Marie-Pier Lafontaine: “El abuso siempre sucede a puertas cerradas y a mí la literatura me permitió abrirlas”

La escritora canadiense, autora de los testimoniales “Perra” y “Armas para la rabia”, participa de la Feria de Editores. “Espero tener impacto con lo que escribo”, le dijo a Infobae Cultura en esta entrevista

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Marie-Pier Lafontaine: “El abuso siempre se hace a puertas cerradas y a mí la literatura me permitió abrirlas” (Fotos: Maximiliano Luna)
Marie-Pier Lafontaine: “El abuso siempre se hace a puertas cerradas y a mí la literatura me permitió abrirlas” (Fotos: Maximiliano Luna)

“Entre todas las leyes del padre, había una de índole fundamental: no contar”. Así empieza Perra, y lo que sigue, lo que hace Marie-Pier Lafontaine después de eso es, efectivamente, contar qué pasó. Lo que pasó fue una larga y dura historia de abuso intrafamiliar que un día se cortó, que un día se rompió, y ahora, afuera de esa cárcel de anhelos reventados, el testimonio se hace libro, se hace literatura. Pero lo novedoso no es este acontecimiento —¿cuántos libros así se han publicado en el último tiempo?, ¿cuántas víctimas han podido narrar sus tragedias?—, sino algo mucho más personal: la mirada. “De niña, disimulaba mis deseos en textos de ficción. Dos hermanas en fuga. Perseguidas por un monstruo de dos cabezas. Huían por sombríos bosques. Se armaban con ramas, palos. Hoy ya no escondo mis deseos. Quisiera que este texto diezmara a mi familia toda”, se lee en este libro que acaba de editar el sello argentino Godot con traducción de Agustina Blanco.

La experiencia de lectura es intensa. Son ochenta y pico de páginas que vuelan en las manos de un lector atento. Por momentos, la hoja se pone de un negro completo y retiene oraciones en letra enorme: “Al padre le encanta hacernos saber que piensa en nosotras cuando eyacula. Se las arregla siempre para que lo oigamos”. O también: “Los alaridos se detienen. El padre sale del cuarto de mi hermana. Carraspea. Sus pasos resuenan hasta la otra punta del pasillo. Va al encuentro de la madre”. Y también: “Mi hermana y yo solo con tomarnos de la mano sabemos con certeza que sobreviviremos al padre”. Más: “¿Nuestros vecinos nunca oyeron nada?” No hay capítulos pero la narración subraya las pausas. La narradora y su hermana sobreviven a un padre que las golpea y las humilla, pero no las viola. Ese es el acuerdo que tiene con la madre: a las hijas no, a ella sí. “Pero muy bien sabemos mi hermana y yo. Desde hace mucho tiempo. Las madres no existen”.

Me costó mucho escribirlo hasta que lo terminé. Fue en ese momento, cuando lo terminé de leer, que tuve la impresión de que era un libro. Fue ese sentimiento de poder tener esa historia entre mis manos lo que hizo que se convirtiera en un libro”, dice ahora, en el segundo piso de la librería Naesqui, en Villa Ortúzar, Ciudad de Buenos Aires. Lleva una blusa roja arremangada arriba del codo, debajo una camiseta negra, las uñas pintadas de violeta y unos anteojos finos y redondeados. “Quería escribir sobre mis primeros recuerdos de la infancia. Tenía ganas de escribir algo que sentía que no tenía el derecho de escribir más que dar mi impresión. Para mí era estar transgrediendo algo. Había tenido emociones muy fuertes al comienzo de la escritura y muchas veces sentía que mi padre iba a aparecer en ese cuarto donde yo estaba escribiendo. A medida que iba avanzando en la escritura, me fue sintiendo más a gusto y placer la escritura en armas.

"Perra" y "Armas para la rabia", editados por Godot (Fotos: Maximiliano Luna)
"Perra" y "Armas para la rabia", editados por Godot (Fotos: Maximiliano Luna)

Marie-Pier Lafontaine nació en 1988 y vive en Montreal, dentro de “la parte francesa” de Canadá. En esa lengua habla y en esa lengua escribe. Ahora, a su lado, está su intérprete, que es además su traductora: Agustina Blanco. En 2020, publicó Perra, su debut literario, con el que fue finalista de los Premios literarios Gouverneur général y CALQ (Consejo de las artes y las letras de Quebec) y ganó el Sade de Francia. Godot lo tradujo este año en un combo, porque hay otro, un segundo, un ensayo: Armas para la rabia, donde reflexiona sobre violencias y víctimas, habla de la “escritura del trauma”, propone una “literatura de combate” y dice: “Sobre todo hay que sentir ira, una ira volcánica. Intuir que solo hay dos opciones: escribir o entrar por la fuerza a la casa familiar y prenderla fuego. En tal contexto, la ira se convierte en una manera de derrocar la violencia, de regresarla allí de donde viene, es una toma de conciencia sobre los propios límites”.

“Sobre todo hay que sentir ira, una ira volcánica. Intuir que solo hay dos opciones: escribir o entrar por la fuerza a la casa familiar y prenderla fuego", escribe en "Armas para la rabia" (Foto: Maximiliano Luna)
“Sobre todo hay que sentir ira, una ira volcánica. Intuir que solo hay dos opciones: escribir o entrar por la fuerza a la casa familiar y prenderla fuego", escribe en "Armas para la rabia" (Foto: Maximiliano Luna)

“Los dos libros forman parte de la tesina que presenté en la universidad sobre problematizar la violencia. En el segundo quise dotarme de armas, de herramientas, de conceptos, de medidas: una escritura de los datos que no sea muy sufriente o complaciente”, cuenta. “Fue una manera de crear ciertos escudos en relación con mi intimidad”, dice y cuenta que no tiene contacto con su familia: “Cuando hice la denuncia, perdí a toda mi familia, salvo a mi hermana. Creo que el hecho de ir a la universidad fue lo que me sacó de allí. Porque tuve acceso a otros pensamientos, a una mirada crítica sobre la sociedad y eso me ayudó a tener una mirada crítica sobre mi propia familia. La universidad fue lo que me salvó. Sobre todo la filosofía feminista”. “Además, escribo para ser leída: espero tener un impacto con lo que escribo. Como escritora, era importante para mí que fuera accesible a la persona que lee”, agrega.

“A veces el contenido de los libros supera al objeto mismo: a los conceptos teóricos la gente se los puede apropiar y eventualmente las ideas del libro pueden tener una influencia en personas que no lo leyeron porque circulan las ideas de otra manera”. La literatura que ella hace, dice “existe desde hace mucho tiempo, y que eso ya estuviera allí permitió que otras voces se liberaran. Luego también hay un movimiento más asumido y mucho más publicitado que no existía antes. Siento que el tema está más autorizado, que hay más permiso para poder adueñarse de la palabra. Recuerdo las primeras entrevistas que di en Canadá, que había un gran respeto y una gran delicadeza en la manera en que me hacían las preguntas. Pienso que estamos viviendo una época de gran sensibilidad, lo que permite que existan estos libros”. Y agrega: “El abuso siempre se comete a puertas cerradas y a mí la literatura me permitió abrir esas puertas y mostrar hasta qué punto eso no tendría que existir”.

“Los alaridos se detienen. El padre sale del cuarto de mi hermana. Carraspea. Sus pasos resuenan hasta la otra punta del pasillo. Va al encuentro de la madre”, se lee en "Perra" (Foto: Maximiliano Luna)
“Los alaridos se detienen. El padre sale del cuarto de mi hermana. Carraspea. Sus pasos resuenan hasta la otra punta del pasillo. Va al encuentro de la madre”, se lee en "Perra" (Foto: Maximiliano Luna)

“Reivindico la etiqueta de la autoficción”, asegura. Cuando se sentó a pensar los personajes de Perra, a desarrollarlos, a solidificarlos, puso al padre (“era la primera figura que tuve en mente; quería sobre él una mirada despiadada”), a las dos hermanas (ellas, siempre juntas, simbolizan la resistencia frente a la violencia del padre”) y a la madre (“tenía un plus de dificultad ética entre la persona y el personaje porque es una mujer que también sufre violencia del mismo hombre”. Luego hay un párrafo donde habla de nueve hermanos (”nueve vidas quebrantadas cada una a su manera por el mismo monstruo de dos cabezas”) que, dice ahora, “tenía dos funciones: por un lado, en mi vida real yo tenía hermanas y hermanos, no quería borrarlos de la historia; y por otro, es el momento en que le digo a los lectores: ustedes van a ver solamente lo que yo les muestro. Además, yo fui testigo de ciertas violencias entre mis hermanos durante la infancia que no me pertenecen”.

¿También puede leerse como un monólogo? “Sí, y es interesante, porque el texto fue puesto en escena en Suiza. Cuando fui a ver esa obra la oí por primera vez de otra boca que no fuera la mía. Estaba esa dimensión del monólogo”, responde. La obra se estrenó el año pasado en la ciudad de Lausana y en febrero de este año en Ginebra. “Es una actriz que se pone en el medio del escenario, que no se mueve y que durante casi dos horas está diciendo el texto. No participé en la puesta en escena porque el director quería que no hubiera interferencia, así que conocí al equipo en Suiza el día anterior al estreno: no los había visto antes”. Así que fue al teatro, se sentó en su butaca y...: “Sentí dolores físicos. Realmente fue un sufrimiento. Era como si alguien estuviera lanzando dardos a mis heridas. Tenía la impresión de que no era mi historia porque era otra voz con otro cuerpo que la contaba. Así que realmente me afectó muchísimo. Quiero volver a verla”.

“Cuanto más potente es la corriente feminista, más potente también es la contracorriente reaccionaria", asegura (Foto: Maximiliano Luna)
“Cuanto más potente es la corriente feminista, más potente también es la contracorriente reaccionaria", asegura (Foto: Maximiliano Luna)

Sobre el feminismo, Lafontaine lo piensa como un gran movimiento, y como tal conlleva “una corriente y una contracorriente”: “Cuanto más potente es la corriente feminista, más potente también es la contracorriente reaccionaria. Creo que en este momento se han dado grandes pasos a nivel de los poderes públicos y desde la política judicial, pero también hay un efecto de retorno que se siente”. Después del gran sismo que provocó en la última década el feminismo, ¿qué sigue, cuáles son los siguientes pasos, hacia dónde está el horizonte? “Creo que hay que continuar lo ya empezado. Es que a mí me parece que queda tanto trabajo por hacer en algunos campos donde estamos tan poco avanzadas. Durante la pandemia, solo por dar un ejemplo, el índice de violencia conyugal aumentó, hubo más femicidios. Lo que vemos es que todavía queda mucho camino por recorrer”, asegura.

“Creo que el feminismo tiene que tener esa pluralidad de enfoques. Mientras que el feminismo no excluya a otras voces y tenga en cuenta la violencia sexista que existe frente a todas las mujeres, es un feminismo que funciona independientemente de las filas detrás de las cuales nos alineemos”, dice y concluye: “Discutir el capitalismo forma parte de las discusiones en los movimientos feministas en Montreal. En ese sentido hay un gran desequilibrio entre los recursos accesibles para las mujeres que están en una situación mayor de pobreza o de precariedad en comparación con los hombres. Yo de niña no fue que viví la pobreza como una violencia. Por más que sea cierto que la pobreza y que nos da menos recursos para poder salir adelante, los estudios en la universidad me permitieron dar cuenta que la violencia contra los niños atraviesa todas las clases sociales”.

* Hoy, domingo, a las 17 horas, Marie-Pier Lafontaine estará en la Feria de Editores (en el C Complejo Art Media, Av. Corrientes 6271, CABA) en una charla con Paula Guardia Bourdin titulada “Este texto bastará para matarlo: la escritura como denuncia”

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