A veces, los momentos más simples pueden definir toda una vida. Imagina a una niña de cuatro años sentada en la mesa de la cocina, observando a su padre, un hombre de piel ébano, inclinado sobre sus libros de derecho, sus ojos brillando con la concentración de quien sabe que su trabajo podría cambiar vidas. Esa niña, Ketanji Brown Jackson, ya sabía lo que quería ser: una abogada que, como su padre, pudiera ayudar a resolver los problemas de las personas. Esta imagen, grabada en su memoria, se convirtió en el faro que la guiaría hasta llegar a ser la primera mujer afroamericana en la Corte Suprema de los Estados Unidos.
En su libro Lovely One: A Memoir, Brown Jackson nos ofrece un relato profundamente personal de su vida, narrando cómo las experiencias de su infancia, marcadas por las luchas y los triunfos de sus padres, moldearon su carácter y su vocación. La obra no solo es un testimonio de su carrera jurídica, sino también una carta de amor a su familia y a la comunidad que la formó.
El libro está dividido en dos partes. La primera, titulada “Bringing the Gifts” (Traer los dones), describe su infancia y juventud. Creció en Miami, Florida, en un entorno multicultural y asistió a escuelas integradas, hasta su ascenso como juez federal y luego como miembro de la Corte Suprema, Jackson nos muestra que su éxito no fue un accidente, sino el resultado de un esfuerzo constante y una creencia inquebrantable en la justicia y la igualdad.
La segunda parte, “Grit and Grace” (Determinación y gracia), aborda su carrera profesional y los desafíos que enfrentó en el camino. El título del libro proviene del nombre que le dieron sus padres al nacer: “Ketanji Onyika”, que en su idioma original significa “Hermosa” o “Amada”. A lo largo de su vida, ese nombre ha tenido un profundo significado personal y cultural para Jackson, ya que refleja el orgullo de sus padres por su herencia africana y su esperanza en el futuro de su hija.
Lovely One: A Memoir no es solo la historia de una mujer que alcanzó una posición sin precedentes, sino también una lección de vida sobre la importancia de la resiliencia, la educación y la justicia. La historia de Ketanji Brown Jackson nos recuerda que, aunque los desafíos sean grandes, con determinación y apoyo, es posible superar cualquier obstáculo y alcanzar lo impensable. ¿Qué más nos enseña este libro? A continuación, algunas ideas.
Resiliencia a través de las generaciones
Lo primero que el libro nos muestra es la fuerza de la resiliencia a través de las generaciones. Jackson proviene de una familia que desafió las limitaciones impuestas por la sociedad. Sus abuelos, nacidos en la Georgia rural, lucharon contra la pobreza y el racismo sistémico, logrando, con trabajo duro y determinación, establecer una vida estable en Miami. Este espíritu de lucha fue heredado por sus padres, quienes a su vez lo transmitieron a Jackson.
Ella recuerda cómo su abuela, Euzera, oraba mientras caminaba por los campos de Edison, Georgia, pidiendo a Dios que, si alguna vez tenía hijos, les daría todo el amor y la seguridad que ella misma había anhelado. Este amor incondicional y el deseo de ofrecer una vida mejor a la próxima generación se convirtieron en el núcleo del legado familiar.
El poder de la educación
Para la familia de Jackson, la educación fue vista como la clave para romper el ciclo de la pobreza. Sus padres, ambos educadores, se aseguraron de que ella y sus hermanos comprendieran la importancia de aprender y esforzarse en sus estudios. Su padre, Johnny Brown, se graduó en historia y posteriormente se convirtió en profesor de historia afroamericana, un campo que consideraba crucial para comprender la historia de Estados Unidos en su totalidad.
La importancia de la educación no solo se refleja en la formación académica de Jackson, sino también en su deseo de utilizar su conocimiento y posición para impactar positivamente en la sociedad. Como ella misma dice en el libro: “Los seres humanos comunes pueden hacer cosas extraordinarias, así que sueña en grande y con valentía”.
La lucha por la justicia
Jackson relata en detalle su experiencia durante la audiencia de confirmación para la Corte Suprema, un momento que describió como uno de los más desafiantes de su vida. Enfrentó cuestionamientos intensos y duros, pero su compromiso con la justicia la llevaron a mantenerse firme. La autora destaca cómo, a lo largo de su carrera, ha defendido los derechos de los más vulnerables y ha buscado decisiones justas y equitativas, conscientes del impacto que tienen en la sociedad.
Jackson también reflexiona sobre la historia del racismo en Estados Unidos, citando el caso de Plessy v. Ferguson como un recordatorio del largo camino recorrido desde los días en que la segregación racial era la ley del país. Su posición en la Corte Suprema, sostiene, es un testimonio de cuánto ha cambiado la nación y de cuánto aún queda por hacer.
El viaje de Jackson hacia la Corte Suprema culminó en un emotivo juramento en el que sostuvo no una, sino dos Biblias. Una de ellas, la Biblia de la familia Jackson, representaba su linaje y la fortaleza de sus ancestros; la otra, la Biblia de Harlan, fue usada por todos los jueces desde 1906, incluyendo a aquellos que decidieron el caso Plessy v. Ferguson. Mientras firmaba esa Biblia, pensó en el largo camino recorrido desde los días de la segregación hasta ese momento histórico.
“Solo una generación después de que mis padres experimentaron los efectos devastadores de la segregación racial, su hija estaba en el umbral de la historia”, escribe.