“Echar a Allende no cuesta nada”: desconfianza externa y conspiraciones internas precipitaron el golpe de 1973 en Chile

Días antes de caer, el entonces presidente consideró llamar a un plebiscito para pedir apoyo a los ciudadanos. En su libro “Los secretos diplomáticos sobre el gobierno de Salvador Allende”, Juan Bautista Yofre analiza documentos confidenciales

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Juan Bautista Yofre cuenta la historia a partir de los documentos.
Juan Bautista Yofre cuenta la historia a partir de los documentos.

“Aunque nadie lo decía abiertamente, más de la mitad de Chile no deseaba la continuación del gobierno de la Unidad Popular. Preferían cualquier solución a vivir con este estado de cosas que los llevaba al abismo”, cuenta el periodista Juan Bautista “Tata” Yofre . Pero advierte: “Tampoco estaban al tanto, y de saberlo nunca lo hubieran avalado,de la represión que poco tiempo después se desencadenaría y que duraría más de tres lustros”.

Esto es una de las cosas que Yofre narra en su libro Los secretos diplomáticos sobre el gobierno de Salvador Allende, que se puede descargar gratis de Bajalibros.

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Los secretos diplomáticos sobre el gobierno de Salvador Allende

Por Juan Bautista Yofre

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“Más del 50% de la población no quería un Chile comunista”, contó Yofre en una entrevista apenas apareció el libro. Los secretos diplomáticos... ofrece una cronología detallada de los eventos que rodearon el ascenso y la caída de Allende. A través de documentos y testimonios diplomáticos, Yofre reconstruye cómo la política de la Unidad Popular buscó transformar Chile en medio de un contexto de Guerra Fría, marcada por la presión externa y los conflictos internos.

Desde el principio, el lector es transportado a los años en que la diplomacia jugaba un papel central en el escenario latinoamericano, especialmente en Chile. Un ejemplo revelador es cómo los diplomáticos argentinos describían la situación chilena con minuciosidad. En un memorándum de 1970, el jefe de la CIA reportaba que “el Presidente Nixon decidió que el régimen de Allende en Chile no es aceptable para Estados Unidos”. Esto deja entrever cómo las potencias internacionales no solo observaban, sino que también actuaban de manera directa en los destinos de América Latina.

“El gobierno de Richard Nixon colaboró de todas formas con el derrumbe de Salvador Allende. No es una novedad”, contó Yofre en esa entrevista. “El propio gobierno estadounidense desclasificó los documentos, las pruebas de su injerencia. Lo hizo a través de presiones económicas y arrebatos políticos de todo tipo. Ya nada es secreto y es muy poco lo que se desconoce. Lo único que no hizo fue mandar 250.000 soldados con 2.500 tanques para invadir Chile, como fue el caso de la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia con Checoslovaquia en 1968″.

Un vínculo íntimo

Un aspecto que se destaca en el libro es la relación entre Argentina y Chile. Yofre hace un análisis de cómo ambos países, con más de 5.300 kilómetros de frontera compartida, estaban íntimamente vinculados no solo por su geografía, sino por sus destinos políticos. Los documentos revelan, por ejemplo, cómo la embajada argentina monitoreaba de cerca las acciones del gobierno chileno, y cómo la diplomacia argentina se vio involucrada en los eventos previos al golpe militar del 11 de septiembre de 1973. La presión económica, especialmente a través de la renegociación de la deuda de Chile con el Club de París, es otro de los elementos clave que refleja la precariedad económica chilena durante el mandato de Allende.

Una marcha por el aniversario del golpe de Estado, en Chile, 2024. (REUTERS/Ivan Alvarado)
Una marcha por el aniversario del golpe de Estado, en Chile, 2024. (REUTERS/Ivan Alvarado)

El relato de Yofre también pone de manifiesto las tensiones internas dentro del gobierno de Allende, exacerbadas por las divisiones ideológicas y las presiones económicas. A medida que la situación se deterioraba, tanto la oposición como sectores del propio gobierno comenzaron a conspirar. En palabras de uno de los testimonios recogidos por el autor, “botar a Allende no cuesta nada, lo importante es qué hacer con el gobierno”.

La intervención de actores internacionales, como Estados Unidos y la Unión Soviética, en los asuntos internos de Chile es un tema recurrente en el libro. La CIA y la KGB, según los documentos citados, estuvieron activas en la región.

El 11 de septiembre de 1973

Uno de los momentos más dramáticos del libro es el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, que marca el trágico final del gobierno de Allende. Yofre ofrece una narración detallada de cómo la CIA relató el golpe mientras el Ejército argentino analizaba la situación, y cómo Moscú observaba desde la distancia. Esta convergencia de actores nacionales e internacionales culminó en la caída de un gobierno que, desde su origen, estuvo rodeado de tensiones y desconfianza.

Las cosas, claro, ya estaban mal. Escribe Yofre: “El 8 de setiembre, Allende y la Comisión Política de la Unidad Popular volvieron a reunirse por segundo día consecutivo a fin de analizar la posibilidad de consultar a los chilenos mediante un plebiscito, si apoyaba no no mayoritariamente la política de transición al socialismo que aplicaba el régimen. El Presidente pensaba convocarlo el martes 11″.

Allende con casco y fusil el 11 de septiembre de 1973, entrando al Palacio de La Moneda.
Allende con casco y fusil el 11 de septiembre de 1973, entrando al Palacio de La Moneda.

Según Yofre, para entonces, la sociedad chilena está desarticulada y los problemas avanzan: “ Allende y sus aliados pensabanen echar mano a uno de los resortes constitucionales, pero al mismo tiempo advertían que no quedaba harina para más de tres o cuatro días, y las reservas que poseían en el Banco Central apenas alcanzaban para financiar,durante veinticuatro horas, las exigencias del exterior”.

Pero en Estados Unidos ya se sabía lo que vendría: “El mismo sábado 8 de septiembre, desde Santiago, un oficial de la CIA informa a Washington que ‘la Armada tiene previsto iniciar un movimiento para derrocar al Gobierno de Salvador Allende en Valparaíso a las 8.30 del10 de septiembre’ y que la Fuerza Aérea ‘apoyará la iniciativa después quela Armada dé un paso positivo, como el de ocupar la provincia deValparaíso’”, cuenta Yofre.

Por esos días Henry Kissinger, que se preparaba para asumir como Secretario de Estado, habló con el embajador estadounidense en Chile. ¿Habrá golpe?, le preguntó. “En Chile nunca se puede prever nada, pero la gente está a favor de un golpe, así que yo no puedo darle a usted ningún informe seguro”, contestó el diplomático. Entonces el político quiso saber si había posibilidades de que Allende terminara su gobierno. “Sus chances de lograrlo decrecen semana a semana”, respondió Nathaniel Davis.

Las cartas ya estaban echadas. Este martes se cumplen 51 años de la caída del gobierno de la Unidad Popular, de Salvador Allende. Empezaba otra historia de Chile.

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