“Yo creo que el arte tiene que ver con la filosofía
Yo creo que el arte tiene que ver con la religión
Yo creo que el arte tiene que ver con la política
Yo creo que el arte tiene que ser transparente
Eso es lo que yo creo.”
Oscar Bony, 1999
Cosmocosa presenta un conjunto excepcional de obras de Oscar Bony, algunas poco conocidas o nunca antes expuestas, realizadas entre 1993 y poco antes de su fallecimiento en 2002. Estas piezas exploran la materia y coquetean tal vez con una recuperación del informalismo matérico y del arte destructivo como imágenes de representación, con Lucio Fontana y Alberto Greco como referentes, ofreciendo una mirada única y reveladora del proceso creativo de Bony.
Manifiestan la preocupación del artista sobre la ética y la necesidad del hombre contemporáneo de retomar contacto con lo trascendente y lo espiritual en una década marcada por el consumismo y el “arte light”, sus primeros pasos – o balazos! en reflexión sobre la violencia, y su mirada tanto crítica como cómplice sobre lo que él definió como “la traición del estilo”. Se incluyen obras de las series cielos, suicidios, el triunfo de la muerte y de amor y violencia en diálogo con obras “individuales” y únicas que fueron producidas en paralelo respecto de las series mencionadas. Esta muestra ofrece una perspectiva fascinante sobre la evolución artística e intelectual del talentoso y disruptivo artista argentino.
Oscar Bony formó parte del mítico grupo de artistas multidisciplinarios del Instituto Torcuato Di Tella en los años sesenta, destacándose la creación de su icónica La familia obrera en 1968, seguido por una década de no participación en el circuito de galerías y museos a modo de suicidio colectivo junto con otros artistas del ambiente. Durante ese lapso Bony trabajó como fotógrafo y sin buscarlo sentó las bases visuales de lo que luego sería la imagen del proto rock argentino. A mediados de los setentas vuelve a la escena del arte con la serie de pinturas hiperrealistas conocida como los cielos, a poco de lo cual, luego del asedio policial a causa de su serie de fotografías eróticas, decide exiliarse en Italia en 1977 hasta 1989 año en que regresa al país.
En 1994, en su exposición individual en Filo Bony: obras de amor y violencia presenta por primera vez algunas obras baleadas. De aquel grupo exhibiremos uno de sus primeros objetos baleados nunca antes expuesto, que consiste en una ventana en miniatura, baleada y quemada. También mostraremos una obra típica de la serie de amor y violencia: la palabra “Utopía” detrás de un vidrio baleado, en marco dorado Seis disparos de revolver, junto con Plomo sobre plomo, de la misma serie.
Luego de aquella muestra, Bony continuó con los balazos pero incluyendo de ahí en más a la imagen a través de fotografía, dando lugar a sus célebres series fusilamientos y suicidios y el triunfo de la muerte.
El conjunto que reúne esta exposición trata un aspecto poco explorado en la obra de Bony, obras “fuera de serie”, donde nos encontramos con la utilización del lenguaje del informalismo matérico, del espacialismo, el arte destructivo y del nouveaux realisme de fines de los ‘50 y principios de los ‘60 en Argentina y en Europa, para acentuar su postura del momento: son los ‘90 y creemos que Bony insiste con la reivindicación de algunos de los valores perdidos de los años ‘60. Y cómo luego, bajo estos postulados, -ya dejando de lado la cuestión formal de estos movimientos-, los continuará hasta el final de su vida. Arriesgamos y proponemos como tesis al arte destructivo, al espacialismo y al informalismo matérico como génesis conceptual de Bony para su serie de obras baleadas.
“Yo tengo una gran admiración y como una deuda con Fontana porque me interesa esa posibilidad de entrar a un espacio metafísico. […]”
Y aclara “la diferencia [con Fontana] de lo que yo hago es que tengo una imagen, es decir yo no rompo una tela abstracta, hay una imagen […] Esa imagen representa cosas. […] Pero el agujero que produce el proyectil, es siempre un agujero que nos manda a la metafísica. Y eso es lo que me importa.” Como señala Marcelo Pacheco: “Aun en sus trabajos de los años 60 más comprometidos con la desmaterialización de la obra de arte, como Local y su descripción de 1967 y La familia obrera, la imagen estuvo presente…”; y continúa: “[…] Los movimientos constantes de Bony entre lenguajes y soportes reflejan su necesidad de experimentar su posición contra lo establecido y su resistencia frente a los intentos de clasificación. Cualidades que comparte con gran parte de la vanguardia de los años 60. Sin embargo, sus gestos muestran una estrategia propia: cuando Bony visita estilos y medios los ocupa, los absorbe, los confronta, en un proceso exultante y continuo; actúa en el paroxismo, insaciable. Sus mudanzas dibujan una trayectoria continua de puntos, una estabilidad que se juega en un deslizamiento sin pausa. Sumiso mientras los materiales y lenguajes se abren, en cuanto los descubre busca el borde para pasarse del otro lado, para entrar por el reverso donde son ásperos, oscuros, inestables, resistentes, y puede usarlos a contrapelo. De frente, de este lado, las opciones son confortables, previsibles, para otros.[…]”.
A mediados de los ‘90, Bony deja de dar batalla en sus declaraciones acerca de la cuestión del estilo y la identidad, -que lo había ocupado desde hacía una década-, y comienza a enunciar y a exigir compromiso ante las cuestiones éticas, la trascendencia y la espiritualidad del artista ante su obra.
Bony hablando de los balazos a la palabra “utopía”:
“Cuando entro a balear una palabra que tiene muchísimo significado para toda la cultura del 60…[…] Las utopías desaparecen en los años 70. […] Nosotros en este momento vivimos en una cultura marcada por el consumismo y en consecuencia el arte se está banalizando muchísimo. O sea que no creo que se pierdan para siempre porque evidentemente dentro del siglo las utopías del año 60 siguen siendo una referencia sumamente importante. Lo cual no quiere decir que… tal vez desaparezcan para siempre, tal vez no, no sabemos, pero a mí me interesaría recordarlas.
Pero yo creo que el arte tiene que ver con la filosofía,
Yo creo que el arte tiene que ver con la religión,
Yo creo que el arte tiene que ver con la política,
Yo creo que el arte tiene que ser transparente,
Eso es lo que yo creo.
O sea que yo tengo un sentido en todas esas cosas, pero no podría decir que sea mejor. Yo creo que sí que evidentemente hay un sentido ético en todo eso. […]”
Oscar Bony, 1999.
Oscar Bony entrevistado por Federico Klemm
OB: —El asunto de los tiros es en realidad la manifestación de un juicio. Y que ese juicio es necesario para entender la realidad. Es decir, en una sociedad que se descompone, en un fin de siglo que llega demasiado rápido, me parece necesario terminar con lo posmoderno, terminar con el “light”…
FJK: —Bueno el light está medio terminado.
OB: —Por suerte.
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La mayoría de las obras de esta muestra se relacionan a través del color: una marcada acromía las caracteriza en comparación con sus obras de los 80: es decir, toda la colorimetría tiende a la neutralidad. En los grises, ocres, blancos, negros, marrones y dorados, característica compartida con los movimientos citados, se percibe ausencia de color pero no de tonalidad. Y es la tonalidad neutral de las obras que acentúan el carácter de búsqueda de trascendencia, que Bony contrapone con imágenes o representaciones directas y pregnantes. Por un lado comunicar lo más directo posible, y por otro lado, evocar lo metafísico.
En la muestra se verán claras referencias a representaciones simbólicas de la religión cristiana, a la ciencia, a la cosmología, a las relaciones entre tiempo y espacio, búsqueda que Bony inició en su ciclo de cortometrajes Fuera de las formas del cine en 1965, a los descubrimientos de la física cuántica cuyos últimos postulados tienden a reivindicar el espacio infinito y de los agujeros negros y cómo éstos se relacionan con la “resurrección”, es decir, con la vida y el misterio de la muerte. También a cuestiones no resueltas de la identidad nacional y a la peripecia del hombre contemporáneo en su búsqueda de sentido. El resultado es un conjuto de piezas que puestas en diálogo develan nuevas lecturas sobre su obra.
Hacia el final de su vida Bony realiza un último gesto sobre el estilo informalista: realiza Sin título (2001); una serie de piezas ovaladas, que consisten en placas de metal corroído por ácidos y orina, “protegidas” por un vidrio y baleadas. Como los “bucchi”, sin dudas una cita a las Fine di Dio de Lucio Fontana y a las abstracciones informalistas de Alberto Greco. El huevo como origen de la vida; y la descomposición, como su final. Una fusión donde les rinde homenaje a Lucio Fontana y a Alberto Greco a quien “les debe”, según él. El ciclo completo de la vida, culminado por sus disparos y la visita de dos de sus espíritus más afines.
* La muestra de Oscar Bony puede visitarse de lunes a viernes de 14 a 19 hs., hasta el miércoles 31 de julio, en Cosmocosa (Montevideo 1430, C.A.B.A.).
[Fotos: Ignacio Lasparra / gentileza prensa Cosmocosa]