Aconsejó a todos durante 30 años pero de pronto lo olvidaron para siempre: ¿todos somos el viejo Mendel?

Trece años antes de suicidarse Stefan Sweig escribe “Mendel, el de los libros”. Es la historia de un viejo librero, con memoria de elefante, que pasa sus días en un café. Pero el tema es otro: la tragedia de una guerra y lo efímero de nuestra existencia

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Mendel. Libros, exilio, un café y el olvido. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Mendel. Libros, exilio, un café y el olvido. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Es insoportable la levedad del ser. Ya lo dijo Milan Kundera. Y sí. Somos el olvido que seremos, asegura el poema Aquí hoy. Y lo somos. Cada minuto, cada segundo. Frágiles, efímeros, llenos de dudas y absolutamente sin certezas, salvo una: la muerte. Y ustedes se preguntarán: ¿y qué tendrá que ver esto con Mendel, el de los libros? Bueno, tiene que ver y mucho.

Primero, porque el escritor austríaco Stefan Sweig escribió sobre un inmigrante judío de la Polonia rusa, con licencia de vendedor ambulante, pero no de libros, que era librero, pero sin librería y que un día pasa algo terrible que hace que nunca más nadie (ni él mismo) se acuerde de él ni de su curiosa existencia. Es decir, ¿el tipo pasa 30 años en un café de Viena, leyendo, atendiendo y aconsejando a miles de personas, algunos súper importantes, para la nada misma? “Para qué vivimos si el viento se lleva detrás de nuestros zapatos las últimas huellas de nuestro paso”? En fin.

Segundo, porque nos habla de la guerra y de lo que le puede hacer a las personas comunes como el viejo Jakob Mendel. Y tercero, porque también es un gran tributo a la literatura, a la lectura y a los increíbles mundos que esconden los libros. Los mismos que se escriben para “defenderse del implacable adversario de toda la vida: la fugacidad y el olvido”. Y de eso nos habla Sweig y lo hace de un modo épico. Las 65 páginas de esta pequeña-gran historia se mete con una verdad filosa que no queremos ver. Será por eso que el relato atrapa desde la primera página y nos deja pensando en si no tendremos que disfrutar un poco más y pavear un poco menos.

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Mendel el de los libros

Por Stefan Zweig

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Jakob Mendel no veía ni escuchaba nada de lo que sucedía a su alrededor. (…) Leía como otros rezan, leía con un ensimismamiento. (…) él lo sabe todo y lo consigue todo. Él te trae el libro más singular del más olvidado de los anticuarios alemanes. Es el hombre más capaz de toda Viena y además auténtico, un ejemplar de raza en extinción, un saurio antediluviano de los libros. (…) Y aquella memoria solo había podido ejercitarse de aquella manera por medio del eterno secreto de cualquier perfección: la concentración”.

Así describe el narrador al personaje de esta novela breve,en la paradoja total de haberlo olvidado por completo luego de 20 años de no haberlo visitado más.Cómo pude olvidarlo, me resultaba incomprensible que lo hubiera olvidado durante tanto tiempo, a este ser humano de lo más exótico y a este increíble hombre, a esta singular maravilla del mundo, famosa en la universidad y en un círculo exclusivo y respetuosos. ¿Cómo pude olvidar su recuerdo, a él, el mago y agente de los libros?”. Y sí. Era todo lo que quieras este Mendel pero te olvidaste de él. Al final Zweig tiene razón. Nada es suficiente para evitar el paso del tiempo y la fragilidad de nuestra existencia. Nada. Ni lo extraordinario de este personaje ni de ninguno.

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Antisemitismo: Definir para combatir

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La historia es trágica, sí. No solo por la facilidad con que olvidamos a las personas sino por otras cosas que hoy no voy a revelar. Pero tiene tintes de ternura y belleza extremos. Desde las habilidades del librero hasta su condición de memorioso, infalible y vanidoso. Todo es encantador en este anciano que se apropió de una mesa del Café Gluck como su oficina y librería. Y, aun así, fue olvidado. Pero no por todos. Hay una mujer que lo recuerda y que aún conserva un libro que él dejó sobre la mesa la última vez que estuvo en el café. Y es la encargada de la limpieza del local. Ella es quien le hace acordar al narrador – del que sabemos poco y nada- sobre la existencia de Mendel. “Dios mío!, el pobre señor Mendel, cinco o seis años, no, debe de haber muerto hace siete. Un hombre muy querido, muy bueno y cuando pienso cuanto tiempo lo conocí, más de veinticinco años, él ya estaba aquí cuando yo entré”.

Fui, vi y escribí
Fui, vi y escribí

Es así que, entre la señora Sporschil y el narrador reconstruyen la vida del mítico hombre de los libros que terminó sus días de la forma más extraña e inesperada pero muy en línea con el eje principal del relato: cuál es el sentido de la vida si es que tiene alguno. Stefan Zweig aprovecha la ficción para intercalar en su texto un poco (bastante) de realidad, bajar línea y acaso sugerir a los lectores la causa por la que el famoso Mendel cae en desgracia (y todos los demás también).

Así, la Primera Guerra Mundial y el pronóstico del final de una época entran en la escena como el monstruo grande que pisa fuerte y se lleva todo puesto hasta convertirlo en una sombra de aquello que fue. No se salva nadie, ni siquiera el pobre viejo librero sin librería. “Mendel ya no era Mendel, como el mundo no era ya el mundo.”

Sin duda el gran mérito del autor es transmitir tanto con tan poco. Cuenta la historia, caracteriza a sus personajes, los hace evolucionar con lujo de detalles y no quedan cabos sin atar. No tiene necesidad de precipitar finales o desenlaces estrambóticos porque nada cambiará. Y lo sabe. Su estilo es elegante, claro y sencillo. Enamora. Para los que nunca leyeron al autor, esta novela podría ser un buen comienzo. Y me animo a decir, el inicio de un viaje de ida.

Quién es Stefan Zweig

♦ Nació en Viena el 28 de noviembre de 1881.

♦ Estudió en la Universidad de Viena donde obtuvo un doctorado en Filosofía. Durante la Primera Guerra Mundial sirvió en el ejército en tareas administrativas ya que no era apto para el combate.

♦ Escribió: Una partida de ajedrez, Momentos estelares de la Humanidad, La piedad peligrosa, El mundo de ayer, Carta de una desconocida y Los ojos del hermano eterno, entre otros.

♦ Con la llegada de Hitler en 1933 sus libros fueron prohibidos. Tuvo que exiliarse en varias ocasiones a lo largo de su vida. En 1941 se instaló finalmente en Brasil con su esposa y en 1942 ambos se suicidaron en vista de la inmensa avanzada del nazismo.

Mendel, el de los libros fue publicado en 1929.

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