Unos días después de la salida de La lógica del escorpión, quise escribir sobre el nuevo disco de Charly, sobre las canciones y lo que me produjeron, pero también sobre lo que sentí en estas horas al ver cómo lo escuchaban y comentaban muchos periodistas, melómanos, fans o simplemente participantes de aquel multiverso histérico y violento llamado redes sociales.
¿Alguien de verdad pensaba que iba a ser “el mejor disco de Charly”? ¿Alguien ansiaba que fuera el peor? En realidad, lo mejor que sucedió, es que el disco es por suerte otro disco, un disco más, de esta etapa que empezó cuando Charly salió como pudo, clínicas y Palito Ortega mediante, de la etapa Say no more. Desde entonces publicó el boxset 60x60 (2012), Random (2017), y ahora La lógica del escorpión. Último aviso: en un verdadero artista, su obra nunca se puede disociar de las condiciones de su vida y de la insistencia y evolución de su estilo. Charly García cumplirá pronto, el 23 de octubre, 73 años.
Ante todo, la voz
Esta época que se pretende tan tolerante e inclusiva, cuando aparece algo fuera del rango ya establecido como “a tolerar” o “a incluir” se defiende con las mayores y más viejas defensas: prejuicios, conspiraciones, autocompasión, acusaciones e infamias. He visto varios comentarios que lamentan o directamente condenan que Charly cante en este disco “con la voz que canta”. Una voz modelo 2021 al parecer (desconozco si hoy Charly todavía podría grabar y cantar) que en La lógica del escorpión está menos tocada digitalmente que en Random, el disco anterior de 2017. Los que se espantan y denuncian o escrachan o condenan, con su siempre prestísimo juicio moral, parece que lo único que escuchan es la diferencia entre la voz que tuvo Charly hace cincuenta, cuarenta o incluso treinta años (aunque yo recuerdo muy bien que en los ‘90, los fans de “la primera hora” ya lamentaban que Charly cantara y decían que no debía cantar). Imaginen ahora.
Cuando al cuerpo y a la voz de Charly le ha pasado el camión de la vida y la enfermedad y los químicos por encima (como a tantas personas de 72 años, ¿no?, si es que tienen la suerte de estar vivas). De algún modo es la misma reacción airada, infantil y tilinga de cuando salió una foto de Moria Casán en bikini hace un tiempo. La buena conciencia de esta época solo tolera e incluye como viejos a Mick Jagger, Paul McCartney o Graciela Alfano. O a Céline Dion con su voz recuperada e impecable en la torre Eiffel. Así es un viejo, así “se llega” o hay que llegar a viejo.
Cuando todos sabemos que tales imágenes (porque de la vida real y privada nunca se sabe nada) son la excepción de cualquier otro rockero de setenta u ochenta años. Nadie quiere soportar ni mirar de frente las calamidades o, menos cruelmente, los achaques, defectos, pérdidas y desfiguraciones del paso del tiempo. Y en realidad es muy injusto, porque no está ahí verdaderamente lo viejo ni tampoco lo joven. Claro que la voz de Charly es la voz de un hombre de 72 años que ha sufrido un montón de complicaciones de salud de todo tipo; claro que es una voz frágil, muy gastada, empastada, que a veces no modula ni afina, pero ese no es el objeto, eso no es lo que importa de la voz que encarna La lógica del escorpión.
El objeto valioso, y me atrevo a decir, paradójicamente joven, vivo, es que todavía, incluso con ese hilo o dejo de voz Charly decida, quiera y pueda cantar. Porque no obstante, sigue siendo su voz. Y cualquiera que admire el estilo de la obra de Charly, valorará las inflexiones, los cambios, las diferencias justamente que ha ido manifestando y soportando esa voz a lo largo de cincuenta años. Un fan incondicional no escuchará en esa voz lastimada o rota una traición, al contrario, escuchará la enésima reencarnación o transformación de la fidelidad a un estilo y a una ética. Como si Charly todavía respondiera a la pregunta malvada: “¿Y qué puede cantar con esa voz?”: Todo esto. Porque sólo con esas nuevas inflexiones que el paso del tiempo y sus limitaciones le imponen a esa voz se puede reconocer aún la creatividad, incluso la genialidad de, con cada vez menos, poder seguir haciendo música, su música, e incluso, música nueva.
La traducción
La lógica del escorpión también se puede escuchar como una breve teoría y práctica de la traducción musical. A Charly siempre le ha importado mucho la traducción. Seguramente es el artista de rock argentino que más traducciones -y versiones- ha hecho de canciones muy conocidas y no tanto, de los artistas de rock que él ha admirado y que lo han influído, por lo general de mediados de los ‘60 a mediados de los ‘70, es decir sus años de formación y primeras composiciones. De hecho, en 1995 publicó un disco con su alter ego Casandra Lange, hecho de covers: Estaba en llamas cuando me acosté.
En La lógica del escorpión hay todo tipo de traducciones, versiones, variaciones, citas y homenajes. No sólo la versión en castellano del clásico de Lennon, “Watching the wheels” o la novedad de la traducción de “So you want to be a rock ‘n roll star?”, de The Byrds. Esas serían en este caso las traducciones y versiones explícitas que se suman a la larga lista de canciones traducidas y versionadas por Charly donde se destacan, entre otras, “Me siento mucho mejor” (versión original también de The Byrds “I ‘ll feel a whole lot better”) o “Influencia” (versión de “Influenza”, de Todd Rundgren).
Pero esa es en todo caso, como decía Borges sobre Pierre Menard, la obra visible, también en Charly lo más importante es la otra tarea de traducción, y también como en el caso de Menard, es la tarea “subterránea, interminablemente heroica, impar”. Charly ha sido uno de los grandes traductores para el Río de la Plata, de ese movimiento estético y musical de los años ‘60 llamado rock. Charly hizo en nuestro idioma lo que David Bowie, Joni Mitchell o Bob Dylan hicieron en inglés.
Si Borges es uno de los más grandes escritores modernos latinoamericanos, tantas veces comparado -por el valor de su obra- con Joyce, Proust o Kafka, Charly es uno de los más grandes compositores y cantantes de rock latinoamericano, comparable -por el valor de su obra- a tantas luminarias inglesas o estadounidenses, de Elton John a Annie Lennox, de Brian Wilson a Stevie Wonder. Y eso fue así desde el principio, velada o explícitamente, el Charly que toca la guitarra acústica en “Confesiones de invierno” está citando la misma guitarra acústica, mejorando el riff, de “I think I understand” (1969), de Joni Mitchell. O en el final de “Mientras miro las nuevas olas” se escucha Dire Straits, así como ahora en La lógica del escorpión cuando arranca “La medicina n° 9″ con una base tipo “Dreams”, de Fleetwood Mac. No es que roba o plagia. O sí, roba y plagia al punto de apropiarse completamente y de pasarlo por su propia máquina de invención musical. Pero no hay dudas de que la traducción es una operación clave en la obra de Charly. Desde siempre.
Pero además, en La lógica del escorpión continua algo que viene sucediendo hace varios años, desde el concepto y etapa Say no more, de los años ‘90: la traducción y versión de su propia música. Alguien puede ver en ese gesto, por qué no, una operación de “relleno” y tal vez alguna vez el efecto sea ese, nadie dice que Charly no toma riesgos cuando lo hace, pero es probable que la causa sea otra; es probable que la causa sea musical. Las derivas e insistencias musicales que hacen que algunos fragmentos, melodías, pasajes de alguna canción, reaparezca, se filtre, en alguna canción nueva. Para mostrar que también esa obra no solo está hecha de partes o fragmentos sueltos, sino de una continuidad y cohesión mayor. En las sinfonías, se sabe, es un recurso muy común, de hecho es parte de su estructura: ciertos motivos o frases aparecen en diferentes momentos, con diferentes instrumentaciones, variaciones, tonalidades y hasta armonías.
Las canciones
1.Rompela
Comienzo rockero, a todo volumen y sin complejos. Uno de esos hits inmediatos con aroma a “Cerca de la revolución” y a todos esos otros rocks de Charly pentatónicos y eficaces (de “Mr. Jones” a “El aguante”, de “La sal no sala” a “No voy en tren”), para saltar y gritar, con un riff cromático a lo Jimmy Page al que después subrayan unos brasses en modo The Jam. Charly canta roto y con su voz también rota y agónica y el estribillo se cierra con una escalita aérea maravillosa, que sin embargo deja lugar al mantra y consejo que domina la canción: “¡Rompela! / Grita / Agita / ¡No seas como los demás!”
2.Yo ya sé
Clásico tema 2 de un disco de Charly, una de esas canciones beatles, pop, dulces y sabias -pero también divertida e irónica- con una melodía adictiva que en el estribillo trae la cita, el primer acento y fraseo de “Ruta perdedora” (¡La máquina de hacer pájaros!). Charly liquida al psicoanálisis y a este mundo con una sola frase: “Freud ha arruinado todo / como Internet”. Como siempre, puede que tenga razón.
3.El club de los 27
Blues que podría ser de Pappo o Javier Martínez si no fuera por ese acorde modulado de la segunda parte del estribillo, tan suyo, diferente de la secuencia usual del blues. Se luce el primer invitado del disco, David Lebón, con ese sonido de Gibson tan personal y un solo breve y preciso. Otro par de aforismos de antología: “Dios creó a todo el universo / y también al Ku Klux Klan” y “Como a Lennon a tu hijo / Lo van a crucificar”
4. La medicina N° 9
Sobre una base soul y con unos metales sintetizados, donde cita con el teclado el riff final del “Rap de las hormigas” (pero ahora al comienzo), Charly hace otra canción donde las drogas legales o ilegales, terapéuticas o narcóticas, le vuelven a servir como inspiración. Los coros de Hilda Lizarazu y la encantadora voz de Rosario Ortega se ajustan a la perfección. La lógica del escorpión tiene acaso las letras más elaboradas desde, por lo menos, Filosofía barata y zapatos de goma. Y esa es otra sorpresa que deja el disco. Aparece tal vez el Charly autobiográfico: “Voy a correr hasta morir / Voy a tener que subsistir en este drama mal / Y aunque no pierdo la esperanza / a veces con vivir no alcanza”. La yapa: un solito de teclado Wurlitzer donde su mano derecha todavía se luce.
5. Te recuerdo invierno
En La lógica del escorpión hay dos reversiones de temas de Sui generis. Este es uno, que solo había tenido una grabación, en el disco de Casandra Lange, donde Charly lo tocaba en vivo con una guitarra eléctrica a la que de pronto se le apagaba el sonido. Finalmente La lógica del escorpión es una fábula y ya en Sui generis Charly usó las fábulas para su música (“Un hada, un cisne”, “Mariel y el capitán”, “Tribulaciones, lamento y ocaso de un imaginario rey o no”). Como si quisiera ir cerrando un arco perfecto. Podría ser el punto más flojo del disco, si no fuera porque el bandoneón de Samalea hace que el tema sea la cuota de tango que todo disco de Charly debe tener.
6. Autofemicidio
Algún relato o episodio trágico de juventud o quién sabe con un estribillo pegadizo marca García. Podría ser la traducción de algún tema de Motown, y de algún modo lo es.
7. América
Unas guitarras tremendas y el bajo y la voz y la presencia de Pedro Aznar por todos lados. Uno de los temas más oscuros del disco. También con el sonido más limpio. La letra parece otra vez autobiográfica, pero con mayor hermetismo.
8. Juan Represión
La otra canción reversionada de Sui Generis. En la original censurada de Instituciones la cantaba Nito Mestre. Pero quizá en este mundo tan policial, la insistencia de las últimas décadas en tocarla y reversionarla sea porque Charly sienta que no está mal subrayar el valor negativo de la policía. El uniforme como disfraz: “Todos los reprimidos / seremos tus amigos / cuando tirés al suelo tu disfraz”.
9. Estrellas al caer
Acaso el tema más luminoso del disco. Charly usa la melodía de “Chipi-Chipi” pero al acelerar el ritmo y cambiarle la letra, la canción es otra. De hecho probablemente, esta canción sea más linda que “Chipi-Chipi”.
10. La pelicana y el androide
No sólo conmueve escuchar a Spinetta en otra fábula -y canción- hermosa, sino que conmueve escuchar el dúo y los arreglos que hacen que aquel legendario proyecto de disco juntos de mediados de los ‘80 pudiera existir en otra dimensión del futuro. Un futuro muy Blade runner, muy Philip Dick, como era el futuro electrónico y analógico de aquellos años. Y por muchos motivos, esta versión de Charly es mejor, es más expresiva que la que grabó el Flaco en Privé.
11. Watching the wheels
Cover perfecto del himno de Lennon. “Dicen que estoy loco / haga lo que haga”. La versión de Lennon es más limpia, la de Charly más cargada, más Phil Spector.
12. La lógica del escorpión
Charly dramatiza la fábula de Esopo con Rosario Ortega siguiendo el texto, la narración de Orson Welles en el monólogo de la película Mr. Arkadin. La narración va sobre otra reversión: “Veinte trajes verdes”, aquel minué tan Satie que Charly estrenó con Serú Giran ya en el álbum Peperina, y que después reversionó con el nombre de “Sereno fantástico” en Pubis angelical. Fábula tensa e inquietante.
13. Rock and roll star
Último tema del disco. Cover y traducción de “So you want to be a rock and roll star?”, de The Byrds, a dúo con Fito Páez. Final arriba y feliz con un guiño autoparódico.
El escorpión, la rana y el final
Entre “All you need is love” y “Let it be” podría seguir insistiendo el gran concepto que domina la obra de Charly, pero en realidad, aquellos ideales -e ideologías- hippies del pasado, demostraron ser menos utópicos y también menos verdaderos que las canciones, melodías y ritmos de las canciones que les daban origen. La lógica del escorpión es un disco con 13 canciones de Charly García. Tómalo o déjalo.
Pero una sola canción de Charly siempre puede ser mucho más real y poderosa que cualquier moda, tecnología o ideología. Algunas de esas canciones ya tienen medio siglo, y parece que van a durar mucho más, más que yo, más que usted, querido lector, más que Charly, y seguramente mucho más que cualquiera de las canciones de Taylor Swift o The Weekend que hoy dominan las plataformas y tienen miles de millones de reproducciones. No creo que en cincuenta años alguien las escuche. O quién sabe.
* Escritor argentino radicado en Francia. Su último libro. Imaginario, fue publicado por Interzona.