Tiempos violentos para el pulp argentino

La literatura siempre ha sido un medio de resistencia contra políticas opresivas y mercados indiferentes. En este contexto, las creaciones marginales representan un impulso para talentos emergentes

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Las literaturas populares actúan como un refugio de talentos en épocas adversas
Las literaturas populares actúan como un refugio de talentos en épocas adversas

Desde siempre la literatura fue una forma de resistencia a políticas adversas, mercados indiferentes y a mediocridades varias. En ese sentido, las literaturas populares, también llamadas “marginales”, son las formas más resilientes, las que no reciben palmadas en la espalda, reconocimientos ni premios y que, también, como toda narrativa renegada, termina por transformarse en refugio de muchas personas de talento.

Para los que no lo saben, la llamada literatura pulp constituyó un auténtico fenómeno de masas durante la primera mitad del siglo xx. Pulp hace referencia al papel en el que se imprimían las revistas. Un papel muy barato, hecho de pulpa de madera, que hoy constituye un auténtico desafío para los bibliotecarios y coleccionistas empeñados en su conservación, ya que está destinado a deshacerse pasados los cien años de antigüedad.

Pero el pulp no solo fue entretenimiento literario; las revistas que albergaban estos textos se vendían por miles de ejemplares y en ellas se ensayaron todos los tópicos imaginables. Existían revistas de detectives, de vaqueros, de aventuras espaciales, marineras; pero también había historias ferroviarias, deportivas y –dentro de estas– de béisbol, rugby, futbol, tenis o lo que uno quisiera. Cada género tenía su variante y especialización. De aquí surgieron escritores extraordinarios como Raymond Chandler, H. P. Lovecraft, Leigh Brackett o Ray Bradbury.

La literatura pulp enfrentaba desafíos de conservación debido a su papel barato de pulpa de madera
La literatura pulp enfrentaba desafíos de conservación debido a su papel barato de pulpa de madera

Los textos se pagaban a tantos centavos la palabra por lo que los escritores debían quemarse las pestañas para llegar a un sueldo con el que pudiesen sobrevivir. Pero al ser una actividad que cualquier aficionado a la escritura podía ensayar en sus horas de ocio, las colaboraciones llovían a las redacciones de las revistas. En The Pulp Jungle (1967), Frank Gruber relata una anécdota muy gráfica. Recuerda que el escritor Steve Fisher, amenazado por el inminente corte del suministro eléctrico y ante la imposibilidad de pagar las facturas, recurrió a una carta muy elocuente en la que les preguntaba a los burócratas de la empresa eléctrica cómo se sentirían de haberle cortado la luz a Jack London. Gruber rememora que cuando volvió a visitar a Steve, lo encontró escribiendo a máquina, rodeado de la pálida luminosidad que despedían las mechas de unos velones paupérrimos.

Es indudable que la literatura pulp no volverá a sus tiempos de gloria pero creemos que todavía se pueden percibir algunas réplicas. Y, sin duda, la revista Salvaje Sur, como sostiene Luis Cattenazzi, colaborador rionegrense de la publicación, es una máquina del tiempo que repite esos ecos. “Incorporé con entusiasmo el concepto de “anticíclico”. Quizá porque uno mismo se vuelve anticíclico cuando cruza los cuarenta. Lo anticíclico como contraposición a lo “trendy”, a lo “influencer” y todos esos términos que nos inducen a seguir la corriente de las modas. Y la palabra le calza perfecto a este proyecto loco”. Laura Rossi, una de las plumas más recurrentes y destacadas de la publicación, coincide con Cattenazzi y agrega: “Es una revista federal dedicada a la literatura negra, al western, a la gauchesca pero, en realidad, es una empresa digna de El Quijote”.

Su editor, Matías Castro Sahilices, tiene pasta de personaje de Cervantes y de pulp writer. Un escritor capaz de abordar todos los géneros y, a la vez, los desafíos que implica imprimir una revista desde San Martín de los Andes con alcance nacional. Porque Salvaje Sur se lee en todo el país. Confiesa que edita lo que le gustaría leer y que “hay una cuestión con el rescate. Trabajo como diseñador editorial y tengo cierta preferencia con los proyectos que se publicaron a fines del siglo xix, por lo que me pareció una oportunidad perfecta para rescatar tipografías, diseños y publicidades antiguas, satisfaciendo la utilización de la nostalgia como motor creativo, algo que me acompaña desde siempre con cualquier proyecto que emprenda”. Y el aspecto gráfico es lo que definitivamente descuella y define a ese período de oro. Los dibujantes fueron los que se encargaron de ponerle cara a la imaginación desenfrenada de los escritores. Del mismo modo, la publicación surense recurre a ilustradores locales para definir, en extraordinarias portadas y en impactantes ilustraciones interiores, las atmósferas ominosas, sangrientas y electrizantes de los cuentos. Se trata de artistas hechos y derechos como Diego Fiorucci, Javier Mattano, Omar Hirsig o “Manel” Pérez.

Salvaje Sur, una revista que combina literatura negra, western, gauchesca y más
Salvaje Sur, una revista que combina literatura negra, western, gauchesca y más

Salvaje Sur es un bastión, es resistencia en estado puro. No solo es un modo de ver la narrativa es, sobre todo, una forma novedosa de literatura argentina. Algo que tiene en claro Darío Lavia, editor de la revista Cineficción y colaborador de la publicación surera: “Podemos decir que diecinueve de cada veinte habitantes de nuestro país leen ávida, compulsiva y entusiastamente sus propias notificaciones del móvil, y ninguna otra cosa más. Por eso, la labor que emprende Sahilices es la de ofrecer un recodo de ficción honesta y sin par a ese único lector que le interesa bien poco ser parte de ese rebaño obnubilado con pulgarcitos, con reels, con filtros y con la nada misma”. El editor sanmartinense detalla también que “Los textos que se publican hoy dentro del género tienen, en la mayoría de los casos, otra profundidad en la trama y una búsqueda en la voz narrativa que se escapa un poco de la clásica frecuencia estandarizada.

Estas cuestiones están ligadas al tiempo que se le dedica a la producción de cada texto (sin tener que cumplir con metas asfixiantes), a los cambios de época y, por supuesto, a las lecturas de los narradores. Como editor creo que publicar hoy una revista pulp es un acto de fe, puesto que las tiradas se han reducido considerablemente, pasando de los 20000 mil ejemplares por semana que publicaban revistas como Argosy, Adventure o Amazing Stories, a los 500 por número en la actualidad, en el mejor de los casos”.

Sahilices conformó un refugio literario bien criollo, que recaba escritores de todas las geografías del país. No solo resucita una forma de escritura que había quedado recluida en el tiempo o que había mutado en otros lenguajes –como el cine o la historieta– sino que pone el foco en autoras y autores que, por lejanía de la gran urbe, no tienen el reconocimiento que su talento los hace merecedores. Uno de los escritores que más ha participado en la publicación surera, Marcelo Gobbo, sostiene: “La autoría de los cuentos reúne nombres que quizá no frecuenten los seguidores de suplementos literarios o listas de best-sellers, pero que dibujan un mapa bastante representativo de quienes, desde distintos rincones del país y fuera de las editoriales masivas e internacionales, contribuyen a la literatura vernácula con notable conocimiento de los géneros, incluso cuando corren sus límites fuera de las fronteras habituales”.

Salvaje Sur mantiene viva la narrativa pulp en una era dominada por lo digital
Salvaje Sur mantiene viva la narrativa pulp en una era dominada por lo digital

La publicación, además, es tan inquieta como su editor. No se conforma con ahondar en un escenario, recorre infatigablemente el western, el bandolerismo, la gauchesca, la épica samurái, el policial, el terror o el weird gaucho. Fuerza los límites, asume que el que escribe puede escribirlo todo y que el lector también es capaz de acompañar ese vértigo. Jorge Carrión, escritor y guionista de Río Negro, detalla al respecto: “Salvaje Sur adentra a sus lectores a tierras que se creían perdidas o sepultadas por los embates del tiempo; para quienes no, es el ingreso a un universo estético y temático de larga tradición: la aventura en todas sus facetas. Exhibe un proyecto literario singular que excede a la nostalgia. En cada ejemplar se encuentra un verdadero repertorio de voces autorales contemporáneas que atraviesan la geografía del país (e incluso sus fronteras), constituyendo un verdadero coro federal frente al hegemónico mundo editorial porteño y céntrico”.

En un mundo cada vez más reducido y coaptado por la virtualidad es asombroso que sigan surgiendo propuestas en papel. Sahilices afirma: “la materialidad está intrínsecamente ligada al pulp, por lo que editar una revista pulp digital me parece un acto aberrante. Es más, la primera idea fue imprimir en papel sulfito, pero muy pocas imprentas lo trabajan y las dos o tres que lo hacen, nos pedían impresiones de un mínimo de 10000 ejemplares, cosa imposible de sostener (y de almacenar). Finalmente, optamos por papel ahuesado”. Recordando cómo fue convocada a la revista, Laura Rossi agrega: “Estábamos atravesando el segundo año de la pandemia y él me contó de qué se trataba el proyecto, que se publicaba solo en papel respetando la estética de la época, de la necesidad de que los autores usaran pseudónimos acordes al género y que todo esto ocurría en la Patagonia a pura tracción a sangre (la sangre es siempre la de los editores independientes). Que alguien hiciera esto para sostener y concretar una idea me pareció tan maravilloso, tan fuera de la lógica devastadora y aplanadora del capitalismo, que no dudé ni un segundo en saber que era un lugar en el que quería estar”.

Por razones de autosobrevivencia, el escritor argentino rara vez comparte los espacios que ganó con el sudor de su mano. Sahilices no solo los comparte, sino que los crea y expande. Es consciente que “las devoluciones de los lectores son parte de la maquinaria que nos mantiene a flote después de ocho números. Hay un gran reconocimiento al amor que profesamos por estos géneros y, sobre todo, al trabajo puesto en cada número, cuestiones que han generado una relación de camaradería con la comunidad lectora”. Y advierte que la maquinaria no se detiene, que el “próximo ejemplar de Salvaje Sur estará dedicado al género «Espadas y brujería» y tenemos pensado sacarlo en septiembre. Después, si todo marcha bien, tendríamos en agenda los siguientes géneros: western, steampunk, weird, noir, piratas y gauchesca”. Por lo que podemos afirmar que se aproximan tiempos muy violentos para la literatura argentina. Esa de pura entraña aventurera.

* Autor, periodista y editor de Ediciones Ignotas.

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