“Enseñar a querer leer”: una consigna de esperanza contra la ansiedad y lo superficial

Durante dos días, el Foro del Libro y la Lectura reunió, en Resistencia, a docentes y bibliotecarios con escritores, comunicadores y especialistas. Lo bueno del “pensamiento lento”

Guardar

Nuevo

La apertura del Foro del Libro y la Lectura en Resistencia, Chaco.
La apertura del Foro del Libro y la Lectura en Resistencia, Chaco.

Sin dejar de ver lo que pasa alrededor, son días buenos para mí. Porque me dí un gusto y me fui al Foro del libro y la Lectura que organiza la Fundación Mempo Giardinelli en Resistencia, Chaco. No se puede tener corazón y no volver feliz de allí.

Digo esto porque el Foro convoca, sobre todo, a docentes y responsables de bibliotecas escolares de todo Chaco y de Formosa. Y los junta durante horas y horas y horas durante varios días con especialistas en lectura y aprendizaje de la escritura, con autores, con periodistas. Se habla de leer y de libros. De llevar a los chicos a otros mundos de la mano de las palabras. De pensar y ponerle fuerza al futuro. No hay cómo pasarla mal.

Esta vez, estuvieron como invitados, entre otros, esa histórica de la literatura argentina que es Liliana Heker; la autora de No sé si casarme o comprarme un perro, Paula Pérez Alonso; el escritor paraguayo Guido Rodríguez; el ecuatoriano Santiago Vizcaíno, y Miguel Ángel Molfino, “chaqueño por adopción”.

También la escritora cordobesa de libros para chicos Graciela Bialet; la exdirectora de la Conabip, María del Carmen Bianchi; Silvia Katz, que en Salta hace maravillas inventando palabras, definiciones y textos con chicos, y las periodistas Cristina Mucci y Cecilia Bona. Y más, pero esto no es una lista de nombres…

Paula Pérez Alonso lee en el 29° Foro de la Lectura
Paula Pérez Alonso lee en el 29° Foro de la Lectura

Para uno, que llega de afuera, es deslumbrante ese auditorio con 800 docentes listos para escuchar y preguntar. Pero en todos lados pasan cosas y son épocas difíciles, así que los más curtidos en el Foro no dejaban de señalar que era la edición más chica en años, tanto en gente —otra vez que yo fui eran 2000 los inscriptos— como en duración: dos días en vez de cuatro.

De modo que había un poco de clima de estar sosteniendo lo que hay que sostener. Muchas veces se jugó con la palabra “resistencia” en estos días. Resistencia a la adversidad económica, al deterioro de la educación, a la malaria de la industria editorial, al vendaval de las redes, los videítos, los “me gusta”. Resistencia en Resistencia, se entiende.

“Nos costó tomar la decisión de seguir adelante”, dijo el escritor Mempo Giardinelli en la inauguración. Él, claro, es el alma del encuentro junto con su esposa, Natalia Porta López, ex coordinadora del Plan Nacional de Lectura. Pero el cuerpo, los dedos, los nervios, los ojos de esta actividad son el pequeño grupo que trabaja en la Fundación y los muchos voluntarios que donan sus horas por el gusto de estar haciendo un mundo mejor. Disculpen si suena ingenuo, me parece que es así.

Liliana Heker en la apertura del 29 Foro de la Lectura
Liliana Heker en la apertura del 29 Foro de la Lectura

El Foro, dijo Mempo, no solo se ocuparía de cómo enseñar a leer sino cómo enseñar a querer leer. Sí, eso es dar en el clavo: querer leer. Que un pibe no te mire de costado sino con emoción si le regalás un libro para el cumpleaños (todavía me acuerdo perfectamente el salto que pegué cuando cumplí 8 y llegó mi tía Juanita con una caja que tenía tres títulos de la editorial Iridium, pero bueno, pasó mucho tiempo).

En ese discursito inaugural —fue corto— Mempo apuntó a “la superficialidad acrítica de las redes sociales”. Y rescató la lectura como un acto de “pensamiento lento”. Sí, lo lento como una virtud.

Después vino Liliana Heker, postulando también el placer de leer por leer —disculpá la alusión al nombre de este newsletter—. Y explicando por qué lo decía: “La magia de ciudades que nunca he visitado, la capacidad de belleza, de locura y de horror, de maldad y de grandeza que guarda el corazón de los hombres, los enigmas que otros han pensado y formulado para mí, la incesante aventura de vivir, me llegan por primera vez, o se me vuelven comprensibles y hasta propios, a través de los libros”. Ahhhh.

El escritor ecuatoriano Santiago Vizcaíno
El escritor ecuatoriano Santiago Vizcaíno

En algunas provincias los ministerios estuvieron exigiendo “fluidez lectora”, la lectura de una determinada cantidad de palabras por minuto. Los participantes del Foro —como el investigador Ignacio Scerbo— no podían estar más en desacuerdo. Por eso Graciela Bialet empezó su ponencia llamando a Mempo a leer en voz alta. Le puso delante un texto y lo cronometró. “Ni un lector experto como él puede cumplir lo que piden”, se rió. “¿La velocidad me hace lectora?”, preguntó a un público que negaba con la cabeza. Y sobre todo, dijo: “¿Cuál es el apuro?”.

Pistas para enseñar a querer leer

¿Quieren datos concretos sobre cómo hacer que los chicos lean y lo hagan con pasión? Bialet dijo dos cosas. La primera es que se aprende a leer leyendo. No hay otra, muchachos, está en la práctica, la familiaridad, la comparación con otras lecturas, el andar tranquilo por un libro, sin miedo a que nos pidan cuentas de qué leímos.

Pero también aseguró que se enseñaba a querer leer con tiempo de práctica real, regular. “El 80 por ciento de nuestros críos o leen en la escuela o no leen en ninguna parte”, dijo. Teléfono, adultos.

Un ejemplo salvaje de querer leer lo dio Vizcaíno, el escritor ecuatoriano que un rato antes había desafiado a la concurrencia diciendo que “leer no es mejor que otras cosas, no es mejor que andar en bicicleta”. Pero él quería leer rabiosamente. Entonces, la anécdota: cuando terminó el secundario y les dijo a sus padres que iba a estudiar Literatura, le respondieron que de ninguna manera. El padre hizo el barrido de carreras posible y dictaminó: Economía. Bueno, dijo él, Economía. Así que le dieron la plata para anotarse y allí fue el joven, el dinero en el bolsillo y sus deseos guardados en el fondo del corazón.

Mempo Giardinelli y Graciela Bialet, en el 29° Foro del Libro y la Lectura, en Resistencia
Mempo Giardinelli y Graciela Bialet, en el 29° Foro del Libro y la Lectura, en Resistencia

Pero la Universidad es grande. Cuando encontró la ventanilla de Economía, la oficina estaba cerrada o había mucha cola o algo pasaba. Tenía que volver otro día. Así que dio vueltas, vagó entre puertas que ofrecían carreras diversas y adivinen: la puerta de Literatura se puso frente a él, le obstruyó el paso. ¿Qué iba a hacer? Entró, pagó, empezó a cursar con prolijidad, no dijo nada en la casa. Mucho tiempo no dijo nada. Hoy tiene por lo menos seis libros publicados, entre ellos Matar a mamá y hermosos poemas.

Entre la timidez y el desparpajo

Me tocó ir a hablar con chicos de primer año en una escuela secundaria. La verdad, no la pude pasar mejor. Eran varias divisiones, cuando veníamos llegando con la profesora por el pasillo me dio un poco de miedo de que los chicos se hicieran los cancheros, de su desinterés, de que no supieran para qué estaban ahí, en fin.

Pero las profesoras, con muñeca maestra, fueron acercándonos. Al principio hablaban ellas conmigo. A medida que hubo temas en común, los alumnos empezaron a mandarles mensajes por whatsapp a las profes con preguntas. Luego, algunos papelitos.

La escritora Mercedes Pérez Sabbi visita una escuela en Resistencia, en el marco del  29 Foro de la Lectura, en Chaco
La escritora Mercedes Pérez Sabbi visita una escuela en Resistencia, en el marco del 29 Foro de la Lectura, en Chaco

Hablamos de por qué escribir, de cómo se construye un personaje, de cuánto de gente conocida había en ellos, de qué experiencias de la propia vida condimentan una ficción.Una chica de campera negra vino a saludar. “Ella escribe”, me dijeron en voz baja. “Pero los padres no la dejan, le prohibieron escribir”. ¿En serio? Sí, increíble. Escribe en secreto, fingiendo que manda mensajes en el celular. Un poco recuerda a la familia de Matilda, el personaje de Roald Dahl. La nena quería leer libros, los padres la sentaban frente al televisor.

Cuando me iba pasé por la biblioteca y había dos chicas sacando los libros de los que habíamos hablado.

Me fui de Chaco feliz y con la panza llena del “chipá libre” con el que el Foro mima a los invitados.

Otro día te cuento de las esculturas que vi, en particular de ese “David del Chaco” que causó polémica y regocijo.

* Esta es una versión del newsletter “Leer por leer” que se entrega los jueves.

* Contame qué te parece esto, que pensás del “enseñar a querer leer”, cómo te hiciste lector/a a pkolesnicov@infobae.com. Leo todo, contesto a medida que puedo.

* Ediciones anteriores de este newsletter están recogidas en este enlace.

Guardar

Nuevo