¿Querés volar? Con esa pregunta abre la web de la compañía de danza contemporánea Danza Aérea, fundada y dirigida por la coreógrafa Brenda Angiel, que cumple 30 años de trayectoria. Este logro la destaca como un ente pionero e innovador en el panorama de la danza contemporánea independiente. Con motivo de esta celebración, Danza Aérea presenta 8cho, en su propia sala en el barrio porteño de Almagro, introduciéndose en el mundo de los efectos multimedia. Esta producción ofrecerá una nueva visión del tango, integrando danza y música en una innovadora propuesta escénica que contará con la participación de siete bailarines y seis músicos.
8cho, inspirado en uno de los icónicos pasos del tango, se estrena el domingo 4 de agosto y se presentará todos los domingos en el Aérea Teatro de Buenos Aires. Este espectáculo no solo mantiene la esencia del tango rioplatense, sino que lo lleva a nuevas alturas —literalmente— al incluir a bailarines suspendidos en sogas y arneses, creando una experiencia visual y emotiva sin precedentes. En paralelo, se inaugura la muestra fotográfica 30 años de danza aérea, que ofrece al público una oportunidad única para explorar a través de sus imágenes, el arte en sus diversas formas y manifestaciones.
La propuesta de Angiel no se limita a la danza. Los arreglos musicales de Juan Pablo Arcangeli y Martin Ghersa, junto con los temas originales, abarcan una variedad de estilos desde el tango electrónico hasta el acústico y tradicional. La orquesta, que incluye al cantante Alejandro Guyot y reconocidos músicos del género, promete enriquecer la experiencia auditiva del espectáculo.
La compañía Danza Aérea, conocida por su uso de arneses y sogas elásticas inspirados en los deportes de escalada, ha presentado su repertorio en numerosos países, desde Estados Unidos hasta China. Angiel adaptó estos arneses para que, al moverse, no resultaran incómodos para los bailarines, permitiendo la creación de una danza en un medio diferente que le ha brindado una repercusión notable.
El espectáculo ha recorrido diversos festivales en Europa, Estados Unidos y América Latina. Entre sus paradas más destacadas se encuentran el New Victory Theatre en Nueva York, el Arsch Performing Art Center en Miami, el Festival Iberoamericano de Bogotá y el Festival Internacional de Sibiu en Rumania. La obra también se ha presentado en eventos culturales de relevancia en Buenos Aires y otras ciudades argentinas. En setiembre, se presentará en el Festival Internacional de Teatro del Pacífico en el Teatro Marrinsky de Vladivostok, Rusia, siendo este un importante evento cultural dentro del Festival Internacional Chekov, el más relevante de Rusia.
Brenda Angiel es reconocida internacionalmente por su habilidad para combinar la danza aérea con elementos tradicionales de la danza contemporánea, siempre buscando innovar y llevar su arte a nuevas fronteras. También es conocida por su labor docente y por ser la creadora de la primera escuela de danza aérea, donde ha formado a numerosos estudiantes y profesionales de todo el mundo. En diálogo con Infobae Cultura,
—¿Qué experiencias has vivido al cumplirse 30 años de haber creado un método innovador en la danza? Si pudieras mirar hacia atrás, ¿cómo resumirías estos años y qué aspectos destacarías?
—Ha sido todo un recorrido. Los inicios fueron cruciales porque lo que hacía era realmente novedoso. Me sentía como si estuviera descubriendo una fórmula extraña en la danza. Estrené mis primeras obras en el Centro Cultural Rojas, y al principio nadie entendía nada porque nunca se había visto algo así en el ámbito de la danza. Aunque había otras expresiones artísticas que utilizaban bailarines o actores, no era desde la perspectiva de la danza. Con el tiempo, esta innovación se volvió parte de mi vida cotidiana. La difusión fue creciendo al presentar en diversos lugares, crear una escuela y construir una red. Esos primeros años fueron un terreno inexplorado, pero con el tiempo el método se expandió y se consolidó.
—¿Cómo fue la situación fuera del país en esos años? ¿Existían proyectos similares?
—No, afuera no había proyectos exactamente similares. Existían cosas como la danza vertical en fachadas de edificios, pero no eran espectáculos de danza tan específicos como los que creaba. Mis obras eran muy definidas, cada una con ideas diferentes. Siempre busco algo nuevo en mis creaciones, porque este lenguaje es tan infinito como crear en el suelo. Depende de lo que quieras investigar o expresar en tu nueva obra, lo que la hace cambiar completamente. Ha sido un recorrido muy hermoso, y ser reconocido, especialmente en el exterior, siempre es gratificante porque abre muchas oportunidades.
—¿Cómo fue el proceso de encontrar bailarines que quisieran unirse y estuvieran capacitados para tu método?
—Fue una construcción a lo largo del tiempo. Los bailarines que trabajan conmigo están formados en danza contemporánea y danza clásica, pero necesitan especializarse en mi método, lo cual lleva tiempo. Generalmente, les ofrezco una beca durante un período prolongado para que puedan aprender y sumergirse en todo el ABC de este estilo. Luego, comenzamos a trabajar más específicamente en lo que estamos haciendo en ese momento.
—¿Ya hay bailarines que se inician en esta técnica?
—Sí, en nuestras clases viene mucha gente que no son bailarines, la mayoría. Esta técnica se ha convertido en una actividad divertida y lúdica que permite saltar, correr, girar, correr por las paredes y agarrarse de otros, generando un ambiente social y una actividad física interesante. Armamos coreografías y estructuramos todo esto para que sea accesible y atractivo para todos.
—Ustedes tienen un espacio propio, pero ¿es difícil adaptar las obras a espacios más tradicionales?
—En realidad, cuando vamos de gira, alquilamos una estructura dentro de los teatros que reproduce nuestras necesidades. Es un montaje complicado en cada lugar, pero no es difícil de conseguir, ya que se alquila localmente. Trabajamos en teatros tradicionales y dentro de esos espacios instalamos estructuras y luces especiales. Aunque parece un teatro tradicional, instalamos una estructura oculta que reproduce una pared y construye todo lo necesario para llevar a cabo la obra.
—¿Qué novedades trae la nueva presentación de la obra “8ocho”?
—Aunque 8ocho es una reposición, todos los bailarines son nuevos, excepto Mauro. Esto implica mucho trabajo para transmitir la obra a los nuevos integrantes. La narrativa de cada obra varía, y en esta en particular, se destaca la simultaneidad de la danza y la música. La música tiene una importancia mayor que en otras obras, con una orquesta de tango en vivo y cantantes. La relación entre los bailarines y la música es crucial. Incluye composiciones originales y arreglos de temas tradicionales, jugando con diversos ritmos e ideas de cada tango. La obra se asemeja a un recital de tango, variado y sin una historia lineal, ofreciendo una experiencia rica y diversa en sonidos y emociones.
—Con respecto al público, ¿sientes que hay un público definido o mucha gente se acerca por curiosidad?
—Sí, hay un público ávido de venir y ver nuestras obras. A lo largo de los años, hemos recorrido un largo camino y han pasado muchos alumnos por aquí. Esto ha creado una base de seguidores interesados y entusiastas por ver nuestras presentaciones.
—¿Se han creado grupos similares a partir de su experiencia en otras partes del país?
—Lo que he observado es que hay más cuestiones relacionadas con la danza vertical en altura. No conozco grupos que trabajen tanto en el espacio escénico como nosotros. Aunque también hago obras en altura, mis trabajos más potentes se desarrollan en este espacio.
—¿Cómo ves la actualidad de la cultura en Argentina, considerando que el teatro parece estar en un gran momento, aunque otras actividades como el cine enfrentan dificultades? ¿Crees que es difícil convocar al público debido a la situación económica?
—Creo que hay dos realidades paralelas. Por un lado, la necesidad de crear y del público de ver sigue existiendo, pero por otro lado, los apoyos institucionales nacionales, que son cruciales para la cultura, están faltando. Muchos de los productos artísticos que hacemos no son comerciales y requieren un apoyo del Estado para sostenerse. La pandemia afectó mucho y ahora estamos en proceso de reactivación, pero me preocupa el futuro si no hay apoyo continuo. Sin financiamiento estatal, es difícil que festivales de danza contemporánea, compañías y grupos artísticos se sostengan y crezcan.
El arte no solo implica la creación, sino que también genera empleo para vestuaristas, diseñadores gráficos, iluminadores, músicos, entre otros. Un artista necesita probar y crear continuamente, y el éxito no siempre es inmediato. El Estado debe fomentar y apoyar estas iniciativas como parte del desarrollo cultural y económico del país.
—Pensando en este año, además de esta obra que arranca este fin de semana, ¿tienen otros proyectos relacionados con los 30 años?
—Sí, tenemos varios proyectos para este año. En nuestro espacio hemos montado una galería con un recorrido fotográfico de estos 30 años. Posiblemente en octubre repondremos T para T, una obra del 2021. Además, nos vamos de gira a finales de septiembre.
[Fotos: Maximiliano Luna]