En el colegio Northlands de Olivos se llevará a cabo una presentación especial el jueves 5 de septiembre a las 18:30 horas: Juana Libedinsky presentará su libro Cuesta Abajo en la biblioteca del establecimiento. La autora, que reside en Nueva York y escribe para medios internacionales, regresa a la Argentina con este evento.
La historia personal que narra en su obra tiene un vínculo estrecho con Northlands, ya que la institución desempeñó un papel crucial en la vida de la autora durante una de las etapas más difíciles que enfrentó. Según la autora en sus redes sociales, la presentación contará con la participación de Carlos Reymundo Roberts, quien escribió el prólogo del libro y presentará a la autora en el evento. “El Northlands jugó una parte importantísima en la historia que cuento, y en su publicación”, mencionó Libedinsky. La actividad es abierta al público y se llevará a cabo en la biblioteca del colegio ubicada en Roma 1248, Olivos.
La trama de Cuesta Abajo, publicada por La Bestia Equilátera, se centra en el grave accidente sufrido por el esposo de Libedinsky, Conrado Tenaglia, en 2019. Mientras esquiaba en Bariloche, Tenaglia sufrió un traumatismo encéfalocraneal y una lesión axonal difusa, que le dejó solo un 10% de posibilidades de recuperación. La obra detalla las luchas y la rehabilitación posterior, evidenciando el impacto profundo del suceso en la vida de la familia de la autora.
El momento crítico que impulsó la redacción del libro ocurrió el 27 de agosto de 2019. Durante una caída mientras esquiaba, Tenaglia perdió el casco y golpeó su cabeza contra una piedra, quedando inconsciente y con un diagnóstico crítico. La recuperación fue lenta y complicada, comenzando con pequeños movimientos oculares hasta alcanzar nuevamente la consciencia, un proceso que Libedinsky documenta en detalle en su obra.
Libedinsky, quien se desempeña en el periodismo y la literatura, ha escrito para La Nación y el diario uruguayo El País, y ha sido becaria en la Universidad de Nueva York y la Universidad de Cambridge. También es profesora en la Maestría en Periodismo Cultural de la Universidad San Pablo CEU en Madrid. Su primera publicación, English breakfast: el pensamiento británico hoy, apareció en 2006.
Escribir Cuesta Abajo fue para Juana Libedinsky un ejercicio de narración y no de victimismo, según explicó en diversas entrevistas. La autora busca evitar la sentimentalización del trauma vivido y se enfoca en contar de manera efectiva y veraz los hechos que transformaron su vida. La importancia del periodismo y la narrativa se reflejan en la estructura del libro, que ofrece una perspectiva diferente sobre el sufrimiento y la resistencia humana.
Los desafíos no se limitan a la recuperación de su esposo. Durante la pandemia, Libedinsky enfrentó la dificultad de traer medicamento no autorizado en Estados Unidos desde Buenos Aires. Al mismo tiempo, tuvo que hacerle frente al coma que sufrió su madre, Liliana, y eventos personales adversos como ataques en el metro de Nueva York y una confusión administrativa que llevó a la pérdida momentánea de su nacionalidad española.
Además de la presentación en Northlands, otra exhibición del libro se celebrará el viernes 13 de septiembre a las 15:30 horas en el Museo Evita Palacio Ferreyra, ubicado en Av. Hipólito Yrigoyen 511, Córdoba Capital. En este evento, Libedinsky conversará con Muriel Balbi y Marina Stivel.
—¿Cómo fue recibido tu libro durante las presentaciones? ¿Recibiste testimonios de personas que vivieron experiencias similares?
—La presentación de mi libro en el Malba tuvo una gran afluencia de público, con localidades agotadas y personas que no pudieron entrar al auditorio. Fue una experiencia muy emocionante. También lo presenté en Montevideo y en el consulado argentino en Nueva York, y en todos esos lugares tuvo una excelente recepción. Aunque no esperaba que mi libro, que no está diseñado como un manual de autoayuda, tuviera este impacto, he recibido muchos testimonios de lectores que se sintieron identificados con mi historia. Me escribieron personas que habían pasado por situaciones similares y encontraron en mi libro consuelo o inspiración. Algunos dijeron que les ayudó a sentirse acompañados y a encontrar nuevas perspectivas, mientras que otros lo usaron como una forma de escapismo. Este feedback ha sido una gran sorpresa y honor para mí, y estoy encantada de poder seguir haciendo presentaciones en Buenos Aires y otras ciudades.
—¿Qué hace especial la presentación de tu libro en el Colegio Northlands?
—Presentar mi libro en el Colegio Northlands es muy especial para mí porque es el colegio al que asistí y donde varias generaciones de mujeres de mi familia estudiaron. En esa época, el colegio estaba dedicado solo a mujeres, y la experiencia allí fue fundamental en mi vida. Durante el momento crítico, cuando mi marido estaba en terapia intensiva en Bariloche, llamé a una antigua directora del colegio para pedirle ayuda con mis hijos, ya que estábamos en una situación muy difícil. Ella respondió de inmediato, organizando todo para que ellos estuvieran bien cuidados en el colegio mientras yo lidiaba con esta situación. La comunidad del colegio mostró un apoyo increíble, desde proporcionar uniformes hasta coordinar el transporte de los niños. Esta experiencia de apoyo y solidaridad es una de las razones por las que el regreso al colegio para presentar el libro es tan significativo. Además, la editora del libro también es exalumna, lo que hace que esta presentación sea aún más especial. Es una celebración de la comunidad que tanto me ha apoyado.
—¿Qué significa tener a Carlos María Reymundo Roberts acompañándote en esta presentación?
—Carlos María Reymundo Roberts es un periodista destacado conocido por su habilidad para combinar el humor con temas políticos, lo cual es un verdadero desafío y muestra su gran talento. Sus columnas son adictivas y me han enseñado mucho sobre cómo usar el humor en situaciones complejas. A nivel personal, Carlos tuvo un impacto significativo en mi carrera. Hace más de 25 años, cuando estaba comenzando, me contactó para ofrecerme una oportunidad como redactora en un suplemento en el que yo había escrito algunos artículos. Su apoyo en ese momento fue fundamental, y aún sigo trabajando en el mismo ámbito gracias a esa oportunidad. Además, ha sido una gran persona y ha estado muy cerca de nosotros a lo largo del tiempo.
—En tu libro, se destaca la importancia del cuidado, de las personas que lo realizan y de la construcción de redes. ¿Podés profundizar en esto?
—A menudo nos preguntan cuál fue el gran mensaje o la revelación, y aunque tal vez decepcionemos a algunos, la verdad es que nuestra vida no cambió drásticamente. Sin embargo, algo que quedó claro es la confirmación de una intuición que ya teníamos: un profundo agradecimiento hacia todas las personas que formaron parte de nuestro cuidado. Hay una frase que se enseña mucho en los jardines de infantes aquí, que es “It takes a village,” es decir, hace falta toda una aldea para criar a un niño. Aunque es un dicho africano, se repite mucho en las escuelas. Yo sentí que contamos con esa aldea, formada por personas en distintos lugares, a veces incluso desconocidos, cuya generosidad hizo posible lo que algunos llamarían un milagro. Estoy profundamente agradecida por haber sido testigo de lo mejor del ser humano, tanto de amigos íntimos como de la sociedad en general, en un Buenos Aires que nos acogió con los brazos abiertos.
—¿Cuando decidiste escribir este libro, esperabas la repercusión que tuvo?
—Como periodista con experiencia, esperaba cierto interés por el libro, especialmente de aquellos que conocían mi historia. Sabía que podía captar la atención de algunas personas, y conté con editores y colegas excepcionales que ayudaron a mejorar el manuscrito. Sin embargo, la respuesta ha sido una grata sorpresa. Aunque confiaba en que el libro sería bien recibido, no imaginaba que causaría tanto impacto y que tanta gente lo leería y lo apreciaría. La excelente recepción y las críticas positivas han sido una agradable sorpresa.
—¿Te resultó difícil ponerle fin al proceso de escritura y edición de un libro tan personal?
—No realmente. Aunque el libro es muy personal, estaba convencida de que la historia merecía ser contada y creía que podría abrir puertas a otros libros importantes. Antes de publicar, consulté con el médico de Conrado para asegurarme de que todo estuviera correcto, y su recomendación en un congreso de neurología en Argentina fue un gran aliciente.
También hablé con las personas mencionadas en el libro. La mayoría prefirió que sus nombres reales fueran utilizados, lo cual fue una sorpresa positiva para mí. Sin embargo, tomé algunas decisiones para proteger la identidad de ciertas personas. La mayor preocupación era mi marido, que es una persona muy reservada y no le gusta ser el centro de atención. Su apoyo y disposición para que usara su nombre en el libro fueron un acto de gran generosidad. Mis reservas no estaban tanto en la historia en sí, sino en asegurarme de no lastimar a nadie involuntariamente.
—¿Qué papel jugó el humor en tu libro y cómo decidiste incorporarlo en la escritura, especialmente dado que la historia tiene un final feliz?
—El humor fue esencial en el libro, especialmente porque la historia tiene un final feliz, lo que facilita mirar hacia atrás con una perspectiva más ligera. Aunque los eventos fueron muy difíciles, el humor surgió de las situaciones absurdas y sorprendentes que vivíamos. Al escribir, me aseguré de que el humor fluyera de manera natural sin sobrecargar al lector con anécdotas. Aunque algunas situaciones eran muy pintorescas, me esforzé en trabajar el texto para que el humor se integrara de forma fluida y auténtica. Este enfoque también refleja mi personalidad y mi estilo, que ya se nota en mis columnas en otros medios. Así que, en esencia, el humor en el libro es un reflejo tanto de mi realidad exterior como interior.
[Fotos: Nicolás Stulberg]