“Por donde se mirara había campo y un padre enfermo. Aún no había rastros de Rita Hayworth en la vida de Hilda Courvoisier. Todavía no había parido a Gerardo, el hijo-hembra que un día la iba a traicionar”, escribe el periodista Carlos Sanzol. Hilda Courvoisier es la madre de Cris Miró. Y esta oración es el comienzo de Hembra. Cris Miró, vivir y morir en un país de machos, el libro de Sanzol que sirvió como base a la serie Cris Miró (Ella). La historia de alguien que desafió las normas sociales de su tiempo al convertirse en una de las estrellas más queridas y respetadas del teatro de revista durante la década de 1990. Pero las cosas, claro, no fueron fáciles.
La frase que sigue es algo que le dijo Cris Miró -ya Cris Miró- a Rodolfo Braceli en 1995: “No voy a decir que al principio a mis padres les gustó, porque ellos, como todos, hacen proyectos para los hijos. Y al haber nacido yo varón proyectaron algo distinto. Con los años se dieron cuenta de que mi felicidad iba por otro lado. Aprendieron lo que debían aprender… que los hijos que se tienen no son hijos… son personas. Y que las personas deben actuar de acuerdo con lo que sienten”. Ese año Cris Miró se convirtió en la primera vedette trans en encabezar la revista del Teatro Maipo en Buenos Aires.
Cris Miró nació en 1965 en el barrio porteño de Belgrano. Sus padres, Hilda y Gerardo Elías Virguez llamaron “Gerardo” al bebé pero desde la infancia, contó su hermano mayor Esteban, “todos lo confundían con una nena”. Se maquillaba, usaba el pelo largo, se ponía vestidos de la madre, elegía las muñecas. Desde ahí, desde ese comienzo es que Sanzol cuenta la vida de Cris Miró, un libro dedicado “a los que todavía no comprenden”.
Así que Sanzol cuenta: “Gerardo tenía modos que no se correspondían con los de los otros niños varones. Jugaba como lo hacían las niñas. Se pensaba como un ella y rechazaba todo lo que tuviera rasgos de él. Su hermano se dio cuenta. Su padre calló. Hilda negó: aún no quería comprender que su hijo, en realidad, le había nacido hembra, como la traicionera Rita Hayworth”.
Y cuenta: “Había una vez un osito de peluche. Había una vez un osito de peluche que el niño Gerardo maquillaba. Había una vez un osito de peluche que el niño Gerardo maquillaba y vestía como una osita, con “a” de mujer, de femenino. Había una vez un osito de peluche que el niño Gerardo maquillaba y vestía como una osita, con “a” de mujer, de femenino, que connotaba su deseo más genuino: el de un macho que podía convertirse, de manera deliberada, en hembra”.
El libro de Sanzol salió en 2016 y volvió a publicarse, por la editorial Milena Caserola, en 2024. Y desde hace unos días está también como libro electrónico, que se puede descargar gratuitamente desde Bajalibros hasta el martes 13.
Allí habrá momentos duros, como cuando trató de enamorar a un preceptor, y momentos tiernos, como cuando habló con su padre, que había sido militar.
Aquí, el primero: “Gerardo se sintió linda parada en esa esquina, vestida como una lolita, a la espera de ese hombre que rondaba los 20 años y del que todas sus compañeras estaban enamoradas. Debió estar nervioso, sobre todo, porque el joven era el hermano de un amigo de Esteban. ¿Y si descubría su engaño? Pero… estaba tan enamorado”.
Ese encuentro va a terminar mal. El preceptor se apurará a hablar con el hermano de Cris, para que a su vez les contara a sus padres quién era Gerardo. Después, un día, el padre habló. Sanzol deja el relato en boca de Cris, citando aquella entrevista de Braceli: “Yo tendría dieciséis años: un día papá me llamó y me dijo: «Bueno, ¿qué pasa con tu vida?». Hablé con él con total sinceridad… Papá esa vez me escuchó. Me escuchó en silencio. Todo el tiempo me miraba profundamente. Cuando terminé de hablar se puso de pie, dio un paso… y me dio un fuerte, fuerte abrazo… Después no se habló más del asunto. Seguí creciendo con su apoyo”.
Ese largo trabajo del periodista tenía pasta de serie y la serie -que se puede ver en TNT y en Flow- se hizo, con la dirección de Martín Vatenberg y Javier Van de Couter.
Pero ¿dice lo mismo la serie que el libro? Sanzol responde a Infobae:
-La gran diferencia entre la serie y el libro es que la serie solamente se detiene en contar los cuatro años de 1995 a 1999 en los que Cris es famosa, todo lo que le pasa desde ese momento hasta su muerte en el año 99. El libro toma toda la historia de Cris desde su nacimiento, e incluso cuenta la vida del padre y de la madre.
-¿Por qué decidió contar la historia de Cris Miró?
- Bueno, todo arrancó en 2010. Yo trabajaba en el diario La Nación, en el suplemento de Espectáculos, estaba haciendo una nota que era una comparación de las vedettes de ese momento y las de antes. Cuando entrego la nota a mi editor, mi editor me dice: “Falta Cris Miró, ¿por qué no la agregás?” Y ahí lo que hice fue ver lo muy poquito que había en la web sobre Cris. A partir de ahí empecé a entender que estaba bueno contar ese proceso de construcción de identidad porque era un proceso bastante fuerte.
-¿Cómo fue?
-Cris tuvo que construirse y construir su identidad contra un contexto bastante adverso que era el de los noventa. Lo primero que hice fue hablar con el hermano de ella, Esteban Virguez. Y ahí yo entendí que la historia de Cris era una historia interesante para contar. Y bueno, de ahí pasaron seis años hasta que el libro salió por primera vez.
-¿Esperabas la respuesta que tuvo la serie?
-En algún momento me lo imaginaba, pero bueno, todavía me sigo sorprendiendo con la masividad que tomó. Sabía que el personaje de Cris en los últimos tiempos había empezado a tener cierta revalorización y cierta relevancia, pero bueno, todavía es eso, sorpresa.
-¿La habías visto alguna vez?
-Yo tendría 16 años, vivía en Mendoza. Creo que esto fue en 1996... Estaba en un boliche con unos compañeros de colegio y Cris estaba en ese momento haciendo una gira de teatro con una obra que se llamaba Más locas que una vaca y fue junto con parte del elenco a ese boliche donde yo estaba. La vi ahí, así como medio de refilón y, bueno, la verdad es que me generó lo que la mayor parte de los testimoniantes del libro cuentan, una sensación de magnetismo que tenía y de aura, que te impactaba verla. Era una persona que no pasaba inadvertida cuando entraba a un lugar y me pasó eso.
-Y eso se ve en el libro...
-El libro hizo que recordara mi adolescencia y parte de mi juventud en los 90 y pude reconstruir los años 90, ese clima de pizza con champagne, de la obscenidad del poder, del fervor de las noches, porque bueno, en los 90 tuvo bastante cultura en la noche, había muchos boliches que de alguna manera quedaron como en el imaginario colectivo, como Aveporco, El Dorado, Morocco, entonces bueno, es contar un poco eso. El libro aborda toda la vida de Cris, desde el momento en el que nace en 1965 hasta que muere el 1° de junio de 1996. Pero, además, lo que a mí me interesaba contar en era todo ese contexto adverso en el que Cris se va desarrollando. Y así podés ir recorriendo un poco la historia del país a partir de la propia historia de Cris.
-¿Qué esperabas y qué encontraste en la investigación?
-Yo no fui con expectativas pero en la charla esa que tuve con Esteban, el hermano, en 2010 , él me contócasi toda su experiencia con su hermana y un poco lo que pude ver, la conclusión que puedo tomar de la vida de Cris, es que era una persona que tenía una personalidad muy valiente porque pudo ser lo que quiso ser, reconectó con su deseo más genuino, más allá de todos todos los mandatos, ya sean los mandatos familiares y los mandatos sociales, y lo hizo en completa libertad.
-¿Y será eso lo que impacta hoy?
-Lo que se está revalorizando en este momento, me parece, es la figura de una persona que vivió una libertad, que entendía la libertad como la vinculación con tu deseo más genuino, y no estar respondiendo a mandatos que vienen de parte de otras personas. Eso fue lo que más aprendí y lo que más valoro de Cris. Pero también tiene otra cosa, Cris, que yo le admiro bastante, que es que era una persona muy lanzada, a ella le propusieron hacer el Maipo y lo hizo, estaba muy motivada por la acción, independientemente de los resultados que podía tener. No era una persona miedosa, ni nada. Y eso me parece que está bueno como reflexión también del libro.
Algo de todo eso, tal vez, se puede ver en un diálogo que reproduce Sanzol en Hembra. Cris Miró con Mirtha Legrand, en 1995:
—Mirtha Legrand (ML): No sé, mi amor, cómo tratarte
—Cris Miró (CM): ¿Por qué?
—ML: Y no sé: señorita, señor… ¿Votaste, no?
—CM: Por supuesto.
—ML: Y, ¿en qué mesa? ¿Votaste en mesa de caballeros?
—CM: Sí.
—ML: Claro… Y, ¿cuál es tu verdadero nombre? ¿Querés decirlo?
—CM: Mi verdadero nombre es el que siento. Y el que quiero que es Cris Miró.