No hay sujeto sin imágenes: ¿qué desafíos presenta la Inteligencia Artificial?

Invitada por la Fundación Medifé y el Centro Cultural España en Buenos Aires, la doctora en Filosofía y profesora de estética y teoría del arte brindó una conferencia en el Centro Cultural Recoleta. Aquí reflexiona sobre la relación entre tecnología, poder y subjetividad

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No hay sujeto sin imágenes: ¿qué desafíos presenta la Inteligencia Artificial? (Foto: REUTERS/Dado Ruvic)
No hay sujeto sin imágenes: ¿qué desafíos presenta la Inteligencia Artificial? (Foto: REUTERS/Dado Ruvic)

Considero que uno de los principales desafíos que presentan las imágenes generadas por la IA no tienen que ver tanto con la confianza socavada de lo real que es anterior a la emergencia expansiva de estas tecnologías, sino en contribuir a fisurar las consistencias imaginarias que imponen unas condiciones muy determinadas de lo que se considera posible.

Las imágenes son estructurantes en los procesos de subjetivación. Cada cual se constituye a sí mismo a través de la imagen que tiene de sí. Como sostiene Marie-José Mondzain, no hay sujeto sin imágenes. De ahí que sea tan importante pensar las formas de expulsión de las imágenes que ocurre con los regímenes hegemónicos de lo visual en la actualidad. Nunca habíamos estado tan expuestos a las imágenes ni sus infraestructuras habían sido tan opacas. De ahí que sea tan importante pensar en cuál es la herida en el mundo imaginal que acontece en la actualidad y no reducir su consideración a una situación de vanidad individual o banalización de nuestra cultura, sino a la expropiación de nuestro mundus imaginalis. En este sentido, no se trata de crear un alarmismo por la inteligencia artificial en tanto que tal, el problema diría no es tanto el alude Joan Fontcuberta, cuando dice: “no me da ningún miedo el futuro de la inteligencia artificial. ¿Qué causa la alarma? La causa el hecho de que podamos llegar a confundir lo que es el producto de una cámara con lo que ha hecho un ordenador, y eso en determinados sectores, como el periodismo y la fotografía documental, crea un problema de cuestionamiento, de descrédito de lo testimonial y documental”. En efecto, en lo que refiere a la creación de imágenes hay una potencia que está nueva tecnología incorpora en su capacidad para introducir una especulación perceptiva, que nos pone ante el desafío de pensar el denso ecosistema en el que se desarrolla y la escala de complejidad que introduce.

Sin duda las tecnologías tienen un desarrollo que tiene una velocidad mayor de la que podemos metabolizar o comprender. Sin embargo, considero que el principal problema no tiene tanto que ver con una suerte de competencia en la que el ser humano siempre se queda atrás y no puede sino sentir una ‘vergüenza prometeica’ ante la superioridad de los aparatos, como sostenía G. Anders. Existe una desproporción, pero la mayor desproporción dice relación con la responsabilidad política que implican los desarrollos tecnológicos que creamos.

Pese a su increíble calidad, esta imagen fue realizada con Inteligencia Artificial (Imagen Ilustrativa Infobae)
Pese a su increíble calidad, esta imagen fue realizada con Inteligencia Artificial (Imagen Ilustrativa Infobae)

Pienso que es un error dirigir los discursos críticos contra las nuevas tecnologías, las narrativas que alimentan el temor solo contribuyen a disminuir el pensamiento crítico y no dan lugar a los debates que urge tener. Reducen el problema a una suerte de oposición entre el cerebro humano y la inteligencia artificial que no ayuda a comprender la profundidad de la metamorfosis de la inteligencia que está aconteciendo. Alimentando un mito, una fantasmagoría en que las máquinas se desconectarán y acabaremos subyugados a nuestras creaciones. Pienso que nuestro mayor temor no debería dirigirse contra los aparatos sino que las sospechas y demanda de responsabilidad debiera dirigirse a la estructura piramidal de los oligopolios tecnológicos que se resisten a socializar los conocimientos que han extraído y no propician una inteligencia colectiva que crezca horizontalmente. En este sentido, pienso que el problema no es tanto la velocidad del cálculo algorítmico sino la opacidad de las infraestructuras que forman nuestras condiciones de posibilidad material y nuestra escasa participación en ellas.

Lejos de concordar con el análisis que postula la existencia de un totalitarismo de los aparatos, que nos reduce a la posición de testigos de determinados procesos de cambios sobre los que no tenemos agencia, el interés que nos mueve es explorar las relaciones que se están gestando, los términos o exclusiones de esta relación y las nuevas formas de sensibilidad que de ahí emergen, que se invisibilizan cuando caemos en una suerte de narcosis o de “idolatría” a los aparatos que hemos generado, puesto que efectivamente –tal vez con algunas excepciones– se han transformado en una especie de “caja negra”, como diría Vilém Flusser, pero la alienación que nos generan no viene dada por ellos mismos, sino porque desconocemos no sólo su funcionamiento, sino sus significaciones, lo único que dominamos (con suerte) es su uso.

Es fundamental ampliar este debate más allá de un debate técnico entre especialistas, el análisis no puede ser abordado como si dicha experiencia proviniera de un mero artificio técnico sino que la técnica ha de ser vista necesariamente como una relación social, no se trata de una tecnología neutra. De ahí que sea urgente reflexionar sobre los modos de gobernanzas que introducen los nuevos medios de creación de imágenes, como es el caso de la inteligencia artificial. Para pensar los mecanismos de los regímenes visuales que se están gestando, pero sobre todo, por el desafío que supone generar un espacio crítico colectivo que conteste estas tendencias, en un momento en que la propia noción de inteligencia se ha vuelto incierta. En este sentido, pensadoras como Catherine Malabou, Hito Steyerl, Naomi Klein han hecho importantes contribuciones, como ellas sostienen, lo que necesitamos urgentemente, es “la construcción democrática de la inteligencia colectiva”, descentralizar los procesos y crear registros compartidos.

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