Hombres. Hombres y más hombres. Todo lo escrito sobre la amistad, desde el año 600 (antes de nuestra era), hasta el 1600, habla del vínculo entre hombres. ¿Por qué? Sencillamente porque la mayoría de esos documentos fueron escritos por y para hombres. “Cuando un antiguo filósofo griego proclamaba la amistad como la forma más noble de afecto, no consideraba a las mujeres como un objeto de atención pues no eran ciudadanos ni soldados y no participaban de la esfera pública. Eran consideradas débiles. Reducidas al mundo doméstico en los hogares griegos, puede que las mujeres hayan sido amigas entre ellas, pero ¿en qué contribuyó eso al bien general?”, dicen Marilyn Yalom y Theresa Donovan Brown en la introducción del libro Entre mujeres, una historia de la amistad femenina (Paidós, 2018).
Es por ello que, a cuatro manos y con mucho cuidado, armaron un recorrido histórico que diera cuenta de la transformación del lazo entre mujeres que va desde la invisibilidad total hasta convertirse en una opción real y fundamental en nuestros días. Entre mujeres cuenta una historia que tiene que ver con la sororidad: la de la solidaridad y el afecto entre nosotras, las chicas. Y aunque hoy la amistad femenina es un hecho, lo cierto es que hasta hace poco la evidencia en público de un lazo de afecto entre mujeres era inimaginable, e incluso rechazado. Tanto es así que “hasta muy avanzado el siglo XIX - escriben las autoras-, el diario británico Saturday Review planteaba la pregunta de si las mujeres eran capaces de tener amigas”.
Así las cosas (aunque no te gusten) la cara visible de la amistad era exclusivamente masculina. Y solo los hombres eran considerados capaces de tal profundidad mental y emocional para desarrollar y sostener ese tipo de vínculo en el tiempo. Pero no. En contra de todo pensamiento y gracias a una investigación impecable ahora por fin sabemos que las mujeres han sido desde siempre “capaces de nutrir y sostener la veta pública de la amistad, interesadas en la construcción de espacios de horizontalidad, fundamentales para el bienestar individual y colectivo”.
Textos históricos, literarios, filosóficos, religiosos y materiales de la cultura popular son los pilares de esta tremenda pesquisa por los siglos que teje una prolija cronología de las variadas y hasta insólitas actitudes que tanto mujeres como hombres han manifestado frente a la amistad femenina a lo largo del tiempo. “La amistad entre dos hombres es el sentimiento más profundo y elevado del que es capaz la mente finita; las mujeres se pierden lo mejor de la vida”, escribió Gertudre Franklin Horn, autora de The Conqueror: being the true and romantic story of Alexander Hamilton, en 1904. Por eso les digo, si las propias mujeres pensaban así, imagínate lo que habrá costado desandar ese camino. Uf.
Donde tú vayas, yo iré
Entre mujeres cuenta con 14 capítulos, organizados en 3 partes. El primero se titula Buscando amistad en la Biblia y el segundo, Filósofos y griegos. Son, sin duda, la base para entender de qué se trata todo esto y cuál es el objetivo de las investigadoras al meterse en este gran laberinto de encontrar evidencias de la amistad entre mujeres a lo largo de los años. El libro de Job, Ruth y Naomi, Esposas plurales, Isabel y María y María Magdalena son solo algunas de las historias que ellas encontraron. “Lo más cercano a ese afecto entre mujeres es la historia de Ruth y su suegra, Naomi. Cuando Ruth enviuda, en lugar de regresar a su clan elige seguir a Naomi, recitando estas palabras, hoy célebres: Donde quiera que vayas, yo iré y donde te alojes, yo me alojaré; tu gente será mi gente y tu Dios mi Dios”.
Más adelante en el relato, avanzan sobre el Nuevo Testamento donde descubren que sí hay un relato centrado en la amistad femenina y se trata de la relación entre Isabel y María. “La fuerza de la historia reside en un motivo al que todo el mundo responde: se aman como amigas. (…) María permaneció 3 meses junto a Isabel, lo que coincidiría con el momento del parto de esta última. (…) Y desde tiempos inmemoriales, el embarazo y el nacimiento seguramente encabezan la lista de ocasiones en las que una mujer requiere, y le era permitida, la amistad de otra mujer.”.
Gracias monjas pre-modernas
Pero es recién con las primeras monjas pre-modernas que la amistad femenina entrará en la Historia. ¡Gracias por eso! Según las autoras fue “San Agustín el primer religioso en alentar públicamente a que las monjas se quisieran entre sí, aunque recelaba ante la posibilidad de que es amistad se llevara al plano sexual. Y ese temor se repetirá a lo largo de los siglos y será objeto de represión”. Aun así, los conventos fueron una opción válida para acceder a una vida intelectual y en unión con otras mujeres. Pero el temor a que las mujeres estuvieran en grandes grupos y aprendieran a leer y escribir era tal que los manuales escritos por los hombres (obviamente), durante los siglos XIII y XIV, explicitaban que las mujeres no debían aprender a leer ni a escribir a menos que fueran a convertirse en monjas. Y que nunca se les ocurriera salir de ahí, claro. Más tarde surgieron Las beguinas como el primer movimiento en la historia europea en lograr que las mujeres no necesitaran enclaustrarse en un convento para vivir en libertad.
Yalom y Donovan dejan en claro que el concepto de amistad entre mujeres, tal como lo comprendemos hoy, se encuentra íntimamente relacionado con los movimientos sociales y culturales que definieron la historia universal de Occidente. Desde grupos organizados de mujeres en torno a una creencia, una labor -como el tejido o la costura- o un trabajo, estos grupos no sólo funcionaban como una excusa para salir de la vida hogareña, sino que fueron también grupos de contención y cuidado.
Así, en el siglo XIX aparecerán las asociaciones de trabajadoras impulsadas por empleadas de fábrica, lugares de encuentro y resistencia que también ofrecían desde préstamos, cuidados médicos o empleo, hasta un baño caliente y un plato de comida. Y por supuesto, la oportunidad perfecta para unirse en amistad con las colegas. Luego vinieron los salones literarios, los clubes de libros, el fenómeno del chisme y el advenimiento de las ramas femeninas de los deportes. De a pedacitos se fueron escribiendo los antecedentes que hoy conforman este bello volumen que recibí como regalo “atrasado” de cumpleaños. Qué: ¿No se los había contado? ¡Ah, sí!, me lo obsequió una amiga (¡justo!) muy querida, Patricia Lissa, restauradora de textiles históricos con quien tengo una amistad de casi 40 años.
Epílogo
Y ¡oh! casualidad, fue también un vínculo fuerte de amistad entre mujeres lo que motivó el surgimiento de esta hermosura de ejemplar. Resulta que Marilyn Yalom empieza a escribir Entre mujeres luego de la muerte de su gran amiga y confidente Dianne Middlebrook. Qué mejor homenaje, ¿no? Y vamos cerrando. Final: luego de haber investigado y documentado muy bien el recorrido de los lazos de solidaridad, afecto y amor entre las personas de género femenino a lo largo de los años, las dos autoras identificaron y se animaron a compartir en su texto 4 ingredientes que –aseguran- son los básicos para la amistad femenina: afecto, apertura, contacto físico e interdependencia. Y proponen lo siguiente: pensar en este vínculo como apertura, como conexión emocional entre dos o más personas (sean hombres o mujeres). Porque hoy, mujeres y hombres somos parte de un nuevo paisaje. Atrás quedó la idea de Aristóteles de una sociedad basada en la amistad entre hombres.
Ahora, las sociedades se sostienen de las relaciones y los vínculos entre ambos géneros, donde todos somos parte responsable del bien público. “Imaginamos un futuro para la amistad– escriben Yalom y Donovan- que incorpore para hombres y mujeres, al menos 3 aspectos identificados como “femeninos”: afecto, confidencias e interdependencia. Estas características ya se están filtrando en el debate público, con hombres que se preguntan si es necesario suprimir sus emociones y cerrar la boca para ser masculinos. (…) algunos han descubierto que compartir más información personal sobre sí mismos puede producir respuestas valiosas para sus relaciones y carreras”. ¿Será?
¿Quiénes son Marilyn Yalom y Theresa Donovan Brown?
Marilyn Yalom (1932-2019) fue una historiadora y autora feminista. Catedrática en el Instituto Clayman de Estudios de Género, de la Universidad de Standford, USA. Fue autorade A History of the Breast, A History of the Wife, How the French invented love e Inseparables (en coautoría con su esposo Irvin Yalom), entre otros.
Theresa Donovan Brown se formó en escritura creativa en la Universidad de Stanford, USA. Dirige una empresa de comunicación. Esa autora de ficción, especialista en la resolución de crímenes. Las novelas The Old Inn at Punta de Sangre (2015) y Summitville (2000) lograron su reconocimiento internacional. Como autora de no –ficción figura Entre Mujeres, el libro escrito en coautoría con Marilyn Yalom.