“Lo que se pierde se tiene para siempre”: la prosa de Alejandra Kamiya llega al teatro

Los cuentos inolvidables de la escritora japonesa-argentina alimentan la obra dirigida por Anahí Berneri, con actuaciones de Sofía Gala, Marita Ballesteros, Enrique Amido y Camila Marino Alfonsín

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“Lo que se pierde se tiene para siempre”: los cuentos de Alejandra Kamiya llegan al teatro
“Lo que se pierde se tiene para siempre”: los cuentos de Alejandra Kamiya llegan al teatro

Sus títulos son microrrelatos. Como si no hiciera falta más. Lo dicen todo. Los árboles caídos también son el bosque, El sol mueve la sombra de las cosas quietas y La paciencia del agua sobre cada piedra (que va por la novena edición con Eterna Cadencia). Alejandra Kamiya, la autora de los títulos largos y los cuentos inolvidables, como la bautizó Hinde Pomeraniec, llegó al teatro de la mano de Javier Berdichesky y Andrés Gallina, con música original de Jackson Souvenirs, dirección de Anahí Berneri y producción ejecutiva de Dumont4040.

Lo que se pierde se tiene para siempre, así se llama la obra de teatro estrenada hace pocos días y parece repetir la sintonía y la cadencia de los relatos de la autora de padre japonés y madre argentina. Y lo hace a la perfección. La trama es así: Una familia de tres, la hija (Sofía Gala), los padres (Marita Ballesteros y Enrique Amido) y una cuidadora (Camila Marino Alfonsín), representan las idas y vueltas de la vida- desde la niñez a la vejez- con un final delicioso. Resulta que la mamá de esta familia está perdida en algo del pasado. Una situación o una persona que no puede nombrar.

El padre es ebanista y está todo el día en el taller con sus maderas y los encargos que le hacen los clientes. Como en otra galaxia. Hay enojo. Hay distancia. Hay indiferencia. O no. Es evidente el abismo entre los dos. Algo los partió. Y ahí es donde la hija de ambos entra en juego como una especie de puente que trata de unir (se separaron) las partes en que se ha dividido su vida, que también es la vida de todos los que forman el elenco de la obra.

“Preciosa”, respondió Leonora Djament, directora editorial de Eterna Cadencia, cuando le pregunté qué le había parecido. “A mí me encantó”, me dijo la misma Alejandra. Y sí. A mí también. Es como sentarse allí y de pronto ver, en vivo y en directo, algunos de los protagonistas de los cuentos de “la escritora que te deja sintiendo” como la llamó Patricia Kolesnikov, en el podcast La oreja que lee. Igual, todo lo que te habías imaginado, no importa. Porque esto es mejor. Logran el propósito. Te convencen que son ellos. Son los personajes que lograron salir de las páginas.

Alejandra Kamiya, la autora de los títulos largos y los cuentos inolvidables, como la bautizó Hinde Pomenariec, llegó al teatro de la mano de Javier Berdichesky y Andres Gallina (Foto: Manuel Iniesta)
Alejandra Kamiya, la autora de los títulos largos y los cuentos inolvidables, como la bautizó Hinde Pomenariec, llegó al teatro de la mano de Javier Berdichesky y Andres Gallina (Foto: Manuel Iniesta)

”Hoy es jueves y los jueves almorzamos juntos. Hablamos mucho, o lo que para nosotros es mucho. Ninguno de los dos somos personas que otros consideren conversadores”, dice Sofía Gala en la escena que visita a su papá (en la ficción) en el taller de carpintería. Y esas son, a su vez, las primeras 4 líneas del cuento “Arroz” y ahí estaban padre e hija comiendo en el patio de un restaurante de San Telmo.

“Mi madre podía olvidar cualquier cosa en cualquier momento, o permanecer callada días enteros. Sé poco acerca de ella y ni siquiera sé si le fue difícil dejar de nombrar a mi hermano. Parecía siempre preocupada por algo que pasaba en algún otro lugar, muy lejos”. Gala (una genia) le habla otra vez al público. Esta vez intenta explicar algo que no tiene ni explicación ni consuelo y la razón por la cual su madre se perdió por los laberintos de la mente. En este caso remite al cuento “Los nombres” donde la escritora japonesa-argentina dice que hay muchas cosas que no tienen nombre. Y eso que no tiene nombre, existe. Y existe para siempre. Te lo aseguro.

No es indispensable conocer los textos de Alejandra Kamiya para poder disfrutar de Lo que se pierde se tiene para siempre. Y eso es otro punto a favor que regala la puesta en escena. Es más. Podría ser un cuento más de las antologías editadas por Eterna Cadencia y no nos daríamos cuenta. Porque la dramaturgia de la pieza teatral de Javier Berdichesky y Andrés Gallina es absolutamente autónoma en su escenificación. Tiene vida propia y no es para nada dependiente de la trama de un cuento en particular. Más bien utiliza diálogos, personajes y situaciones de varios de los relatos que encontramos en Los árboles caídos también son el bosque y de El sol mueve la sombra de todas las cosas y les da vida. Y es eso lo que la hace única.

Sofía Gala intrerpreta a la hija de esta particular familia
Sofía Gala intrerpreta a la hija de esta particular familia

Sin embargo, y a modo de excepción que confirma la regla, hay un cuento, “Separados”, que sospecho es la columna vertebral del libreto y que la obra reproduce tan fielmente que, después de haber visto a los actores en acción, me resulta difícil volver a conectar con aquellos protagonistas que yo misma imaginé mientras leía. Hasta a veces, en medio de las interpretaciones de Marita Ballesteros o Enrique Amido, me parece ver a la propia escritora caminando, etérea, por el escenario con su vestido de seda floreado. Todo en esa noche era Kamiya. No se explicar bien porqué. Pero fue así.

La muerte, la vejez, el amor

Hay temas recurrentes en la obra de la cuentista. Como también hay preguntas sin respuesta. La escritora nos interpela en cada renglón. Y los interrogantes están presentes bajo diferentes formas y en la voz de diversos animales, cosas o personas. En la trilogía de cuentos de Kamiya identifico grandes temas: el amor, la infancia, la fragilidad de la vejez, la muerte. Y la pieza teatral de Anahí Berneri los recorre a todos, en una hora, de arriba hacia abajo y viceversa.

“No tengo recuerdos de los tres juntos –dice la hija (Sofía Gala) y también lo dice el cuento “Separados”-. Hay sí una foto que encontré en un libro. (…) mi padre está detrás y sus manos asoman por los costados de los hombros de mi madre, como si la sostuviera. Ella sonríe, o imita una sonrisa. Nunca le gustaron las fotos. Él no sonríe, siempre dijo que le parece estúpido sonreírle a una cámara. Yo soy apenas una cara arrugada del tamaño de una manzana que asoma entre un bollo de mantas. Pocos días después de ese día, mis padres se separaron”.

La obra acaba de estrenarse en Dumont4040, con dirección de Anahí Berneri y las actuaciones de Sofía Gala, Marita Ballesteros, Enrique Amido y Camila Marino Alfonsín
La obra acaba de estrenarse en Dumont4040, con dirección de Anahí Berneri y las actuaciones de Sofía Gala, Marita Ballesteros, Enrique Amido y Camila Marino Alfonsín

Hubo un tiempo en que hubo amor y fueron felices. Pero ya no. Algo pasó y entre todos los presentes haremos lo imposible por averiguarlo y hasta por ayudar a la hija a reunir las piezas rotas, también. “Cuándo mamá empezó a preguntarme las mismas cosas varias veces, pensé en traerla a casa a vivir conmigo. Cuando se incendió la cocina, no dudé. (…) Con la crueldad de la que solo el destino es capaz (a Papá) le diagnosticaron Parkinson. No fue tanto el cambio en sus manos como en el resto de él. Se volvió huraño. Siempre lo había sido en cierto modo. Odiaba todo. (…) Los días previos a la mudanza de mi padre a casa fueron muy parecidos a aquellos segundos. Imágenes de cómo iba a ser la vida juntos, me aterrorizaba”.

La escenografía (Lu Carnicero) y el vestuario (Roberta Pesci) son despojados. Y con muy poco hacen un montón. Acompañan el concepto menos, es más. Y está muy bien. Los cubos de madera se hacen mesa, casas, televisor y maceta, recreando el hogar, el taller, la cocina y el balcón por donde palpita la vida de esta familia de tres. Y mientras tanto, los espectadores, del otro lado del escenario y al refugio de la oscuridad, acompañamos en silencio, hipnotizados por los embates de la vida –de ellos y de la nuestra- que sin lugar a dudas siempre se ocupa, y muy bien, de aquello que perdimos, pero no importa cuánto hagamos o dejemos de hacer, nos habitará para siempre.

* ”Lo que se pierde se tiene para siempre” podrá verse durante agosto y septiembre en Dumont4040 y las entradas se consiguen por alternativateatral.com.ar

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