helado, por así decirlo - resulte en una comida gratificante.”
Pues no. Es tan poco apetitoso como esa imagen sugiere. Este es un libro tipo come-tus-verduras. Demasiado brócoli, tan poco postre.
A sus 76 años y después de más de tres décadas en la arena política nacional, Clinton sigue siendo una figura dominante, influyente y notable. Sus libros, por desgracia, no lo son. Gran parte de Algo Perdido, Algo Ganado - cuyo título es una referencia a una letra de Joni Mitchell, pero también a la elección de 2016- se lee como el discurso del Estado de la Unión que la ex senadora y ex secretaria de Estado soñó con dar.
Si lees las noticias, encontrarás pocas sorpresas aquí. Clinton predica a los convencidos, su legión de admiradores que con felicidad pagarán 30 dólares por este libro. Esos fanáticos podrán conocer a Clinton en su extensa gira de libros, que, como cualquier estrella de rock, ofrece cuatro niveles de “experiencias.”
Clinton sigue furiosa por el acuerdo de silencio de Donald Trump con Stormy Daniels, y por la posibilidad de que el silencio de la estrella de cine para adultos influyera en el resultado de las elecciones de 2016. Aunque Clinton reconoce que haber llamad “cesta de deplorables” a los seguidores de su oponente fue “una desafortunada elección de palabras y una mala política”, pasados los años cree que “deplorable” es “una palabra demasiado amable para el odio y el extremismo violento que hemos visto de algunos partidarios de Trump.”
Ella ve a Vladimir Putin como herido, “motivado más por la pérdida” y las “percepciones de humillaciones” del imperio perdido de Rusia que por cualquier otra cosa; no invadió Ucrania y castigó a los disidentes “porque se sintió fuerte,” escribe, “lo hizo porque se sintió asustado.” Todavía está enojada con el líder ruso por ordenar el hackeo de los ordenadores de los funcionarios de la campaña demócrata y dañar su campaña presidencial.
Como política, es admirable que mencione la difícil situación de las mujeres afganas, de las mujeres en todas partes, y los peligros de que los niños pasen demasiado tiempo frente a la pantalla. Como escritora, es interminable.
Clinton incluye un capítulo sobre cómo podría ser una segunda presidencia de Trump que hace que La Conjura Contra América -la novela donde Philip Roth imagina un presidente nazi- parezca un cuento para la hora de la siesta. Habiendo enseñado un curso de política global en la Universidad de Columbia el otoño pasado, Clinton desprecia a quienes carecen de una comprensión del contexto histórico: “No tengo tolerancia alguna para aquellos que quizás ni siquiera puedan localizar Gaza en un mapa y aun así insisten en que Israel no tiene derecho a existir.” Ella escribe sobre Israel y Gaza: “Son asuntos increíblemente espinosos, y el trauma en ambos lados de esta última ronda del conflicto solo los hace más difíciles de resolver. Pero no hay alternativa más que seguir trabajando por la paz.”
En el lado más ligero del libro, comparte que su apodo entre su círculo más cercano de hermanas en “Hillaryland” es “Big Girl.” Contó que en una reunión de presidentes y ex primeras damas en el funeral de Rosalynn Carter en 2023, Melania Trump habló poco y “no se involucró mucho.” Inspirada por una conversación con la comediante Wanda Sykes, Clinton nombró a su barriga postmenopáusica “Beulah.”
En cuanto a Bill y el matrimonio político más prominente y a menudo desconcertante del país, ella escribe: “El nuestro requirió trabajo. Mucho trabajo. ... Ser un cónyuge político es un acto de sublimación. Puedes decir ‘dos por el precio de uno,’ pero solo puede haber un Abeja Reina a la vez.” (Ella y Bill, escribe, aman hacer el juego Spelling Bee del New York Times en la cama cada mañana; él alcanza de forma rutinaria y rápida el nivel más alto, Abeja Reina.)
Sus cerebros funcionan de manera diferente. “Él sigue siendo un músico de jazz en el fondo, saltando de idea en idea con brillante improvisación. Yo soy más práctica y lineal.” Después de más de medio siglo juntos, él todavía la hace estremecer. Ella escribe: “Es el hombre más guapo en todas oartes.”
Los momentos más tiernos del libro están dedicados a la madre de Clinton, Dorothy Rodham, quien murió a los 92 años en 2011. Dorothy nació de padres adolescentes, incluyendo un padre que más tarde sospechó “podría haber sido secretamente gay.” Descuidada y luego abandonada por sus padres a los 8 años, fue criada por una «cruel abuela paterna». La madre de Clinton le dijo una vez a una amiga: “Nunca supe lo que era el amor hasta que tuve a Hillary en mis brazos siendo un bebé”.
En seis páginas de agradecimientos que incluyen casi 300 nombres, Clinton escribe que “se necesita una aldea para publicar un libro.” Posiblemente, pero no para escribir uno. Al menos tres personas son mencionadas como coautores de Algo Perdido... Clinton sigue tan ocupada como siempre. Sus metas y compromisos muestran pocas señales de disminuir. Pero escribir en comité es una práctica que sería mejor abandonar en los futuros libros de Clinton, que, dado su prolífico trabajo hasta ahora, probablemente serán muchos.
Fuente: The Washington Post