A veces la pasión que se descubre de muy joven cobra tal relevancia, que define la propia carrera, y en algún punto, el destino. Eso le sucedió a María Lavezzi. Desde muy corta edad se sintió atraída por el mundo del arte, disfrutaba de observar las imágenes de artistas reconocidos –que para ella eran ignotos– y ya en ese entonces se vio conmovida, cautivada por las ilustraciones.
Así fue como se dispuso a estudiar Pintura en la Escuela Prilidiano Pueyrredón –hoy el IUNA–. A partir de allí, no paró. Participó de diferentes salones de grabado y dibujo, y obtuvo premios en ambas áreas. Hasta que luego de asistir a talleres en el Centro Cultural Recoleta y de estudiar con maestros de gran trayectoria, descubrió una nueva pasión: la ilustración infantil.
En 2016 fue premiada en el VI Salón de Ilustración Jitanjáfora e ilustró la tapa del Anuario de la Asociación de Dibujantes de Argentina (ADA) 2017-2018. Y en 2022 obtuvo el premio SoyAutor al mejor álbum con Juan quería un perro, un libro en el que ella es autora integral. Tiene más de 70 libros ilustrados.
—¿Cómo se construye la identidad lectora?
—Se construye a partir de las vivencias de la persona en relación con la lectura. Desde el hecho más pequeño, como escuchar un cuento cuando uno es niño y cada uno de los encuentros con la lectura que vamos teniendo a lo largo de nuestras vidas, van generando la identidad lectora propia de cada individuo y distinta de la del resto de las personas. La familia, la escuela, la religión, los amigos lectores, la historia, o cualquier otra aproximación a la lectura, colaboran en esa construcción.
—¿Crees que un libro podría despertar el interés por leer?
—Creo que sí, pero también creo que más que un libro determinado, lo que despierta el interés por la lectura es el darte cuenta de que tu mundo se puede ampliar con cada lectura. Si tuviste la fortuna de experimentar eso, es difícil volver atrás.
—De un hogar sin madre ni padre ni familiares lectores, ¿puede surgir un ávido lector?
—Sí, así como un artista puede salir de un hogar de padres y familiares desinteresados por el arte. Siempre que en algún momento de la vida se le acerque a la persona la posibilidad de entrar en el mundo de la lectura, hay grandes chances de que esa persona se enamore de ella.
—¿Qué es ser mediador de lectura? ¿Es algo ligado a la educación?
—Un mediador de lectura es alguien que busca sembrar el amor a la lectura en el otro. Y creo que está íntimamente ligado a la educación, no solo a la educación formal, sino también a la familiar. Las familias que privilegian el tiempo destinado a la lectura, desde la más temprana edad tienen muchas posibilidades de generar buenos lectores.
—¿Recordás tu primer encuentro con libros?
—Recuerdo que de chica era muy miedosa, y los libros se convirtieron, para mí, en un refugio de seguridad. Leía cualquier libro que hubiera en la biblioteca, concentrarme y vivir en mi imaginación esas historias hacía que el miedo desapareciera. Con los años, creo que esto generó, en mí, una increíble sensación de paz cada vez que leo un libro.