Thomas Reinertsen Berg: cómo recorrer la historia y el planeta desde el prisma de las especias

El escritor noruego, autor de “El origen de las especias”, está de visita en la Argentina por la Feria de Editores. En entrevista con Infobae Cultura, aseguró que “el mundo está mucho más conectado de lo que lo pensamos”

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Thomas Reinertsen Berg: “El mundo está mucho más conectado de lo que lo pensamos” (Foto: Maximiliano Luna)
Thomas Reinertsen Berg: “El mundo está mucho más conectado de lo que lo pensamos” (Foto: Maximiliano Luna)

Vasco da Gama se crió en una aldea de pescadores llamada Sines. A su padre, Estêvão da Gama, un duque lo nombra, primero caballero, alcalde del pueblo después. Eso le permitió mandar a su hijo a estudiar con el astrónomo Abraham Zacuto para que piense el mar, ya no desde adentro, desde los botes, sino desde arriba, como un mapa, desde el cielo. Cuando el rey Manuel I mandó a Vasco da Gama a conquistar la India no lo dudó. Eran apenas cuatro barcos. ¿Qué buscaban? Especias. Salieron de Restelo el sábado 8 de julio de 1497, “navegaron hacia el Atlántico y llegaron al cabo de Buena Esperanza cuatro meses después. Entonces un barco europeo navegó por primera vez hacia el Océano Índico”, cuenta el noruego Thomas Reinertsen Berg en El origen de las especias.

Al regresar, Da Gama se trajo “pimienta picante y nuez moscada de las islas de Banda, luego nuez moscada y clavo de olor negro, el orgullo de las recién descubiertas Molucas, y canela, fuente de riqueza, reputación y belleza de Sri Lanka”. Eso lo relevó el tuerto Camões, el mayor poeta en lengua portuguesa, nacido el mismo año en que murió su biografiado: 1525. De pronto, Portugal crecía notablemente: Manuel I, ambicioso, le envió cartas a los regentes de Europa proclamándose “Señor de Guinea, y de la conquista, navegación y comercio con Etiopía, Arabia, Persia y la India”. Su sueño era convertir Lisboa en ”la capital europea de las especias”. “Al año siguiente, los portugueses enviaron otra expedición. Esta era mucho mayor que la primera, trece barcos con 1.500 hombres, y todos estaban bien armados...”

La historia es larga y apasionante, y se narra en el mencionado El origen de las especias. Es apenas una postal de todo lo que implica pensar la historia del mundo con el prisma de las especias. El abordaje es tan interesante como sorpresivo. Y llega acá, a la Argentina, publicado por Ediciones Godot, traducido por Christian Kupchik, desde Oslo, Noruega. “Sí, vivo en Oslo”, dice ahora, en la librería Naesqui, en el barrio porteño de Villa Ortúzar, Thomas Reinertsen Berg. Tiene una chomba beige con todos los botones prendidos, 53 años, pelo corrido hacia su costado derecho y los ojos de una claridad helada. Por momentos apoya los codos en la mesa, por otros se recuesta sobre el respaldo de la silla. “Trabajo como periodista independiente”, agrega. Afuera, el día está gris: esta noche, dicen, va a llover.

"El origen de las especias" (Ediciones Godot) de Thomas Reinertsen Berg
"El origen de las especias" (Ediciones Godot) de Thomas Reinertsen Berg

A los 28 años, Reinertsen Berg fundó Babylon, una revista nórdica sobre Oriente Medio. Luego, en 2017, publicó su primer libro, que no es éste, sino Verdensteater, una historia mundial de los mapas: fue traducido a catorce idiomas y ganó el Premio Brage. El origen de las especias es de 2021. Allí escribe: “Hoy en día, las especias están fácilmente disponibles para la clase media y alta mundial. En Noruega, cada tienda local tiene un estante de especias donde se pueden comprar pimienta, clavos de olor, jengibre, canela, cardamomo y nuez moscada a un precio razonable. Están alineadas en pequeños frascos, intercaladas entre mostaza, ketchup y salsa para tacos; entendemos entonces que han pasado muchas cosas desde que Vasco da Gama navegó hacia el océano Índico en busca de especias”.

“Sí, podría decirse que es un libro de periodismo cultural”, dice el autor, y enseguida se ríe ante el posible malentendido: “Oh, no, no. Soy malísimo cocinando. ¡Soy un horrible cocinero! Tengo un hermano que sí cocina y lo hace muy bien”. “El libro surgió de mi interés por la Historia. Pienso que cualquier tema, por más pequeño que parezca, puede llevarte a una historia interesante. Cuando estudiaba y escribía para una revista universitaria, pensé que podía hacer un libro entero sobre porridge, que es una comida, una especie de guiso. Mis compañeros me dijeron: no. De todos modos, empecé a escribir. Hice ocho páginas y las presenté en la facultad. Allí me dijeron: ¿por dónde podemos empezar con algo tan amplio? Es un ejemplo sobre lo variada que puede ser la relación con una historia que parece pequeña”, agrega.

“Probablemente el enfoque cultural —continúa— se deba a que no soy bueno en temas políticos. Tal vez el libro tendría que haber sido más político, pero durante la investigación uno siempre toma las cosas que más le interesan. Entonces tal vez ese foco cultural sea un espejo de los intereses que tengo y que en las manos de cualquier otro autor el libro hubiera sido completamente diferente. Y además, pienso, las especias son algo que nos conectan a todos, que todas las culturas tienen acceso a alguna especia, excepto tal vez los habitantes de Groenlandia. Creo que está bueno encontrar las cosas que nos unen, que nos vinculan en lugar de las que nos separan. Y las especias son una de ellas. Por supuesto que las especias llevaron a mucha violencia también, pero son un fenómeno universal: eso me interesaba”.

"Las especias son algo que nos conectan a todos. Todas las culturas tienen acceso a alguna especia" (Foto: Maximiliano Luna)
"Las especias son algo que nos conectan a todos. Todas las culturas tienen acceso a alguna especia" (Foto: Maximiliano Luna)

Cuando empezó, cuando se decidió que esa idea que tanto le revoloteaba podía transformarse en un libro, se preguntó qué es lo que define a una especia: “Lo primero que hice fue preguntarle a una botánica en la Universidad de Oslo. Ella me dijo que, dependiendo a qué botánico le preguntes, la respuesta va a ser diferente. Para el libro tuve que elegir seis especias y elegí sobre todo las que vienen de Asia, porque tienen una historia común, parecida, para que sea más fácil la investigación. Y sabía que tenía que incluir sí o sí las principales, que son pimienta, canela, cardamomo y jengibre. Aunque uno podría argumentar que el jengibre es un vegetal. También incluí la nuez moscada y el clavo de olor porque son las más exóticas para Europa, es decir, las que vienen de más lejos de Europa”.

El origen de las especias recorre el mundo y el tiempo, y se posa en recovecos excéntricos: desde Dilmun, una pequeña isla y un reino peninsular en el golfo Pérsico donde, según un mito sumerio, “el león no se come al cordero y la gente no envejece”, o en algún pueblo de las Indias Orientales, hoy Indonesia, donde los holandeses obligaban a la población de Ambon a “remar de isla en isla en busca de clavo de olor comprado ilegalmente y árboles de clavo de olor ilegales, y se encuentran alguno, o están seguros de que alguien es un contrabandista, quemen el pueblo y talen sus árboles”. Si la historia de la humanidad es, como escribió Marx, la historia de la lucha de clases, ¿por qué recorrer el tiempo sobre una especia no implicaría encontrarnos con violencia y sangre?

Otro ejemplo: “Cuando el papa Gregorio repartía limosna una vez al mes alrededor del año 600, el pueblo recibía cereales, vino, verduras, queso y pescado, pero sólo los nobles recibían especias. Un senador escribió a un sirviente real en el 535 diciéndole que tenía que proporcionar ‘las especias propias de una mesa real’”. En este intrépido recorrido, el libro alumbra zonas subjetivas, la imaginación del pasado, como cuando en el siglo I a. C. el geógrafo griego Estrabón escribió que “el país productor de canela es el país habitado más al sur que conocemos”, y “luego pensó en la actual Etiopía: más al sur, según él, hacía demasiado calor para que cualquiera pudiera vivir”. Esa era, apenas, su percepción: el mundo seguía más allá. ¿Cuáles son las barreras que amurallan nuestro propio egocentrismo?

"Es muy difícil establecer un límite entre el Islam y el mundo de la India, o entre India e Indonesia, o entre Indonesia y China. En ese sentido, el libro es político" (Foto: Maximiliano Luna)
"Es muy difícil establecer un límite entre el Islam y el mundo de la India, o entre India e Indonesia, o entre Indonesia y China. En ese sentido, el libro es político" (Foto: Maximiliano Luna)

La división entre Occidente y Oriente se ve con claridad en estas narraciones. Dos formas de ver el mundo, con recursos diferentes y tesoros distintos. Aún así, el rompecabezas encaja bien: todo está conectado. ¿Qué tan diferente es hoy? ¿Cuánto cambió esa distancia: se profundizó, se diluyó? “Antes, el Oriente era mucho más rico que Occidente, que Europa por lo menos. En la antigüedad teníamos el Imperio Romano, la dinastía Han en China, y ahí el poder estaba más balanceado hacia Oriente. Pero luego, en la época medieval, Europa empezó a desarrollar más barcos, más armas y a llevarlas hacia el Océano Índico. Y eso cambió el equilibrio de fuerzas. Eso es algo que tal vez pueda volver a cambiar de nuevo hoy. Quizás lo estoy intentando decir en el libro sin decirlo explícitamente”, asegura.

“El mundo está mucho más conectado de lo que lo pensamos”, dice ahora Reinertsen Berg. “Por ejemplo, hay una enorme conexión entre Europa, Asia y África, y es muy difícil establecer límites artificiales. En Europa siempre hubo una disputa entre el Islam y el cristianismo cuando se trata de la inmigración. Yo querría incorporar en Occidente al Islam. Es muy difícil establecer un límite entre el Islam y el mundo de la India, o entre India e Indonesia, o entre Indonesia y China. En ese sentido, el libro es político: me gusta pensar que si te llega este libro y tenías algo de escepticismo, algo de resquemor sobre los árabes, los musulmanes o los chinos, quizás empieces a ver las conexiones que hay entre todos estos pueblos. Y tal vez la próxima vez que veas un inmigrante de alguno de esos lugares tengas una percepción diferente”.

"Creo que los países escandinavos se beneficiaron al estar un poco por fuera de la Historia durante mucho tiempo, desde que Suecia dejó de ser una superpotencia mundial en el siglo XVII” (Foto: Maximiliano Luna)
"Creo que los países escandinavos se beneficiaron al estar un poco por fuera de la Historia durante mucho tiempo, desde que Suecia dejó de ser una superpotencia mundial en el siglo XVII” (Foto: Maximiliano Luna)

“Messi, Maradona...”, y larga una risa. ¿Qué cosas conoce un escritor noruego de la Argentina y América Latina? “La verdad es que conozco muy poco sobre Latinoamérica”, reconoce. “Mi foco principal de estudio siempre fue Europa y Medio Oriente, que es lo que estudié en la universidad. Pero lo que sí sé —ahí el semblante se vuelve rígido, serio— es cómo se comportaron los europeos cuando llegaron a las Américas. Como no estaban las especias que ellos esperaban encontrar, pensando que venían a Asia, se produjo la sed por el oro y los genocidios que se cometieron”. En Noruega, ese rincón al norte del planeta, que comparte con el resto de los países escandinavos —Dinamarca y Suecia—, la situación es radicalmente diferente. ¿Cuán diferente?

“Entiendo la visión que tienen de los países nórdicos, de que son paraísos democráticos. En comparación con el resto del mundo es un poco así, pero no es perfecto, para nada, si siguen habiendo partidos de ultraderecha, neonazis y otras cosas horribles. Recuerdo, cuando era chico, de una comparación que se solía hacer de Latinoamérica con las dictaduras militares, especialmente en Argentina y en Chile. Me acuerdo del caso de Pinochet. Creo que los países escandinavos se beneficiaron al estar un poco por fuera de la Historia durante mucho tiempo, desde que Suecia dejó de ser una superpotencia mundial en el siglo XVII. Desde entonces desaparecimos de la Historia. Y a partir de ahí las sociedades de los países escandinavos se desarrollaron de manera muy igualitaria”.

“No sé bien el por qué ocurrió así. No creo que sea el único lugar donde ésto pasó. De hecho, hay un proyecto en la Universidad de Oslo que está tratando de estudiar el modelo escandinavo y ver porque esto fue así. Tal vez en 100 sean otros los países que serán vistos como paradisíacos democráticos. Pero no todos es lo que parece: en Suecia hay una brecha cada vez más amplia entre las personas ricas y las personas pobres, y hay un aumento de la violencia debido a esa amplitud. Hay más homicidios ahora, por ejemplo, lo cual muestra que el modelo también necesita protegerse”, dice y concluye: “Es muy difícil ser optimista viendo lo que pasa en Gaza, lo que pasa en Ucrania. Pero, pese a todo lo que ocurre, pese a todo lo que vemos, elijo ser optimista. No, no quiero ser pesimista”.

* Mañana, sábado, a las 19:30, Thomas Reinertsen Berg estará en la Feria de Editores (en el C Complejo Art Media, Av. Corrientes 6271, CABA) en una charla con Natalia Kiako titulada “Especias: una tentación que hizo historia”.

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