—Berni, ¿no le tiene miedo a la muerte?
—No, si en la Argentina se mueren los jóvenes.
El diálogo de 1976 es fugaz: la respuesta es rápida, concisa. Sucede durante la inauguración de una muestra del rosarino en la Galería Imagen, el reportero de la televisión que pregunta tarda en reaccionar, queda sorprendido. Antonio Berni era ya considerado un maestro, una leyenda viviente del arte argentino, y su muerte llegaría sí, cinco años después. Pero si hay algo que el artista jamás tuvo fue miedo a expresarse a través del arte.
De aquel año también es la obra La Torturada [Confesión Lograda], que causa conmoción en la edición 2024 de arteba, ya que sale a la luz para un público masivo tras tres décadas, aunque antes tuvo una presentación museística hace casi dos décadas.
Es una pieza feroz, contundente como las palabras de Berni, que no deja espacio a relecturas ni interpretaciones. Todo está allí, el gesto de la mujer en la camilla, su cuerpo maltrecho, las miradas, la sonrisa socarrona, las colillas de cigarrillo, los guantes ensangrentados...
La obra se centra en una escena de la historia reciente de Argentina, durante la última dictadura militar, antes del Nunca Más, antes de los Juicios a las juntas, cuando aún el terror azotaba, secuestraba y asesinaba a miles de ciudadanos por tener una mirada diferente del mundo. Y reaparece, por esas cosas del destino, cuando se busca reabrir ciertos debates que la sociedad ya dio y condenó.
Oculta en París, “La Torturada” (192 x 115 cm) fue revelada al público por primera vez en 2006 durante la muestra “Antonio Berni, Sucesos Argentinos” en el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén, curada por Fernando García, biógrafo del artista en el libro Los Ojos.
La pieza, puesta a la venta por USD 560 mil, combina técnicas mixtas sobre madera, fue realizada en taller en el pasaje Cité Prost con la información que llegaba en la voz de los exiliados. Y es que en aquellos tiempos, el control mediático que tenía la dictadura generó un discurso único que solo era refutado por el Buenos Aires Herald, que realizaba las denuncias sobre violaciones a los Derechos Humanos.
Marcelo Pacheco, historiador del arte y curador, desarrolló un estudio exhaustivo de la obra para su investigación, Ficciones Verdaderas, en la que ofrece un recorrido por la producción artística de Berni, destacando particularmente la técnica de collage y assemblage empleada por el artista.
Durante los ‘70 Berni ya había utilizado el assemblage en piezas de sus series emblemáticas de Juanito Laguna y Ramona, creados a partir de los ‘50 con elementos del informalismo, el pop, la nueva figuración y el realismo expresionista. Pero su interés por lo social, por expresar en arte su mirada sobre lo que sucedía en las calles, se remontaba mucho más atrás, siendo su Manifestación (1934) el ejemplo más emblemático, que se encuentra en el Malba, donde este año el grupo Mondongo realizó una remake.
De hecho, de 1976 se conoce mucho más su trabajo realizado de corte pop que surgió a partir de un viaje a Estados Unidos, con toda una serie de pinturas donde expuso la riqueza material y la pobreza espiritual del país del norte, como Aeropuerto, Los hippies, Calles de Nueva York, Chelsea Hotel y Promesa de castidad.
Amparo Discoli, codirectora de Cosmocosa, le comentó a Infobae Cultura: “Luego de haber trabajado sobre los papeles de terrorismo de Estado y de la dictadura, que se vieron por primera vez en el Museo de Arte Moderno en 2016, encontrarme con esos dibujos hechos en un assemblage a gran escala, a modo Juanito o Ramona fue una de las cosas más impactantes que viví en mi carrera de galerista”.
Discoli refiere a la exposición Antonio Berni. Revelaciones sobre papel. 1922-1981, que presentó 222 dibujos del artista, desde los paisajes tempranos realizados en las afueras de Rosario, alrededor de 1922, hasta los bocetos para sus murales de la capilla de San Luis Gonzaga en Las Heras, Provincia de Buenos Aires, fechados en 1981. Entre los bocetos para sus pinturas, grabados y murales se observaron una serie de piezas referidas a la última dictadura argentina (76-83), como de otros países de la región. Berni nunca se alejó de lo que sucedía en el mundo, fue un cronista de época brillante y virtuoso.
Por su parte, José Antonio Berni, hijo del artista, recuerda que la obra tenía el título alternativo de “Confesión lograda”, lo que refleja la profunda carga emocional y la crítica social implícita en la pieza.
Desde Cosmocosa se destaca que “La Torturada” nunca había sido objeto de un estudio detallado hasta ahora. En el contexto de arteba, Pacheco subrayó cómo Berni reutilizó elementos y materiales de una instalación anterior, La Masacre de los Inocentes, la cual formó parte de una retrospectiva que el Museo de Arte Moderno de París (MAMVP) llevó a cabo entre noviembre de 1971 y enero de 1972, para complementarla.
Aquella pieza hacía referencia al suceso bíblico del Nuevo Testamento, del Evangelio de San Mateo, en el que se narran las acciones de Herodes al enterarse, a través de los sabios de Oriente, de la llegada de Jesús de Nazaret, sin que ellos pudieran determinar el lugar específico de su nacimiento, por lo que ordenó el asesinato de todos los recién nacidos.
Berni, conocido por su estilo hiperrealista extremo, utilizaba el art assemblage para crear obras que abordaban temas sociales y políticos de gran relevancia. La máscara de la mujer utilizada en “La Torturada” es un elemento recurrente en su obra, simbolizando el dolor y la resistencia, reflexiona Pacheco.
Pero los que deseen observar más obras de Berni en arteba no deben omitir un paso por la uruguaya galería Sur, donde se concentran una gran cantidad de sus obras, que unen su época surrealista de los ‘30 y llegan hasta sus últimos años de producción.
“Cuando el público se encuentra frente a los Berni conecta de manera inmediata. La gente dice ‘¡qué artista!, porque cuando ves las obras de los diferentes períodos y te das cuenta que era muy completo. Eso genera admiración. Es un artista importantísimo al que todavía no se le da el lugar que debería tener en relación a otros grandes latinoamericanos, como Torres García en Uruguay o en Brasil, Tarsila do Amaral. Creo que tiene mucho más margen para conocerse a nivel internacional y si bien hubieron muy buenas muestras en Estados Unidos y en Italia tiene un camino para recorrer en reconocimiento aún”, comentó Martín Castillo, director de galería Sur, a Infobae Cultura.
En el espacio se encuentran, entre otras, La torre Eiffel y la Pampa (1930) o Landrú en el hotel (1932), obras tempranas del artista, tras su primer viaje a Francia, donde se encuentra con el surrealismo. En un diálogo con Infobae Cultura, Gabriela Francone, autora de Argentina surreal. Redes, obras y artistas para una historia posible, comentó: “Se dijo muy poco hasta ahora de esta etapa de Berni. Me había encontrado con esta ausencia muy curiosa de testimonios y documentos de esos años, y siempre que se citaban testimonios de él eran de casi 40 años después. Creo que para él fue mucho más de lo que pudo reconocer y compartir antes de morir. Hoy, el surrealismo está haciendo reconsiderado en el mundo de muchas maneras”.
Y agregó: “En París, obviamente, pudo ver un montón de muestras súper importantes de esta vanguardia, que fue la última en aparecer de las históricas y claramente vemos su profunda admiración por De Chirico y también asumo que leyó este libro maravilloso de Louis Aragon, Un campesino de París, porque hay ciertas referencias muy significativas iconográficas en su obra. Berni, las veces que se refiere al surrealismo, habla de esta revolución moral”.
Sobre la obra del artista, Castillo agregó: “Si hacés un paneo por todas las obras, te das cuenta que es un artista que hoy podría tener 25 años por sus temas. Es tan actual, es muy fresca. Era un incorformista, pero punzante. La carnicería (1958), por ejemplo, es una maravilla de pintura matérica, tiene dos o tres centímetros de espesor, y es sutil a la vez. Parece una pieza de Annibale Carracci, Berni tiene una cosa única que te lleva a los clásicos. Hay que animarse a hacer una carne así, tan, tan fuerte, tan impresionante”.
“Berni es, sin dudas, el gran artista moderno argentino, el más representativo de todos por muchas cabezas. Es un todoterreno, si lo tomás desde el inicio, antes del surrealismo, en la parte académica, ya era muy interesante. Siempre jugó despegado, generando una imaginería y una iconografía muy personal, muy particular, muy, muy osado. Sigue siendo un artista muy contemporáneo, muy actualizado”, finalizó el galerista.
Fotos: Cristian Gastón Taylor